"Open - Memorias", de ANDRE AGASSI

Escritas por J. R. Moehringer, Premio Pulitzer y autor de la aclamada novela autobiográfica "El bar de las grandes esperanzas".

Hago hincapié en señalar al escritor porque ignoro la razón por la que su nombre no aparece en portada, aunque Andre Agassi le cita con profundo cariño en los agradecimientos y aclara que JR no quiso figurar en ella.

Intuyo que el escritor JR Moehringer tiene elegancia de corazón para la amistad y decidió que toda la gloria se la llevase el gran tenista, pero el detalle a los lectores nos hace especular y preguntarnos si hubo demasiada gente opinando sobre el manuscrito, y al estar vivos todos los personajes reales que aparecen en el libro quizá escritor y protagonista tuvieron que morderse la lengua en algún pasaje a riesgo de que lagunas y silencios fueran en detrimento de la narrativa, aunque en estas páginas no ocurre, Moehringer es un cronista y relator tan fuera de serie que nuevamente logró una pieza artística de hermosísima orfebrería por la composición, la construcción y el contenido. Y es que sin quitar mérito a André Agassi y agradeciendo su desnudo anímico tan generoso y que nos abre el desconocido mundo -fuera de lo público- de estas figuras tan heroicas, me parece justo especificar que uno puede comprar ladrillos, pintura, fontanería, muebles, adornos, decir cómo desea que vayan colocados… pero no basta con enumerarlos y extenderlos sobre una superficie, después hay que saber ordenarlos cada uno en su lugar para que sean duraderos, además de estéticos, y que funcionen. Con este símil -posiblemente innecesario- intento decir que una cosa es contarle a alguien tu vida y otra muy distinta escribirla, quien escribe ha de saber dosificar el gotero de las sorpresas, poner las piezas referidas en los lugares de las páginas más álgidos o remansados y saber dónde han de estar los golpes de efecto, los valles, los picos…    

Desconozco las directrices de las editoriales norteamericanas en estos casos de biografías, pero deseaba decir aquello de “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.

Dicho lo anterior paso a hacerle las alabanzas merecidísimas a esta magnífica historia que me ha conmovido hasta mis pliegues anímicos más recónditos.


Open está escrita en primera persona y en presente para lograr así que el lector sienta que lo que ocurre en las páginas está sucediendo en ese instante y a su lado.

Para un público profano, "Open" –palabra con la doble lectura, la literal del tenis y la de abrirse íntimamente- es un logro ya que la autobiografía nos muestra cómo se refleja el estado de ánimo de Agassi en la pista, y cómo le afectan las vivencias personales a su juego, y por ello no hace falta ser entendido o experta en tenis para comprender, empatizar, compartir y sentir un enorme aprecio por Andre, y esa capacidad de llegada hace universal al libro.

A veces me pregunto si la competición de los deportes en equipo es un simulacro de la guerra, y las de los juegos individuales frente a un sólo contrincante sustituyen el cuerpo a cuerpo de la misma lid, y me planteo si quizá necesitamos competir para estar preparados como en el reino animal –ya que desde cachorros retozan para aprender a  atacar y a defenderse- por si sufrimos una posible agresión y así sobrevivir en caso de conflictos bélicos o civiles.

"Open" se mueve en la ambivalencia de los sentimientos encontrados, entre el amor y el odio al mismo tiempo y en la misma medida, y por un lado nos interrogamos sobre si es justo, cuando eres niño, que te obliguen a un entrenamiento no elegido para ser el número uno, y a la vez nos preguntamos por qué la aspiración ha de ser precisamente llegar a ese primer puesto, eliminar al otro cuando la vida social es suma e integración y en ello radica el beneficio, y además a qué precio: ¿al de una infancia robada?, ¿al de abortar los sueños propios del niño -antes incluso de que surjan- para inocularle los de los progenitores en su lugar?

Estamos habituados a ver como padres de famosos instrumentalizan a los hijos para forrarse a su costa y creen ser Pigmalión esculpiendo y moldeando la arcilla –tristes ídolos del barro de la tiranía- aunque en el caso de Emanoul Agassi, boxeador olímpico y padre de André finalmente no fue así dado que a partir del primer sueldo del hijo el tenista administró sus ganancias, sin olvidarse de su familia. Sin embargo Emanoul sí dopó a sus hijos con speed (metanfetamina) para que alcanzaran mayor rendimiento, y a Andre, al ver que destacaba desde pequeñito le construyó una máquina –que el niño llamaba dragón- y que lanzaba pelotas a una velocidad supersónica, endiablada y brutal, y elevaba la red para obligarle a no perder ningún tiro del rival.

Como es natural tenemos en cuenta que escuchamos el punto de vista de Andre, habrá quienes piensen legítimamente que si el hijo llegó tan lejos fue gracias a la exigencia de su padre, pero aquí el debate que el libro suscita es la motivación, los hijos han de realizar sus propias trayectorias, construir sus vidas, orientados si es necesario pero no dirigidos, y teniendo en cuenta siempre sus deseos, ya sé que es difícil y muy fácil sin embargo caer en la tentación de pronunciar la consabida frase “aún no sabe lo que quiere, porque no tiene edad, ya lo comprenderá más adelante”. Pero no es lo mismo crecer en el ambiente de un negocio familiar y decidir por ti seguirlo que obligado, después tras haber invertido el tiempo en él sin saber a qué otra cosa dedicarte es complicado elegir, de modo que no hay tantas opciones como parece, y volvemos a la ambivalencia: cuando son profesionales ganan mucho dinero y es natural que el hecho en sí mismo parezca el alcance de la propia meta, el fin conseguido. Sin ánimo de justificar, y llegando a este punto sí me parece bien hacer de abogado del diablo para no dejar nada en el tintero y que consideremos las circunstancias que envolvieron a Emanoul a quien imagino como emigrante en pos del sueño americano y en un entorno como Las Vegas, lleno de oropeles y luces hipnóticos que invitan a creer que los caminos para alcanzar el dinero son fáciles.   

No obstante, "Open" nos habla de la búsqueda de tu lugar en el mundo, solemos pensar que ese sitio, tu sitio es un espacio físico, geográfico o laboral, y en realidad tu lugar en el mundo has de crearlo y tiene más que ver con el amor en todas sus vertientes. 

André Agassi si ha sabido rodearse de personas que han creado con él vínculo afectivo, porque siempre tuvo la certeza de que en realidad esa clase de relaciones son las únicas que importan.  

En el caso de Agassi, vemos a  Brooke Shields, su primera esposa, ambos pertenecían a mundos distintos, ella como actriz necesitaba relacionarse, acudir a eventos y fiestas nocturnas para ver y que la vieran y así recibir contratos, él en cambio para el suyo requería concentraciones y aislamientos. Si se casaron porque consideraban que estaban en la edad de dicha apuesta, o les faltó el amor suficiente para conjugarse y acomodar el respeto a sus distintas profesiones lo ignoro, lo cierto es que cuando llegas a esos pasajes en el libro te preguntas si además de enamorarse determinadas personas necesitan crear un proyecto común que Andre sí logró sin embargo posteriormente con Steffi Graf, la comprensión en toda su hondura estaba garantizada para ambos, infancias y sufrimientos musculares y emocionales semejantes, figuras paternas obsesivas -el padre de Steffi para colmo fue condenado por malversación- pero puestos a rizar el rizo, me atrevo a decir que sería triste que los deportistas de élite sólo pudieran optar por la endogamia, lo cierto es que el sol no se puede tapar con un dedo y salta a la vista lo muchísimo que ellos se aman, y cómo finalmente juntos encontraron su lugar en el mundo, cada uno ha creado su proyecto posterior al tenis, y esas obras sí las consideran verdadero logro suyo, una elección vocacional, la de Agassi es un centro educativo para niños y niñas con pocos recursos económicos, él abandonó los estudios a los catorce años y hoy su mayor deseo es que esos niños lleguen a la universidad, y en él ha empeñado su fortuna, además de conseguir donaciones que están convirtiendo dicho centro en uno de los más prestigiosos de EE. UU.

J.R. Moehringer

Al final amas lo que sabes hacer y el tenis para ambos, Steffi y Andre, es una simbiosis inseparable de sus vidas.

Con "Open" he comprendido que este agotador juego no es tan sólo lúdico porque es un deporte que saca el interior al exterior y en ese espejo el espectador -cómodamente sentado en su sofá- puede ver los demonios y noblezas del solitario héroe que se deja el hígado y la piel en la cancha superando -en tiempo de desarrollo porque son muy jóvenes- los juicios y prejuicios, maledicencias, difamaciones, críticas destructivas y también seguidismos feroces. 

Ante tu vista como espectador está la lucha de un ser humano más expuesto que los demás, y es la primera vez que he asociado al deporte con el arte y que he visto en él, los mismos efectos, pero he necesitado el vehículo de la literatura que es mi fuente de conocimiento.

He envidiado la importancia de un buen fisioterapeuta y el compromiso que estos profesionales sienten al contemplar un cuerpo en movimiento. Gil aparece como un eje en la mitad del libro para estar en el centro de la vida de Agassi. 

Tengo la misma enfermedad o afección que André Agassi, espondilolistesis, además de una poliartrosis superlativa ella -ya que se pone pues que sea a lo grande- que ha venido a sumarse y confieso que he llorado de pura cercanía por no poder abrazarle, y sabiendo como es ese dolor me he quedado atónita ante el aguante tan tremendo que este superhombre tiene.

No deseo a Agassi que sea feliz porque ya lo es y mucho, pero sí le envío toda mi gratitud por abrir las puertas de su corazón al mundo, con el deseo de que ninguno de los mencionados en las páginas se haya sentido herido, dado que se nota el cuidadoso esmero con el que protagonista y escritor han elegido palabras y hechos, sin venganzas ni morbosidades, entre las líneas queda dicho en modo sugerido y de forma elocuente lo que falta, a buen entendedor... y en todo el libro se hace muy patente la bondad y el amor de Andre Agassi.

Un abrazo y hasta el próximo encuentro.

Pili Zori

"La verdad sobre el caso Harry Quebert", de JOËL DICKER

Pros y contras.

No suelo hacer reseñas negativas, considero que es innecesario teniendo tantas opciones de lectura. 

Anticipo que este análisis tampoco será desfavorable pero sí va a contener algunos matices.

Antes de entrar en materia he de decir que me sumergí en esta historia viendo primero en Amazón Prime la serie homónima que se basaba en el libro del joven y exitoso autor suizo Joël Dicker.

Que la dirigiera el magnífico cineasta Jean-Jacques Annaud me pareció garantía de calidad.

Después vi que en nuestra biblioteca pública habían adquirido un lote para clubes de "La verdad sobre el caso Harry Quebert". 

comprendo que hice mal, en este caso, al empezar por el guion adaptado y no por el libro ya que aunque me sienta capaz de separar ambos lenguajes, el cinematográfico y el literario, debido a la trama de esta obra conocer el desenlace de antemano a la hora de leer sí importa. Pero cómo iba a imaginar que la tendríamos en la biblioteca. 

No quiero nombrar “La verdad sobre el caso Harry Quebert” como novela negra dado que actualmente en cuanto se produce un crimen dentro de las páginas de un libro de inmediato recibe el sello y pasa al catálogo, y a mi juicio dicho título hay que ganárselo, se trata de palabras mayores si pensamos en Dashiell Hammett, Ross McDonald, Raymond Chandler, Patricia Highsmith, Juan Madrid, Giorgio Scerbanenco… por citar a algunos de los más grandes, más de uno y más de una perseguidos por el senador Joseph McCarthy cuya sádica y paranoica caza de brujas contra intelectuales y artistas causó tanto dolor y estragos irreparables a intelectuales, cineastas, guionistas, comunicadores… en la quinta década del siglo XX. Los mencionados eran escritores llenos de lirismo que tiraban de la manta social para ver y analizar sin concesiones lo que había debajo, que se pringaban entrando a los infiernos de alcantarillas y cloacas de la corrupción en cualquier ámbito, que ahondaban en lo más recóndito del alma humana, que amaban con una dignidad fuera de códigos. Aparentes perdedores que todo lo ganaban sin embargo en decoro ético y en dignidad… por ello, en mi opinión -subjetiva naturalmente, quien lo desee que rebata- autor de novela negra es un título que hay que merecer y que requiere muchas tablas, y lo expreso con tanta contundencia porque actualmente hay un batiburrillo muy grande dentro del concepto “novela negra” en el que se mezclan suspense, misterio, investigación policial… y que nace directamente de la influencia de otras lecturas, largometrajes, series, o persigue de antemano que se conviertan en rodajes de cine o televisión sin que se produzca en muchos casos la voz propia, el estilo personal… Es como una moda invasiva que prefiero llamar Thriller. 

Y me parece bien, si hay demanda… la vida es tan inconclusa que el gran público agradece que se haga justicia al menos en el cine, en la pantalla de su televisor, o entre las tapas de un libro, y que cacen a los asesinos tras una buena investigación, o un juicio sagaz con abogados defensores y fiscales eficientes porque produce una gran satisfacción. 

En realidad me disgusta separar por géneros, ya que sólo me importa que las novelas sean literatura, y no trama, trama, trama y poca hondura, con muchas vueltas de tuerca, truculencias repentinas y sexo en los momentos convenientes, mirada exterior sin introspección y que narren los hechos como en una crónica dándole que te pego a la pizarrita para dibujar las sendas hipótesis, pues para ese plan leo el periódico por la sección de sucesos. 

Si sólo me van a dibujar personajes estereotipados sin que el lector deduzca cuáles son las causas de sus comportamientos, los motivos, el por qué… entonces no estamos hablando de literatura sino de un producto con un mecanismo muy interesante que produce mucha curiosidad y un gran interés pero que tras el entretenimiento y la evasión no deja huella, además se trata de argumentos que pueden seguir patrones fáciles de aprender. En una novela tiene que haber algo más que cale a mayor profundidad, que conmueva, que no te deje fuera como a un voyeur.

Vamos ya con las de cal, que por lo visto en el dicho "Dar una de cal y otra de  arena" la cal es la buena.

Uno de los logros de Jöel Dicker es el de haber conseguido adentrarse en la mentalidad rural y más retrógrada de cierta zona de los Estados Unidos, no señalo porque no se debe generalizar ni juzgar y en todas partes hay honrosas excepciones, y el autor consigue que su mirada no resulte extranjera, y en ese sentido logra la universalidad.

La trama es perfecta, todos los cabos se atan finalmente tras haber enredado al lector en el juego de las sospechas obligándole a seguir pistas falsas y a ponerse a sí mismo en cuestión por ser mal pensado, por sacar conclusiones anticipadas sin tener toda la información que el autor dosifica con maestría si sabe utilizar el gotero. 

El retrato social de apariencias, racismo y mentalidad machista y falso puritanismo es bastante corrosivo. Aunque un tufillo a misoginia también impregna las páginas ya que la madre de Marcus al igual que la de Jenny, Tamara, están caricaturizadas en exceso al ofrecer a los hijos como mercancía para buenos casamientos y perpetuar así un sistema de vida basado en el status y el oropel de la superficie.

Los dardos contra el mundo editorial dirigido por mercachifles sin escrúpulos, y sin pajolera idea de cómo se construye el esqueleto de una obra literaria, pero sí saben apoderarse del trabajo del escritor haciendo y deshaciendo, son bastante reconocibles. 

Y el desenlace un magnífico cierre de justicia poética que a mi criterio está mejor logrado en la serie, pero ese detalle no le resta valor a la novela dado que la idea es del autor y no del cineasta.

Y ahora vienen las de arena:

Creo sin embargo que Jöel Dicker desaprovecha personajes muy potentes por entretenerse en demasía en colocar bien los hilos para demostrarnos que lo sabe hacer, y eso en mi opinión es el trabajo de campo que se le presupone a todo escritor que se precie, pero que ha de quedar fuera ya que al lector no le hace falta conocer los detalles del making off.

A veces he tenido la sensación de que el autor reunía y colocaba muy bien los ingredientes del manjar pero que después no sabía cocinarlo y que estaba haciendo un ejercicio de escritura repleto de hipótesis y vueltas de tuerca excesivas.

Los diálogos entre Nola y Harry me parecen muy flojos y es una pena porque en esa línea fronteriza de joven con mayor, de sentimientos ambivalentes, de desasosiegos y renuncias cabe todo un mundo puesto a prueba, y un magnífico debate.


Resulta que Nola es muy virginal y de repente sí sabe hacer algo que requiere experiencia sexual, en fin… 

Los golpes de efecto llegan de súbito, sin que haya dejado rastros o huellas, sin proceso evolutivo. 

El comportamiento evasivo del padre de Nola, frente a un automaltrato, por mucha impotencia que genere también es incomprensible. Pero claro el secreto que padre e hija ocultan es enorme y muy difícil de manejar.

A veces confundimos la riqueza y la extraordinaria tecnología de los Estados Unidos con mentalidad avanzada y a las pruebas me remito, ahí tenemos a Trump multitudinariamente votado y la que se avecina en pérdida de derechos duramente conquistados. el racismo y la xenofobia latentes...

Durante la lectura ha habido momentos en los que he tenido la sensación de que en realidad el autor lo que quiso escribir fue la relación iniciática de escritor joven con otro artista literario ya maduro y consagrado, y hablar de la transmisión del conocimiento. Y me pareció original ver dos novelas en una, metaliteratura y sus mecanismos, y me dije que en el fondo esa clase de relación era la parte principal y protagonista de la historia, y la desaparición y muerte de Nola el ejercicio secundario, es decir: trama y subtrama invertidas, pero si Jöel Dicker se hubiese limitado a escribir dicha relación es un tema que en este momento tn mercantil ninguna editorial le habría comprado.

Puede parecer -dados mis argumentos hasta ahora- que la novela no me ha gustado, y no es así, precisamente lo que me ocurre es que me da lástima que Jöel Dicker no haya desarrollado cada planteamiento con más profundidad y sin embargo, como ya he dicho en renglones anteriores, a cambio se haya entretenido en pesquisas laterales, ya que la amistad y la lealtad son puestas a prueba, así como la ética y las tentaciones y esos sí que eran para mí los temas esenciales. 

Me ha encantado como comienza Marcus siendo un niñato con talento -si se me permite tildarle así- que busca el camino corto, la ley del mínimo esfuerzo, que nadie le haga sombra, el enriquecimiento rápido y como finalmente crece en honradez, dignidad y compromiso salvando todos los escollos por defender una amistad apasionada. 

Ha habido momentos en los que he creído intuir que Harry Quebert era como el amigo imaginario que Jöel Dicker habría querido tener y ese pensamiento me producía una ternura infinita, los escritores tendemos a la soledad y el ensimismamiento aunque estemos rodeados de amor y buena gente, es el precio de un tipo de sensibilidad que el oficio requiere y una manera de ser que nada tiene que ver con que seamos insociables. Símplemente nuestro lenguaje esencial es escrito y escribir requiere espacios largos de concentración absoluta frente a la pantalla o al papel. 

Si me he atrevido a decir todo lo anterior es porque sé que mis opiniones no harían daño a este autor, entre otras cosas porque mi altavoz es diminuto, y porque me consta que está curado en salud de buenas y malas críticas, pero creo que en el fondo Jöel Dicker no buscaba esa clase de fama, siento que al igual que su protagonista ansiaba el prestigio, la obra maestra, y me temo que con el camino que ha elegido o le han trazado se va a forrar, y está muy bien porque podrá vivir de su escritura, pero que no era lo que quería, por suerte es muy joven y terminará pudiendo elegir, y escribir con más sosiego.

Un abrazo y hasta el próximo encuentro.

Pili Zori.

CUADERNO DE NOTAS: De nuevo Arturo Pérez Reverte

 Sigo creyendo que en el contundente artículo que os dejo debajo de mis palabras (pulsad el enlace), de nuevo Arturo Pérez Reverte tuvo y tiene toda la razón. Él descendió a los infiernos de las guerras y conoce otros códigos de honor y otras éticas que se dan cuando dicha perversión se produce y que a los demás nos pondrían a prueba, seguramente con suspenso asegurado.

No obstante subrayo que igual que existe el buen uso de la palabra y un decálogo de dignidad del reportero también dichas honestidades son aplicables a quienes utilizamos redes, ese es mi deseo al menos.

La parte buena de este abuso de navegación descontrolada es que los documentalistas de mañana tendrán un buen filón con tanta foto, y ese arsenal no es malo incluso con las imágenes de los brutos de corazón que hacen la V con los dedos, ponen morritos y levantan una pierna -como A. P. Reverte dijo en su escrito- ante la ignominia y el dolor de una catástrofe para dejar constancia de que han estado ahí.

No somos hombres o mujeres por el hecho de nacer, crecer y multiplicarnos como las setas tras la lluvia, tenemos un buen trecho para convertirnos en personas, y no es fácil lograrlo.

Hace poco en una entrevista le escuché decir refiriéndose a la amistad:

"...Son códigos que están fuera de las ideas".

Es cierto, a menudo nos sentimos muy cerca de alguien antagónico y lejos de quien se supone afín.

Mis sentimientos hacia Arturo Pérez Reverte son ambivalentes y confieso que a veces le juzgo -sin duda de forma injusta- como elitista sentencioso que se sitúa por encima y presume de grueso equipaje cultural que utiliza como arma arrojadiza, un broncas que se arroga el derecho a aleccionar como si dicho bagaje fuese la única vara de medir, el aro por el que todo el mundo ha de pasar, que cree que su canon de lecturas: "el gran saber" clásico mediterráneo, es el único y que si no lo posees corres el riesgo de recibir el castigo de su menosprecio.

En esos momentos también mis elucubraciones me dicen que se le nota como a todos nosotros, los de su misma generación, que no tuvimos enseñanza mixta de chicos y chicas juntos compartiendo pupitres, ni en primaria ni en secundaria, aquel tiempo en el que las mujeres sólo eran valoradas por su belleza estética, eran las novias de los amigos o colegas -a ellos sí había que respetarles el trofeo- sin embargo a ellas no se las consideraba como amigas o compañeras. En fin, huecos y lagunas que se rellenaron con idealizaciones a cierta distancia y que sin ser misoginia creaban mundos aparte, así venía después la desmitificación. Pero tras estas miserables evaluaciones mías -especulativas y de baja estofa- me detengo y le escucho con atención en otros encuentros y coloquios, y le contemplo cuando muestra apasionado o se le escapa lo que de verdad le conmueve y entonces la tierra tiembla sonora bajo sus pies, y es precisamente ahí donde me nace el respeto por su persona discrepe o no de lo que piensa, siente o dice, le envidie o admire, porque el aprecio genuino aparece cuando se muestran por completo los claroscuros.

Atrás quedó su beligerancia en Twitter, el insultómetro masivo, él no había medido la repercusión de ese espejo cóncavo y deformante.

En esta etapa dulce de su existencia noto que ha alcanzado la serenidad, y que su balance -con la aportación que él le ha hecho a la vida y que ella le devuelve con sobresaliente- es muy bueno profuso y fructífero y me alegro. Y de nuevo llego a la conclusión de que es un artista enorme como cuando comencé a leer sus primeros libros, y un hombre honrado y transparente con muchos más aciertos que errores, y da gusto verle sonreír con la voz acelerada y los ojos repletos de entusiasmo, palabras y reflexiones que se atropellan para salir por sus labios, tal es su infinita fluidez.

Aunque seguiré sin compartir los berrinches que pilla con los nuevos intentos de lenguaje inclusivo tales como niñes, otres... porque al menos yo no le veo ninguna intención manipuladora a la ministra de igualdad, creo que ella tan sólo desea crear o encontrar un espacio visible para un sector de la población sin que nadie tenga que rasgarse las vestiduras por ello tanto si los vocablos chirrían como si no, van vestidos de academia o de calle, y el fin me parece bueno.

Pili Zori

Éste es el enlace al artículo: https://www.zendalibros.com/turistas-la-idiotez-perez-reverte/?fbclid=IwAR3Z2T0ygXhnnr7KOu_PtLA6lwG9F19KrpPdX12i9n_ik3wYJYulbILLhNU

CUADERNO DE NOTAS: Pobres de pedir

 Continúa el síndrome del día de la marmota, la cosa no cambia, mientras haya alguien a quien echarle la culpa... pues hala, para eso están los inmigrantes. Pero si llamamos al pan pan y al vino vino en realidad lo que ocurre en los pliegues más oscuros y recónditos de los bajos instintos de quienes dicen "yo no soy racista pero..." es que desprecian al pobre, sienten una feroz fobia a la pobreza, a la penuria, a la necesidad, a la indigencia, a la carencia, a la miseria, a la estrechez... pero lo que no piensan -quienes creen ilusamente tenerlo todo resuelto- es que caer en ella es más fácil de lo que parece y entonces ¿quién te ampara si a ti te sucede?, ¿los extranjeros ricos afincados en nuestro país -también inmigrantes- a los que les haces la ola ayudando a que no paguen los impuestos correspondientes?, "pobrecitos", qué desagradecidos, qué mala educación, qué desprecio... seguro que se van a otros reinos más baratos donde no les acribillen y en los que puedan ser magnánimos? 

En fin, los derechos de la Constitución española empiezan a parecerme una novela extraordinaria de ciencia ficción peligrosa y subversiva.

En estos terrenos en los que es tan fácil que te hagan la envolvente, para orientarme y discernir bien ante cualquier conflicto social siempre me pregunto: ¿A quién le conviene? ¿Quién saca tajada? ¿A quién le interesa que continúe o que se resuelva?, el interrogante suele ser bastante clarificador y de inmediato obtienes la respuesta, otra cosa es que no la quieras ver, o saber, "Ande yo caliente..."

Lo malo es que entramos en lo más crudo del crudo invierno, como diría Shakespeare, o si te resulta más cercano Kennet Branagh, y si en las arcas no hay remanente... pues no te salva ni la caridad.

Os doy un abrazo, al menos eso de momento no se puede confiscar.

Pili Zori

CUADERNO DE NOTAS: Envidia

 Con independencia de que seas feliz con lo que tienes y de que sepas vivir sin crearte necesidades absurdas como la de sufrir por el bien ajeno -que siempre es relativo dependiendo del enfoque- bien por sentimientos de inferioridad o bien por los de superioridad, sí es obligatorio sin embargo intentar que la vida de todos mejore, al menos en igualdad de oportunidades, esa lucha en mayor o menor medida hay que ejercerla.

No estoy hablando de conformismo por ser dichoso con lo que has conseguido ni con lo que seguramente seguirás logrando, ni de falta de afán de superación y mucho menos de resignaciones, se sobreentiende.

A menudo aclaro que es diferente "pelear" por amor  a la libertad que  por odio al patrón, puede que aparentemente el resultado sea el mismo, pero la intención cuenta porque es la que de verdad transforma por dentro y por fuera.

Después siempre habrá quien comiendo un bocadillo de jamón mire con recelo al de al lado que disfruta con otro de mortadela.

Ese bajo instinto que es la envidia forma parte de todos nosotros y hace el mismo daño a quien la siente que a quienes va dirigida, y todo el que observa menos el sujeto que la padece se da cuenta de que esa animosidad, ese resquemor, esa tirria o esa rabia que está sufriendo es envidia pura y dura por mucho que la envuelva con argumentos, además de egoísmo y de falta de generosidad. 

De modo que la próxima vez que veamos que alguien ha ganado prestigio, reconocimiento, dinero, amor... si nuestra reacción es negativa y no sentimos alegría porque se nos pinza el estómago o el corazón en vez de abrir los brazos y extender una enorme y sincera sonrisa, detengámonos a discernir si el bocadillo de mortadela encima del de jamón se nos atragantaría.

Todos sumamos y somos necesarios en nuestras pequeñas o grandes exclusividades. Trataré de recordarlo.

Pili Zori

SEVEN SECONDS, serie de TV

 En los primeros episodios sientes que tal vez estás ante un tema muy manido: corrupción policial norteamericana, racismo, delitos de odio, narcotráfico… pero pones interés porque comprendes que continúa siendo necesario, sobre todo allí, en los Estados Unidos, desmenuzar y pormenorizar dichos problemas y no sobra ni estorba que analicemos las circunstancias agravantes y atenuantes desde distintos ángulos o enfoques. 

Enseguida adviertes que la falta de luz y de color -muchas  escenas son de penumbra para recalcar el estado de ánimo y la atmósfera cerrada y angustiosa- la nieve grisácea y la crudeza del despiadado invierno neoyorkino han sido elementos elegidos a propósito para subrayar la dureza. 

Que veamos la estatua de la libertad dando la espalda no puede ser más significativo, y debajo la gran mancha de sangre sobre la nieve sucia. 

Los escenarios cambian con una rotundidad hiriente, estamos en la otra cara de la lujosa Nueva York, en sus malas calles, en la lucha de gentes que quieren despojarse de la pobreza y defender la dignidad pero que viven atrapadas en invisibles callejones sin salida que no se sabe a quienes interesa conservar, tan sólo hay dos opciones, o alistarse en el ejército, o directos a la esquina para vender y comprar droga. 

“Si muero en otro país soy un héroe” -dice Seth- “si muero en las calles de mi ciudad soy un delincuente, y ninguna de las dos cosas es verdad. No son nuestras calles, éste no es nuestro país.”

Hay escenas en las que sin palabras y a través de la mirada de Seth comprendemos que no existe diferencia entre la guerra de dentro y la de fuera, y el asunto no va sólo de matarte a trabajar para apartar y sacar de ese entorno a tus hijos, la lucha no consiste sólo en abandonar el gueto de forma individual o familiar, el logro es hacer que desaparezca ese disimulado apartheid. 


El adolescente atropellado -por el conductor que no le asiste y se da a la fuga con el encubrimiento de sus compañeros policías- pasa doce horas de agonía hasta que un perro da la alarma, de nuevo el inhumano subrayado.

Ese muchacho que contemplaba los hermosos cielos desde el puente surcados por gaviotas y respiraba la libertad de su vuelo, tenía la vida por delante, qué fácil es condenar y despreciar de antemano tan sólo por ver unas botas y una bicicleta de determinadas marcas, a ese prejuicio se limita reconocer la identidad de las falsas apariencias que opacan la verdadera y singular esencia de una Persona. "Todos somos sociedad" dice una amiga mía, se ve que se nos olvida. 

Qué más da si le endiñamos el muerto a un indigente, si son la escoria, y el fallecido un pandillero, ¿qué hacía si no en ese parque, con esa bici y ese calzado? Carne de cañón.

La serie está llena de equivalencias y contrastes, adicción al alcohol en un desvalido mendigo y a su vez en una chica negra de “buena familia” que no es “de barrio” como dan por supuesto algunos al mirar su piel. 

¿Quién decide qué es una buena familia? Por desgracia la droga desbarata esas fronteras y Nadine la chiquilla del mechón  de pelo morado lo corrobora.

“Saca buena fama y échate a dormir” expresa un dicho de por aquí, y eso le pasa a los Estados Unidos, no comprendo cómo se les sigue viendo ejemplares y mira que sus artistas, en especial los cineastas señalan a grito pelado dónde están las heridas por las que supura ese país, y que conste que no me ensaño, al contrario, lo digo con mucha pena por toda la gente admirable que ha dado y sigue dando a pesar de los pesares, como decía la canción “cuando Dios hizo el edén pensó en América.” Pero para nada esa nación es tierra de oportunidades, para que el sueño americano  suceda ha de haber igualdad y en una tierra en la que se paga por la salud, la educación… por todo en definitiva, pues las oportunidades son para los de siempre, y no es “victimeo” sino realidad pura y dura.

Quizá me he convertido en una vieja anticuada, pero recuerdo a mi madre cuando, preocupada, decía mirando la pantalla del televisor -ante escenas en las que alguien abría las puertas con ganzúas para robar por ejemplo-: “Hay que ver cuánto malo enseñan las películas”, ahora pienso que en Hollywood a lo largo de décadas se han hecho tantas de acción o patrón tipo con mamporros que en la vida real serían mortales, tiros, sangres… que o bien reflejan un modo social de ser o han normalizado una violencia ficticia que de tanto verla termina por convertirse en real. Pero ahí siguen con su chauvinismo y sin pizca de autocrítica. 

A mi madre le encantaban las películas de juicios, al menos en la pantalla se hacía justicia, y en Seven Seconds también se produce un litigio magnífico con posturas perfectamente contrastadas, aunque el desenlace de esta serie no es el deseable y mi madre se habría llevado un disgusto, pero en su trascurso dicha insatisfacción fílmica nos invita a tomar conciencia, a pensar en qué habríamos hecho nosotros en las mismas circunstancias, a discernir que si quieres matar a alguien lo hagas tú, y no lo delegues ni se lo endilgues a otro, nos enseña a no ser cómplices ni encubridores ya que si amas, amas bien y apencas con las consecuencias y acompañas y esperas al cumplimiento de la condena, hay cosas que no se le pueden pedir a la pareja por mucho bebé que hayas tenido con ella o con él, no se chantajea a través de los hijos, ni los hijos son excusas que hagan que todo valga. 

De algún modo la serie deja resquicios por los que se podría salvar lo insalvable, admitiendo el daño y reparándolo ya que cada personaje acarrea sus demonios y errores, pero ese dolor no los justifica. 

Joe Fish Rinaldi es el claro ejemplo de cómo hay que ser, él también podría tener dichos fantasmas, pero los encara, y nos muestra en qué consiste exactamente la valentía, que nada tiene que ver con la chulería ni con los testículos, y rige su vida a través del sentido de la justicia, mientras palía la ansiedad masticando chicle. Por suerte hay personas así en el mundo, muchas, y es extraordinario cuando se cruzan en tu camino. 

La mancha de sangre sobre la nieve me pareció el dibujo protector  de una gaviota.

A veces pienso que si Dios existe en cualquiera de sus formas estará hasta las narices de nosotros.

Un abrazo.

Pili Zori

BORGEN, serie de TV

 He terminado de ver la serie danesa Borgen. Antes de entrar en materia confesaré que comencé a mirarla con mucha prevención, se centra, nunca mejor dicho, en la primera ministra de Dinamarca, ficticia naturalmente, que dirige un gobierno de coalición, y cuenta el día a día de la trastienda política, el espectador contempla las negociaciones y entresijos de partidos, es decir lo que los ciudadanos no vemos, y ese detalle es en sí mismo parte del atractivo.

Desde el principio sabemos que la primera ministra pertenece a "Los Moderados", formación centrista, y de entrada nos encontramos con la presentación del líder -en ese momento- de otro de los partidos, el que denominan  Obrero, que curiosamente es xenófobo, carente de ética y sin demasiados escrúpulos, entre otras lindezas que se ponen de manifiesto cuando más adelante pasa a formar parte del cuarto poder, la prensa, en su caso amarilla. Y llegados a ese punto me dije: ¡Ya estamos!, ¡la primera en la frente!, serie tendenciosa ¿y qué necesidad tengo de ver el culto a la personalidad de esta mandataria creada a propósito tan atrayente para que te identifiques y desees ser como ella en todos los sentidos, cuyos preceptos sin duda no voy a compartir?, pero  en ese instante me detuve e hice mi primera reflexión: han realizado la serie bajo este enfoque que no ocultan, me dije, quienes quieran filmar otra con distinta adscripción pues que la hagan, en cualquier caso no tengo por qué identificarme y tampoco he de ponerme a la defensiva, y una vez vistas las posiciones de todos los personajes me relajé. Hay que escuchar y observar para comprender, ¿acaso no es eso lo que me exijo siempre? Y después sacar mis propias conclusiones. 

Dentro de mis reticencias pensé también que tal vez fuera demasiado simple y didáctico el discurso de Borgen y que en la vida real las reuniones que desarrollan los políticos en despachos y salas serán más complejas, pero de inmediato recordé el nivel de zoquetismo y también de zoqueterismo –salvando enormes distancias, por supuesto- que a menudo vemos en las pantallas de los televisores de nuestro país y me alegré de que aunque el guión de Borgen fuera de trazo grueso para definir la alta política los espectadores de a pie lo agradecíamos. Y lo cierto es que la serie nos recuerda -tal vez a toda Europa- aquel tiempo en el que como sociedad tuvimos ideales, sentido ético y moral, aquella época en la que nos definíamos -cada uno en su espacio electoral- de forma diáfana, en la que la corrupción era vergonzosa e impensable en cualquier sede, la militancia algo de lo que sentirse orgulloso, y supimos convivir con todas esas cartas boca arriba y buscar y propiciar encuentros. 

Sí, existió esa época sin puertas giratorias, que ahora parece increíble. 

Mientras miraba las escenas, casi todas en interiores -Adam Price el creador es dramaturgo además de escritor y guionista- tuve que recordarme que en cada país los conceptos aunque lleven el mismo nombre cambian, hay derechas menos y más recalcitrantes, más o menos democráticas, izquierdas con mayor o menor dilema sobre si prefieren ser cabeza de ratón o cola de león, escisiones a la carta o uniones irrompibles, traiciones, lealtades, tránsfugas, cambios de nombre pero no de contenido y viceversa… y es importante conocer las diferencias. Además Dinamarca, ese país de tan sólo cinco millones de habitantes, tiene fama de ser una de las naciones más avanzadas, justas e igualitarias del mundo, y bien merecía la pena echarle un ojo a todo lo que mostrase cada capítulo en sus fondos y trasfondos sobre la forma de vivir y de afrontar las alegrías, amores, pesares y conflictos de sus gentes.

La estructura de Borgen, el ritmo, la composición y los hilos conductores son magníficos, está extraordinariamente cosida tanto en la parte pública como en la privada y en como ambas inciden entre sí. 

He estado todo el tiempo como una orate hablándole a la pantalla, debatiendo y discutiendo con los personajes sin ser consciente de la evolución o involución que cada uno de ellos junto a mí iba experimentando, en absoluto maniquea, ni estereotipada sino muy humana en sus aciertos y también en sus errores. 

Me parecía paradójico que unos políticos que luchan por la conciliación familiar no la practicasen, es ya casi un tópico aplicable al mundo entero que determinados trabajos requieran dedicación absoluta y disponibilidad las 24 horas del día, pero en mi opinión en el caso de los dirigentes es un mal ejemplo que se contrapone a la lucha de tantos años por conseguir jornadas razonables que permitan dar empleo a más gente, y a su vez acabar con las horas extras que indican dicha necesidad de aumentar plantilla, se supone que la eficacia es saber delegar y confiar en el equipo. No obstante, en algún momento la serie toca el tema de la adicción al trabajo que por muy vocacional que éste sea no está justificada. El precio no debería ser perder a la pareja, o deteriorar a la familia, ni que para las mujeres suponga una sobrecarga de culpa. 


Al parecer en Dinamarca hay tantos casamientos como divorcios, casi parece un pacto o acuerdo tácito, y tampoco termino de creerme que sea tan idílica la comodidad de que tras la separación la relación se convierta invariablemente en amistad y se ocupen, de mil amores, de los hijos –sin abogados por medio- tanto el padre como la madre y así gocen de tiempo libre una u otro, ambos con casa propia o alquilada… no sé si habrá que verlo así, el mensaje consciente o inconsciente de la serie es muy positivo y viene a decir que de todo se sale muy civilizadamente y al final se encuentra a otra pareja más apropiada, en fin, que en Copenhague no parece tan dramática la ruptura, aunque cuesta un poco creerlo, pero si es así me alegro infinitamente, comparado con el dolor de ver cada día en nuestras noticias asesinatos de mujeres pues si mirar a Dinamarca hace que cunda la emulación, bendita sea la envidia por los nórdicos… Justo es decir que también hay parejas duraderas y Borgen las señala.

Las ayudas sociales son muy dignas allí, pagan a los estudiantes una cantidad que les permite vivir con independencia, pero vuelvo a insistir en que es una población de cinco millones de habitantes, no sé si por esa causa el reparto es más fácil. Todo apunta a que se trata de una sociedad en vanguardia, aunque en todas partes cuecen habas, deseo que no se estropee.

Lo cierto es que en la serie se tocan y debaten los temas cruciales de la sociedad danesa, económicos, de integración, educación, sanidad… pero he echado de menos el Ministerio de Cultura, la cultura siempre es la gran olvidada, cuando está demostrado que el acceso a ella es precisamente lo que más transforma en justicia y equidad.

Borgen toca muy bien los medios de comunicación y avisa del peligro de convertirlos en aquella locución latina “pan y circo” tan alienante, aquí esa plaga panadera y circense desgraciadamente la tenemos desde hace mucho tiempo, y no me excluyo porque soy teleadicta, vulgar y morbosa como todo el mundo, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Hablaría sin parar de Borgen, y de ese país tan interesante, que tanta innovación ha generado: el creador de Lego, ha aportado a sendos premios nobel, al Grupo Dogma… Al ver la serie he comprendido que cada oficio requiere su talento y Birgitte Nyborg lo tiene, y aunque ahora la política está muy denostada debemos recordar que también es una ciencia importante y un don de enorme responsabilidad.

La interpretación de actores y actrices es insuperable, tan creíbles en su naturalidad, tan conmovedores al aguantar esos primeros planos invasivos, al objetivo de la cámara no se le puede engañar. 

Borgen merece muchísimo la pena. Y a su modo es auocrítica.

una década más tarde se hizo una precuela titulada Borgen, reino, poder y gloria. No os confundáis, comenzad por Borgen a secas, son tres temporadas de 10 capítulos cada una. 

Un abrazo.

Pili Zori

"Un millón de gotas", de VÍCTOR DEL ÁRBOL

 Tiempo en paño. 

Sí, no es la primera vez que digo que en el cajón de sastre de mi memoria sucede que a veces se abre paso una imagen con mucha más nitidez y brillo que las demás, y casi siempre que ocurre el hallazgo suelo quedarme perpleja preguntándome ¿por qué guardé esa nadería sin sentido aparente entre mis recuerdos?, y sin embargo se me olvida el nombre de alguien que de verdad me importa porque aunque no sea de los más cercanos, en algún momento de mi vida se ha cruzado, en mi infancia, o en mi aula, pupitre arriba… 

Un momentito, permitidme el inciso: 

Iba a decir también pupitre abajo, pero aparte de sentarme bajo él durante la clase cuando me hartaba el mundo, después de mí estaba la pared y no había más mesas puesto que por el apellido siempre ocupaba la última, cosa de monjas, ahora los críos trabajan y se ven en círculo sin tanta verticalidad ni jerarquía de primeros o de últimos, así que me saturé de ver espaldas y melenas recogidas o sueltas durante años, parece una tontería pero mirar a la gente por detrás también forma parte de las razones de por qué hoy soy tan mala fisonomista y por qué me atuso el pelo por la coronilla si alguien me sigue. Eso sí, las voces de las personas y su modo de hablar no se me despintan. 


Vale, tras la acotación retomo porque me disperso con una facilidad pasmosa, y recalco que dichas personas -de cuyo nombre no me acuerdo, aunque quiera- son importantes porque forman parte de mí paisaje o lo que es mejor: de mi alma en algún periodo corto pero arraigado de mi despistada existencia, y sin embargo recuerdo con todo detalle conversaciones y experiencias comunes. En fin, con lo mal que les sienta que se te haya volado su nombre, lo cierto es que no sé por qué reviste tanta gravedad dicho olvido, el nombre es una abstracción cómoda y de rápido vistazo, pero para nada resume o contiene la identidad, aunque creamos que sí. Parece una excusa tonta con la que intento justificarme, pero la realidad es que no hay escapatoria cuando se produce el lapsus, ni manera de repararlo, qué se le va a hacer, y pasas un rato amargo en una firma de libros, por ejemplo, en la que sería perfecto que te dijeran: 

-Hola Pili, soy Crescencia, me recuerdas ¿verdad? y entonces yo respondería feliz y sin mentir: 

-Claro, cómo no te voy a recordar -y omitiría- con nitidez fotográfica a excepción de tu nombre. 

 Os preguntaréis y ¿qué tiene que ver este enredoso preámbulo con Tiempo en paño, subtítulo que no parece estar relacionado con el libro del que voy a hablar?, pues mucho -respondo- porque la imagen pertinaz que se me presentó cuando leí “Un millón de gotas” de Víctor del Árbol se refiere a la estructura, a la composición… fue una en la que yo –siendo adolescente, anda que no ha llovido desde entonces- me encontraba en la joyería, no sé para qué había ido, si para comprar o para arreglar algo roto, el caso es que el dueño estaba atendiendo a otro señor –creo que se les llamaba representantes, o viajantes de comercio, en aquel entonces- de pronto el hombre sacó del maletín un paño que llevaba enrollado como un cilindro y lo desplegó en el mostrador despejado, la tela estaba dividida en tres partes por unos pespuntes, y una vez abierta allí aparecieron las delicadas y refulgentes cadenitas que escondía, magias cotidianas de esas que fijan y dan esplendor como la Real Academia, por ello dicen que algo está más limpio que los chorros del oro, ya que no hay nada tan puro y brillante como ese metal noble y precioso antes de fundirse… ya voy al tronco, que ando por las ramas otra vez, será por el apellido del autor. De inmediato pensé al ver el rectángulo en estas tres palabras: ¡Presente! -destacando en primer lugar el trozo del centro-. ¡Pasado! -me dije, al mover la vista hacia la pieza de la izquierda-. Y ¡Futuro! -con los ojos puestos en el lado derecho. 

El destino es así, y cuando almacena en su cuaderno de notas como buen escribiente del guion que lleva entre manos, es para algo, el azar no cabe en su literatura, y al igual que si un revolver aparece en un filme el espectador sabe que tarde o temprano alguien lo va a disparar, pues queda claro que aquel oro en paño de entonces estaba reservado en mi memoria para este momento y se dispara hoy y me contesta que para Víctor del Árbol, como para mí, el hilo conductor de la vida es como el papel continuo desplegándose como un pergamino, y por eso la imagen de aquel tríptico es tan poderosa: el pasado al doblar la tela besa al presente, y el futuro se superpone encima del pasado. El tiempo es oro, y el paño la delicada caricia que lo atesora. 

Que en esa potente imagen de mi memoria el pasado estuviera a la izquierda del presente y el futuro a la derecha, rizando el rizo bien podría parecer un guiño risible si no fuera por la tristeza de “la que se nos avecina”, pero eso ya es harina de otro costal que podemos tratar otro día. Mientras tanto seguiré devanándome los sesos para comprender las causas de los giros y bandazos que en estos momentos está dando la sociedad entera alrededor del globo. 

No es una moda que escribamos en Flashback, es que el tiempo emocional en nuestro interior es de oleaje, los recuerdos, las obsesiones, los fantasmas… van y vienen, y las expresiones de la naturaleza son simétricas y sobre todo espirales.

Y bueno pues, como dice Serrat, tras este enorme circunloquio creo que ya va siendo hora de que sí me meta en la harina de este costal, porque al menos en la literatura hallo respuestas, os pido perdón por el extenso preámbulo, pero es que en mi pequeño mundo todo se relaciona, se ve que en alguna vida anterior fui ardilla o chimpancé e iba saltando de rama en rama por los árboles de las letras y las palabras. 


Hace meses que leímos “Un millón de gotas” en el club de lectura al que pertenezco, y esta extraordinaria novela permanece a mi lado de forma inquietante, fue una experiencia fuerte recorrer sus renglones ya que el autor da voz a la generación callada de los hijos de aquellos hombres de izquierdas que pasaron la guerra civil española o sufrieron las consecuencias de la posguerra, aquellas personas, muchas consideradas públicamente heroicas, a veces en la privacidad doméstica no lo eran tanto -vuelvo a subrayar que ni el autor ni yo estamos generalizando, que cada cual salve sus distancias- y es precisamente en ese territorio de arenas movedizas en el que se desarrolla la valentía de Víctor del Árbol cuya constante vital es defender por encima de ideas y circunstancias a los niños, a las infancias robadas –uso sus palabras- y a todas las personas indefensas que sufren abusos y maltrato, y nos hace comprender que desde la perversión de las guerras, o de los campos o gulags de Siberia nadie vuelve limpio de conciencia, y es ahí, levantando y tirando de esa manta para ver lo que hay debajo donde en mi opinión este escritor hurga para encontrar la comprensión, para redimir, para perdonar y así poder amar, porque si no hacemos esa sanación la vida se vuelve un tormento, pero la catarsis ha de realizarse sin omitir, sin encubrir, sin endulzar, con todas las cartas boca arriba, incluidas las de los remordimientos y la vergüenza y las del delito cometido en tierra de nadie. No hablo del concepto ñoño que tenemos desde este lado de paz aparente y que creemos el correcto en el que jugamos a escandalizarnos con hipocresía, habría que vernos en determinadas circunstancias, y vuelvo a repetir el mantra de que comprender no es justificar, aunque en el pecado ya vaya la penitencia como se decía antiguamente, y que quien la hace tarde o temprano la paga. 

Por otra parte, sería injusto no señalar que en las mismas condiciones hay personas que antes de dañar prefieren dejarse matar o deciden tener una conducta intachable que pone a prueba su ética o moral hasta el último extremo, pero no sucumben.

Tal vez la madurez social sólo se alcance así, con la confesión y el arrepentimiento, y el debate interior que de momento sólo libros como éste recogen. 

Víctor del Árbol avisa de que en tiempo de “paz” existen los mismos canallas sin escrúpulos con iguales características y nos enseña a reconocerlos para que no seamos víctimas en sus garras puesto que en ambas fronteras se les suele hacer la ola, pertenecen al poder y lo saben usar y lo ostentan. 

Le he escuchado afirmar que el siglo XX fue el de las utopías, y no es que V. del Árbol vaya a machete para desmitificarlas todas, pero sí descubrí en mí que aunque me creía razonable y nada sectaria, mi cabeza y mi evolución caminaban por un sendero y mi corazón por otro, aquellos recuerdos de las noches junto a mi padre escuchando La Pirenaica, o Radio Moscú eran valiosos en el contexto afectivo y van asociados al desgarro de la idealización que hoy no se sostiene, nada es perfecto, pero constatarlo no impide que sigamos con la búsqueda y la obligación de crear un mundo mejor aunque sólo sea -como he dicho otras veces- intentando dejar limpito tu trozo de acera.

Este autor enorme ha sido un descubrimiento para mí. Y sin caer en el riesgo de sobrevalorarle porque después puede venir el porrazo, de momento, tanto lo que voy conociendo de su vida como de su obra me parece deslumbrante y admirable: Víctor del Árbol es un hombre de extracción social muy humilde que se ha hecho a sí mismo a pesar de tener todas las papeletas y escollos en contra para no conseguirlo, sus poderosos nutrientes le avalan: fue policía durante veinte años, profesor de historia en la universidad y tiene un baúl de lecturas inmenso gracias a la Bibliotecaria que le cobijaba hasta que llegaba la madre de trabajar cuidando a los hijos de otros. La responsable de la Biblioteca tras reñirle por haber escrito sus opiniones en el libro de la Odisea adaptada para niños, le dio un cuaderno y un lápiz y le dijo que redactara en él todo lo que pensase sobre cada novela leída, pido disculpas por si acaso no hablo con precisión, son detalles que he tomado de aquí y de allá basándome en sus entrevistas, pero si no a la letra sí creo que soy fiel al espíritu de ella.

No sé cuántos préstamos personales les hace a sus personajes que a menudo se debaten entre la reivindicación de haberse ganado con creces el espacio que ocupan sin renegar por ello de su origen, pero a su vez sienten que tienen todo el derecho de no querer volver a él, y esa disyuntiva dolorosa que parece desclasarlos es una pugna ambivalente difícil de dirimir. 

En su literatura no hay clichés, las madres también pueden ser desalmadas, y la culpa no es sólo patrimonio de los males establecidos que hoy hemos convertido en estereotipos simplones, hay otros que también pueden anidar dentro de la virtud y de las víctimas. 

La dignidad puede ser arrebatada, y ese daño es en sí mismo un asesinato vil, y entonces ¿quién se hace cargo de las consecuencias que convierten en un “monstruo” a un muchacho que fue becado para ejercer la ingeniería en Rusia y terminó en Siberia por describir ingenuamente en unas cartas algunas discrepancias sobre lo que veía?, ¿en qué se transforma alguien que ha de elegir que otro muera para poder sobrevivir, que ha de comer carne humana, que ha perdido un ojo porque el psicópata de turno necesitaba doblegarle frente al grupo sin ley?

El retrato no es un ajuste de cuentas, ni siquiera una denuncia, el autor se limita a poner palabras en donde antes no las había, y da voz al hijo del padre –novela posterior cuyo germen ya se veía en ésta. 

“Un millón de gotas” es un exorcismo y una reivindicación que abre la tapa de los sesos a la caja de Pandora, para que todos los fantasmas y los males de presente, pasado y futuro se fulminen al tomar contacto con el espacio exterior, bajo ellos, como en el mito, está la rosa de la esperanza 

Un abrazo y hasta el próximo encuentro.

Pili Zori 

CUADERNO DE NOTAS: Joyas

Cuando era cría me gustaba bajar a la plaza del mercado y mirar con ojos golosos los refulgentes destellos que salían del ordenado muestrario de serrín en el que la vendedora itinerante clavaba las sortijas. Mi sonrisa se estiraba hasta los hoyos de mis mejillas ante las maravillosas esmeraldas de cinco pesetas, una buena paga, y me marchaba con el anillo de mi talla en el anular como si fuese Liz Taylor, eso sí, las uñas mordidas no hacían juego con las preciosas y puntiagudas de la actriz pintadas en color salmón, aunque lo paliaba pegando en las mías con saliva los pétalos de las flores de geranio. Invariablemente mi amiga -muy amiga de curarme la ingenuidad-, cuando le extendía la mano para mostrarle el tesoro exclamaba con la comisura izquierda del labio inclinada hacia abajo y la derecha subida hasta la nariz como si expresara o esquivara un mal olor: "¡Es de mentira, no seas ilusa!".

Siempre he tenido efecto retardado para la respuesta inmediata, pero sí recuerdo lo que pensaba y sentía en mi interior con fuerza, compungida por la incomprensión: "No es de mentira, está igualita que las de las joyerías y por ello tiene más mérito", pero ya se había pasado la oportunidad, yo era contestona a destiempo y sin venir a cuento, como mucho zanjaba con el impactante ¡vete a la mierda!, y como ella sabía en el fondo que se tenía que ir donde la mandaba pues lo pasaba por alto. 

Por la misma razón me fascinaban las flores de tela y las pintadas en los cuadros -sin moscas ni pulgones ni mosquitos-, los bordados de las sábanas, las carteleras de los cines, las fotos de artistas que compraba en los puestos azules de San Gil, esas frágiles tiendecillas parecían fascinantes casitas pequeñas en las que me habría gustado dormir, me encantaban las muñecas rubias de plástico, blando, las de carne decíamos entonces, y sobre todo me maravillaban los objetos de cristal que pedían la atención a gritos desde las vitrinas de los enormes escaparates de la Calle Mayor. 

"Se te va a poner verde el dedo, ya lo verás". Y así era, verdinegro, y sin saber por qué la confirmación me envolvía con pegajosa vergüenza inculcada, no mía sino aprendida, azoramiento que en realidad no sentía porque no tenía inconveniente en limpiarme el dedo todas las veces que hiciera falta puesto que la esmeralda seguía intacta. 

A veces me compraba otra de esas alhajas con un color de zafiro distinto aguamarina, ambar..., y como no había más, y era un poco grande le pasaba hilo con aguja por debajo, dando vueltas muchas veces, hasta que quedaba ajustada en el dedo corazón, le llamaban así porque la vena iba directa al mío, pero eso no se lo decía a Lourdes para que no se hiciera la lista alegando con su sabihondez que también era mentira, a mí me latía el dedo al mismo tiempo que mi corazón y se veía a simple vista.

Sigo igual, y de vez en cuando me pongo alguna joya de tienda china al lado de las que no manchan de verde para que no se sienta discriminada, y por alguna causa desconocida la guardo y conservo en un joyero junto a otras igual de roñosas por los aros porque las piedras que los coronan siguen intactas y merecen llamarse preciosas en su igualitario tallado. 

Rarezas mías que intentan obstinadamente darle la razón a mi infancia. Y me importa tanto que me gustaría escribir sobre el extraordinario inventor Daniel Swarovski, un guapísimo hombre que desde su memoria me dice que es cierto lo que pienso y siento, porque lo hermoso no está hecho para la vanidad excluyente sino para el alcance de todos. 

"¿Son de oro?" le pregunté en una ocasión a un compañero de trabajo señalando sus gemelos de granates, y para mi bochorno me respondió: "¿y eso qué más da?, son bonitos", y así aprendí de una vez por todas a mandar de verdad a la mierda a Lourdes, y sonreí a aquel chico hasta los hoyos de mis mejillas tirantes, porque entre la verdad y la mentira hay un montón de matices. Y todavía queda  por especificar qué es verdadero y qué es falso.

Pili Zori

23 de junio de 2022

Presentación de "El otro lado del lienzo" por Riansares Serrano

 


Comparto aquí -para quienes no pudísteis asistir- las hermosas palabras que Riansares Serrano Morales, Senadora de nuestro país, y Concejala de Cultura y Patrimonio de Guadalajara, me regaló en la presentación de mi novela "El otro lado del lienzo".

Vaya por delante mi eterno agradecimiento por una tarde inolvidable y un bellísimo recuerdo impagable.

***

En el mes de mayo de 2007 tuve el honor de asistir a la presentación de la Novela “Hija de …” en un acto organizado por la Diputación de Guadalajara. Yo era entonces Delegada de Cultura de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y  participaba en el acto invitada por la institución provincial. 

Aquella novela hablaba de mujeres y hombres anónimos , que se dedicaban a reparar los juguetes rotos, las vidas truncadas, los sueños irrealzables. Una novela que comenzaba donde otras novelas terminan, como expresaba en la contraportada del libro su autora, Pilar Zori Campos.

A medida que avanzábamos aquel día en la presentación me sentía cada vez más cautivada por el magnetismo y la palabra de la autora. 

Una mujer dulce que hablaba con una extraordinaria calidez, y que dominaba a la perfección el lenguaje… y la belleza. 

Después tuve el honor que ella me dedicara el libro de esta manera: “Para Riansares. Gracias por crear y cuidar un espacio para los sueños y la utopía. Suerte”.

No podía ser yo más afortunada, porque el paso siguiente fue leer el libro y descubrir, además de a una gran mujer, una magnífica escritora. 

Desde entonces no le perdí la pista. Ella siempre estaba allí, en la Biblioteca Pública Provincial, coordinando su club de lectura y participando siempre en las actividades en torno a los libros, ayudando a leer a otros, descubriéndoles mundos ignotos y transmitiéndoles su amor por las palabras. 

Porque si hay algo que yo destacaría en Pilar Zori por encima de todo es eso, su amor por las palabras, su pasión por la lectura, que no deja de ser, en definitiva, pasión por la vida.

 “Viva la vida”, decía Frida Kahlo.

Vivir con pasión cada segundo. 

Y contarlo para que otros lo compartan. 

Un poco antes de la pandemia volví a encontrarme con Pilar en el Ayuntamiento. 

En una charla relajada y tranquila me transmitió su deseo de ver publicada su novela “El otro lado del Lienzo”, una historia fascinante que transcurre en parte en la maravillosa Florencia del Renacimiento. A los pocos días, me envió el PDF con la obra y, entonces… volví de nuevo a 2007, a aquellos días de fascinante lectura de la anterior novela de Pilar. Volví a sumergirme en su mundo, a extasiarme con su forma de contar las cosas, a inundarme de bellas palabras. 

“El paso del tiempo se expresa así, con sigilo de gato, y de vez en cuando su lomo te roza las piernas para que tomes conciencia de que está pasando”,  dice Pilar en El otro lado del Lienzo. 

¡Cuánto he sentido yo esto, querida Pilar¡: el paso del tiempo como el sigilo de un gato que te roza imperceptible, pero contundentemente. No podías expresarlo mejor, querida amiga. 

Muchas gracias,  Pilar,  por tu escritura, por tus libros, por tus palabras. 

Gracias por haber querido que El otro lado del Lienzo forme parte del Patrimonio Cultural de tod@s, y que haya sido editado por el Ayuntamiento de Guadalajara.

Te expresamos, en nombre del Alcalde, de todo el equipodde Gobierno y de los trabajador@s de la Concejalía de Cultura nuestro más sincero reconocimiento y gratitutd. 

Gracias también a Juan Garrido, Presidente de la Fundación Siglo Futuro, por pasar esta tarde con Pilar, participando en un acto tan bonito. 

Gracias a la Biblioteca Pública Municipal de Guadalajara, a Marta Álvarez, la directora de la Biblioteca Pública, y a las bibliotecarias Concha, Fany, Celia y Luisa. 

Gracias a todas por cuidar los libros y preparar esta presentación tan hermosa. 

Me alegra comunicar además, querida Pilar, que este libro, tu libro “ El otro lado del Lienzo” se va a distribuir a todas las Bibliotecas Municipales de la Provincia y a todos los clubes de las dos bibliotecas, de Dávalos y de Suarez de Puga. 

Se va a distribuir como un tesoro maravilloso que van a disfrutar todos los lectores y lectoras. 

Gracias Pilar por esta novela, por esta tarde compartida.

No podías darnos mejor regalo en la antesala del día del libro.

Muchas gracias

Riansares Serrano

Presentación de "El otro lado del lienzo" por Juan Garrido

 


Transcribo aquí las preciosas palabras con las que me obsequió Juan Garrido el día de la presentación de mi novela "El otro lado del lienzo" para compartirlas con quienes no pudístéis asistir.

De nuevo le reitero mi inmensa gratitud.

***

Buenas tardes. Les saludo cordialmente. Es un placer estar aquí y un honor compartir con Riansares Serrano y con Pilar Zori, este momento cumbre para la historia de una escritora, la presentación de un nuevo libro. La expectación dice mucho de la autora. 

Un día me llamó Pili, y me dijo, sin preámbulos, que iba a presentar su libro y que quería que yo participara, casi antes de que terminara, le dije que era un honor. Después dudé si Pili lo había pensado bien que yo estuviera aquí para este alumbramiento literario, zénit de la ilusión de un escritor. Sea como sea, aquí estoy y ya no tienes vuelta atrás. 

Un libro es como un cuadro, admite opiniones y conceptos distintos entre todos los que lo leen o ven, que, generalmente, no son como el enfoque o mensaje que el autor ha querido hacer llegar, y por eso, muchas veces, se producen situaciones realmente complicadas. Yo siempre soy partidario de que del libro hable la propia autora, porque nos hará llegar la realidad. Decía en uno de su poemas el maestro  Luis Rosales, Premio Cervantes y que tuve la gran suerte de gozar de su amistad “A cada hombre le tendríamos que hablar en una lengua distinta, a cada amigo le tendríamos que hablar con una voz distinta, para que todos nos pudiesen entender” 

Presentar a una escritora como Pili Zori, no es difícil, y estoy seguro que cuando yo termine de hacerlo, la mayoría estaréis  de acuerdo conmigo, al menos en lo esencial.  Pero hay que encajar el puzle, porque cada persona lo somos, y para eso hay que empezar por la filosofía de los valores y juicios de valor, y Pili Zori, es una fuente de ellos. La gran mayoría de los filósofos coinciden en que hay tres valores absolutos: La belleza, la verdad y el bien, y miren por donde, yo, como cuando las luces de un gran teatro se detienen en una figura estelar, focalizo estos valores en Pili Zori. Y se lo voy a justificar el por qué no es exagerado lo que digo. Tomás de Aquino, definía la belleza como aquello que agrada a la vista y produce satisfacción: No me digan que ver, dialogar o tomarse un café con la autora, no es bello, armónico y balsámico. Y si la tienes como amiga, es un tesoro.  La verdad: Pili, fideliza sus ideas, es auténtica, feliz, solidaria, expone y transmite conocimiento y su carácter y formas tienden a hacer felices a los demás. Y el bien, siempre se consigue con acciones y Pili es acción. Se inclina en fomentar lo deseable y la empatía forma parte de ella, te comprende y comprende a su entorno, y aunque disienta, lo hace de una forma comprensiva y procurando no herir a nadie.  

Pili, habla correctamente, con normalidad, pero cuando escribe, se transfigura, se transforma, se le va ese puntito de timidez, se abre en canal y aparece una prosa poética, que hoy apasiona, liberada de rimas y métrica, moderna, definitoria, y de esta forma transmite sus sentimientos, sus emociones y sus sensaciones subjetivas. Por ejemplo, aparte de sus libros, el Blog de Pili Zori, si se recopilaran y seleccionaran sus entradas, daría para la publicación de un libro muy, pero que muy especial, leer sus críticas literarias, sobre cine, teatro, TV, sus reflexiones y sus cuadernos de notas es una auténtica delicia.  

Pili ha escrito tres libros: Llanto por un sultán, en el 2003. Hija de, en el 2006 y El otro lado del lienzo, que ha acaparado varios premios, importantes a nivel nacional, como pueden ver en la contraportada. Cuando presentas a alguien del mundo de la literatura, suelen decir los presentadores que es un autor o autora, muy reconocida y premiada, aunque no sea así. En este caso, Pili Zori, en efecto es reconocida,  valorada y premiada, pero, a  mi juicio, se comete una injusticia con ella, se que es difícil llegar, en todo, se que es difícil, que tengas oportunidad de convencer al dificilísimo entramado editorial, sé que es difícil que un crítico cristalice en palabras aquello que la autora ha dejado tan abierto como oculto, sé que es difícil dar el salto fuera de tus confines, pero es que esta mujer, escribe muy bien, sus planteamientos, la argumentación y la conclusión, son casi impecables, sabe bien para quien escribe, es creativa, es perfeccionista, disfruta y ama la escritura y como he dicho antes es auténtica. A veces, lo mejor de un libro no es la historia ni el final, sino la exquisita forma que tienen los escritores de plantear las situaciones y plasmar las profundas reflexiones que salen de su mente y de su vida. 

Tiene todavía tres novelas inéditas: “Con cobertura de Blues”, “Sin Dioses que nos miren” y “Tras la cortina”. 

Ojalá que esas novelas puedan ver la luz porque no se escribe un libro para la oscuridad. Estos libros tienen alma, quieren luz y quieren lectores.  

Y ya termino, Pili Zori, dedica su vida entera a la literatura, es su vehículo y su alimento, su familia es su vida,  ha pagado y paga con creces sus cuotas a la sociedad, Club de Lectura, miembro de Jurados y de Comités de Lectura, si le pides colaboración cultural, siempre está, con humildad y disposición, siente orgullo por Guadalajara y afirma que es una ciudad cultural y de encuentros muy brillantes.  Que considera que el fin último del ser humano es conseguir la bondad, y que la meta es el amor. Querida Pili, si he sabido reflejar, aunque sea un porcentaje pequeño de lo que eres y representas, me doy por satisfecho. Suerte siempre. Y mi amistad y apoyo. Muchas gracias a ustedes

Juan Garrido Cecilia

Guadalajara 21 de abril de 2022

Félix Sánchez Baranda





Mi querido amigo y magnífico pintor Felix Sánchez Baranda me regaló estas dos bellísimas acuarelas, la primera cuando se publicó mi novela "Llanto por un sultán" creo recordar, o tal vez fuera "Hija de...", y la marina me la ha obsequiado ahora que ha sido editada "El otro lado del lienzo".

Son curiosas nuestras desembcaduras, siempre en el  mismo mar: Lo conocí en el Instituto Brianda de Mendoza, él y mi compañera de pupitre Marisa Parra de luz -hasta el apellido la definía, pues fue uno de los seres más luminosos que he conocido- venían a estudiar cada día desde Azuqueca a Guadalajara y en los trayectos de ida y vuelta en el autobús se enamoraron en aquel tiempo de aulas sin mezcla, al amor se le dan bien los recovecos y sortear escollos.

A mi vez y a la misma edad hice lo propio con Luis, el mío, bella e intensa etapa de estreno, asombrosos comienzos que ya decides por ti, y aquí seguimos haciendo grandilocuentes aspavientos por como ha pasado la vida desde aquellos 16 años que sigo viendo tan cerca.
Más tarde sería yo quien viajase cada día a Azuqueca para acudir al trabajo. Allí me encontré con la hermana del pintor, Amparo, y fuimos compañeras. Por ella supe que Felix seguía pintando y que Marisa y él continuaban unidos.

Hasta que un buen día pasados los años y con las hijas aladas ya fuera del nido -dos cada pareja- ambos se presentaron por sorpresa como público en el encuentro en el que poníamos de largo a "Hija de...", todavía no sabíamos que Marisa no podría venir a ningún encuentro más.

Con un enorme cuadro asido por la parte de atrás, "por el otro lado" Felix quedó conmigo, ya sin ella. Mi dedicatoria tras la partida de su mujer había cobrado otro valor que le impulsó a escribir la suya en la trasera del lienzo.

Este jueves pasado volvió a venir solo, pero pude ver con nitidez la aureola que abrazaba su alrededor, la caricia de ese cabello de reflejos cobrizos, toda la suave hondura femenina de su inconfundible voz, su rostro de piel cremosa y su halo de ensoñación.

Visto desde fuera se podría decir que apenas hemos tenido relación, pero el subconsciente trabaja y teje las uniones en la raiz, por debajo, y desde ella Marisa podría estar encarnando a la perfección a mi Ornella de ojos claros, rizada melena color Tiziano, y voz grave, y Felix a mi Sandro. Tal vez sin saberlo les di otro lugar en el que poder vivir para continuar -como en la novela- con algo que jamás debió ser interrumpido. O quizá mi inconsciente, más ordenado que yo, decidió hacerlo así, con sus "tejes" y "manejes" que hurgan mi psique y colocan sin que yo lo sepa el caos.

No siempre la inspiración es a priori, a veces es posterior y te deja con la boca abierta aspirando la premonición que no viste, pero sí sentiste y desarrollaste con potencia inusitada.
El destino va a su aire porque sabe que tarde o temprano te toparás con él. Y la palabra tiempo es una invención que sólo sirve para medir nuestro paso por aquí.

A Marisa Parra de luz, In memoriam.

Pili Zori

Entrevista de Juan Garrido

Juan Garrido


Deseo compartir aquí, esta entrañable entrevista previa al día de la presentación de mi novela El otro lado del lienzo que me hizo Juan Garrido Cecilia, Presidente de la Fundación Siglo Futuro.Como ya he dicho en otras ocasiones en mi opinión la entrevista en periodismo es la guinda del pastel y Juan Garrido sabe ponerla.
Tras el preludio de los amables saludos de rigor paso directamente a transcribirla: 



P. ¿Cuántos libros has publicado?
R. Llanto por un sultán, en 2003 (Entrelíneas editores) e Hija de…, en 2006 (Publicó Diputación de Guadalajara)

P. ¿Cuántos libros has escrito que no han sido publicados y por qué?
R. Están inéditas mis novelas: Con cobertura de Blues, Sin dioses que nos miren y Tras la cortina.
En realidad, lo que me gusta es escribir y es a esa tarea a la que dedico todas mis energías. Lo que hay alrededor de la literatura no se me da muy bien, pero sí, deseo que mis novelas inéditas merezcan abrirse paso para ser publicadas en algún momento.
 
P. Cuando escribes un libro, las historias, el detalle, el final, etc. ¿los tienes ya planificados o vas perfilando sobre la marcha?
R. Primero recibo un flash, una especie de flechazo que me enamora, germina y va creciendo durante unos días, y enseguida veo a los protagonistas, sé cómo va a ser el comienzo de la historia y también cómo va a terminar, después puede tener más o menos desarrollo, mayor o menor número de páginas, eso lo desconozco a priori.
A partir de ese primer germen comienzo a investigar y abro planos callejeros, mapas… para conocer a fondo el lugar escogido y dependiendo de la época en la que ambiente la novela (para crear la atmósfera de ese universo en el que mis personajes van a vivir), extiendo un papel de calcar o varios y los superpongo encima del plano o de la cartografía, dejo pintados los monumentos o edificios que estaban en la época que recreo, y no calco los que todavía no existían, soy mala en geografía de modo que así lo voy resolviendo, con mis métodos rudimentarios, si hay batallas pinto con bolígrafos el recorrido, escribo sólo los nombres que me interesan.
Abro fichas cronológicas y en cada año de los que necesito voy metiendo datos por si después me vienen bien. Pero poniéndome orejeras porque alrededor de lo que narras, van naciendo otras historias fascinantes y has de ser fiel al estilo que has elegido, a la composición, al tono y al ritmo, por ejemplo para Llanto por un sultán decidí que se desarrollaría fundamentalmente en interiores, y que sería como un homenaje a ese monumento literario que son Las mil y una noches, era tentador hacer postales, porque el imperio otomano fue extenso y longevo y Turquía y en especial Estambul, bellezas en cualquier tiempo, pero hay que ser fiel a la estructura  y la composición que has elegido porque son un fin en sí mismos, porque no es igual un blues que un rock, el flamenco que la copla, la música clásica o el jazz... pues en una novela ocurre lo mismo.
Estudio la línea de pensamiento que había, las ropas, las comidas, los acontecimientos… En definitiva: la vida cotidiana de la ciudad, del país o del lugar que esté tratando, y lo hago sumida en estado de paroxismo como un teniente Colombo poseso.
Investigo mucho, por eso tardo años en construir una novela, pero luego no lo uso todo, y como he dicho, la búsqueda documental se produce antes y durante. Supongamos que vas a desnudar a una mujer en el siglo XV y te preguntas ¿qué ropa interior llevaban en aquel tiempo en Florencia y en el quattrocento? pues te paras y buscas documentación. 
Los lectores creen que se escribe en el orden en el que ellos están leyendo, pero no es así, es más modo pergamino, subes y bajas por el texto constantemente, y trabajas como con las piezas de un puzzle o rompecabezas, o como si cosieras un vestido y aún tuvieras las mangas, el cuello, la espalda y el delantero sin unir… Otro ejemplo para que se comprenda mejor: yo tenía descrito el dormitorio de Lorenzo Medici, y encontré un libro en el que decía que ardió en un incendio, y en dicho libro se hacía recuento e inventario de los objetos y enseres que había en esa habitación, pues hala, a cambiarlo, y si has puesto una colcha en la página 15, y luego en la sesenta el personaje se arropa con ella pues o bien no la describes o si lo haces has de buscarla por todo el texto para que coincida y concuerde.
Veo los rasgos físicos y anímicos, de los personajes, y aunque convivan los que existieron con los inventados, para mí, todos pasan a ser ficción, puesto que en el corazón, en la mente y en el alma de la persona nadie estaba, aunque como es natural puedes deducir sus estados de ánimo y qué detonantes les condujeron a consumar determinados hechos.
Sé cómo sienten, a qué huelen, cómo se expresan, los veo como si estuvieran en un plató… Es difícil de entender para el lector, pero es así como funciona en mi caso. Rosa Montero dice que las novelas salen del mismo material con el que soñamos y estoy de acuerdo con ella. Piensa en un arquitecto: antes de que construya un edificio tiene que haberlo visto en su imaginación, ser novelista es parecido, levantas también un edificio con ladrillos de palabras, de lenguaje que si está bien hecho tendrá ventanas por las que el lector pueda asomarse para ver más allá.
Hasta para pensar dialogo y convivo con imágenes reales y ficticias, al fin y al cabo ¿qué es lo autobiográfico? Coincido con Almudena Grandes cuando se preguntaba ¿Lo que vives, lo que piensas, lo que imaginas? Somos todo, lo que soñamos, experimentamos, lo que leemos, lo que escribimos, lo que elegimos… todo pasa por nuestro tamiz y se metaboliza.

P. Cuando publicas ¿has tenido ganas de cambiar el final después de escribirlo?
R. No, porque ya le he dado muchas vueltas hasta dejarlo así, la decisión definitiva está tomada. Otra cosa es el pulido del lenguaje que siempre andarías retocando, pero en algún momento hay que parar y darlo por bueno.

P. ¿Te sientes segura del libro una vez escrito?
R. Sí, la inseguridad la produce el hecho de exponerte ante los lectores por si no conectan. Pero eso ya está fuera de mi alcance, no se debe buscar un público para complacerlo, sería hacer trampa. Como lectora sé que hay libros que reposan dentro de ti y te acompañan y se explican mucho después de su lectura, y hay otros que sin embargo se van sin haber dejado demasiada huella, y no tiene que ver con la calidad literaria con la que estén elaborados, sino con lo que el lector necesitaba recibir en ese momento.

P. ¿Dedicas mucho tiempo a la escritura y a la lectura?
R. Le dedico mi vida entera, todo gira en torno a la literatura y al cine, son mis vehículos, mi nutrición anímica, mi identidad y conjuga bien con estar pendiente de mi familia, de mi club… no me impide ocuparme de los otros, de las demás tareas caseras, de entrar y salir, es como moverte al mismo tiempo en calles paralelas porque se escribe también mentalmente, todo nutre y después, cuando puedes, lo vas plasmando y sujetando en libretas, cuadernos, en el ordenador... ya sabes, en la memoria de papel, lo que no escribo no lo fijo y se me pierde.

P. ¿Qué opinas de los procesos para poder publicar? ¿Cómo ves el panorama editorial?
R. Salvando las maravillosas excepciones, que también las habrá, las editoriales hoy son una tierra sin ley que nadie controla, y el objetivo es mercantil. Se echa de menos a personas como el señor Barral y la agente literaria Carmen Balcells, que adoraban descubrir voces nuevas, talentos… y sentían que su aportación a la literatura tenía importancia por la huella que ésta deja en un país, y disfrutaban siendo testigos de su tiempo. Tenían más espíritu de mecenazgo que necesidad de dinero. 
Son malos tiempos para la lírica, pero aun así encuentras muchos hallazgos. La literatura es un refugio contra la adversidad.
Ocurre que el lector al haber adquirido o comprado los libros los considera tan suyos como si los hubiera escrito él mismo, y como son un objeto que cabe en el cuenco de sus manos, que no requiere enchufe, y sin embargo es interactivo sin darle a play, y lo puede dejar en cualquier parte, ir hacia atrás o hacia delante, si se cae desde un quinto piso no se rompe, como mucho se desencuaderna… pues tal vez no valora tanto su contenido, cosa que en mi opinión no hace con una escultura o cualquier otra pieza de arte.

P. ¿Qué géneros literarios te gustan más?
R. No creo en los géneros, aunque entiendo que para bibliotecarios y libreros es un modo de ordenar en los anaqueles, y también para el lector puede ser una orientación. La literatura es buena o no es literatura, y a cada uno nos va llevando por los senderos o preferencias que más nos llenan.
Me considero una escritora existencialista, introspectiva, dicho en términos sencillos: me interesan el amor en todas sus expresiones, la amistad, las relaciones humanas con sus ambivalencias y contradicciones, los odios y los afectos, el dolor, la muerte… Todos somos capaces de lo mejor y de lo peor, el dilema radica en lo que elegimos hacer, decir, omitir… 
Con el mismo instrumental un cirujano corta para dar la vida y otra persona toma un cuchillo para quitarla, eso lo decía a menudo en el club Loli Erroz, la mujer del poeta y escritor Paulino Aparicio Ortega, y madre del también escritor y doctor en medicina Sergio Aparicio Erroz.
Pensamos que el fin último del ser humano es alcanzar la sabiduría, pero el fin último es conseguir la bondad y añadiría que la meta es el amor, y el amor no es fácil porque requiere valentía para decir o que nos digan lo que en realidad necesitamos escuchar. La literatura está llena de respuestas íntimas que bucean hasta los pliegues más recónditos del alma, incluidos los de las zonas oscuras.

P. ¿Qué escritor o escritores te han influido más en tu recorrido literario?
R. Soy más de libros que de autores, porque el mejor escribiente echa un borrón, pero te diré algunos: Hermann Hesse en la adolescencia, especialmente El lobo estepario; Lila Carson Mccullers, destacaré de su obra El corazón es un cazador solitario; a partir de mi juventud Rosa Montero y elijo de su colección profusa, La función Delta y Temblor, por citar dos; tras la transición Almudena Grandes y escojo Malena es un nombre de tango; y en mi madurez Sándor Márai, especialmente dos de sus libros El último encuentro, y La mujer justa
Podría seguir pero me has hablado de influencia y todas las obras citadas me dejaron marca, una gran huella.

P. Elige tres libros cuya lectura te ha conmovido.
R. Citaré tres recientes. El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, de Tatiana Tîbuleac, Saber perder, de David Trueba y Un millón de gotas, de Víctor del Árbol.

P. ¿Recuerdas el primer libro que leíste?
R. Las mil y una noches en versión infantil, me lo regaló mi padre.

P. ¿Tus padres te influyeron en la lectura?
R. Sí, la casa estaba llena de libros, aunque se economizara en otras cosas. Mi padre en la lectura y mi madre en la escritur,a porque escuchar los dichos de Magdalena Campos era adentrarse en un mundo de hermosísimas metáforas y simbolismos: “¡Mira qué sarracina has hecho!”, “¡Menudo tiberio has liado!”, años más tarde me enteré de quienes eran los sarracenos y que el emperador Tiberio existió. “Tú no llores por medios días habiendo días enteros”, o “Donde las dan las toman y callar es bueno”… podría seguir sin parar, pero terminaría muy afectada por los recuerdos.

P. ¿Qué se esconde detrás de tu libro El otro lado del lienzo? ¿Qué mensaje has querido hacer llegar?
R. La puerta principal de El otro lado del lienzo se abre con dos citas del libro científico El retorno de los brujos, de Louis Pauwels y Jacques Bergier. Y dicen así: “Incluso la época del agobio es digna de respeto, pues es obra, no del hombre, sino de la humanidad y, por lo tanto, de la naturaleza creadora, que puede ser dura, pero jamás absurda. Si es dura la época en que vivimos, tanto más debemos amarla, empaparla de nuestro amor, hasta que logremos desplazar las pesadas masas de materia que ocultan la luz que brilla al otro lado” y “Cuanto más comprendo más amo porque todo lo comprendido es bueno”.
Elegí esta obertura porque tiene mucho que ver con el contenido de la novela.
El otro lado del lienzo rompe las barreras temporales para expresar que lo que llamamos pasado sigue vivo en el presente y continuará en el futuro, porque somos una suma en la carrera de relevos que la humanidad recorre. Nombramos –pasado, presente y futuro- al transcurso de nuestra existencia para que nos sea más fácil ordenar las etapas, pero para mí el tiempo en realidad es sólo el nombre que le damos a nuestro paso por aquí.
En El otro lado del lienzo algo que jamás debió ser interrumpido se culminará en el presente de la novela, los años noventa del siglo XX. Un ser mitológico y eterno como Caronte conmovido hará que el milagro suceda.
Las personas somos efímeras, hasta nuestras ropas duran más que nosotros (detalle que en el libro cobra mucha importancia y cierra el final de ese modo simbólico). Tal vez por ello buscamos nuestras pequeñas eternidades, para que den testimonio de que estuvimos en la tierra, quizá por ello hacemos tantas fotos: para permanecer de algún modo a través de nuestras pequeñas o grandes obras. Por la misma razón los historiadores intentan mantener vivo el pasado en el presente, y los escritores queremos hacer visible lo invisible -de nuevo cito a Rosa Montero- que el interior se asome al exterior para que la vida se complete, para que se llenen los huecos y se eliminen las zozobras.
Al fin y al cabo, convivimos con lo sobrenatural de manera natural, valga el guiño: cada noche despejada vemos la luz de estrellas que ya no existen, lo intangible como por ejemplo una emoción se convierte en tangible porque provoca el llanto, abrazamos a un bebé y nuestra energía lo calma… es decir: convivimos con los misterios sin miedo, y a la espera de que se vayan desvelando, ahora o en generaciones venideras.
Creo que los escritores en realidad tan sólo aportamos un capítulo o una pequeña parte al gran libro del mundo que escribimos entre todos sin saber si somos protagonistas o actores de reparto, pero tengo la certeza de que todos remamos a favor de obra, aunque no nos conozcamos. 
Ornella no existió fuera de las páginas de mi novela, pero el pintor de esta historia sí, y sentí que estaba tan solo y tan triste que la soñé para él, y a él -el artista adelantado a su tiempo- lo imaginé para ella. Esa es la osadía que cometemos los escritores: dar el soplo de la vida a los personajes y crear un universo que antes no existía para que vivan en él.

P. ¿Qué libro te haría ilusión escribir y sobre qué temática en concreto?
R. Con cobertura de blues fue mi última ilusión, su temática se desarrolla en la crisis del 2008 y el enfoque fueron dos mundos separados por una carretera general, en un lado hay un bellísimo hotel regentado por un afamado chef y frente a él una casa de lujo que desde hace un tiempo parece deshabitada, al otro lado de la carretera se halla el barrio de La Quimera, en una orilla cuando vienen mal dadas te apartan del clan como a un leproso, en la otra añaden un plato en la mesa. De nuevo una historia de amor complicado salvará los escollos. Siempre escribo sobre segundas oportunidades y resurrecciones del Fenix. Creo de verdad que las personas son recuperables incluso en las más horribles y sórdidas circunstancias.
Sin dioses que nos miren, es un canto a las cuatro estaciones de la vida, una catarsis personal y un desgarrado réquiem para mis padres. Es la única novela de tintes autobiográficos, y de construcción más vanguardista, a Fernando Borlán le gustaba mucho. En ella también hice homenaje a mis compañeros de club porque durante más de 25 años han estado en todos los acontecimientos decisivos de mi vida.

P. ¿Te gusta la poesía? ¿Qué opinas de ella?
R. Ante la poesía me arrodillo, simplemente me limito a conmoverme, nunca las he escrito, aunque dicen que mi prosa es poética.

P. ¿Qué aportan a tu vida la lectura y la escritura?
R. Alimento para el hambre, y agua para la sed. Otra patria más universal, vida añadida, intensidad, respuestas, y junto a mi familia y mi hogar, el lugar al que escaparme para volver siendo mejor.

P. ¿Cómo ves el panorama cultural en Guadalajara? ¿Ayudan y colaboran las administraciones y los políticos a la cultura en general y a la literatura en especial?
R. Siento un gran orgullo, la identidad de Guadalajara es precisamente esa: ciudad cultural por antonomasia, tan rica en encuentros brillantísimos que hasta se solapan los actos, no voy a mencionaros para no cometer el error de olvidarme de alguien, pero me emociona toda la entrega que durante años estáis haciendo, ojalá os ayudéis mutuamente. Sabes que siento mucho orgullo por tu labor que me parece asombrosa y una gran admiración por ti.
En mi caso estoy muy agradecida, por el apoyo de las instituciones y por el tuyo en especial. Aunque nunca estorba que entre todos consigamos que nuestra cultura sea una marca, una seña. Bilbao se transformó y ahora tiene un reconocimiento inmenso como urbe cultural. No pretendo que lleguemos a su nivel porque es un precioso museo la ciudad entera, pero basta con querer para que se pongan en marcha iniciativas también aquí, y se nos quiten los complejos y tengamos confianza en nosotros y entre nosotros. Presiento que con la publicación de esta novela comenzará una andadura editorial potente por parte del Ayuntamiento.

P. ¿Por qué te encanta la crítica literaria, de arte y pensamiento?
R. Porque aunque mis espacios en redes sean modestos me siento feliz por poder aportar mi granito de arena a los autores y a sus obras y por dejar por escrito lo que he experimentado al leerlas o verlas y si es posible animar a que otros hagan lo mismo y se divulgue algo que me parece que contrarresta otras actitudes más airadas y menos constructivas. Con esa pequeñez me doy por contenta y me siento un poco más útil.

P. ¿Cuál es tu siguiente proyecto? ¿Lo tienes ya en marcha?
R. De momento metas cortas. Me he propuesto escribir un artículo de opinión cada semana -para ponerlo en el blog y compartirlo en Facebook-, naturalmente seguiré poniendo los comentarios sobre libros o cine que escribo habitualmente, a ver si soy capaz. A su vez quiero hacer relatos cortos para sentir la satisfacción inmediata de trabajo acabado, y tengo en mente desde hace tiempo un proyecto de novela que quiero situar en la época del art nouveau, y que esté relacionado con Alphonse Mucha.

P ¿Podrías compartir alguna anécdota que te haya ocurrido dentro del mundo literario?
R. Sí, una vez me invitaron a un encuentro en una localidad –no diremos el nombre- y en la mesa además de la directora de la biblioteca estaba un concejal desconocido para mí, cuya presentación de entrada fue: “No creas que porque a ti te quiera todo el mundo te vamos a tener que querer los demás”. Y de pronto se levantó la coordinadora del club y dijo: teníamos ganas de enfrentarnos a ti.
De inmediato comprendí que por alguna extraña razón yo era el arma arrojadiza de alguien contra alguien.
Aclaré con una sonrisa que creía que había ido a un encuentro, no a un enfrentamiento y comencé a hablar sobre Hija de…, mi novela más controvertida ya que trata de adicciones. 
Mi intención al escribirla fue la de darle la vuelta al foco mediático para que la luz la recibieran los ángeles sin alas de alcohólicos anónimos que se dedican a recuperar a otras personas que, al igual que ellos en su día, han caído en el pozo. 
Escogí a propósito a una familia conocida, en declive profesional y personal y muy denostada en los programas mal llamados de corazón, necesitaba alguien por quien nadie diera un duro, que no tuviera aureola de leyenda porque habría sido tramposo, (¿quién no adora a Ray Charles o a Marilyn Monroe aunque se pusieran hasta arriba de drogas?), el mérito estaba en recuperar a quienes aparentemente no lo merecían, como ves, de nuevo aparece mi leitmotiv: segundas oportunidades y resurrección del ave Fenix. Es mi novela más querida porque necesita más explicaciones que las otras que una vez acabadas ya vuelan solas. Cuando oigo exclamar con desprecio ¿y por qué escogiste a estos? De inmediato respondo ¿y por qué no? Como dice una compañera del club “Todos somos sociedad”.
Al terminar el encuentro, la persona que me había invitado me susurró al oído “Ya sabía yo que te los ibas a merendar”. Seguí sonriendo estoica y cuando llegué a casa me derrumbé. Esa fue la única mota, todos los demás encuentros resultaron cálidos y respetuosos.

 P. ¿Hay en Guadalajara afición a la lectura?
R. Sí, la población lectora de los clubes de literatura es enorme en la capital y en toda la provincia, pero desconozco los datos de los demás, esos los sabrán calcular las bibliotecas públicas si contabilizan el número de préstamos.

P. Una película.
R. ¿Solo una? Te doy dos: Confidencias, de Luchino Visconti y Mejor imposible, de James L Brooks.

P. Una canción.
R. Tres: Georgia, de Ray Charles, At last!, de Etta James y Todo a pulmón, de Miguel Ríos.

P. Un género literario.
R. Todos si son de calidad.

P. Una estación del tiempo.
R. Primavera.

P. Una frase que se te haya quedado grabada.
R. “El primer defecto que descubres en los demás es el que tú tienes, y lo distingues porque es el que mejor conoces”, es de mi hermano, Miguel Zori, y me la dijo cuando era cría.

P. Un olor evocador.
R. Las patatas guisadas de mi madre. El de Soria en agosto. El perfume Charlie. Y el de mis hijas cuando eran bebés.

Muchas gracias Juan.

Pilar Zori