"Recóndita armonía", de MARINA MAYORAL

Aviso que con mis palabras puedo desvelar algunas claves, podéis volver a este rinconcito cuando hayáis leído el libro.

Una novela extraordinaria e innovadora, que incluso ha crecido con el paso del tiempo. Se publicó por primera vez en 1994, no en vano después ha sido llevada a la colección de Clásicos Castalia, para que la arropen escritores inmortales de todas las épocas en esa eternidad conjunta, lugar más que merecido.

Magnífica por el espacio y las décadas en los que se desarrolla, por el punto de vista elegido, por la composición -la música interna suena a ópera, no sólo por el título: un área de Tosca muy significativa-, también por el tono suave que sin embargo no deja detalle o hecho sin reflejar, y eso que fui leyendo cada página con cierta prevención latente por si la autora blanqueaba de algún modo las atrocidades de la guerra civil equiparándolas, dado que para mí sigue siendo importante subrayar que la República era el Estado legal, lo elegido con los votos en las urnas por los españoles de entonces, y que la posguerra fue una dictadura con cárceles y campos de concentración hacinados donde fueron a parar los llamados paradójicamente subversivos que se quedaron aquí sin ir al exilio.
 
Sí, también en nuestro mapa y en el noroeste de África hubo campos de concentración, como el de Larache sin ir más lejos. No bastaba con vencer y derrotar. Torturas, palizas y hambre fueron la vida cotidiana para muchos. Pero enseguida comprendí que Marina Mayoral con su modo de narrar esa parte de nuestra historia, desde esta otra faceta del poliedro social, había conseguido completar precisamente el logro soñado: romper la barrera de las dos Españas, que todavía subyace, con un recurso honesto tan simple como es el de dar prioridad a la persona, situar por encima de cualquier credo al ser humano de ambos bandos contendientes, y decir la verdad de su comportamiento en cada caso.

 
A su vez, me interesaba conocer cómo vivieron ese tiempo las clases altas, aristocracia y burguesía, cuáles eran sus líneas de pensamiento, sus principios…, me resultaba una variante que al menos yo no había visto muy tratada en literatura.

Contado así podría parecer que lo importante de Recóndita armonía es el acontecimiento histórico, pero tan sólo sirve como telón de fondo, naturalmente dicha tela es de una calidad indiscutible en el minucioso bordado, al igual que la atmósfera y el ambiente recreados, pero la potencia de la autora y su herramienta más infalible reside en la capacidad que tiene para crear personajes, para darles el soplo de la vida y que su existencia transcurra en los universos que para ellos crea. Es impresionante.

De hecho Brétema en gallego significa niebla, término repleto de ancestros, de poesía, del modo de ser y del misterio que envuelve a los nacidos allí donde quiera que estén, del sentido tan fuerte de pertenencia, de arraigo, de paraíso al que volver, de saudade, de nostalgia…,  y que tiene mucho que ver con lo que significa ser gallego y con los lazos afectivos e irrompibles a pesar de los pesares, puesto que si entras en su corazón ya no te sales de él aunque la relación no sea estrecha, o cercana, aunque transcurran años y distancias. Por ello el famoso “Depende” con el que responden no se debe a la ambigüedad, ni a la falta de definición o de compromiso, es que la vida está llena de matices que hacen que varíen las respuestas, y es más serio y reflexivo pararse a pensar antes de emitir juicios o tomar decisiones, así que es cierto, como dice la canción, “Depende, ¿de qué depende?, de según como se mire todo depende”. Y no sabría explicar por qué he sentido que -tras ir caminando por las páginas de esta novela tan honda que recorre a gran profundidad muchos pliegues recónditos del alma-, he tenido la certeza de haber comprendido por vez primera ese modo de ser colectivo en el que influye tanto su paisaje.

Brétema es el mundo que Marina Mayoral creó para todos los habitantes de sus libros, y que se regaló a sí misma, y no es extraño que protagonistas y secundarios aparezcan en otras obras suyas para que en ellas puedan decir, sentir y vivir lo que les quedó por expresar en libros anteriores, así ella puede reencontrarse con amigos a los que conoce tal vez más y mejor que a sí misma, porque están tan vivos y son tan reales que puedes oler su piel, tocar su ropa y experimentar todo lo que sienten.
 
Me encantaría saber cuántos préstamos personales les hace, por qué tuvo necesidad de contar esta historia de ese modo, cuáles fueron los gérmenes…

La novela es –al menos para mí- una búsqueda constante de la armonía entre lo antagónico, sin que los opuestos tengan que cambiar para complacer al otro.

La decisión de la escritora como veis fue difícil. Y el punto de partida más todavía ya que el libro es un canto a la amistad tal y como se siente por dentro, sin censuras, y esa amistad de Blanca y Helena que nace en la adolescencia tiene por delante toda la evolución y desarrollo que estas amigas han de recorrer. Están aprendiendo a sentir y a saber ubicar las emociones, impulsivas y espontáneas a veces, reflexivas y meditadas otras, con tropezones, errores, meteduras de pata y también grandes logros una vez que cada sentimiento se coloca en su lugar, o bien otros personajes ponen a las protagonistas en su sitio. Nos pasamos la vida aprendiendo, y no es lo mismo mirar hacia el pasado con la perspectiva que da la experiencia que el momento presente en el que todo está por suceder.

Dos mujeres que se conocen con quince años, en un internado, Helena pertenece a una familia aristocrática y Blanca a su vez ha sido criada, protegida y cuidada en un entorno de clase equivalente -la cúpula más alta de la Iglesia-, por un tío abuelo, sacerdote y por el obispo de Brétema, con su corte de amas y servicio, un contraste naturalista que le proporcionará el equilibrio a Blanca en esa especie de “Arriba y abajo”. 

Blanca, que perdió a sus padres será la criatura de todos, colmada de besos y atenciones que le proporcionarán fortaleza emocional en esa familia no consanguínea más real que si lo fuera. ¿Por qué elige ese estado la autora?, el lector decide, la novela está llena de contrasentidos buscados a propósito, quizá para romper esquemas o ideas preconcebidas, porque a veces la orfandad puede sentirse con más fuerza teniendo padres vivos pero ausentes aunque estén al lado. 
En el caso de Helena, su madre Cristina se refugia en la iglesia, tal vez para sobrellevar las infidelidades de su esposo, y él está imbuido en su vida social de librepensadores. De modo que Helena es querida pero no atendida, aunque esa es mi impresión, la escritora sólo expone, no juzga, ni conduce al lector. 

El libro fue publicado en 1994 como ya he dicho al comienzo, año perteneciente a una década, a mi juicio, audaz y creativa, y provoca sendos debates y posicionamientos muy interesantes.

La historia nos la cuenta Blanca, por tanto vemos a Helena a través de los ojos de su amiga ya desde el enfoque de la madurez y en clave autobiográfica.

Si me dan a elegir prefiero al narrador omnisciente, ese diosecillo que todo lo ve. Con la primera persona me suele ocurrir que no puedo evitar imaginarme al escritor o escritora como protagonista y además me parece que limita, que es subjetivo y me aparta, pero es un problema tonto mío, una preferencia, enseguida me adentro, me adapto y no me molesta. Perdón por el inciso innecesario.


La autora no etiqueta como bisexuales, lésbicas o heterosexuales las relaciones de ambas en los periodos de adolescencia y juventud, las dos se conocen con quince años, reitero, personalmente consideré que ellas buscaban la propia identidad, algunos chicos y chicas de esa edad en internados, albergues y espacios compartidos, con tanta hormona desconocida y desatada y la fuerza del despertar sexual se buscan -en ciertos casos, vuelvo a matizar, no en todos-, pero en realidad están ensayando  con compañeros o compañeras del mismo sexo siendo heterosexuales, y no siempre significa que ya estén definidos, otros tendrán perfectamente clara su tendencia sin necesidad de probar, las protagonistas sí lo hicieron, al conocerse se sintieron deslumbradas físicamente la una por la otra, ¿enamoramiento mutuo?, ¿amistad apasionada?, de nuevo el lector decide, la escritora muestra sin más, y a partir de ahí surge en la novela un buceo psicológico a enorme profundidad que explora los ingredientes que componen las relaciones de amistad, las de amor, las de sexo ¿abiertas? En la novela se ve lo que sienten en su interior sin censura, no lo que deberían sentir según los cánones de la época, lo que se reprime o aflora..., de modo que contemplaremos rasgos masoquistas a veces, dominios y sumisiones, voyeurismo, trío…, y nos haremos muchas preguntas que nada tienen que ver con el etiquetaje.

En nuestro club de literatura algunas compañeras consideraron tóxica la relación, y no por el carácter sexual, dado que en apariencia Helena dirige -acostumbrada a salirse con la suya-, y Blanca se deja llevar, ¿por qué? en ese punto dilucidamos si se pueden distinguir los rasgos de dominio como aspectos del temperamento, o si estos son de clase, y otra vez la paradoja está servida: Helena a pesar de su arrojo y toma de la iniciativa sin embargo tiene tintes masoquistas mientras cree estar buscando el amor ¿Acaso busca en otros hombres a alguien admirable que se encuentre a la altura de su padre? 

En cualquier caso en tiempos de guerra los conceptos del amor cambian, porque puedes morir de un momento a otro y las relaciones se aceleran y cobran una importancia mayor.

No sé si dicha actitud era producto de la época que tal vez inculcaba a las mujeres que lo ideal consistía en ser satélite del astro, es decir: del hombre, y por tanto para realizarse como mujer había que enamorarse de un personaje notable, en resumen: un buen partido económico e intelectual de prestigio sin que ellas se plantearan todavía que los logros podían realizarlos por sí mismas. 

La admiración, el endiosamiento o la idealización al enamorarse o en la amistad a menudo conducen a la decepción, y de nuevo vuelve a surgir la pregunta desde las páginas ¿qué es el amor verdadero?, ¿en qué consiste la amistad? Uno sabe lo que siente, el por qué lo siente tal vez sea otro cantar. 

¿Cómo veis la diferencia entre amar a alguien o querer una vida con él, o con ella? Hago la pregunta partiendo de la base de que todo está bien si la decisión es propia y no impuesta.  

El dilema entre hacer lo que debes y no lo que quieres tal vez siempre esté presente, en la novela y fuera de ella, ¿qué os parece?, ¿es fácil distinguir la diferencia?

En un pasaje Helena dice: “No sé cómo puedes querer a alguien sin saber cómo ha sido su vida”. ¿Qué opináis? ¿Es necesario conocer todo del otro para amarle? 

En otra escena vuelve a sentenciar: “La falta de ambición y el deseo de tranquilidad esconden a menudo egoísmo y miedo” ¿Estáis de acuerdo?, yo no, puesto que se puede ambicionar la tranquilidad y querer alcanzar el sosiego es un síntoma de valentía. 

La novela como he dicho en renglones anteriores suscita mucho debate e interrogantes.

Me permito añadir que en mi opinión hay personas adineradas que sin embargo piensan que su actitud vida y origen son humildes y no le dan al dinero un valor de ostentación sino de trueque, y sin embargo otros menos acomodados se sienten de clase alta o superior por cuna aunque estén arruinados ¿a qué creéis que se debe? 

Pienso que la cultura es lo único que iguala, y que da lo mismo adquirirla de forma autodidacta durante toda la vida o acumulando títulos, como en otras ocasiones he dicho nadie le pregunta a Eric Clapton si es músico de oído o de conservatorio, pero ahí queda su portentosa creatividad.

Recordemos que los protagonistas de esta historia pertenecen a la élite, es decir a la clase dirigente, y dentro de ello está bien reseñar, como lo hace la autora, que en todas partes cuecen habas y se sufren injusticias. Y también los de clase “privilegiada” se pueden preguntar: ¿soy lo que quiero ser o lo que se espera de mí? Sin dejar de tener en cuenta las cárceles del alma y también las sociales, el lugar en el que has nacido, las oportunidades que has tenido, si las has aprovechado o malgastado…, y sobre todo es importante constatar que hay destinos sin salida. Ellas hasta en guerra están bien protegidas.

En la página 265 tal vez quede clara la diferencia, habla Blanca:
 “Yo podía pedir la intervención de Alonso de Andrade, pero era más eficaz la de Eduardo Resende por aquello que siempre habían dicho las amas de que los ricos son todos iguales y se entienden bien entre ellos. A mí el coronel me hacía un favor a fondo perdido mientras que el padre de Helena se lo podía devolver de mil formas”.

En Recóndita armonía vemos cómo las protagonistas van encontrando su lugar en el mundo, por tanto en el aprendizaje los errores son perdonables a tenor del resultado. Helena termina siendo profundamente feminista y dedicándose a defender en cuerpo y alma a las personas desprotegidas, y Blanca consigue ejercer su verdadera vocación de boticaria entre ungüentos y plantas con las que crea nuevas medicinas.

También contemplamos algunos dardos certeros contra la figura de aquellos catedráticos ególatras que explotaban a estudiantes arrebatándoles firma y méritos y más siendo mujeres, aunque Arozamena finalmente es redimido con un desenlace heroico, la autora mira con amor compasivo a todos, y sentencia con justicia a quienes fueron injustos. 

En el libro se respira ese realismo mágico que sólo atribuimos a los escritores del boom latinoamericano, pero que también se daba en Galicia.

Marina Mayoral es experta en Rosalía de Castro y en Emilia Pardo Bazán y de algún modo he querido ver similitudes entre ambas dualidades, ya que también Rosalía era más de interiores al igual que Blanca, y Pardo Bazán se movía como pez en el agua en sociedad, como Helena. Rosalía era introvertida y Emilia extravertida.

En fin, la novela tiene tantos recovecos…, que estaría hablando de ella tardes enteras, y ya me he extendido en exceso. 

Queda como broche final preguntar si podemos encontrar la armonía entre opuestos, o en medio del caos, según la idea griega. Siempre se ha dicho que del conflicto nace la luz. Y si consideráis que sí ¿con qué ingredientes o elementos creéis que se consigue alcanzar la armonía en cualquier situación o estado?

Feliz día de La Constitución. 
Hasta el próximo encuentro, con el cine, los libros, la gastronomía, tan parecida a la literatura, o con la vida en general.
Un abrazo, cuidaos mucho.         
Pili Zori 

MARCO, película de Aitor Arregi y Jon Garaño

 La historia ya la conocemos, pero la potencia, la fuerza del largometraje reside en la interpretación de Eduard Fernández, superlativa, magistral..., y la de todo el elenco que gira en torno al personaje de Marco.

La atmósfera, el tono, el color de la luz y de la sombra..., que no hace concesiones a la emotividad facilona, es sobria y respetuosa.

¿Cómo sales indemne después de dar vida a ese protagonista?

Si el espectador lo pasa mal imaginad al actor que ha de vivir su patetismo dentro de ese cuerpo y esa mente, de la vergüenza insalvable. A todos nos gusta rescatar al perdedor por algún requicio incluso por un detalle mínimo, por alguna razón digna, y no nos importa identificarnos con el antihéroe si éste tiene tintes nobles por pequeños que sean, pero por nada del mundo queremos reflejarnos en Marco, porque como expresó Terencio "Nada de lo humano nos es ajeno" y nos entra pánico por si podríamos caer en alguna circunstancia que no fuera una simple mentira venial sino una bola cada vez más gorda y abocada sin remedio al abismo. No, no querríamos ser recordados por una bajeza, por una impostura tan indigna y vernos desde fuera como le estamos viendo a él desde el otro lado de la pantalla sabiendo que fue un hecho real. 

Como soy de tendencia redentora y no de jauría linchante, tal vez gracias a una frase que le escuchaba a menudo a mi madre y que se me incrustó en la piel intenté absolverle: "Del árbol caído todo el mundo hace leña" (más tarde supe que dichas palabras eran atribuidas al comediógrafo Menandro y que también aparecían en la Biblia, mi madre era sorprendente -ya que apenas fue a la escuela-, pero se hizo esponja de mar para absorber la cultura del oleaje con oído de caracola, porque el conocimiento va y viene, y no sólo está guardado en la universidad). De modo que por fin y gracias a esas palabras pude encontrarle al protgonista una salida digna: La enfermedad. 

Se trastornó, me dije, él habría querido con toda su alma ser el personaje que inventó para sí, tal vez porque se sentía cobarde, traidor, y colaboracionista. 

La película es muy importante en estos tiempos de no dar la cara, y deja cada acto en su lugar, tal vez haya que desmitificar, no idealizar para que no perdamos el norte ni la brújula en busca de la admiración, ya que hay que dar por sentado que no siempre vamos a estar a la altura en mayor o menor medida, por eso las leyes han de porotegernos hasta de nosotros mismos. 

Una vez más repito que la bondad no es fácil porque requiere valentía y no sé si ese rasgo es nuestra inclinación natural, o tendemos más a ser cobardes, a no saber afrontar. 

Lo que hizo Marco no tiene nombre, sobre todo porque le movió la vanidad, pero todos los delitos prescriben, hasta los asesinatos y él no mató a nadie.

Un abrazo, cuidaos mucho.

Pili Zori

JURADO Nº 2, película de Clint Eastwood

 Sólo hay un camino: entregarse, y no admite parches, justificaciones ni componendas. Doloroso, sí, terrible, también, pero no queda otra opción, hay que desenterrar la conciencia, la individual y la colectiva porque en este momento yace embriagada de intereses personales, es decir: de egoísmo, y no pontifico porque no me excluyo de cometer mezquindades.

Clint Eastwood vuelve a desmenuzar los ingredientes de la ética y los de la justicia. Es importante en este momento reaprender a discernir. 

La película no va de la duda razonable, como ocurría en Doce hombres sin piedad, sino de aceptar la responabilidad, de cargar con las consecuencias, la de cada individuo y también la colectiva representada en el jurado, y sobre todo la del poder ejercida por la brillante fiscal en alza social con carrera meteórica. 

Hay que hacer lo que hay que hacer sin que esté reñido con la conmiseración: "odiar el delito y compadecer al delincuente." Se supone que la cárcel sirve para reinsertar, no para vengar.

Dicen que a lo bueno te acostumbras, y Clint Eastwood nos tiene tan habitudos a la belleza y a la poesía de su cine que ya no hacemos aspavientos, y sin embargo hasta la "menor" de sus obras contiene la lírica de la más hermosa y profunda tragedia griega, la catarsis se la deja al espectador para que la experimente, es el único modo de entender en carne propia porque nadie escarmienta en cabeza ajena.

De toda su obra Mi favorita es Gran Torino, ese legado unido al de Confidencias de Luchino Viconti no tienen parangón.

Un abrazo.

Pili Zori

CUADERNO DE NOTAS: Cubitos de hielo para el Mediterráneo

 La mujer del micrófono se acerca con pasitos suaves y lentos, las botas de agua amortiguan el sonido mientras la melena rubia pincela el aire, los ojos se estrechan espectantes: 

En la orilla, al lado de la espuma del oleaje que mece la brisa -ahora más tranquila- se acuclilla un chavalillo, nueve o diez años, calcula la reportera que se acerca un poco más ya que no termina de concretar qué objeto tiene el pequeño entre las manos. 

Se inclina hacia él y le pregunta con ternura y aprensión al mismo tiempo: Acaba de ver lo que manipula el nene, de menos edad de la que ella le había calculado.

-¿Por qué estás echando al agua cubitos de hielo, tú solito aquí?

El crío retrocede la espalda, la periodista se apresura a tranquilizarlo con el gesto acariciante de la otra mano en la tersa barbilla mientras piensa en el ratón Pérez al ver el hueco tras los labios  

-Porque el mar tiene fiebre -expresa paciente el niño mientras hace una bola con el plástico vacío y se la mete en el bolsillo-, está muy caliente y las nubes no tienen brazos, por eso, para que no venga otra vez la lluvia fría -asevera con la palma de la pequeña mano hacia arriba.

-¡Ah! -El asombro de la chica se come las palabras-, ¿saben tus papás que estás aquí? -La lágrima resbala por ese moflete de porcelana y niega con la cabeza-, ¿quién te ha dado los hielos? 

La mano diminuta se cobija confiada en la de la joven, ya no importa que sea una extraña, ni si a él le han dado la bolsa de cubitos o la ha cogido. Se encaminan en silencio hasta el puesto en el que se apuntan las direcciones y los desaparecidos.

-Cuando sea mayor construiré palafitos. -Ella le observa sin comprender, el pequeño explica de nuevo con paciencia invirtiendo los papeles-. Sí, son esas casitas que se sujetan sobre palos y que están en el agua, las he visto en la tele, yo les pondré estacas -que puedan subir y bajar- a todas las casas, bracea en el aire abarcando la ciudad. 

Ahora es Marina, así se llama la enviada, quien llora mientras aprieta el micrófono que no ha usado sin ser consciente de que ha extraviado al cámara, el compañero que la sigue a respetuosa distancia.

No todo hay que filmarlo.

Pili Zori

EN TERAPIA, serie de TV

 En terapia

Serie de culto, por no decir categóricamente que es mi favorita para dejar así margen a que otras compartan el mismo podium, pero fue un impacto sin precedentes cuando se emitió por primera vez en 2008, y más todavía contemplarla ahora, tan vigente, con las cuatro temporadas reunidas.

Un psicoterapeuta y su paciente, no tiene más, una misma estancia inamovible cuyo único cambio cada día de la semana se produce por las distintas personas que acuden a recibir la terapia, esas son las herramientas aparentemente sencillas, ¡nada más y nada menos!, el lucimiento bestial para los actores está servido, y en especial para Gabriel Byrne que siempre permanece en escena, tuvo que ser agotador por la exigencia del papel y la entrega más allá de lo absoluto, dado que estamos hablando del material más sensible que poseemos: los recónditos pliegues de nuestra psique, de nuestra alma.

La delicadeza del guión (Rodrigo García, aunque la serie original pertenece a una producción de Israel, de la que luego se han hecho distintas versiones en otros países), y la dirección -a cargo también de R. García en algunos capítulos y de otros cineastas a favor de obra en cada episodio-, fue insólita y magistral, y la compenetración de todo el equipo para captar y capturar sincronizadamente en el plano contraplano la intensidad de los diálogos, y los leves gestos, pestañeos, y pequeños movimientos en las comisuras de los labios y en la piel del rostro atento del terapeuta, expresiones que le delatan bajo su contención, ya que mientras sus pacientes se desmadran con sus faltas de respeto o de educación, retan, huyen, niegan, rechazan..., él se mantiene impertérrito, sin desvelar desvelando, ahí radica la dificultad del actor, por suerte la serie nos sirve el contraste, puesto que el terapeuta los viernes necesita a otro profesional para que supervise su labor, y es en dicha consulta donde Paul estalla frente a su colega, allí expresa todo lo que siente y padece, y los espectadores podemos ver cómo le afectan las personas a las que atiende al igual que las demás facetas de su vida familiar y personal. 


El viaje más duro y turbulento hacia nuestro interior y hacia el de los demás, sin excepción, está entregado, porque todos somos humanos, y enternece ver cómo Paul, el terapeuta, cae en la tentación de estar al otro lado comportándose a menudo como lo hacen ellos, los personajes que van a recibir el tratamiento, queda claro que necesitamos otros ojos, que nos cuesta toparnos con nuestros errores, que nos ciegan los sentimientos. 

Los terapeutas no son seres infalibles, tienen -imagino, porque no he consultado a ninguno, aunque sí he investigado cuando me ha hecho falta para construir algún personaje para una novela-, métodos y disciplinas que ponen luz en el camino de quienes buscan su ayuda, y dichos profesionales favorecen y acompañan para que las personas que tratan sepan quienes son y lo que quieren, además de poder descifrar los por qué de sus comportamientos que no entienden, desbrozan y limpian de malezas anímicas la zona de la que parten -casi siempre es la infancia si son psicoanalistas- y conducen para que sus pacientes descubran a dónde desean llegar conociéndose y aprendiendo a paliar el dolor de los tropiezos, los desencuentros, los celos, las envidias, las injusticias -de los otros y las propias- el deseo de aprobación...

Doy por hecho que la labor documental para realizar esta serie tuvo que ser enorme y minuciosa, era la primera vez que los espectadores veíamos todas las caras y facetas del poliedro, los distintos puntos de vista, los enfoques, los ángulos, un lujo impagable, sentías que estabas con cada uno de los personajes en ese habitáculo en el que se respira autenticidad, una verdad que traspasa la pantalla y que te implica y hace que experimentes en carne propia el abismo al que ellos se exponen, quedarte en cueros, con todas las vergüenzas al aire, las meteduras de pata, las maldades..., no es fácil, y nos planteábamos no sólo la vulnerabilidad de los pacientes, también la de quienes los tratan.

Ese tipo de relación conlleva una clase de fe muy frágil, dado que te pueden mentir, e incluso manipularte, era la primera vez que, al menos yo, me planteé esa inversión de términos para comprender que ambas partes son vulnerables y que no es ni debe ser una relación de poder, tampoco desigual, que no hay juicio ni prejuicio, sino necesidad de llegar al conocimiento sincero y valiente del otro y que la demanda mutua de afecto puede nublar el entendimiento y provocar que se difuminen las fronteras, los límites, comprendí que no es un quid pro quo, por mucho que la sensación de igualdad alivie, y que no resulta fácil poner tu intimidad en manos de otro, y que ese otro no decide por ti ni va a decirte cuál ha de ser tú conducta.

La serie deja muy claro el efecto de transferencia y lo que el profesional tiene que hacer si se produce.

Este mundo y esta forma de vida no los hemos creado ni inventado nosotros, los de a pie, y es muy difícil remendar y reparar todos los descosidos si sólo tocamos lo individual cuando lo que está enfermo es el sistema colectivo.

Da una pena infinita asistir a la crisis de Paul en la que se pone en cuestión a sí mismo y también se pregunta si sirve para algo su profesión, el espectador tiene la respuesta.

Podría parecer que un formato dramaturgico puede resultar monótono, pero os aseguro que contiene el misterio que cada personaje ha de descubrir sobre sí mismo, al igual que la intriga y el suspense que te incitan al verle desde el sofá de casa paralelo al de la pantalla, quieres saber más, estás impaciente y el suelo y la tierra se mueven bajo tus pies y el corazón y la respiración se detienen.  

La serie es fascinante, si te gustan la introspección y los entresijos de las emociones que acarreas, no hay capítulo con el que no te sientas identificado en alguna parte.

 Ver cine también es como leer ya que alguien lo ha escrito transformando las palabras en imágenes. Ya sabéis, hasta la Biblia lo dice: En el principio era el verbo...", y éste es un extraordinario cine adulto.  

No tengo nada en contra de los zambombazos y disparos detectivescos, crímenes, persecuciones, juegos adolescentes, acción..., pero agrdezco obras como ésta porque su análisis nos hace mucha falta y creo firmemente que la verdadera acción se desarrolla en nuestro interior porque somos como un iceberg, lo importante siempre está por debajo de la superficie.

Un abrazo, cuidaos mucho.

Pili Zori

HIT, serie de televisión

 HIT.

Toda una experiencia ver la serie completa y de un tirón en Rtve play. Cuando la estrenaron no pude y agradezco que Tve guarde con mimo y conserve en los anaqueles de esta plataforma las obras que apoya. 

Los temas que trata son: el sistema educativo en la adolescencia que es la etapa más crítica, la que nos hace poner en cuestión el punto de partida vital, el relevo social, y cómo será el futuro en el pase de la antorcha que entregamos. En definitiva el salto decisivo y definitivo hacia el mundo adulto con todo el abismo y desconocimiento que conlleva: las decisiones, los miedos, las pruebas, frustraiones, la autoestima, el amor, el deseo, el consentimiento, los límites ¿dónde ponerlos?, el paro... ¿Qué entendemos por política?, ¿Cómo establecer una lucha constructiva y creadora de empleo?

El director Joaquín Oristrell nos plantea el debate educativo en la primera temporada en un entorno urbano y en la segunda también en el rural, y lo hace conjugando a los hijos con sus familias, abriéndolos en canal, creando equipo y sentido de pertenencia, sin brecha, sin bandos. ¿Quedarse o marcharse del lugar?, ¿amarlo, potenciarlo? y en la tercera temporada se adentra en la salud mental en esa misma franja de edad. No busca culpas sino remedios, con todas las luces y las sombras a la vista.

Me consta que muchas personas tienen pudor ante el arte de intenciones, lo que entendemos por cine social, como si las artes aplicadas fueran manipuladoras y proselitistas, no es mi caso, adoro los planteamientos didácticos, me gusta que me cuenten los conflictos vitales con ejemplos concretos y con la maestría de dotarles de toda la belleza artística que en sí mismos conllevan, si se sabe mirar, contemplar, y no me refiero sólo a la belleza estética, que también, sino a esa belleza profunda que se alcanza al mostrar lo de dentro por fuera, es decir sacar a la luz la introspección, y eso sólo se consigue escribiéndola, soy existencialista lo digo en el sentido más simple y literario de la palabra, no pretendo ponerme pedante, me interesa el ser humano, sobre todo el anónimo, ya lo he dicho otras veces, y su modo de relacionarse con los demás, sus conflictos internos, me importan el amor, la amistad, el deseo, los bajos instintos y también los altos... 


 A menudo creemos que una reflexión personal es propia, y después viene la sorpresa, porque tanto si somos conscientes como si no, pertenecemos a una línea de pensamiento situada en lo que llamamos nuestra generación y da la casualidad de que se produce en la adolescencia, una etapa en la que hay que tomar decisiones fundamentales, por eso es tan importante, y fue muy grato mi asombro al escuchar en una entrevista a Joaquín Oristrell, el autor de esta série, en ella comentó que cuando vio en los años 70 del siglo XX, el filme de François Truffaut Fahrenheit 451 exclamó: "¡Ah!, pero... ¿Se pueden decir estas cosas en el cine?, entonces yo quiero hacerlo, estar ahí, entrar aunque sea para llevar los cafés". Y a partir de ese punto de inflexión y de muchas horas de sesiones dobles se forjó este magnífico cineasta.

Quienes me conocen saben que de forma reiterada acudo a este largometraje Fahrenheit 451 porque también me produjo un impacto imborrable que todavía hoy y a mi edad me sigue explicando la vida, y por ello sentí un escalofrío al escuchar a Joaquín Oristrell, porque tenemos los mismos años, dos arriba o abajo, y es más que posible que este director y yo viéramos la película a la vez, cada uno en su ciudad, sin saberlo, en aquellos tiempos de cineforum, y compartir esa taquicardia común entre dos desconocidos es muy bonito, como lo fue escucharle a continuación decir que conoció a su pareja con quince años o dieciseis y que sigue con ella, la actriz Carmen Balagué y que él era entonces gordito y tetón, así lo expresó, (en la tercera temporada C. Balagué hace un papel precioso como cocinera -con síndrome de Tourette- en el centro de rehabilitación).Luis y yo también compartimos vida desde entonces, así que los cuatro éramos adolescentes como los que protagonizan las tres temporadas. 

Si me gusta mucho una película, o serie, suelo añadirle detalles de mi cosecha, como cuando era niña, que tras salir de la sala de cine, y una vez en casa, me colocaba sentada en la cama, y de cara a la pared arreglaba, añadía o quitaba lo que en mi opinión, porque aún no tenía criterio -¿o sí?- le faltaba o le sobraba a la peli.

En este caso me habría encantado que en la segunda temporada, Francis (Marta Larralde) explicase un poco más por qué no acepta la petición de matrimonio, ya sé que se sobrenetiende que ella no quiere ser un clavo ardiendo ni una tabla de salvación y que el miedo no lo siente por sí misma, sino por él, ya que aún no le ve preparado, queda claro, pero a mi juicio unas pinceladas más no sobraban.

Me encanta que Hugo (Daniel Grao) sea tan "entrometido", y que su nivel de compromiso roce tanto el peligro, tal vez fuera de la pantalla no sea posible una persona así, pero sí deseable. Es juez y parte, y sí se puede, porque cuando ama por encima del ego, funciona, con todos sus patinazos adictivos, sus ataques de pánico, o precisamente por ellos, lo único que funciona como una goma de borrar los errores es el amor, y no hay eufemismo ni sucedáneo que valgan.

En una reunión de profesores los compañeros dicen que los chicos tienen que demostrar... y Hugo responde que los alumnos no tienen que demostrar nada, y en otra escena recalca que no es justo estar diciéndoles que su futuro es una mierda y yo agrego que el futuro es suyo aunque lo compartamos, pero con sus pautas, y que es un crimen destruirles las expectativas.

Como veis el guión es extraordinario a la hora de sembrar verdadero debate que nada tiene que ver con la polémica, me quedé pensativa, porque yo misma aparentemente tengo los principios muy claros: que normal no equivale a normativo, que su porvenir es tecnológicamene distinto..., pero en cuanto me descuido me salen los ancestros incrustados con torniquete como si fuéramos el ejemplo a seguir y la mejor de sus herencias. Recalco de nuevo que su mundo no es ninguna basura, y que no hay que robarles sus esperanzas que para nada son ficticias.

Me gusta la serie porque en ella todos estamos representados, juntos y todos quedamos en entredicho y a la intemperie, pero a pesar de nuestros resentimientos enconados de nuestras limitaciones y defectos, o precisamente por ellos salimos adelante y de verdad, no porque no nos quede más remedio.

El elenco es magnífico, una nueva generación de actrices y actores muy buenos, y el de adultos -más conocidos- extraordinario. 

Un abrazo muy grande, Cuidaos mucho, gracias por las visitas.

Pili Zori

CUADERNO DE NOTAS: Celine Dion

 Cuaderno de notas.

 (A caballo entre artículo y relato inspirado en la "realidad" y plasmado en la ficción para buscar la empatía. "Artirrelat").

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ÁRBOL PARA REGALO.

Luz se acomodó en el banco del parque alargado que formaba pasillo entre la carretera general y su barrio, el carril de color granate semejaba una alfombra con pespunte. Hacía calor, no circulaban bicis.

Unos cuantos pasos y ¡hale!, ¡a sentarse!, ella que trotaba o iba al galope hasta hace cuatro días como Correcaminos, sólo le faltaba el ¡mic, mic!

El bastón la imitó apoyando la nuca entre asiento y respaldo, terso y brillante como un tobogán para gorriones, todavía poco experimentado y con riesgo de provocar la zancadilla a algún atleta despistado, ¿hacia delante?, ¿por detrás?, ¿tumbado en el trozo de banco libre?, ¿cuál será la posición correcta? 

¿Hasta cuándo? ¿Acaso habrá un hasta cuándo para guardarlo definitivamente en el paragüero? 

Complicaciones novedosas en tiempo de mala adaptación en el que lo nuevo no termina de ser bueno -se dijo con las piernas extendidas para no dibujar el cuatro con el cuerpo-, ¡qué número más tonto!, el de los suspensos, el de sentarse en un coche tras haber trazado la semicircunferencia dolorosa, el giro insufrible, y la nalga en vilo hasta que cae y se desploma contra el asiento bajo, y a tirar del muslo que se queda fuera, alehop, y para salir, buff... 

En fin, eso sí que es montar el número, yo que emergía de los automóviles a taconazo limpio -elevó los hombros- y ahora los palmípedos pies juaneteros cruzados en aspa, con zapatillas muy, pero que muy blandas, sí, ese movimiento sí podía hacerlo, antes no, cuando ya hizo crack la rodilla izquierda por tanto cojear por el lado derecho a causa de la mordiente cadera, a rastras, sin saber cuál era más de palo, si la pierna o el cayado, que no callaba azuzando en su aparatoso protagonismo el interrogatorio.

-¡Uy!, ¿qué te ha pasado?, ¡pero si eres muy joven todavía!, pues a la mujer de fulano la han tenido que llevar a una residencia porque, a ver, sin poder andar. 

Gracias, por los ánimos, oye -musitó el pensamiento tras la sonrisa forzada.

¡Ay, garrote pa mí!

¡No, no! -se apresuró a espantar la imagen- eso no hay que pensarlo porque dicen que el cerebro no entiende las ironías quejumbrosas y ambivalentes y se lo cree todo y entonces va y te agarrota más todavía el muy mamón mientras alega que se lo has pedido. Si ya estoy mucho mejor, no hay que ser aprensiva -se regañó.

Prometo que si salgo de ésta me llenaré de escamas en la piscina hasta que los pies se me queden como pasas. 

¡Anda! Lo mismo en otra vida fui sirena, la vieja sirena, ja, ja, ja, me miraré para ver si me sale cola bífida una de estas noches mientras duermo, si es que duermo.

A lo mejor es eso: que me estoy convirtiendo en un delfín, iba a decir cachalote -amortiguó la carcajada-, porque una cosa es hablar sola y otra muy distinta reírse sola sin el tfno. a la vista como quien se va a comer una tostada, y no quería dar miedo a los transeúntes, aunque no pasaba ninguno.

La nariz absorbió el aire en un agradable suspiro sonoro, relajado y tranquilo y de súbito, Luz contempló el árbol de enfrente -como si fuese una aparición aleccionadora- y se olvidó  de sí misma, ¿cómo había pasado inadvertido hasta ese momento si llevaba ahí... toda la vida de ella?, ¿más vidas? 

Un tronco hermoso, lleno de trencadis monocromático en marrón, de llaga profunda que recorría en filigrana la madera del robusto, inabarcable y majestuoso cilindro. 

-Mira tú, para ser árbol sí está bien visto ser gordo -se burló. 

Después acarició con los ojos, los nudos y las cicatrices y amputaciones de otras podas y recorrió con la mirada las ramas retorcidas, dando sombrilla de hojas ventiladoras, o sombraza -corrigió. 

La interrogación mental telepática casi fue audible por conmovida.

¿Y a ti también te duele tanta artrosis, en esta arboleda perdida? Pobrecico mío.

Volvió a pasar las yemas de los dedos en caricia imaginaria por esas acorchadas venas al aire.

 Seguro que sí, y no te puedes mover ni decirlo -chasqueó la lengua contra los dientes- sí, estás vivo, cómo no te va a doler, o te habrá dolido, y encima te morirás de pie... sin decir ni mu. 

Los iris se anegaron, la sal líquida escocía. 

Perdona, no quería decir eso -bajó los párpados y en un impulso se levantó sin coger el bastón, apretando las palmas contra el asiento, y sin importarle el qué dirán -que tanto le había estropeado la libertad y las alegrías en momentos álgidos- despacito llegó hasta él y lo abrazó con fuerza estremecida.

Elevó las pestañas y volvió a mirar la capota de las hojas que parecían corresponder al soliloquio de la interlocutora con clarísima elocuencia y gratitud en el viraje, curvo y hacia abajo, ofrecido para ella a pesar de que apenas volaba una brizna de aire.

Sonrió con plenitud ante las ramas de hombros inclinados o caídos, y musitó con emoción consoladora:

-No eres viejo, todavía cobijas en ti a los pajarillos de los sueños, los de la imaginación que en mi cabeza ahora son pequeños, seguro que por eso estás aquí, para que yo te escriba y te describa. Estoy pensando..., después comprenderás por qué te voy a bautizar, a dar un nombre, ya verás: vas a convertirte en un bello homenaje para una gran dama de la canción a la que a veces le sucede lo que a ti: que se queda rígida y se le detiene la voz atada como un nudo en medio de la garganta. Serás su regalo -hizo una leve pausa-, aunque ahora que lo pienso no sé si resultará apropiado, porque tú siempre estás quieto y ella tan sólo a ratos -de nuevo quedó ensimismada- como dice una amiga: "todo es interpretable", tal vez a la artista podría parecerle una mala comparación ofrecerte como obsequio, bien intencionada, eso sí, por algo bueno se me habrá ocurrido, digo yo, para mí, precioso árbol, eres un símil de amor. Las montañas tampoco se mueven y todavía son más grandes que tú, muchos elementos naturales viven en quietud eterna e imperecedera. 

Se produjo un agradable lapsus en el que entró otra elucubración:

Acabo de entender que si te encuentras tan cerca de mí será para enseñarme paciencia y reverencia porque aunque te echen el pis en la falda los perros, los críos te den patadas, y se cuelguen de tus brazos como tarzanes sin lianas y te claven serpentinas en las fiestas sin saber si te hacen daño, tú siempre permaneces ahí, majestuoso y estoico, como si no te afectara. Eso mismo tendría que hacer yo, sacudirme el polvo.

Sí -exclamó en un susurro al apoyar la mejilla en la rasposa corteza-, te bautizo: te llamarás Celine. 

De pronto sintió el rumor antiguo de la savia alborotada y sonora como un río, las hojas se inclinaron en rumoroso aplauso y bajo los pies de Luz se escuchó el lenguaje primigenio de las raices entrelazadas de todos los árboles del paseo, y como un milagro una canción de la gran diva se elevó por ese largo cuello de madera nudosa, se entretuvo por las ramas haciendo filigranas con la prodigiosa voz y finalmente escapó de ellas para alcanzar las nubes, por suerte no era la del famoso naufragio, sino The power of love.

Deshizo con pena el prolongado abrazo -alguien podría pensar que se estaba mareando- y se separó, pero con la firme condición ilusionante de que no se los iba a escatimar, prometió que lo rodearía con las manos cada día, y caminó hacia su casa -sin darse cuenta de que lo hacía con más brío y sin apoyarse en la cachava- mientras canturreaba melódica y para sí:

"Si tú eres mi hombreeee y yo tu mujeeer..."

Tampoco pudo ver -por incoloro- el vientecillo suave que le enviaron las hojas para besarle la espalda, no eran de arce, pero la increible voz canadiense de Celine Dion se elevaba sinuosa y sin rigidez hasta las cotas más altas en la ciudad de Luz, espacio completamente desconocido para la cantante cuya consciencia aún no sabía que sus sensibles y profundas baladas también anidaban juntas y en bandada en el árbol rígido que ahora le pertenecía.

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Te regalo este humilde homenaje, con inmensa gratitud, querida Celine Dion y con el deseo de que todo el amor que has dado te devuelva el grácil movimiento de tu garganta y de tu cuerpo en cualquier escenario, no tengas miedo por perder varias notas más arriba o más abajo, porque tú siempre serás tú, la inigualable y bondadosa Celine. Gracias por el legado, el de antes y el de ahora, puesto que siempre seguirás cantando.

Pili Zori

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P.D. Son muchos los cantantes que sufren la tragedia de perder la voz tras una entrega de años bestial y absoluta. El caso de Celine Dion todavía es más flagrante porque las crisis de rigidez le afectan a todo el cuerpo, pero su lucha y los cuidados que recibe son muy esperanzadores.

Os recomiendo el documental tan generoso que nos regala esta cantante única y tan grande, en Amazon Prime. Merece la pena verlo.

Gracias por las visitas, deseo que estéis muy bien, celebrando está pequeña tregua de frescor que nos concede el verano. Cuidaos, os quiero.

P.Z.

BENDITA PACIENCIA (BREEDERS), serie de TV

 He terminado de ver esta serie extraordinaria con pena porque se me acababa. 

Nos la presentan así: "Amas a tus hijos hasta el infinito, pero también los mandarías alllí, a ese mismo infinito", añado que el sentimiento es de ida y vuelta: amas a tus padres hasta el infinito pero también los enviarías allí en numerosas ocasiones. 

Martin Freeman -el creador e interprete de la serie-, agrega además a los abuelos y nos ofrece una hermosísima crónica coral de las cuatro estaciones de la vida. 

Frente a todos los estereotipos que se supone que hemos de alcanzar -objetivo impagable a precio desorbitado de sentimiento de culpa y de vergüenza-, M. Freeman nos libera y absuelve al contraponer la realidad: vida entrando como un maremoto que arrastra hasta la arena de la playa todos los miedos, incertidumbres, meteduras de pata, errores, decepciones, renuncias..., y bajo la irritabilidad ¡inevitable! digan lo que digan, siempre está el AMOR, sí, el de las mayúsculas, ese por el que darías la vida por tus hijos, el que sostiene, protege, borra, subraya...

Las voces se oyen, los besos no. Esta frase mía va para aquellos fisgones fiscalizadores que tal vez no den gritos ni se alteren, pero puede que hagan cosas peores o como mínimo equivalentes, eso sí con más glamour calculado y gélido, es lo que tiene "guardar" las formas, me pregunto de qué ingredientes se compone lo que guardan.  

El espectador amará a todos y a cada uno de los personajes a ratos y también los detestará a ratos, se contagiará del nerviosismo y abrirá la boca tres palmos al verse reflejado en el espejo en numerosas escenas. En mi caso hasta la espondilitis de Paul coincide con la mía y su tratamiento.


La magia de el cine y de la literatura es que puede mostrarnos lo que siente y piensa cada personaje mientras se relaciona con los demás, y los espectadores tenemos el privilegio de verlos por dentro y por fuera al mismo tiempo, y no por compartimentos estanco, sin embargo al otro lado de la pantalla el interior de los interlocutores suele ser un enigma. 

Es asombrosa la perfecta maquinaria que consiguieron para que toda la interactuación de la familia al completo influyese en cada uno de ellos y a su vez en el conjunto, os aseguro que no es fácil de escribir, incorpora además la conciliación laboral que brilla por su ausencia, y la ansiedad está servida, la menopausia precoz, el deseo de recuperar juventud, en este mundo "juvenilista" que tan idealizada mantiene esa época tan corta de nuestras existencias, la necesidad y tentación de volver a sentir el estado de gracia del enamoramiento... Los celos fundados e infundados, lo que sienten ambas partes.    

No voy a olvidar escenas magistrales como la de Paul en el coche con sus padres -no quiero destripar- "¡No todo gira en torno a ti!" le grita el progenitor tras ver derrumbarse su vida de pareja en segundos, ni la nota con las instrucciones para dar la calefacción, ya veréis el enorme sentido que cobra, el deseo de aprender -nunca es tarde- a cocinar, poner lavadoras... para hacer feliz a su esposa, la madre de Paul, y compensar así como penitencia aunque ella pueda entrar en el drama del alzheimer, la despedida que la abuela le hace a la "amiga" en el cementerio, la exclamación de la mujer de Paul, a las compañeras de la universidad cuando les vocea "¡Es mi gilipollas y le quiero!", el vecino que me habría encantado que tuviera más papel... En fin, ahí lo dejo, pero no pararía de enumerar pasajes de los hijos, y de la imprevisible vida que es quien reparte los papeles, nos creíamos -pobres ingenuos-, que éramos los protagonistas, que poseíamos el control, pero la aparición estelar se la reserva y adjudica ella que es quien de verdad lleva las riendas, la vida nos conduce, a veces tan sólo hay que dejarse llevar sin miedo.

Sé que cada cual tiene sus gustos, a mí me ha llenado la profunda ternura de esta obra pequeña y cotidiana en apariencia, que sin embargo es muy grande por la honradez y sinceridad con la que rompe con los convencionalismos hipócritas, y ya era hora de no meter en el saco de la desestructura los escollos con los que ha de tropezar y de luchar el amor. Somos adultos y sabemos distinguir perfectamente el fondo de la forma. 

Mis preferencias son la introspección y el existencialismo y esta obra que no quiero definir como comedia dramática por mi aversión a etiquetar, ya que es mucho más que un género, responde con creces a mí predilección.

Hasta el próximo encuentro, con el cine, las series, los libros, y las opiniones, que son lo mejor que tenemos.

Un abrazo cuidaos mucho, os q. 

Pili Zori

LA BRIGADA DE LA COCINA, película de Louis-Julien Petit

 Esta aparente comedia ligera profundiza, sin embargo, en uno de los temas más candentes de la actualidad, y me ha dado mucho en que pensar. No os preocupéis no hago spoiler. Tan sólo compartiré mi experiencia tras verla, los sentimientos que me ha despertado, las reflexiones que me ha suscitado, el estado de ánimo que me ha producido.

Frente a esta bola del mundo tan pequeña y tan metida en conflictos de enorme inmadurez egocéntrica y cruel, tal vez, sólo "el tal vez" esperanzado de los escritores de cine y de sus artistas nos acerque con el objetivo de la cámara a la verdad en primer plano para que comprendamos, y nos tome de la barbilla obligándonos a mirar de frente y no hacia otro lado. 

Nos están inculcando, inoculando que la culpa de nuestro deterioro y declive la tienen los pobres que vienen a Occidente, huyendo de guerras, hambre y miserias, y el bajo instinto despectivo de quienes deberíamos acoger con los brazos abiertos y sin prejuicios a los necesitados -tal y como nos gustaría que lo hicieran con nosotros si estuviéramos en su mismo lugar-, se canaliza sin embargo contra ellos: 

"¡Anda y que se mueran de hambre, pero lejos de nuestra vista!", ¿verdad? (espero que se sobreentienda el sarcasmo, la tristísima ironía, nadie dice eso a las claras, pero el pensamiento a menudo se suele transparentar).


Os pido perdón por mi tono y por la bronca de la que no me excluyo, por suerte sé que hay honrosas excepciones admirables, grandes personas y colectivos menos ruidosos, menos nombrados en los informativos que sin embargo se dejan la piel desde la otra perspectiva para ayudar, para mejorar el mundo y para que el día de mañana no tengan que avergonzarse de su paso por la historia.

El liberalismo feroz tan de moda en esta nueva oleada cíclica, nos dice barbaridades tales  como que quienes quieran y necesiten que sus dolencias y enfermedades sean atendidas en un tiempo de espera humanamente adecuado ¡que se lo paguen!, además de lo que ya entre todos hemos sufragado con creces durante toda la vida y que da de sobra para atender al país entero y a quien venga, puesto que no estamos todos los santos días en consulta, con organización y buen reparto de tareas y dinero en cada área está solucionado, pero el liberalismo también nos vocifera ya sin sutileza que quienes aspiren a estudios académicos ¡que apoquinen!, y que quienes vengan detrás ¡que arreen!

Que ¿cómo lo consiguen?, pues muy fácil, con labor de zapa, y así, a la chita callando se rompen los pilares de los edificios de bienestar social tan trabajosamente erigidos durante décadas, lo hacen de forma suave y subterránea: no contratar, no sustituir jubilaciones, pagar menos, arrinconar, crear mal ambiente con protocolos burocráticos que no prioricen al enfermo, y aburrir haciendo la vida imposible hasta que los profesionales se busquen el sustento en otra parte y los enfermos aguanten, o cronifiquen o la palmen.

Y el juramento hipocrático a tomar viento, y el código deontológico antigualla olvidable. ¡Vivan las vocaciones! 

No tengo nada que objetar contra lo privado, cada cual que haga lo que mejor le venga, con su sueldo, sus ahorros o sus préstamos, pero sí recalco que sin que sustituya o destruya a lo público, hay que garantizar porque sanidad, educación, trabajo, techo, comida..., son derechos humanos -aunque algunos osen decir con toda la desfachatez que si no puedes comer dos veces al día comas una, mientras ellos riegan con buen vino una exquisitez de restaurante de firma, y añaden jactanciosos que siempre habrá ricos y pobres, y gente superior a otras personas -diferencio a propósito gente y personas, los significados son distintos y el título de persona no lo alcanza cualquiera-, y que no te quepa la menor duda de "el porque yo lo valgo" que tan a gala llevan los que se creen privilegiados por derecho propio, se debe a que consideran que se lo han ganado con creces, ¡Ja! Qué  bien vendría ahora recordar a Buñuel y su largometraje "El discreto encanto de la burguesía", o mejor todavía su otra película  "El ángel exterminador", piensan que los trabajadores están a su servicio porque para eso les pagan, no creen ni respetan el intercambio que consiste en entregar tu fuerza de trabajo a cambio de un salario. 

Louis-Julien Petit

En fin...

Y para colmo en ese punto van y se arriman algunos de los de a pie porque también se sienten crème de la crème, y sacan pecho henchido y ufano pensando que pertenecen al bando de los que manejan el cotarro porque sarna con gusto no pica y para eso tienen bienes que cubren los males, y por el momento pueden costeárselo. Vivan las apariencias.

Poderoso caballero es don dinero, parece que la vida se reduce a conceptos económicos, y a sacrificios entregados al becerro de oro no vaya a ser que se enfade.

Pero ¡Ay amigo!, lo que al parecer no sabes es que caer en desgracia, o en pobreza es más fácil de lo que crees: un préstamo solicitado en los buenos tiempos que hay que saldar cuando llegan los malos, un aval, una hipoteca, un mal divorcio, un mal socio, un negocio fallido, un cambio de moda en los gustos del cliente, el paro..., y la ruina sí que está asegurada, pero es que aunque así no fuera y por fortuna nos mantuviéramos en el bienestar toda la vida, pienso que no venimos a la existencia para situarnos en el primer lugar de la escalera -de este mundo falsamente vertical- caiga quien caiga, alcanzando el peldaño más  alto a patadas y a codazos.

Pero este pregón de "yo soy más que tú porque te pago y para eso pongo los medios de producción o de reparto y tú vales menos que la mercancía que organizas, colocas y trasladas" pues hala, quédate ahí solico y con tu pan te lo comas " lo hacen sin que se les caiga la cara de vergüenza y se quedan tan anchos y tan convencidos sin poner en cuestión ninguna de sus palabras.

Llegarán otros tiempos y las consecuencias de la deshumanización las pagaremos unos y otros por igual y de arriba a abajo, porque los de la patada hacia cielo en el ascenso también caen vertiginosamente en el descenso -hay ejemplos calcados de épocas no tan lejanas-, y entonces surgirán el rechinar de dientes y las lamentaciones ya sin remedio.

Somos seres sociales, todos necesarios, incluso los que convertimos en mal llamados "parasitos" porque nadie lo es si no se le abandona.

 Y la prosperidad que enorgullece nuestro sentido de pertenencia sólo se consigue si estamos juntos, uniendo nuestras fuerzas, nuestras individualidades genuinas, cada uno y cada una en su afán. Hablando con valentía  y honestidad y buscando acuerdos. 

A ver cuándo se enteran los políticos de primera fila de que no son protagonistas sino servidores, y que los demás no estamos para entretenernos delante de la pantalla con sus luchas intestinas ni con su mala baba, sino para ver cada día en qué se ha invertido el trabajo encomendado y cuáles son los resultados. Que esto no va de tener seguidores como los influencers, o partidarios.

Se supone que nacemos con sentido de la justicia, de la equidad, otra cosa es que el globo inflado de nuestros egos nos nuble la vista como si fuéramos los microbios más importantes del universo. Una pena.

No vamos a nombrar de forma eufemística a lo que es puro y duro egoísmo, y darle el nombre de liberalismo a una ideología que favorece a los avasallantes abusones con su jaculatoria: "si tú no puedes, ¡pues te jodes!, o ¡haberte espabilado!", lo que hay que aguantar,  ya me parece en sí mismo un atropello que esa línea de pensamiento conlleve el concepto de libertad en su titulo siendo en realidad tiranía encubierta.

Somos seres sociales y estamos enlazados, nos guste o no, y de un modo u otro pagamos las consecuencias, si uno de nosotros se suelta de las manos de los compañeros que tiene a cada lado y cae, el círculo mágico se rompe y se tambalea. 

La película es muy bonita, al igual que su ligereza en clave de comedia, pero como digo a menudo: se sabe que una comedia es buena si su contenido puede transformarse en drama una vez quitados la miel y el celofán. El cine social francés aprovecha muy bien este formato y obtiene magníficos resultados. El final es conmovedor.

Sé que soy muy sesuda y demasiado seria, os pido perdón por el mitin, no soy quién para atreverme a pontificar de esta manera, puesto que no debería mirar la paja en el ojo ajeno teniendo la viga en el propio, pero tiene que haber de todo en este mundo, qué le vamos a hacer, y de vez en cuando me dan estas pataletas y me permito el desahogo aunque yo no sea el mejor ejemplo. Lo único que intento es comprender como buenamente puedo.

Cuidaos mucho. Un abrazo, os q m. 

Pili Zori.

URBAN, serie de TV

 Tenía mucha curiosidad por saber en qué consistían las "peleas de gallos", es decir: esa forma de expresión de rap urbano en estilo libre que no está exenta de lírica, métrica, fonética, pausas dramáticas, rimas, dialectica... y que a tanta gente joven convoca para escuchar el debate y ver quién de los dos enfrentados lo gana. 

En esencia no deja de ser lo mismo que sucede en otras prácticas más "ilustradas", uno ataca subrayando los defectos del o de la rival y el otro o la otra se defienden con mayor o menor elegancia, con más o menos honradez, tampoco nos vamos a extrañar ahora del juego sucio y de los ataques por sorpresa si los vemos a diario hasta en el Parlamento, y al igual que en él, hay arremetidas más machistas y retrógadas y también más feministas y avanzadas.

Me ha gustado mucho la serie en global y también capítulo a capítulo. No sé si quienes practican estas peleas se identifican con esta obra, pero a los "profanísimos" como yo sí que nos llega.

El arte busca caminos en cada generación, y a veces la canción se hace poesía y la calidad de las letras -como en cualquier disciplina artística- depende de si quien compone tiene mayor o menor talento y capacidad para transmitir y establecer vínculo y corriente afectiva. 

En cualquier caso guste más o menos, esta expresión no deja de ser un espejo que devuelve el reflejo social sincero y real -con su luz y con su sombra- de las muchas formas distintas de relacionarse que coexisten.


El tono es de bronca, ataque y réplica, pero siempre confrontan desde la palabra, más o menos "sincericida", más o menos cruel. Y sin temor a que nadie me excomulgue me atrevo a añadir que ya en el siglo de oro se producían estos duelos verbales entre poetas y dramaturgos, y hoy valoramos el ingenio de unos pocos de aquel tiempo una vez  cribados los demás.

 El argumento de la serie no por conocido tiene menor interés: toca los grandes temas pero sin caer en tópicos manidos, se sitúa en el salto del umbral que cada adolescente o joven ha de dar hacia el mundo adulto sin saber si abajo sólo está el vacío, y en lo dolorosas que resultan las incertidumbres, habla de la amistad brutalmente puesta a prueba, porque los sentimientos en esa etapa de adolescencia y juventud son tormentosos, describe la búsqueda de tu lugar en el mundo, de la presecución de los sueños en ambos caminos de ida y vuelta: cuando tú los persigues y cuando ellos te atrapan persiguiéndote a ti, del precio que estás dispuesto a pagar por el "triunfo" incluso en billetes de traición, cuenta los peligros de caer en manos de sustancias tóxicas y también de relaciones dañinas, de lo difícil que resulta entender en qué consiste en realidad el éxito o el fracaso.

A su vez es una oda a la vida de las provincias más pequeñas, no todo hay que buscarlo en Madrid o en Barcelona, quedarse o irse no debería ser sinónimo de cobardía o valentía. 

Málaga vista desde la vida cotidiana de sus habitantes es algo muy distinto a la mirada de quienes la visitan. La serie está llena de amor hacia ella expresado en sus dorados nocturnos que se duplican e invierten en el mar, así es la existencia, boca arriba y boca abajo al mismo tiempo. 

No sé si en la vida real se sostendría el contenido de esta obra, no me muevo en dicho ambiente, así que no lo puedo constatar, aunque no hay tanta diferencia con el salto desde el otro umbral: el de la vejez, esa última crisálida que al romperse asusta lo mismo y encima con la desventaja de que en principio el futuro y la lucidez son más cortos, más pequeños, y el vuelo y el espacio que queda por recorrer también, pero al menos en la artística -que tal vez sea más real todavía, ya que pone la vida del revés para llevar a la vista lo de dentro por fuera y hacer así, a pecho descubierto, la catarsis-.

Estamos todos juntos y no es tan difícil amarse y comprender si te olvidas de la edad del pergamino de piel y descifras en él todo lo escrito. Los sentimientos son universales aunque parezcan muy locales.

Enhorabuena a la dirección y a todo el elenco, al parecer se rodó en 45 días, me parece alucinante, un trabajo muy bello.

Si os apetece entreteneros es una serie cortita.

Deseo que estéis muy bien, cuidaos mucho.

Un abrazo.

Pili Zori

"Un amor", de SARA MESA

 Como dije en la entrada que le hice en el blog a su novela Una familia, hay espejos en los que no nos gusta mirarnos pero Sara Mesa nos los pone delante ¿con qué fin? Lo desconozco, aunque subjetivamente me atrevo a decir que a la autora le gusta desmitificar conceptos manidos y artificiales, ideas institucionalizadas e hipócritas que amparadas en los lugares comunes tal vez le hayan hecho daño, o simplemente duelen sin que nadie las ponga en cuestión.

La escritora no pretendía poner en solfa los ambientes rurales que suelen ser vistos de forma bucólica e idealizada, casi siempre con razón, pero no olvidemos que también tienen cara b, y ese es el subrayado que la escritora hace de pasada.

Sara Mesa se limitó a elegir un espacio árido, agreste y hostil de interior, sin mar, sin playa, sin montaña, sin encanto… que la protagonista elige como retiro temporal o huida de un episodio laboral que ¿le avergüenza?, ¿por soberbia?, ¿se va por dignidad?, ¿escapa de una cárcel invisible en la que dicha mancha con seguridad sería rebozada y cobrada a precio de vejación a cada paso? El lector decide. 

Nat, diminutivo de Natalia, ese es el nombre del personaje principal, cae allí porque ha encontrado un alquiler barato en una pedanía sin raíces a la que han ido a parar forasteros de distintos pelajes, con sus reglas comunitarias difíciles de descifrar para ella e impositivas. 

De camino hacia la “vivienda” ya la recibe una pintada insultante y antigua en otra pared que nadie ha borrado -muy significativo el linchamiento recordatorio-: allí vivió una pareja incestuosa de hermanos, no vaya a ser que se le olvide a alguien el pecado. Como es natural no veo bien ninguna relación de incesto, pero lo que no justifico es la utilización del apedreo de jauría, ya sea simbólico o real. La pincelada es anecdótica en apariencia, pero tras leer otras obras de la autora sigo comprobando que dice lo máximo en lo mínimo sin conducirte, sin mensajearte, sin opinar sobre ello, y que bajo cada apunte descansa un iceberg.

En mi opinión su estilo narrativo es el del escultor que va retirando el mármol que sobra hasta que a base de Cincel, maza, martillo, puntero y diamante aparece la vida en el corazón de la piedra. Estaba en el interior y ella la saca de ahí para mostrarla.

Por fin Nat llega a SU casa de alquiler, que está hecha una ruina, con goteras, problemas de cañerías, llena de suciedad… y un casero invasivo que entra allí a cualquier hora como Pedro por su casa con actitudes de patán prepotente, y de estafador anticuado, miserable y pesetero. Como presente le regala un perro mal cuidado que campa por sus respetos, se supone que están en el campo. El papel de Sieso, así bautiza al can, también levanta otro debate ampolla sobre la libertad y ¿sus peligros?: ¿atar, desatar, domesticar...?

En esa localidad también vive un matrimonio de ancianos, la esposa padece Alzheimer y Nat que se encuentra en un momento de bloqueo con su traducción decide ayudar a la mujer -con enfermedad de olvido- que tiene otras normas afectivas, sin convenciones, más esenciales, lavar su cuerpo en caricia, sentirse familia de alguien -sin memoria- que la mira como si lo fuera es un bálsamo.

Recordar sin dolor los posibles abusos infantiles con el estampado de la culpa y la suciedad en la piel que imprimirían los otros al saberlo... Lavar, ungir, con su significado piadoso, reconstruir, embellecer con plantas... Todo en la narración está anotado con el trazo rápido y brillante de la estela de un cometa, esa es la rúbrica, pero no juzgado por la autora. Porque tal vez lo importante no sean las respuestas estereotipadas sino las preguntas a cada ser, a cada psique, a cada alma.  


La puesta en escena me recuerda lo que a menudo me decía una persona muy querida que debido a su trabajo pululó por dichos ambientes y pensiones:

 “Los pueblos para los de los pueblos”. 

A pesar de los maravillosos ríos trucheros, amorosos paisajes, románico y demás alicientes,  pero como contrapartida también está el paisanaje, con buenos y también con mezquinos, con viejas del visillo incluidas y rencillas ancestrales. 

Claro que tienen maravillas para que un urbanita se retire a sus cuarteles de invierno y se sienta libre en los ámbitos naturales, y habitantes solidarios, buena gente, por supuesto, pero por otra parte también existe la fiscalización, la picaresca de cobrar a precio de oro las artesanías culinarias, y los alquileres de cuchitriles a precio de loft, con una clase de sentimiento de superioridad basado en la picardía, y con esto no intento ofender porque lo mismito ocurre en los barrios de las ciudades con sus maledicencias, difamaciones, cotilleos…, y también con sus personas extraordinarias y llenas de dignidad, como en cualquier grupo humano. No es bueno idealizar sino aceptar y comprender para poder adaptarte, si es que te lo permiten, incluyéndote tal y como eres, con todo el respeto por tu singularidad y diferencia, y eso es lo que nos muestra cuando escribe Sara Mesa: el equipaje completo, individual y colectivo, público y privado, su mirada social es muy potente, y como dije cuando leí Una familia, mete el escáner, el endoscopio y el estetoscopio y no queda rincón sin diagnosticar.

Pero el quid del debate sobre la novela no está sólo en la atmósfera amenazante y opresiva que lo envuelve, sino en si lo que le sucede a Nat es o no amor, o dominio y sumisión.

***

Aclaro que hablaré de forma hipotética para no desvelar, aunque la tensión no la crea la autora con el desenlace sino que impregna toda la historia plagada de malentendidos, acercamientos y desencuentros y dificultad para la comunicación. 

Cada página contiene esa vulnerabilidad latente y primitiva que recorre la novela por completo. 

En cualquier caso como digo otras veces, si aún no la habéis leído, podéis volver aquí cuando lo hayáis hecho y así me quedo tranquila por si de mis palabras se deducen o desbaratan los elementos sorpresa.

Es fácil desde fuera juzgar y exclamar: ¡Pero por qué esta chica no ha cogido el petate a la primera de cambio y se ha marchado aunque sólo sea por instinto! 

Pues porque en el intento de adaptarse surgen el desvalimiento y la soledad. Contemplamos la invasión buena de Piter (escrito como se pronuncia) al que apodan en Escapa –nombre de la pedanía- como “el Hippie” que diseña vidrieras, así nos lo presenta la escritora, es esa clase de persona que se hace la imprescindible para ayudar, pero que con la excusa de los favores que nadie le ha pedido también se apodera de ti, o lo intenta, ese deseo bienintencionado de doblegar la independencia de una mujer sola, exhibiendo protección  que en realidad es preponderancia, superioridad más educada, pero ejercicio de poder al fin y al cabo sin el respeto debido ni en el fondo ni en la superficie. 

Así mismo conocemos al casero, misógino que la trata como a una posesión que ahora vive en su casa por su beneplácito -aunque le pague, ha de ser en metálico- y que anda al acecho del escote de Nat para ver si cae pieza, y antes de que lo desprecien desprecia con el ¡pero tú qué te has creído pechiplana! -perdón por no citar con exactitud- y lindezas similares, el tosco que disfruta amedrentando y señalando su incompetencia de “niña de ciudad caprichosa como todas”

Y dejo para el final la presentación del Alemán, Andreas, coprotagonista, que desata en ella sentimientos genuinos en apariencia por ambas partes, pero no vamos a hacerle responsable sólo a él de como evoluciona o involuciona la relación. 

No en vano ella es traductora y ha ido allí para dedicarse plenamente a dicho trabajo transcribiendo a su vez a una dramaturga que creaba en otro idioma diferente a su lengua de origen, y en ese símil, buscado a propósito o no por la autora, encuentro el reflejo de la dificultad que Nat está teniendo para interpretar bien a los otros, para elegir las palabras que usa y las que lee o escucha.

Sí, ante la insólita proposición del Alemán y su curiosa oferta de trueque nacen en ella sentimientos de sumisión, obsesivos, posesivos, de dependencia, de deseo de exclusividad, de celos...

Sara Mesa explora el abuso de poder sutil en todos los ámbitos y aspectos cotidianos, en mujeres, en hombres, en niños…, esos detalles que pasan inadvertidos hasta que ya te han atrapado, como cuando no te atreves a dar tu opinión mientras otro cacarea la suya con contundencia –utilizo sus propias palabras aunque no de forma literal, se las escuché en una entrevista que le hicieron- y es que una cosa es lo que debe ser y otra muy distinta la realidad.

 “¿Son tóxicas las personas, o lo son las relaciones?” -cito al escritor Francecs Miralles que inteligentemente establece dicho matiz-. ¿Acaso alguien ha sabido desmenuzarlas separando todos los ingredientes? Estamos en ello, es lo que intuyo que busca la autora.

 ¿De qué hablamos cuando nos referimos a la reciprocidad en el amor?, ¿de respeto, de pasión, de igualdad, de conexión, de certeza? 


El interior anímico de las personas con todos sus resortes y círculos todavía está inexplorado.

 Cuando alguien se ¿enamora?, o se ¿encoña?, o como queramos nombrar eso que le ocurre a Nat (continúo hablando en hipótesis, no pretendo desvelar o hacer espóiler), si no es correspondido en igual medida y el intercambio resulta desigual, pero no se da cuenta, no hay por qué abochornar a quien se equivocó e interpretó mal las señales, opino que la humillación no debería ir en el lote. 

Tampoco venimos a este mundo para que sepamos defendernos, nadie se espera bofetones sin mano, confías, hay que dar tiempo a la reacción y pensar que como dijo Publio Terencio “Nada de lo humano me resulta ajeno” así que si también los lectores nos vamos a situar por encima de Nat y juzgarla, pues apaga y vámonos.

La novela tiene varias capas de profundidad y en esas honduras de los amores cenagosos caen muchas personas. Nada hay nuevo bajo el sol. 

Sara Mesa se limita a retratar esas facetas.

La novela “Un amor” me ha generado impotencia y malestar, tal vez porque me he sentido engañada por el título. Para desengañarme le pondré interrogaciones ¿Un amor? Y así me reconcilio. 

Esperemos que ninguno de los personajes repita patrón y que los lectores y lectoras también incorporen la alerta, le deseo a Nat que en el aprendizaje encuentre un amor verdadero, duradero, lleno de confianza y comunicación y una estancia más bonita en otro pueblo de personas generosas, abiertas, avanzadas y acogedoras que no pasen facturas de amistad ni busquen provecho.

Un abrazo, hasta el próximo encuentro, cuidaos mucho. 

Gracias por vuestras visitas.

Pili Zori