CUADERNO DE NOTAS: DÍA DE REFLEXIÓN

Estamos en el periodo de reflexión y a ello me dispongo antes de que se emita nuestro voto.
A mi modo, intento atisbar el trasfondo y el porqué de alguna tendencia en concreto que en el presente me parece incomprensible y desearía ser capaz de desgranar al menos algunos de los posibles motivos que llevan a votar un discurso tan trasnochado y casposo pero no por ello exento de peligro:
Hay mucha gente que no siente orgullo por ser nombrada como clase obrera o trabajadora, quizá porque en su escala de valores se halla incrustada la falsa premisa que considera dicho título como inferior, y la palabra “clase” no como conciencia de ella sino como la definición del status superior al que quiere parecerse, “fulano es un tío con clase”, de manera que tal vez -y debido a que tienen esa convicción- intenten exhibir los signos y señales económicos que emulan e identifican la apariencia de quienes ellos creen que están situados por encima en la escala social para así sentirse igualados: un “buen” coche, es decir un automóvil caro, una “buena” casa: “unifamiliar o pisazo”, un modo de vestir con firmas o marcas y “niquelao”, la fachada ya está lista. Ahora falta la manera de “pensar como es debido” afluente del largo río que ha recorrido décadas de dictadura unidireccional y que sin duda -en el interior de muchos hogares- se ha seguido regando casi a escondidas hasta que la planta estuviera frondosa para sacarla al exterior con aplomo y sin sentir ni un ápice de vergüenza, porque el momento ha llegado, vuelve el tiempo de los monopolios (como veis evito decir de los fascismos porque últimamente están más indefinidos, de nuevo exaltan a la patria o a la raza, se sobreentiende que si hay extranjeros pobres llamando a la puerta pues ya tenemos enemigos, ¡hala!, a armarse como dijo Charlton Heston presidiendo la asociación nacional del rifle, ya se sabe que todo lo que viene de los EE UU es de calidad inigualable puesto que lo propugna la potencia del país más “adelantado” del mundo, ¡preparados!, ¡listos!, ¡apunten! ¡fuego!).
“Educar en valores” lo llaman ahora, idea que proviene de ese mismo estanque de más de cuarenta años y que contiene una sola religión, el clamor de “lo que aquí hace falta es mano dura”, “esto no es libertad sino libertinaje”, “es que según va vestida lo está pidiendo a gritos”, "Usted no sabe con quién está hablando", “juntos pero no revueltos”.
Eso sí, si toca divorciarse “viva la incoherencia”, y el dinerillo negro fuera del mapa, si la nena se desliza… “ahora no, que tiene que terminar la carrera, y con ese pelagatos menos.” Pues a beneficiarse de lo conseguido por los plebeyos, con alguna salvedad por supuesto: "lo de éstos a oscuras no vayan a casarse los dos maromos por toda la cara y a plena luz del día buscándonos el deshonor y la ruina", "una mujer vistosa y tradicional hijo, que sepa estar, y luego a hacer de tu capa un sayo si es que la manía no se te pasa, que la vida si uno quiere es un amplio y hermoso armario.” “Y Hacienda vosotros, que eso de que somos todos… Bien me lo he sudao para que vengan a llevárselo crudo quienes nos quieren inflar a impuestos”.
Ah, amigo, pero para incordiar y desconcertar surgen como setas profesores con coleta, economistas con rastas, ingenieros agrícolas que cuidan ovejas para resucitar la España vacía…"¿para qué les hemos dado estudios? ¡ay qué sofocón!, ¡qué disgusto!", y esa colección de incongruencias que promueven hijos y nietos que visten sin traje pero que saben llevar corbata cuando corresponde, y que tienen coche grande y casa ancha –eso sí, con hipoteca- para transportar y criar a los niños, para meter la compra en el maletero profundo, aunque usen más la bicicleta, tan diversos tan dispares… "¡qué tremendo despropósito!, ¡esos descamisaos no tienen derecho a vivir como nosotros!, una merienda de negros, es lo que es este batiburrillo de gamberros y sospechosos del demonio que a saber lo que hay detrás, que nadie da duros a pesetas…, a dónde vamos a llegar. ¡¡¡Esto es el acabose!!!”. 

Y lo de “Libertad, igualdad, fraternidad… cosa de los franceses, que siempre la están liando…”

¿Qué? ¿verdad que como decía al principio suena antiguo y casposo? pues es lo que hay. Ah y se me olvidaba, ¡que viva la pena de muerte!

No conciben la entrega sin obtener beneficio, la solidaridad cercana, el voluntariado social laico. Y entonces ofenden sin miramiento a esa persona tan generosa y tan maja que tienen tan próxima y con la que siempre pueden contar, pero que no saben a quién vota, y se permiten la ofensa de comparar a Vox con los izquierdosos... y afirman sin cautela en sus narices: “porque los extremos se tocan”. 

El pensamiento único es lo que tiene que se cree con derecho a privilegios que no otorga.

Y llegados a este punto quien escribe estos renglones se inunda de pena mientras clama en el desierto con impotencia ¿a esos quieres parecerte? porque siente que el problema de su país tan amado tal vez sea la falta de identidad, no saber poner nombre a la pluralidad y ese miedo tan enorme a ser libre por no haber practicado durante tantos años.

P. D. Espero que se sobrentienda el tono irónico de mi pobre soliloquio.

Un abrazo.
Pili Zori

CUADERNO DE NOTAS: VOTAR Y SEGUIR LUCHANDO


Mientras las empresas privadas se comporten como dictaduras que castigan subrepticiamente a las mujeres que deciden tener hijos y criarlos, y les corten de raíz ascensos o desarrollo aunque su eficacia en el trabajo sea brillante, mientras se penalice sin decirlo a quienes no se quedan a trabajar fuera de su horario laboral, mientras no se vigile el mobbing, mientras no se paguen salarios dignos que permitan mantener en pie a tu familia y a tu casa, vestir, dar de comer a tus hijos, enderezar sus dientes y ponerles gafas, escolarizarlos para que lleguen a la universidad o a las escuelas especializadas en la vocación de oficios… ya podemos hacer maravillosos debates televisivos al estilo yanqui y vestidos como John Fitzgerald Kennedy, y presentar preciosos programas de partido globales que hagan juego con los demás Parlamentos Europeos que mientras no se vaya al detalle, ni se trabaje a pie de calle ni se inspeccione dentro de todos y cada uno de los departamentos de empresas privadas o públicas que garanticen los derechos porque mientras no se cumplan o se apliquen uno por uno todos los artículos de La Constitución ya nos podemos desgañitar masticando y escupiendo por la boca pedazos de democracia que la felicidad social –aspiración legítima y posible- jamás llegará.
Es necesario luchar, pero hay que luchar bien comenzando desde el primer peldaño en cada uno de los oficios de vivir, si no lo hacemos así todo lo demás se convertirá en esclavitud, traición y avaricia.

"RUMBOS", película de Manuela Burló Moreno


Extraordinaria de principio a fin. Un nocturno poético de vidas cruzadas que desconocen su conexión entre sí, las aparentes soledades viajan en distintos transportes hasta el amanecer; la voz persuasiva, psicoterapéutica y dulce de la locutora Julia Otero, (que interpretó para esa noche el registro más íntimo que requiere el formato de los programas de esa franja horaria en los que se invita a la confidencia) es el pespunte que une dichas existencias.
Con diálogos hondos y brillantes, el magnífico elenco de actores aguanta el primer plano sobre el rostro, en el que resulta imposible mentir o utilizar trucos de interpretación sólo física, no queda otra opción, hay que transparentar bajo la piel y subir a los diminutos gestos de la cara el sentimiento, el pensamiento… para asomarlos a los ojos, para encontrar el tono y matiz exactos en el quiebro de la voz, de la inflexión, de las decisiones, del cambio y que todo ese mundo que se remueve en el interior de la actriz o del actor aparezca en la garganta y salga por los labios, y el logro consiste en hacerlo dentro del constreñido habitáculo de un automóvil: un coche particular, un taxi, un camión, una ambulancia, un descapotable, un autobús… son los vehículos que transportan por una ciudad refulgente como una joya que -como diría o titularía Javier Marías contiene a “Todas las almas”- a unos cuantos ejemplos del pulso, del latido unísono y urbano; esos automóviles llevan dentro las zozobras, decepciones, y también esperanzas de sus conductores, copilotos y pasajeros.
Al entrar en la película asistimos a la entrega del testigo o de la antorcha en la que la frase de amor "Prometo que nunca te faltarán los besos" y que conquistó a la esposa de un taxista (Karra Elejalde) -que trabaja de noche para estar más tiempo junto a su mujer (Nora Navas) durante el día- finalmente no sirve, y sin embargo sí vale para otros: Para el camionero (Fernando Albizu) que no sabe cómo declararse a la mujer (Carmen Machi) con trágico pasado que le ha enamorado por primera vez en su vida.
Observamos expectantes y con preocupación el tumulto interior de dos adolescentes (Emilio Palacios, y Christopher Torres) que trasladan a toda velocidad -dentro del descapotable tomado sin permiso- la necesidad de estampar el vértigo y el miedo que sienten ante el umbral de la transición, del salto hacia la vida adulta sin protección ni paracaídas.
Nos introducimos en la ambulancia para escuchar los merecidos sueños cumplidos del conductor (Ernesto Alterio) y la decisión que -gracias a sus sutiles y respetuosos consejos- toma su compañero (Rafa Ordorika), pero un giro temido y a la vez inesperado  tras ese canto a la amistad nos cortará la respiración: tendrán que acudir a un desenlace -no necesariamente triste- que jamás habrían querido atender. La vida es frágil, muy frágil.
Y por supuesto falta el broche de oro que curiosamente se produjo en el arranque del filme, en el comienzo y para desencadenar, y no es contrasentido en este caso que utilice el infinitivo desencadenar unido al del verbo abrochar porque el largometraje está lleno de enlaces y desenlaces, de amor y desamor, de esperanza y desesperanza…  puesto que todo pasa, todo queda, y también se acaba para volver a comenzar.
Así empieza la película, con la chica (Pilar López de Ayala) que el día de la boda de su hermana y a punto de ir a vivir con su novio es abandonada por él (Miki Esparbé) que tiene la desfachatez de romper con ella manipulando e invirtiendo los términos para que se sienta culpable de lo que en realidad le ocurre a él por su falta de compromiso. Ella, tras bajarse del coche, tomará el taxi de Karra Elejalde y ahí se producirá uno de los primeros espejos en esa especie de boomerang que va y viene de unos a otros.
No es de menor importancia el paisaje y paisanaje urbano que el espectador va contemplando a través de las ventanillas porque también define con sensibilidad y potencia a la ciudad, véase si no a la mujer que le lleva comida al perro de un mendigo sin dignarse a mirar el rostro del propio indigente hambriento. 
“Rumbos” es una bellísima obra de arte escrita y dirigida por la cineasta Manuela Burló Moreno, tiene una composición, sincronía, tono y ritmo perfectos por la medida exacta de sus ingredientes. No me importa su clasificación como melodrama, o drama con pinceladas de comedia… ni que sea tan tierna y dulce como los bombones derretidos que se come Carmen Machi porque reitero una vez más que distingo las buenas comedias porque cuando las desenvuelvo comprendo que sin el celofán, el papel dorado o el de plata, podrían ser tragedias o dramas de la misma calidad, y viceversa, esa es para mí la prueba del nueve.
Manuela Burló Moreno
Pero como toda naranja en su punto de aroma, color, belleza y jugosidad es inevitable que atraiga a los mosquitos: algunos críticos son moscardas que confunden tener criterio con amargar, y lo amargo va incluso después de lo ácido. No son mejores ni peores la suavidad de las líneas en una escultura que las requiere, como tampoco los ángulos en otra que los precisa, los estilos están para algo, y siempre son cofres cuya calidad depende de con qué los llenes.
Ahora que estamos en tiempo de elecciones me atrevo a decir que el arte siempre va por delante y que lo que encierra cada fotograma de esta película es el retrato de lo que somos, de lo que verdaderamente nos importa, de lo que sentimos y pensamos, de lo que nos unifica, esa nítida fotografía que nunca miran los políticos.
Un abrazo y hasta el próximo encuentro.
Pili Zori

EL PORTAZO


Relato
Pili Zori

Luz empujaba los puños contra el interior de sus bolsillos, la barbilla distaba apenas unos centímetros de su pecho, desde la frente iban cayendo los pensamientos oscuros y aturdidos, y las interrogaciones creaban el espejismo sonoro de estrellarse contra la acera como herraduras cojas:
¿Por qué todo el mundo confunde ser servicial con servilismo?, –se preguntó con impotencia- ¿ser colérico con tener fuerza de carácter?, ¿la ira con el arrojo y la valentía?, ¿la prudencia con la cobardía?
La nariz exhaló vientos de dragón hervido.
Se detuvo de súbito con el ceño fruncido y el amplio bolso le golpeó la espalda ante el brusco giro, las costuras de los bolsillos interiores del abrigo estaban a punto de estallar. Tenía el rostro encendido. Separó la aldaba de bronce durante unos segundos de indecisión y llamó a la puerta, tres golpes secos por la costumbre de santiguar que la doña impuso. Cuando chirrió la hoja al abrirse se reprochó de forma inconsciente que hacía tiempo que no le echaba el tres en uno a los goznes.
Los oscuros ojos de la mujer encubrieron el instante de sorpresa anhelada para rasgarse y estrecharse de inmediato empequeñecidos, el miedo se vistió de orgullo tirando del pelo hacia arriba y la mujer embistió con la frente interrogante contra la glauca mirada de Luz. Antes de que la dueña de la casa abriera la boca al otro lado del umbral ella tomó la palabra de forma atropellada.
-Sabe lo que le digo: que me he dado la vuelta porque no quiero irme como un perrillo asustado y sumiso que no ha hecho nada malo, así que limpie usted su porquería, vacíe su inodoro con la esponja y el trapito y no con la escobilla, no olvide fregar los charcos de su precioso vástago sin puntería, compre un puntero laser para señalarle a otra las telarañas, pásese el dedo por donde más le guste que se le va a estropear la laca indeleble de las uñas de tanto sobar los marcos de los cuadros buscando el polvo inexistente, y no lo digo con segundas, y dígale a su nene que meta su pulido pito en un enchufe porque ésta –clavó los dedos en garra en el canal de sus senos- está harta de hacerle regates, la lástima es no haberle apuntalado la aspiradora a ver si se le quita el estreñimiento heredado, y sabe lo que le digo: pues que le pele los garbanzos Rita la Cantaora, y guarra e inútil será usted doña frustrada.
Gloria miró en shock la espalda erguida y voluntariosa de Luz y la coleta morena que como un látigo sacudía los improperios que aún se habían quedado mordidos y sin pronunciar dentro de la estilizada nuca. Permaneció sin reaccionar durante unos instantes interminables, pero como si un destino corpulento la empujase se colocó el abrigo cual capa enfurecida y dejó detrás del portazo el eco de ¿Están ya las tostadas? proferido por el NiNi.
Corrió en pos de ella y al alcanzarla caminó ladeada para verle el perfil. El mechón rubio y cardado cayó sobre la sien izquierda.
-¡Yo no te he echado! ¡Te has ido tú porque eres una soberbia y no reconoces ninguno de tus errores!
-No señora, me voy porque es usted muy tóxica y desagradable.
-¿Acaso tienes quejas del sueldo? Porque si querías un aumento no tenías más que decirlo.
-No se entera usted de nada. No sabe separar las cosas.
Gloria tragó saliva. Por primera vez en su vida estaba aprendiendo a concretar sin las frases patrón tipo, por primera vez en su vida estaba dejándose llevar, por primera vez en su vida supo lo que le pasaba, pero para lo que le ocurría no tenía palabras manidas. Guardó unos momentos de embarazoso silencio. Tiritó antes de estrenar la desnudez del nuevo lenguaje y balbuceó como corresponde en el inicio del aprendizaje.
-Sí sé separar.
Luz se detuvo en seco, con la fuerza de un tropiezo, para mirarla desafiante y a la espera.
-No quiero que te vayas porque… al menos para mí eres mi mejor amiga. –El sonrojo se elevó desde el cuello-. Quién si no va a comprenderme más, si conoces mi ropa sucia en todos los sentidos, y esa confianza si no es correspondida también hiere. Yo no veo tu cama revuelta, ni huelo tu cocina, ni sé si está limpio o sucio tu retrete, y para tus asuntos eres muy reservada.
Luz esquivó los ojos oscuros que en ese momento se clavaban en los suyos como dardos.
-Entonces ¿por qué no se le cae la cara a pedazos de vergüenza cuando me humilla?, sólo sabe sacarme defectos, jamás un elogio, nunca se disculpa porque piensa “ya se le pasará” –elevó los brazos y se golpeó los muslos al dejarlos caer- como es tonta y todo lo aguanta porque no tiene donde caerse muerta según usted…
Los ojos de Gloria, llenos ahora de rojos relámpagos en derrame se anegaron.
-¡Porque tú también eres una chula! –vociferó- ¡que me arranca el sueldo de las manos como si fuera una barrera espinosa entre nosotras!
La saliva subió y bajó por la garganta de la auto-desempleada.
-Pues ¡hale! –Luz cruzó los brazos con fuerza- ya no hay sueldo y ahora qué.
Gloria tomó aire para serenarse tras el respingo.
-Ahora me gustaría que entrásemos en esa pastelería y nos tomáramos un café.
La señora cruzó más el abrigo contra el pecho pinzando las solapas con la mano cerca del corazón. También era la primera vez que mostraba su vulnerabilidad voluntariamente. No sólo la daba a entender o la transparentaba como en otras ocasiones.
-Y… que todas las semanas fuésemos al cine porque a Arturo no le gusta, ya lo sabes, el día que te viniera bien en… el otro trabajo que encuentres. Y no creas que la casa va a ser un desastre sin ti, porque me he fijado en como lo haces, aunque hayas creído que no y en el fondo te he pagado por enseñarme, un master en limpieza y orden ya ves. Y digo yo que algo bueno habrás aprendido tú también de mí durante este lustro.
Luz boqueó unos momentos hinchada como un pez globo, pero se desinfló en segundos recogiendo el quid pro quo, al fin admitía que ella también se defendía atacando y que no era plan. Carraspeó trazando pequeñas curvas con la punta del pie.
-Sí, Gloria -admitió- he aprendido de ti que ser bueno o ser malo no es un rasgo fijo del carácter sino una decisión y lo que estás haciendo con tu declaración nadie hasta hoy lo había hecho por mí. Tienes una forma de enfadarte fea y altanera, pero yo no me quedo atrás, así que si me lo pides te perdono, pero me lo tienes que pedir, y también te pido perdón a ti.
Se produjo un silencio torpe, esencial, infantil. Luz volvió a rellenarlo.
-Todavía ponen en el cine Criadas y señoras.
Se miraron, inflaron al unísono las mejillas y explotaron a reír.
-O madres e hijas… bueno ya encontraremos una de amigas que no sea Thelma y Louise.
Los ojos de ambas se besaron
Luz pensó que le irritaba no advertir el comienzo de los hechos, porque tenía muy claro que su amistad no era de hoy, pero tampoco recordaba de cuándo.

Pili Zori.

Cuaderno de notas: Sentada frente a un hermoso edificio.


Sentada frente a un hermoso edificio de mi ciudad reflexiono sobre los protagonismos ¿Quiénes lo construirían? Gentes sin firma –me respondo- el monumento no las tiene por ningún sitio.
Lo primero que miro es la fachada, espléndida, acapara toda la atención, pero los contrafuertes son los que la sujetan.
Hay tantas pequeñas cosas anónimas que no se mencionan, en las que apenas reparas… pero una olla a presión no funciona sin su diminuta válvula, una gran mansión no se abre sin su pequeña llave, un cochazo imponente no anda sin una pequeña tuerca imprescindible en su interior.
No sé quiénes comenzaron a inculcar la idea de sobresalir, de ser el mejor, de destacar, de competir… Es una falsa premisa que produce demasiada frustración y unos enormes cólicos de ombligo que nos inflaman el ego.
Somos parte de… y sin los contrafuertes no nos sostenemos. Cuando vemos una fachada suelta o una columna aislada es que estamos contemplando una ruina. Formamos parte del ensamblaje de un todo y saberlo es lo que nos vuelve importantes.
Hace muy poco tiempo que estoy usando Facebook, puede que pronto le vea los inconvenientes, pero en este momento me parece una metáfora de lo anteriormente dicho: hay tanta gente interesante en cualquier campo que estoy deslumbrada y la mejor medicina contra los ataques de ombligo es la humildad.


Pili Zori

¡Vete a la cocina!, ¡a fregar!, ¡guarra!



Estos y otros exabruptos, (por no decir malolientes eructos imperativos con vocación fallida de insultos), lanzaron unos jugadores veteranos a un equipo de futbol juvenil femenino, no reseño el nombre porque desgraciadamente son intercambiables y se repiten con demasiada frecuencia en otros partidos y también en ámbitos diversos. Las mujeres los hemos aguantado estoicamente durante décadas en el trabajo, nos hemos sentido en corral ajeno al entrar en un bar… pero yo creía que esos ecos de “Tambores lejanos” habían quedado en el pasado remoto, aunque sólo fuera por vergüenza, pero no, siguen cercanos y muy presentes con su ensordecedor aporreo.
En el fondo lo que de verdad me ofende y al mismo tiempo me hace reír es la ignorancia de quien te envía a la cocina con la estúpida pretensión de agraviarte, de relegarte, su absurda bravata demuestra que desconocen lo que en ese paraíso se desarrolla, quienes así actúan son personas que viven en la superficie de la vida sin poder contemplar al “dios de las pequeñas cosas” –como diría Arundhati Roy- y por eso blasfeman contra él. Son seres que cuando alguien les pone un plato lleno de comida casera bajo la nariz se muestran incapaces de comprender o imaginar todos los pasos o ingredientes que lleva su elaboración, gentes que se dejan cuidar sin apreciarlo, sin merecerlo y que jamás podrán ser ni mutuos ni recíprocos, por ello están condenados a la soledad en compañía que es la peor y eso en el mejor de los casos.
La pena es que han conseguido que se extienda la creencia de que ejercer determinadas tareas –casualmente las más necesarias para que el mundo siga girando- devalúa, y que éstas son humillantes, o carecen de importancia, tanto si son remuneradas como si no.
Pues bien: una mujer puede estar en su casa y metida en la cocina por muchas razones: decisión propia o no, por fuerza mayor, por paro laboral, por acoso, por renuncia debido a enfermedad familiar, de hijos, de pareja o de padres mayores –chollo invisible para el Estado-, por no haber sabido defender sus derechos, porque señores esto es el salvaje Oeste y el territorio se gana a patadas y a codazos y quien llega primero se queda con el mejor trozo de tierra cultivable.
-Ah, que usted creía que le anunciarían y avisarían de los derechos que le corresponden. No hija no, si no reclama… pues a la buchaca. Para otra vez espabile. Hay que buscarse la vida.
-Me enseñaron que los buscavidas no son buenos. Si todos estamos censados y en los lugares correspondientes figuran nuestras situaciones laborales y familiares, de salud y de hacienda… pensé que. No he podido informarme, apenas salgo de casa, como estoy cuidando de mis padres, tienen alzheimer.
-Creíque y penseque son hijos de don tonteque. ¿No se licenció en triquiñuelas y picaresca?, ¿Acaso no sabe en qué país vive?
Cada casa es un mundo con cocina, fregadero y lavavajillas, y habitaciones amorosamente recogidas y “plumerizadas” en las que se puede trabajar, leer, ver cine, recibir a los amigos y sobre todo escuchar a las hijas a las que no disuadiste del sueño de ser futbolistas.
-¿Qué tal cariño?, ¿Cómo ha ido el partido?
-Muy bien, he marcado dos goles.
-¿Y en las gradas? ¿Se han metido con vosotras?
-Bah. Los frustrados de siempre.
Se dirige a la cocina para coger el plato con los sandwiches calentitos recién sacados de la plancha cronometrada con exactitud de reloj suizo, y el vaso, en las mejillas de los abuelos se pinta un beso de cacao templadito mientras su madre mira esa cola de caballo que se balancea sobre un perfecto y esbelto cuerpo atlético de mujer de hoy y sonríe orgullosa por la parte que le toca.
Más tarde, después del aseo de los yayos y de haberlos dejado en la cama, las dos saldrán a tirar la basura con los pañales adultos, se ducharán, no vaya a ser que desde algún graderío alguien las llame guarras, a continuación harán la cena y ambas se irán a fregar y a secar mientras el agua purifica las impurezas del día y se las lleva por el sumidero.

Pili Zori

CUADERNO DE NOTAS: DONALD TRUMP


(Escribí este artículo cuando Donald Trump fue elegido presidente de los Estados Unidos. Sigo pensando lo mismo).

A Calígula y a Nerón también les reían las gracias, pero yo tengo poco sentido del humor y Donald Trump no me hace ninguna.
Quien maneja el miedo y lo institucionaliza obtiene el poder, la fórmula para lograrlo es sencilla:
Primero se asusta de forma apocalíptica ¡Que vienen los bárbaros a quitarte tu puesto y tu pan! Como ocurría en la magnífica novela de Coetzee.
Después se busca al culpable, a ser posible un numeroso grupo étnico pobre, antes fueron los negros, ahora los mejicanos inmigrantes, para qué ir más lejos, ya daremos cuenta de los musulmanes (deseo que se sobreentienda mi tono irónico y triste). Tras sazonar con la amenaza te convenzo de que sin mí no eres nadie; a continuación hago unos cuantos alardes de poder, destituciones o ceses fulminantes aquí y allá y tu salvador ya está servido. Ahora puedo ser magnánimo para construirte la nueva fortaleza de defensa, un precioso castillo: barreras, muros, fronteras… No te preocupes, yo te protejo, eres uno de los míos. Y sin que te des cuenta a quien estoy aislando es a ti porque ya estás metido en mi “Ok Corral”.
Inventar enemigos para controlar, adocenar, acuartelar… es más viejo que el mundo. Y mientras Trump nos distrae con sus circenses y aparentemente inofensivos trucos yo recuerdo a McCarthy y todos los estragos que hizo.
Siempre empiezan con los periodistas, luego siguen con los cineastas, y a continuación con los escritores y los artistas que son quienes plantan cara.
Por mí que no quede, ya está dado el aviso.

Pili Zori