"Recóndita armonía", de MARINA MAYORAL

Aviso que con mis palabras puedo desvelar algunas claves, podéis volver a este rinconcito cuando hayáis leído el libro.

Una novela extraordinaria e innovadora, que incluso ha crecido con el paso del tiempo. Se publicó por primera vez en 1994, no en vano después ha sido llevada a la colección de Clásicos Castalia, para que la arropen escritores inmortales de todas las épocas en esa eternidad conjunta, lugar más que merecido.

Magnífica por el espacio y las décadas en los que se desarrolla, por el punto de vista elegido, por la composición -la música interna suena a ópera, no sólo por el título: un área de Tosca muy significativa-, también por el tono suave que sin embargo no deja detalle o hecho sin reflejar, y eso que fui leyendo cada página con cierta prevención latente por si la autora blanqueaba de algún modo las atrocidades de la guerra civil equiparándolas, dado que para mí sigue siendo importante subrayar que la República era el Estado legal, lo elegido con los votos en las urnas por los españoles de entonces, y que la posguerra fue una dictadura con cárceles y campos de concentración hacinados donde fueron a parar los llamados paradójicamente subversivos que se quedaron aquí sin ir al exilio.
 
Sí, también en nuestro mapa y en el noroeste de África hubo campos de concentración, como el de Larache sin ir más lejos. No bastaba con vencer y derrotar. Torturas, palizas y hambre fueron la vida cotidiana para muchos. Pero enseguida comprendí que Marina Mayoral con su modo de narrar esa parte de nuestra historia, desde esta otra faceta del poliedro social, había conseguido completar precisamente el logro soñado: romper la barrera de las dos Españas, que todavía subyace, con un recurso honesto tan simple como es el de dar prioridad a la persona, situar por encima de cualquier credo al ser humano de ambos bandos contendientes, y decir la verdad de su comportamiento en cada caso.

 
A su vez, me interesaba conocer cómo vivieron ese tiempo las clases altas, aristocracia y burguesía, cuáles eran sus líneas de pensamiento, sus principios…, me resultaba una variante que al menos yo no había visto muy tratada en literatura.

Contado así podría parecer que lo importante de Recóndita armonía es el acontecimiento histórico, pero tan sólo sirve como telón de fondo, naturalmente dicha tela es de una calidad indiscutible en el minucioso bordado, al igual que la atmósfera y el ambiente recreados, pero la potencia de la autora y su herramienta más infalible reside en la capacidad que tiene para crear personajes, para darles el soplo de la vida y que su existencia transcurra en los universos que para ellos crea. Es impresionante.

De hecho Brétema en gallego significa niebla, término repleto de ancestros, de poesía, del modo de ser y del misterio que envuelve a los nacidos allí donde quiera que estén, del sentido tan fuerte de pertenencia, de arraigo, de paraíso al que volver, de saudade, de nostalgia…,  y que tiene mucho que ver con lo que significa ser gallego y con los lazos afectivos e irrompibles a pesar de los pesares, puesto que si entras en su corazón ya no te sales de él aunque la relación no sea estrecha, o cercana, aunque transcurran años y distancias. Por ello el famoso “Depende” con el que responden no se debe a la ambigüedad, ni a la falta de definición o de compromiso, es que la vida está llena de matices que hacen que varíen las respuestas, y es más serio y reflexivo pararse a pensar antes de emitir juicios o tomar decisiones, así que es cierto, como dice la canción, “Depende, ¿de qué depende?, de según como se mire todo depende”. Y no sabría explicar por qué he sentido que -tras ir caminando por las páginas de esta novela tan honda que recorre a gran profundidad muchos pliegues recónditos del alma-, he tenido la certeza de haber comprendido por vez primera ese modo de ser colectivo en el que influye tanto su paisaje.

Brétema es el mundo que Marina Mayoral creó para todos los habitantes de sus libros, y que se regaló a sí misma, y no es extraño que protagonistas y secundarios aparezcan en otras obras suyas para que en ellas puedan decir, sentir y vivir lo que les quedó por expresar en libros anteriores, así ella puede reencontrarse con amigos a los que conoce tal vez más y mejor que a sí misma, porque están tan vivos y son tan reales que puedes oler su piel, tocar su ropa y experimentar todo lo que sienten.
 
Me encantaría saber cuántos préstamos personales les hace, por qué tuvo necesidad de contar esta historia de ese modo, cuáles fueron los gérmenes…

La novela es –al menos para mí- una búsqueda constante de la armonía entre lo antagónico, sin que los opuestos tengan que cambiar para complacer al otro.

La decisión de la escritora como veis fue difícil. Y el punto de partida más todavía ya que el libro es un canto a la amistad tal y como se siente por dentro, sin censuras, y esa amistad de Blanca y Helena que nace en la adolescencia tiene por delante toda la evolución y desarrollo que estas amigas han de recorrer. Están aprendiendo a sentir y a saber ubicar las emociones, impulsivas y espontáneas a veces, reflexivas y meditadas otras, con tropezones, errores, meteduras de pata y también grandes logros una vez que cada sentimiento se coloca en su lugar, o bien otros personajes ponen a las protagonistas en su sitio. Nos pasamos la vida aprendiendo, y no es lo mismo mirar hacia el pasado con la perspectiva que da la experiencia que el momento presente en el que todo está por suceder.

Dos mujeres que se conocen con quince años, en un internado, Helena pertenece a una familia aristocrática y Blanca a su vez ha sido criada, protegida y cuidada en un entorno de clase equivalente -la cúpula más alta de la Iglesia-, por un tío abuelo, sacerdote y por el obispo de Brétema, con su corte de amas y servicio, un contraste naturalista que le proporcionará el equilibrio a Blanca en esa especie de “Arriba y abajo”. 

Blanca, que perdió a sus padres será la criatura de todos, colmada de besos y atenciones que le proporcionarán fortaleza emocional en esa familia no consanguínea más real que si lo fuera. ¿Por qué elige ese estado la autora?, el lector decide, la novela está llena de contrasentidos buscados a propósito, quizá para romper esquemas o ideas preconcebidas, porque a veces la orfandad puede sentirse con más fuerza teniendo padres vivos pero ausentes aunque estén al lado. 
En el caso de Helena, su madre Cristina se refugia en la iglesia, tal vez para sobrellevar las infidelidades de su esposo, y él está imbuido en su vida social de librepensadores. De modo que Helena es querida pero no atendida, aunque esa es mi impresión, la escritora sólo expone, no juzga, ni conduce al lector. 

El libro fue publicado en 1994 como ya he dicho al comienzo, año perteneciente a una década, a mi juicio, audaz y creativa, y provoca sendos debates y posicionamientos muy interesantes.

La historia nos la cuenta Blanca, por tanto vemos a Helena a través de los ojos de su amiga ya desde el enfoque de la madurez y en clave autobiográfica.

Si me dan a elegir prefiero al narrador omnisciente, ese diosecillo que todo lo ve. Con la primera persona me suele ocurrir que no puedo evitar imaginarme al escritor o escritora como protagonista y además me parece que limita, que es subjetivo y me aparta, pero es un problema tonto mío, una preferencia, enseguida me adentro, me adapto y no me molesta. Perdón por el inciso innecesario.


La autora no etiqueta como bisexuales, lésbicas o heterosexuales las relaciones de ambas en los periodos de adolescencia y juventud, las dos se conocen con quince años, reitero, personalmente consideré que ellas buscaban la propia identidad, algunos chicos y chicas de esa edad en internados, albergues y espacios compartidos, con tanta hormona desconocida y desatada y la fuerza del despertar sexual se buscan -en ciertos casos, vuelvo a matizar, no en todos-, pero en realidad están ensayando  con compañeros o compañeras del mismo sexo siendo heterosexuales, y no siempre significa que ya estén definidos, otros tendrán perfectamente clara su tendencia sin necesidad de probar, las protagonistas sí lo hicieron, al conocerse se sintieron deslumbradas físicamente la una por la otra, ¿enamoramiento mutuo?, ¿amistad apasionada?, de nuevo el lector decide, la escritora muestra sin más, y a partir de ahí surge en la novela un buceo psicológico a enorme profundidad que explora los ingredientes que componen las relaciones de amistad, las de amor, las de sexo ¿abiertas? En la novela se ve lo que sienten en su interior sin censura, no lo que deberían sentir según los cánones de la época, lo que se reprime o aflora..., de modo que contemplaremos rasgos masoquistas a veces, dominios y sumisiones, voyeurismo, trío…, y nos haremos muchas preguntas que nada tienen que ver con el etiquetaje.

En nuestro club de literatura algunas compañeras consideraron tóxica la relación, y no por el carácter sexual, dado que en apariencia Helena dirige -acostumbrada a salirse con la suya-, y Blanca se deja llevar, ¿por qué? en ese punto dilucidamos si se pueden distinguir los rasgos de dominio como aspectos del temperamento, o si estos son de clase, y otra vez la paradoja está servida: Helena a pesar de su arrojo y toma de la iniciativa sin embargo tiene tintes masoquistas mientras cree estar buscando el amor ¿Acaso busca en otros hombres a alguien admirable que se encuentre a la altura de su padre? 

En cualquier caso en tiempos de guerra los conceptos del amor cambian, porque puedes morir de un momento a otro y las relaciones se aceleran y cobran una importancia mayor.

No sé si dicha actitud era producto de la época que tal vez inculcaba a las mujeres que lo ideal consistía en ser satélite del astro, es decir: del hombre, y por tanto para realizarse como mujer había que enamorarse de un personaje notable, en resumen: un buen partido económico e intelectual de prestigio sin que ellas se plantearan todavía que los logros podían realizarlos por sí mismas. 

La admiración, el endiosamiento o la idealización al enamorarse o en la amistad a menudo conducen a la decepción, y de nuevo vuelve a surgir la pregunta desde las páginas ¿qué es el amor verdadero?, ¿en qué consiste la amistad? Uno sabe lo que siente, el por qué lo siente tal vez sea otro cantar. 

¿Cómo veis la diferencia entre amar a alguien o querer una vida con él, o con ella? Hago la pregunta partiendo de la base de que todo está bien si la decisión es propia y no impuesta.  

El dilema entre hacer lo que debes y no lo que quieres tal vez siempre esté presente, en la novela y fuera de ella, ¿qué os parece?, ¿es fácil distinguir la diferencia?

En un pasaje Helena dice: “No sé cómo puedes querer a alguien sin saber cómo ha sido su vida”. ¿Qué opináis? ¿Es necesario conocer todo del otro para amarle? 

En otra escena vuelve a sentenciar: “La falta de ambición y el deseo de tranquilidad esconden a menudo egoísmo y miedo” ¿Estáis de acuerdo?, yo no, puesto que se puede ambicionar la tranquilidad y querer alcanzar el sosiego es un síntoma de valentía. 

La novela como he dicho en renglones anteriores suscita mucho debate e interrogantes.

Me permito añadir que en mi opinión hay personas adineradas que sin embargo piensan que su actitud vida y origen son humildes y no le dan al dinero un valor de ostentación sino de trueque, y sin embargo otros menos acomodados se sienten de clase alta o superior por cuna aunque estén arruinados ¿a qué creéis que se debe? 

Pienso que la cultura es lo único que iguala, y que da lo mismo adquirirla de forma autodidacta durante toda la vida o acumulando títulos, como en otras ocasiones he dicho nadie le pregunta a Eric Clapton si es músico de oído o de conservatorio, pero ahí queda su portentosa creatividad.

Recordemos que los protagonistas de esta historia pertenecen a la élite, es decir a la clase dirigente, y dentro de ello está bien reseñar, como lo hace la autora, que en todas partes cuecen habas y se sufren injusticias. Y también los de clase “privilegiada” se pueden preguntar: ¿soy lo que quiero ser o lo que se espera de mí? Sin dejar de tener en cuenta las cárceles del alma y también las sociales, el lugar en el que has nacido, las oportunidades que has tenido, si las has aprovechado o malgastado…, y sobre todo es importante constatar que hay destinos sin salida. Ellas hasta en guerra están bien protegidas.

En la página 265 tal vez quede clara la diferencia, habla Blanca:
 “Yo podía pedir la intervención de Alonso de Andrade, pero era más eficaz la de Eduardo Resende por aquello que siempre habían dicho las amas de que los ricos son todos iguales y se entienden bien entre ellos. A mí el coronel me hacía un favor a fondo perdido mientras que el padre de Helena se lo podía devolver de mil formas”.

En Recóndita armonía vemos cómo las protagonistas van encontrando su lugar en el mundo, por tanto en el aprendizaje los errores son perdonables a tenor del resultado. Helena termina siendo profundamente feminista y dedicándose a defender en cuerpo y alma a las personas desprotegidas, y Blanca consigue ejercer su verdadera vocación de boticaria entre ungüentos y plantas con las que crea nuevas medicinas.

También contemplamos algunos dardos certeros contra la figura de aquellos catedráticos ególatras que explotaban a estudiantes arrebatándoles firma y méritos y más siendo mujeres, aunque Arozamena finalmente es redimido con un desenlace heroico, la autora mira con amor compasivo a todos, y sentencia con justicia a quienes fueron injustos. 

En el libro se respira ese realismo mágico que sólo atribuimos a los escritores del boom latinoamericano, pero que también se daba en Galicia.

Marina Mayoral es experta en Rosalía de Castro y en Emilia Pardo Bazán y de algún modo he querido ver similitudes entre ambas dualidades, ya que también Rosalía era más de interiores al igual que Blanca, y Pardo Bazán se movía como pez en el agua en sociedad, como Helena. Rosalía era introvertida y Emilia extravertida.

En fin, la novela tiene tantos recovecos…, que estaría hablando de ella tardes enteras, y ya me he extendido en exceso. 

Queda como broche final preguntar si podemos encontrar la armonía entre opuestos, o en medio del caos, según la idea griega. Siempre se ha dicho que del conflicto nace la luz. Y si consideráis que sí ¿con qué ingredientes o elementos creéis que se consigue alcanzar la armonía en cualquier situación o estado?

Feliz día de La Constitución. 
Hasta el próximo encuentro, con el cine, los libros, la gastronomía, tan parecida a la literatura, o con la vida en general.
Un abrazo, cuidaos mucho.         
Pili Zori 

MARCO, película de Aitor Arregi y Jon Garaño

 La historia ya la conocemos, pero la potencia, la fuerza del largometraje reside en la interpretación de Eduard Fernández, superlativa, magistral..., y la de todo el elenco que gira en torno al personaje de Marco.

La atmósfera, el tono, el color de la luz y de la sombra..., que no hace concesiones a la emotividad facilona, es sobria y respetuosa.

¿Cómo sales indemne después de dar vida a ese protagonista?

Si el espectador lo pasa mal imaginad al actor que ha de vivir su patetismo dentro de ese cuerpo y esa mente, de la vergüenza insalvable. A todos nos gusta rescatar al perdedor por algún requicio incluso por un detalle mínimo, por alguna razón digna, y no nos importa identificarnos con el antihéroe si éste tiene tintes nobles por pequeños que sean, pero por nada del mundo queremos reflejarnos en Marco, porque como expresó Terencio "Nada de lo humano nos es ajeno" y nos entra pánico por si podríamos caer en alguna circunstancia que no fuera una simple mentira venial sino una bola cada vez más gorda y abocada sin remedio al abismo. No, no querríamos ser recordados por una bajeza, por una impostura tan indigna y vernos desde fuera como le estamos viendo a él desde el otro lado de la pantalla sabiendo que fue un hecho real. 

Como soy de tendencia redentora y no de jauría linchante, tal vez gracias a una frase que le escuchaba a menudo a mi madre y que se me incrustó en la piel intenté absolverle: "Del árbol caído todo el mundo hace leña" (más tarde supe que dichas palabras eran atribuidas al comediógrafo Menandro y que también aparecían en la Biblia, mi madre era sorprendente -ya que apenas fue a la escuela-, pero se hizo esponja de mar para absorber la cultura del oleaje con oído de caracola, porque el conocimiento va y viene, y no sólo está guardado en la universidad). De modo que por fin y gracias a esas palabras pude encontrarle al protgonista una salida digna: La enfermedad. 

Se trastornó, me dije, él habría querido con toda su alma ser el personaje que inventó para sí, tal vez porque se sentía cobarde, traidor, y colaboracionista. 

La película es muy importante en estos tiempos de no dar la cara, y deja cada acto en su lugar, tal vez haya que desmitificar, no idealizar para que no perdamos el norte ni la brújula en busca de la admiración, ya que hay que dar por sentado que no siempre vamos a estar a la altura en mayor o menor medida, por eso las leyes han de porotegernos hasta de nosotros mismos. 

Una vez más repito que la bondad no es fácil porque requiere valentía y no sé si ese rasgo es nuestra inclinación natural, o tendemos más a ser cobardes, a no saber afrontar. 

Lo que hizo Marco no tiene nombre, sobre todo porque le movió la vanidad, pero todos los delitos prescriben, hasta los asesinatos y él no mató a nadie.

Un abrazo, cuidaos mucho.

Pili Zori

JURADO Nº 2, película de Clint Eastwood

 Sólo hay un camino: entregarse, y no admite parches, justificaciones ni componendas. Doloroso, sí, terrible, también, pero no queda otra opción, hay que desenterrar la conciencia, la individual y la colectiva porque en este momento yace embriagada de intereses personales, es decir: de egoísmo, y no pontifico porque no me excluyo de cometer mezquindades.

Clint Eastwood vuelve a desmenuzar los ingredientes de la ética y los de la justicia. Es importante en este momento reaprender a discernir. 

La película no va de la duda razonable, como ocurría en Doce hombres sin piedad, sino de aceptar la responabilidad, de cargar con las consecuencias, la de cada individuo y también la colectiva representada en el jurado, y sobre todo la del poder ejercida por la brillante fiscal en alza social con carrera meteórica. 

Hay que hacer lo que hay que hacer sin que esté reñido con la conmiseración: "odiar el delito y compadecer al delincuente." Se supone que la cárcel sirve para reinsertar, no para vengar.

Dicen que a lo bueno te acostumbras, y Clint Eastwood nos tiene tan habitudos a la belleza y a la poesía de su cine que ya no hacemos aspavientos, y sin embargo hasta la "menor" de sus obras contiene la lírica de la más hermosa y profunda tragedia griega, la catarsis se la deja al espectador para que la experimente, es el único modo de entender en carne propia porque nadie escarmienta en cabeza ajena.

De toda su obra Mi favorita es Gran Torino, ese legado unido al de Confidencias de Luchino Viconti no tienen parangón.

Un abrazo.

Pili Zori

CUADERNO DE NOTAS: Cubitos de hielo para el Mediterráneo

 La mujer del micrófono se acerca con pasitos suaves y lentos, las botas de agua amortiguan el sonido mientras la melena rubia pincela el aire, los ojos se estrechan espectantes: 

En la orilla, al lado de la espuma del oleaje que mece la brisa -ahora más tranquila- se acuclilla un chavalillo, nueve o diez años, calcula la reportera que se acerca un poco más ya que no termina de concretar qué objeto tiene el pequeño entre las manos. 

Se inclina hacia él y le pregunta con ternura y aprensión al mismo tiempo: Acaba de ver lo que manipula el nene, de menos edad de la que ella le había calculado.

-¿Por qué estás echando al agua cubitos de hielo, tú solito aquí?

El crío retrocede la espalda, la periodista se apresura a tranquilizarlo con el gesto acariciante de la otra mano en la tersa barbilla mientras piensa en el ratón Pérez al ver el hueco tras los labios  

-Porque el mar tiene fiebre -expresa paciente el niño mientras hace una bola con el plástico vacío y se la mete en el bolsillo-, está muy caliente y las nubes no tienen brazos, por eso, para que no venga otra vez la lluvia fría -asevera con la palma de la pequeña mano hacia arriba.

-¡Ah! -El asombro de la chica se come las palabras-, ¿saben tus papás que estás aquí? -La lágrima resbala por ese moflete de porcelana y niega con la cabeza-, ¿quién te ha dado los hielos? 

La mano diminuta se cobija confiada en la de la joven, ya no importa que sea una extraña, ni si a él le han dado la bolsa de cubitos o la ha cogido. Se encaminan en silencio hasta el puesto en el que se apuntan las direcciones y los desaparecidos.

-Cuando sea mayor construiré palafitos. -Ella le observa sin comprender, el pequeño explica de nuevo con paciencia invirtiendo los papeles-. Sí, son esas casitas que se sujetan sobre palos y que están en el agua, las he visto en la tele, yo les pondré estacas -que puedan subir y bajar- a todas las casas, bracea en el aire abarcando la ciudad. 

Ahora es Marina, así se llama la enviada, quien llora mientras aprieta el micrófono que no ha usado sin ser consciente de que ha extraviado al cámara, el compañero que la sigue a respetuosa distancia.

No todo hay que filmarlo.

Pili Zori

EN TERAPIA, serie de TV

 En terapia

Serie de culto, por no decir categóricamente que es mi favorita para dejar así margen a que otras compartan el mismo podium, pero fue un impacto sin precedentes cuando se emitió por primera vez en 2008, y más todavía contemplarla ahora, tan vigente, con las cuatro temporadas reunidas.

Un psicoterapeuta y su paciente, no tiene más, una misma estancia inamovible cuyo único cambio cada día de la semana se produce por las distintas personas que acuden a recibir la terapia, esas son las herramientas aparentemente sencillas, ¡nada más y nada menos!, el lucimiento bestial para los actores está servido, y en especial para Gabriel Byrne que siempre permanece en escena, tuvo que ser agotador por la exigencia del papel y la entrega más allá de lo absoluto, dado que estamos hablando del material más sensible que poseemos: los recónditos pliegues de nuestra psique, de nuestra alma.

La delicadeza del guión (Rodrigo García, aunque la serie original pertenece a una producción de Israel, de la que luego se han hecho distintas versiones en otros países), y la dirección -a cargo también de R. García en algunos capítulos y de otros cineastas a favor de obra en cada episodio-, fue insólita y magistral, y la compenetración de todo el equipo para captar y capturar sincronizadamente en el plano contraplano la intensidad de los diálogos, y los leves gestos, pestañeos, y pequeños movimientos en las comisuras de los labios y en la piel del rostro atento del terapeuta, expresiones que le delatan bajo su contención, ya que mientras sus pacientes se desmadran con sus faltas de respeto o de educación, retan, huyen, niegan, rechazan..., él se mantiene impertérrito, sin desvelar desvelando, ahí radica la dificultad del actor, por suerte la serie nos sirve el contraste, puesto que el terapeuta los viernes necesita a otro profesional para que supervise su labor, y es en dicha consulta donde Paul estalla frente a su colega, allí expresa todo lo que siente y padece, y los espectadores podemos ver cómo le afectan las personas a las que atiende al igual que las demás facetas de su vida familiar y personal. 


El viaje más duro y turbulento hacia nuestro interior y hacia el de los demás, sin excepción, está entregado, porque todos somos humanos, y enternece ver cómo Paul, el terapeuta, cae en la tentación de estar al otro lado comportándose a menudo como lo hacen ellos, los personajes que van a recibir el tratamiento, queda claro que necesitamos otros ojos, que nos cuesta toparnos con nuestros errores, que nos ciegan los sentimientos. 

Los terapeutas no son seres infalibles, tienen -imagino, porque no he consultado a ninguno, aunque sí he investigado cuando me ha hecho falta para construir algún personaje para una novela-, métodos y disciplinas que ponen luz en el camino de quienes buscan su ayuda, y dichos profesionales favorecen y acompañan para que las personas que tratan sepan quienes son y lo que quieren, además de poder descifrar los por qué de sus comportamientos que no entienden, desbrozan y limpian de malezas anímicas la zona de la que parten -casi siempre es la infancia si son psicoanalistas- y conducen para que sus pacientes descubran a dónde desean llegar conociéndose y aprendiendo a paliar el dolor de los tropiezos, los desencuentros, los celos, las envidias, las injusticias -de los otros y las propias- el deseo de aprobación...

Doy por hecho que la labor documental para realizar esta serie tuvo que ser enorme y minuciosa, era la primera vez que los espectadores veíamos todas las caras y facetas del poliedro, los distintos puntos de vista, los enfoques, los ángulos, un lujo impagable, sentías que estabas con cada uno de los personajes en ese habitáculo en el que se respira autenticidad, una verdad que traspasa la pantalla y que te implica y hace que experimentes en carne propia el abismo al que ellos se exponen, quedarte en cueros, con todas las vergüenzas al aire, las meteduras de pata, las maldades..., no es fácil, y nos planteábamos no sólo la vulnerabilidad de los pacientes, también la de quienes los tratan.

Ese tipo de relación conlleva una clase de fe muy frágil, dado que te pueden mentir, e incluso manipularte, era la primera vez que, al menos yo, me planteé esa inversión de términos para comprender que ambas partes son vulnerables y que no es ni debe ser una relación de poder, tampoco desigual, que no hay juicio ni prejuicio, sino necesidad de llegar al conocimiento sincero y valiente del otro y que la demanda mutua de afecto puede nublar el entendimiento y provocar que se difuminen las fronteras, los límites, comprendí que no es un quid pro quo, por mucho que la sensación de igualdad alivie, y que no resulta fácil poner tu intimidad en manos de otro, y que ese otro no decide por ti ni va a decirte cuál ha de ser tú conducta.

La serie deja muy claro el efecto de transferencia y lo que el profesional tiene que hacer si se produce.

Este mundo y esta forma de vida no los hemos creado ni inventado nosotros, los de a pie, y es muy difícil remendar y reparar todos los descosidos si sólo tocamos lo individual cuando lo que está enfermo es el sistema colectivo.

Da una pena infinita asistir a la crisis de Paul en la que se pone en cuestión a sí mismo y también se pregunta si sirve para algo su profesión, el espectador tiene la respuesta.

Podría parecer que un formato dramaturgico puede resultar monótono, pero os aseguro que contiene el misterio que cada personaje ha de descubrir sobre sí mismo, al igual que la intriga y el suspense que te incitan al verle desde el sofá de casa paralelo al de la pantalla, quieres saber más, estás impaciente y el suelo y la tierra se mueven bajo tus pies y el corazón y la respiración se detienen.  

La serie es fascinante, si te gustan la introspección y los entresijos de las emociones que acarreas, no hay capítulo con el que no te sientas identificado en alguna parte.

 Ver cine también es como leer ya que alguien lo ha escrito transformando las palabras en imágenes. Ya sabéis, hasta la Biblia lo dice: En el principio era el verbo...", y éste es un extraordinario cine adulto.  

No tengo nada en contra de los zambombazos y disparos detectivescos, crímenes, persecuciones, juegos adolescentes, acción..., pero agrdezco obras como ésta porque su análisis nos hace mucha falta y creo firmemente que la verdadera acción se desarrolla en nuestro interior porque somos como un iceberg, lo importante siempre está por debajo de la superficie.

Un abrazo, cuidaos mucho.

Pili Zori

HIT, serie de televisión

 HIT.

Toda una experiencia ver la serie completa y de un tirón en Rtve play. Cuando la estrenaron no pude y agradezco que Tve guarde con mimo y conserve en los anaqueles de esta plataforma las obras que apoya. 

Los temas que trata son: el sistema educativo en la adolescencia que es la etapa más crítica, la que nos hace poner en cuestión el punto de partida vital, el relevo social, y cómo será el futuro en el pase de la antorcha que entregamos. En definitiva el salto decisivo y definitivo hacia el mundo adulto con todo el abismo y desconocimiento que conlleva: las decisiones, los miedos, las pruebas, frustraiones, la autoestima, el amor, el deseo, el consentimiento, los límites ¿dónde ponerlos?, el paro... ¿Qué entendemos por política?, ¿Cómo establecer una lucha constructiva y creadora de empleo?

El director Joaquín Oristrell nos plantea el debate educativo en la primera temporada en un entorno urbano y en la segunda también en el rural, y lo hace conjugando a los hijos con sus familias, abriéndolos en canal, creando equipo y sentido de pertenencia, sin brecha, sin bandos. ¿Quedarse o marcharse del lugar?, ¿amarlo, potenciarlo? y en la tercera temporada se adentra en la salud mental en esa misma franja de edad. No busca culpas sino remedios, con todas las luces y las sombras a la vista.

Me consta que muchas personas tienen pudor ante el arte de intenciones, lo que entendemos por cine social, como si las artes aplicadas fueran manipuladoras y proselitistas, no es mi caso, adoro los planteamientos didácticos, me gusta que me cuenten los conflictos vitales con ejemplos concretos y con la maestría de dotarles de toda la belleza artística que en sí mismos conllevan, si se sabe mirar, contemplar, y no me refiero sólo a la belleza estética, que también, sino a esa belleza profunda que se alcanza al mostrar lo de dentro por fuera, es decir sacar a la luz la introspección, y eso sólo se consigue escribiéndola, soy existencialista lo digo en el sentido más simple y literario de la palabra, no pretendo ponerme pedante, me interesa el ser humano, sobre todo el anónimo, ya lo he dicho otras veces, y su modo de relacionarse con los demás, sus conflictos internos, me importan el amor, la amistad, el deseo, los bajos instintos y también los altos... 


 A menudo creemos que una reflexión personal es propia, y después viene la sorpresa, porque tanto si somos conscientes como si no, pertenecemos a una línea de pensamiento situada en lo que llamamos nuestra generación y da la casualidad de que se produce en la adolescencia, una etapa en la que hay que tomar decisiones fundamentales, por eso es tan importante, y fue muy grato mi asombro al escuchar en una entrevista a Joaquín Oristrell, el autor de esta série, en ella comentó que cuando vio en los años 70 del siglo XX, el filme de François Truffaut Fahrenheit 451 exclamó: "¡Ah!, pero... ¿Se pueden decir estas cosas en el cine?, entonces yo quiero hacerlo, estar ahí, entrar aunque sea para llevar los cafés". Y a partir de ese punto de inflexión y de muchas horas de sesiones dobles se forjó este magnífico cineasta.

Quienes me conocen saben que de forma reiterada acudo a este largometraje Fahrenheit 451 porque también me produjo un impacto imborrable que todavía hoy y a mi edad me sigue explicando la vida, y por ello sentí un escalofrío al escuchar a Joaquín Oristrell, porque tenemos los mismos años, dos arriba o abajo, y es más que posible que este director y yo viéramos la película a la vez, cada uno en su ciudad, sin saberlo, en aquellos tiempos de cineforum, y compartir esa taquicardia común entre dos desconocidos es muy bonito, como lo fue escucharle a continuación decir que conoció a su pareja con quince años o dieciseis y que sigue con ella, la actriz Carmen Balagué y que él era entonces gordito y tetón, así lo expresó, (en la tercera temporada C. Balagué hace un papel precioso como cocinera -con síndrome de Tourette- en el centro de rehabilitación).Luis y yo también compartimos vida desde entonces, así que los cuatro éramos adolescentes como los que protagonizan las tres temporadas. 

Si me gusta mucho una película, o serie, suelo añadirle detalles de mi cosecha, como cuando era niña, que tras salir de la sala de cine, y una vez en casa, me colocaba sentada en la cama, y de cara a la pared arreglaba, añadía o quitaba lo que en mi opinión, porque aún no tenía criterio -¿o sí?- le faltaba o le sobraba a la peli.

En este caso me habría encantado que en la segunda temporada, Francis (Marta Larralde) explicase un poco más por qué no acepta la petición de matrimonio, ya sé que se sobrenetiende que ella no quiere ser un clavo ardiendo ni una tabla de salvación y que el miedo no lo siente por sí misma, sino por él, ya que aún no le ve preparado, queda claro, pero a mi juicio unas pinceladas más no sobraban.

Me encanta que Hugo (Daniel Grao) sea tan "entrometido", y que su nivel de compromiso roce tanto el peligro, tal vez fuera de la pantalla no sea posible una persona así, pero sí deseable. Es juez y parte, y sí se puede, porque cuando ama por encima del ego, funciona, con todos sus patinazos adictivos, sus ataques de pánico, o precisamente por ellos, lo único que funciona como una goma de borrar los errores es el amor, y no hay eufemismo ni sucedáneo que valgan.

En una reunión de profesores los compañeros dicen que los chicos tienen que demostrar... y Hugo responde que los alumnos no tienen que demostrar nada, y en otra escena recalca que no es justo estar diciéndoles que su futuro es una mierda y yo agrego que el futuro es suyo aunque lo compartamos, pero con sus pautas, y que es un crimen destruirles las expectativas.

Como veis el guión es extraordinario a la hora de sembrar verdadero debate que nada tiene que ver con la polémica, me quedé pensativa, porque yo misma aparentemente tengo los principios muy claros: que normal no equivale a normativo, que su porvenir es tecnológicamene distinto..., pero en cuanto me descuido me salen los ancestros incrustados con torniquete como si fuéramos el ejemplo a seguir y la mejor de sus herencias. Recalco de nuevo que su mundo no es ninguna basura, y que no hay que robarles sus esperanzas que para nada son ficticias.

Me gusta la serie porque en ella todos estamos representados, juntos y todos quedamos en entredicho y a la intemperie, pero a pesar de nuestros resentimientos enconados de nuestras limitaciones y defectos, o precisamente por ellos salimos adelante y de verdad, no porque no nos quede más remedio.

El elenco es magnífico, una nueva generación de actrices y actores muy buenos, y el de adultos -más conocidos- extraordinario. 

Un abrazo muy grande, Cuidaos mucho, gracias por las visitas.

Pili Zori

CUADERNO DE NOTAS: Celine Dion

 Cuaderno de notas.

 (A caballo entre artículo y relato inspirado en la "realidad" y plasmado en la ficción para buscar la empatía. "Artirrelat").

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ÁRBOL PARA REGALO.

Luz se acomodó en el banco del parque alargado que formaba pasillo entre la carretera general y su barrio, el carril de color granate semejaba una alfombra con pespunte. Hacía calor, no circulaban bicis.

Unos cuantos pasos y ¡hale!, ¡a sentarse!, ella que trotaba o iba al galope hasta hace cuatro días como Correcaminos, sólo le faltaba el ¡mic, mic!

El bastón la imitó apoyando la nuca entre asiento y respaldo, terso y brillante como un tobogán para gorriones, todavía poco experimentado y con riesgo de provocar la zancadilla a algún atleta despistado, ¿hacia delante?, ¿por detrás?, ¿tumbado en el trozo de banco libre?, ¿cuál será la posición correcta? 

¿Hasta cuándo? ¿Acaso habrá un hasta cuándo para guardarlo definitivamente en el paragüero? 

Complicaciones novedosas en tiempo de mala adaptación en el que lo nuevo no termina de ser bueno -se dijo con las piernas extendidas para no dibujar el cuatro con el cuerpo-, ¡qué número más tonto!, el de los suspensos, el de sentarse en un coche tras haber trazado la semicircunferencia dolorosa, el giro insufrible, y la nalga en vilo hasta que cae y se desploma contra el asiento bajo, y a tirar del muslo que se queda fuera, alehop, y para salir, buff... 

En fin, eso sí que es montar el número, yo que emergía de los automóviles a taconazo limpio -elevó los hombros- y ahora los palmípedos pies juaneteros cruzados en aspa, con zapatillas muy, pero que muy blandas, sí, ese movimiento sí podía hacerlo, antes no, cuando ya hizo crack la rodilla izquierda por tanto cojear por el lado derecho a causa de la mordiente cadera, a rastras, sin saber cuál era más de palo, si la pierna o el cayado, que no callaba azuzando en su aparatoso protagonismo el interrogatorio.

-¡Uy!, ¿qué te ha pasado?, ¡pero si eres muy joven todavía!, pues a la mujer de fulano la han tenido que llevar a una residencia porque, a ver, sin poder andar. 

Gracias, por los ánimos, oye -musitó el pensamiento tras la sonrisa forzada.

¡Ay, garrote pa mí!

¡No, no! -se apresuró a espantar la imagen- eso no hay que pensarlo porque dicen que el cerebro no entiende las ironías quejumbrosas y ambivalentes y se lo cree todo y entonces va y te agarrota más todavía el muy mamón mientras alega que se lo has pedido. Si ya estoy mucho mejor, no hay que ser aprensiva -se regañó.

Prometo que si salgo de ésta me llenaré de escamas en la piscina hasta que los pies se me queden como pasas. 

¡Anda! Lo mismo en otra vida fui sirena, la vieja sirena, ja, ja, ja, me miraré para ver si me sale cola bífida una de estas noches mientras duermo, si es que duermo.

A lo mejor es eso: que me estoy convirtiendo en un delfín, iba a decir cachalote -amortiguó la carcajada-, porque una cosa es hablar sola y otra muy distinta reírse sola sin el tfno. a la vista como quien se va a comer una tostada, y no quería dar miedo a los transeúntes, aunque no pasaba ninguno.

La nariz absorbió el aire en un agradable suspiro sonoro, relajado y tranquilo y de súbito, Luz contempló el árbol de enfrente -como si fuese una aparición aleccionadora- y se olvidó  de sí misma, ¿cómo había pasado inadvertido hasta ese momento si llevaba ahí... toda la vida de ella?, ¿más vidas? 

Un tronco hermoso, lleno de trencadis monocromático en marrón, de llaga profunda que recorría en filigrana la madera del robusto, inabarcable y majestuoso cilindro. 

-Mira tú, para ser árbol sí está bien visto ser gordo -se burló. 

Después acarició con los ojos, los nudos y las cicatrices y amputaciones de otras podas y recorrió con la mirada las ramas retorcidas, dando sombrilla de hojas ventiladoras, o sombraza -corrigió. 

La interrogación mental telepática casi fue audible por conmovida.

¿Y a ti también te duele tanta artrosis, en esta arboleda perdida? Pobrecico mío.

Volvió a pasar las yemas de los dedos en caricia imaginaria por esas acorchadas venas al aire.

 Seguro que sí, y no te puedes mover ni decirlo -chasqueó la lengua contra los dientes- sí, estás vivo, cómo no te va a doler, o te habrá dolido, y encima te morirás de pie... sin decir ni mu. 

Los iris se anegaron, la sal líquida escocía. 

Perdona, no quería decir eso -bajó los párpados y en un impulso se levantó sin coger el bastón, apretando las palmas contra el asiento, y sin importarle el qué dirán -que tanto le había estropeado la libertad y las alegrías en momentos álgidos- despacito llegó hasta él y lo abrazó con fuerza estremecida.

Elevó las pestañas y volvió a mirar la capota de las hojas que parecían corresponder al soliloquio de la interlocutora con clarísima elocuencia y gratitud en el viraje, curvo y hacia abajo, ofrecido para ella a pesar de que apenas volaba una brizna de aire.

Sonrió con plenitud ante las ramas de hombros inclinados o caídos, y musitó con emoción consoladora:

-No eres viejo, todavía cobijas en ti a los pajarillos de los sueños, los de la imaginación que en mi cabeza ahora son pequeños, seguro que por eso estás aquí, para que yo te escriba y te describa. Estoy pensando..., después comprenderás por qué te voy a bautizar, a dar un nombre, ya verás: vas a convertirte en un bello homenaje para una gran dama de la canción a la que a veces le sucede lo que a ti: que se queda rígida y se le detiene la voz atada como un nudo en medio de la garganta. Serás su regalo -hizo una leve pausa-, aunque ahora que lo pienso no sé si resultará apropiado, porque tú siempre estás quieto y ella tan sólo a ratos -de nuevo quedó ensimismada- como dice una amiga: "todo es interpretable", tal vez a la artista podría parecerle una mala comparación ofrecerte como obsequio, bien intencionada, eso sí, por algo bueno se me habrá ocurrido, digo yo, para mí, precioso árbol, eres un símil de amor. Las montañas tampoco se mueven y todavía son más grandes que tú, muchos elementos naturales viven en quietud eterna e imperecedera. 

Se produjo un agradable lapsus en el que entró otra elucubración:

Acabo de entender que si te encuentras tan cerca de mí será para enseñarme paciencia y reverencia porque aunque te echen el pis en la falda los perros, los críos te den patadas, y se cuelguen de tus brazos como tarzanes sin lianas y te claven serpentinas en las fiestas sin saber si te hacen daño, tú siempre permaneces ahí, majestuoso y estoico, como si no te afectara. Eso mismo tendría que hacer yo, sacudirme el polvo.

Sí -exclamó en un susurro al apoyar la mejilla en la rasposa corteza-, te bautizo: te llamarás Celine. 

De pronto sintió el rumor antiguo de la savia alborotada y sonora como un río, las hojas se inclinaron en rumoroso aplauso y bajo los pies de Luz se escuchó el lenguaje primigenio de las raices entrelazadas de todos los árboles del paseo, y como un milagro una canción de la gran diva se elevó por ese largo cuello de madera nudosa, se entretuvo por las ramas haciendo filigranas con la prodigiosa voz y finalmente escapó de ellas para alcanzar las nubes, por suerte no era la del famoso naufragio, sino The power of love.

Deshizo con pena el prolongado abrazo -alguien podría pensar que se estaba mareando- y se separó, pero con la firme condición ilusionante de que no se los iba a escatimar, prometió que lo rodearía con las manos cada día, y caminó hacia su casa -sin darse cuenta de que lo hacía con más brío y sin apoyarse en la cachava- mientras canturreaba melódica y para sí:

"Si tú eres mi hombreeee y yo tu mujeeer..."

Tampoco pudo ver -por incoloro- el vientecillo suave que le enviaron las hojas para besarle la espalda, no eran de arce, pero la increible voz canadiense de Celine Dion se elevaba sinuosa y sin rigidez hasta las cotas más altas en la ciudad de Luz, espacio completamente desconocido para la cantante cuya consciencia aún no sabía que sus sensibles y profundas baladas también anidaban juntas y en bandada en el árbol rígido que ahora le pertenecía.

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Te regalo este humilde homenaje, con inmensa gratitud, querida Celine Dion y con el deseo de que todo el amor que has dado te devuelva el grácil movimiento de tu garganta y de tu cuerpo en cualquier escenario, no tengas miedo por perder varias notas más arriba o más abajo, porque tú siempre serás tú, la inigualable y bondadosa Celine. Gracias por el legado, el de antes y el de ahora, puesto que siempre seguirás cantando.

Pili Zori

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P.D. Son muchos los cantantes que sufren la tragedia de perder la voz tras una entrega de años bestial y absoluta. El caso de Celine Dion todavía es más flagrante porque las crisis de rigidez le afectan a todo el cuerpo, pero su lucha y los cuidados que recibe son muy esperanzadores.

Os recomiendo el documental tan generoso que nos regala esta cantante única y tan grande, en Amazon Prime. Merece la pena verlo.

Gracias por las visitas, deseo que estéis muy bien, celebrando está pequeña tregua de frescor que nos concede el verano. Cuidaos, os quiero.

P.Z.