Entrevista de Juan Garrido

Juan Garrido


Deseo compartir aquí, esta entrañable entrevista previa al día de la presentación de mi novela El otro lado del lienzo que me hizo Juan Garrido Cecilia, Presidente de la Fundación Siglo Futuro.Como ya he dicho en otras ocasiones en mi opinión la entrevista en periodismo es la guinda del pastel y Juan Garrido sabe ponerla.
Tras el preludio de los amables saludos de rigor paso directamente a transcribirla: 



P. ¿Cuántos libros has publicado?
R. Llanto por un sultán, en 2003 (Entrelíneas editores) e Hija de…, en 2006 (Publicó Diputación de Guadalajara)

P. ¿Cuántos libros has escrito que no han sido publicados y por qué?
R. Están inéditas mis novelas: Con cobertura de Blues, Sin dioses que nos miren y Tras la cortina.
En realidad, lo que me gusta es escribir y es a esa tarea a la que dedico todas mis energías. Lo que hay alrededor de la literatura no se me da muy bien, pero sí, deseo que mis novelas inéditas merezcan abrirse paso para ser publicadas en algún momento.
 
P. Cuando escribes un libro, las historias, el detalle, el final, etc. ¿los tienes ya planificados o vas perfilando sobre la marcha?
R. Primero recibo un flash, una especie de flechazo que me enamora, germina y va creciendo durante unos días, y enseguida veo a los protagonistas, sé cómo va a ser el comienzo de la historia y también cómo va a terminar, después puede tener más o menos desarrollo, mayor o menor número de páginas, eso lo desconozco a priori.
A partir de ese primer germen comienzo a investigar y abro planos callejeros, mapas… para conocer a fondo el lugar escogido y dependiendo de la época en la que ambiente la novela (para crear la atmósfera de ese universo en el que mis personajes van a vivir), extiendo un papel de calcar o varios y los superpongo encima del plano o de la cartografía, dejo pintados los monumentos o edificios que estaban en la época que recreo, y no calco los que todavía no existían, soy mala en geografía de modo que así lo voy resolviendo, con mis métodos rudimentarios, si hay batallas pinto con bolígrafos el recorrido, escribo sólo los nombres que me interesan.
Abro fichas cronológicas y en cada año de los que necesito voy metiendo datos por si después me vienen bien. Pero poniéndome orejeras porque alrededor de lo que narras, van naciendo otras historias fascinantes y has de ser fiel al estilo que has elegido, a la composición, al tono y al ritmo, por ejemplo para Llanto por un sultán decidí que se desarrollaría fundamentalmente en interiores, y que sería como un homenaje a ese monumento literario que son Las mil y una noches, era tentador hacer postales, porque el imperio otomano fue extenso y longevo y Turquía y en especial Estambul, bellezas en cualquier tiempo, pero hay que ser fiel a la estructura  y la composición que has elegido porque son un fin en sí mismos, porque no es igual un blues que un rock, el flamenco que la copla, la música clásica o el jazz... pues en una novela ocurre lo mismo.
Estudio la línea de pensamiento que había, las ropas, las comidas, los acontecimientos… En definitiva: la vida cotidiana de la ciudad, del país o del lugar que esté tratando, y lo hago sumida en estado de paroxismo como un teniente Colombo poseso.
Investigo mucho, por eso tardo años en construir una novela, pero luego no lo uso todo, y como he dicho, la búsqueda documental se produce antes y durante. Supongamos que vas a desnudar a una mujer en el siglo XV y te preguntas ¿qué ropa interior llevaban en aquel tiempo en Florencia y en el quattrocento? pues te paras y buscas documentación. 
Los lectores creen que se escribe en el orden en el que ellos están leyendo, pero no es así, es más modo pergamino, subes y bajas por el texto constantemente, y trabajas como con las piezas de un puzzle o rompecabezas, o como si cosieras un vestido y aún tuvieras las mangas, el cuello, la espalda y el delantero sin unir… Otro ejemplo para que se comprenda mejor: yo tenía descrito el dormitorio de Lorenzo Medici, y encontré un libro en el que decía que ardió en un incendio, y en dicho libro se hacía recuento e inventario de los objetos y enseres que había en esa habitación, pues hala, a cambiarlo, y si has puesto una colcha en la página 15, y luego en la sesenta el personaje se arropa con ella pues o bien no la describes o si lo haces has de buscarla por todo el texto para que coincida y concuerde.
Veo los rasgos físicos y anímicos, de los personajes, y aunque convivan los que existieron con los inventados, para mí, todos pasan a ser ficción, puesto que en el corazón, en la mente y en el alma de la persona nadie estaba, aunque como es natural puedes deducir sus estados de ánimo y qué detonantes les condujeron a consumar determinados hechos.
Sé cómo sienten, a qué huelen, cómo se expresan, los veo como si estuvieran en un plató… Es difícil de entender para el lector, pero es así como funciona en mi caso. Rosa Montero dice que las novelas salen del mismo material con el que soñamos y estoy de acuerdo con ella. Piensa en un arquitecto: antes de que construya un edificio tiene que haberlo visto en su imaginación, ser novelista es parecido, levantas también un edificio con ladrillos de palabras, de lenguaje que si está bien hecho tendrá ventanas por las que el lector pueda asomarse para ver más allá.
Hasta para pensar dialogo y convivo con imágenes reales y ficticias, al fin y al cabo ¿qué es lo autobiográfico? Coincido con Almudena Grandes cuando se preguntaba ¿Lo que vives, lo que piensas, lo que imaginas? Somos todo, lo que soñamos, experimentamos, lo que leemos, lo que escribimos, lo que elegimos… todo pasa por nuestro tamiz y se metaboliza.

P. Cuando publicas ¿has tenido ganas de cambiar el final después de escribirlo?
R. No, porque ya le he dado muchas vueltas hasta dejarlo así, la decisión definitiva está tomada. Otra cosa es el pulido del lenguaje que siempre andarías retocando, pero en algún momento hay que parar y darlo por bueno.

P. ¿Te sientes segura del libro una vez escrito?
R. Sí, la inseguridad la produce el hecho de exponerte ante los lectores por si no conectan. Pero eso ya está fuera de mi alcance, no se debe buscar un público para complacerlo, sería hacer trampa. Como lectora sé que hay libros que reposan dentro de ti y te acompañan y se explican mucho después de su lectura, y hay otros que sin embargo se van sin haber dejado demasiada huella, y no tiene que ver con la calidad literaria con la que estén elaborados, sino con lo que el lector necesitaba recibir en ese momento.

P. ¿Dedicas mucho tiempo a la escritura y a la lectura?
R. Le dedico mi vida entera, todo gira en torno a la literatura y al cine, son mis vehículos, mi nutrición anímica, mi identidad y conjuga bien con estar pendiente de mi familia, de mi club… no me impide ocuparme de los otros, de las demás tareas caseras, de entrar y salir, es como moverte al mismo tiempo en calles paralelas porque se escribe también mentalmente, todo nutre y después, cuando puedes, lo vas plasmando y sujetando en libretas, cuadernos, en el ordenador... ya sabes, en la memoria de papel, lo que no escribo no lo fijo y se me pierde.

P. ¿Qué opinas de los procesos para poder publicar? ¿Cómo ves el panorama editorial?
R. Salvando las maravillosas excepciones, que también las habrá, las editoriales hoy son una tierra sin ley que nadie controla, y el objetivo es mercantil. Se echa de menos a personas como el señor Barral y la agente literaria Carmen Balcells, que adoraban descubrir voces nuevas, talentos… y sentían que su aportación a la literatura tenía importancia por la huella que ésta deja en un país, y disfrutaban siendo testigos de su tiempo. Tenían más espíritu de mecenazgo que necesidad de dinero. 
Son malos tiempos para la lírica, pero aun así encuentras muchos hallazgos. La literatura es un refugio contra la adversidad.
Ocurre que el lector al haber adquirido o comprado los libros los considera tan suyos como si los hubiera escrito él mismo, y como son un objeto que cabe en el cuenco de sus manos, que no requiere enchufe, y sin embargo es interactivo sin darle a play, y lo puede dejar en cualquier parte, ir hacia atrás o hacia delante, si se cae desde un quinto piso no se rompe, como mucho se desencuaderna… pues tal vez no valora tanto su contenido, cosa que en mi opinión no hace con una escultura o cualquier otra pieza de arte.

P. ¿Qué géneros literarios te gustan más?
R. No creo en los géneros, aunque entiendo que para bibliotecarios y libreros es un modo de ordenar en los anaqueles, y también para el lector puede ser una orientación. La literatura es buena o no es literatura, y a cada uno nos va llevando por los senderos o preferencias que más nos llenan.
Me considero una escritora existencialista, introspectiva, dicho en términos sencillos: me interesan el amor en todas sus expresiones, la amistad, las relaciones humanas con sus ambivalencias y contradicciones, los odios y los afectos, el dolor, la muerte… Todos somos capaces de lo mejor y de lo peor, el dilema radica en lo que elegimos hacer, decir, omitir… 
Con el mismo instrumental un cirujano corta para dar la vida y otra persona toma un cuchillo para quitarla, eso lo decía a menudo en el club Loli Erroz, la mujer del poeta y escritor Paulino Aparicio Ortega, y madre del también escritor y doctor en medicina Sergio Aparicio Erroz.
Pensamos que el fin último del ser humano es alcanzar la sabiduría, pero el fin último es conseguir la bondad y añadiría que la meta es el amor, y el amor no es fácil porque requiere valentía para decir o que nos digan lo que en realidad necesitamos escuchar. La literatura está llena de respuestas íntimas que bucean hasta los pliegues más recónditos del alma, incluidos los de las zonas oscuras.

P. ¿Qué escritor o escritores te han influido más en tu recorrido literario?
R. Soy más de libros que de autores, porque el mejor escribiente echa un borrón, pero te diré algunos: Hermann Hesse en la adolescencia, especialmente El lobo estepario; Lila Carson Mccullers, destacaré de su obra El corazón es un cazador solitario; a partir de mi juventud Rosa Montero y elijo de su colección profusa, La función Delta y Temblor, por citar dos; tras la transición Almudena Grandes y escojo Malena es un nombre de tango; y en mi madurez Sándor Márai, especialmente dos de sus libros El último encuentro, y La mujer justa
Podría seguir pero me has hablado de influencia y todas las obras citadas me dejaron marca, una gran huella.

P. Elige tres libros cuya lectura te ha conmovido.
R. Citaré tres recientes. El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, de Tatiana Tîbuleac, Saber perder, de David Trueba y Un millón de gotas, de Víctor del Árbol.

P. ¿Recuerdas el primer libro que leíste?
R. Las mil y una noches en versión infantil, me lo regaló mi padre.

P. ¿Tus padres te influyeron en la lectura?
R. Sí, la casa estaba llena de libros, aunque se economizara en otras cosas. Mi padre en la lectura y mi madre en la escritur,a porque escuchar los dichos de Magdalena Campos era adentrarse en un mundo de hermosísimas metáforas y simbolismos: “¡Mira qué sarracina has hecho!”, “¡Menudo tiberio has liado!”, años más tarde me enteré de quienes eran los sarracenos y que el emperador Tiberio existió. “Tú no llores por medios días habiendo días enteros”, o “Donde las dan las toman y callar es bueno”… podría seguir sin parar, pero terminaría muy afectada por los recuerdos.

P. ¿Qué se esconde detrás de tu libro El otro lado del lienzo? ¿Qué mensaje has querido hacer llegar?
R. La puerta principal de El otro lado del lienzo se abre con dos citas del libro científico El retorno de los brujos, de Louis Pauwels y Jacques Bergier. Y dicen así: “Incluso la época del agobio es digna de respeto, pues es obra, no del hombre, sino de la humanidad y, por lo tanto, de la naturaleza creadora, que puede ser dura, pero jamás absurda. Si es dura la época en que vivimos, tanto más debemos amarla, empaparla de nuestro amor, hasta que logremos desplazar las pesadas masas de materia que ocultan la luz que brilla al otro lado” y “Cuanto más comprendo más amo porque todo lo comprendido es bueno”.
Elegí esta obertura porque tiene mucho que ver con el contenido de la novela.
El otro lado del lienzo rompe las barreras temporales para expresar que lo que llamamos pasado sigue vivo en el presente y continuará en el futuro, porque somos una suma en la carrera de relevos que la humanidad recorre. Nombramos –pasado, presente y futuro- al transcurso de nuestra existencia para que nos sea más fácil ordenar las etapas, pero para mí el tiempo en realidad es sólo el nombre que le damos a nuestro paso por aquí.
En El otro lado del lienzo algo que jamás debió ser interrumpido se culminará en el presente de la novela, los años noventa del siglo XX. Un ser mitológico y eterno como Caronte conmovido hará que el milagro suceda.
Las personas somos efímeras, hasta nuestras ropas duran más que nosotros (detalle que en el libro cobra mucha importancia y cierra el final de ese modo simbólico). Tal vez por ello buscamos nuestras pequeñas eternidades, para que den testimonio de que estuvimos en la tierra, quizá por ello hacemos tantas fotos: para permanecer de algún modo a través de nuestras pequeñas o grandes obras. Por la misma razón los historiadores intentan mantener vivo el pasado en el presente, y los escritores queremos hacer visible lo invisible -de nuevo cito a Rosa Montero- que el interior se asome al exterior para que la vida se complete, para que se llenen los huecos y se eliminen las zozobras.
Al fin y al cabo, convivimos con lo sobrenatural de manera natural, valga el guiño: cada noche despejada vemos la luz de estrellas que ya no existen, lo intangible como por ejemplo una emoción se convierte en tangible porque provoca el llanto, abrazamos a un bebé y nuestra energía lo calma… es decir: convivimos con los misterios sin miedo, y a la espera de que se vayan desvelando, ahora o en generaciones venideras.
Creo que los escritores en realidad tan sólo aportamos un capítulo o una pequeña parte al gran libro del mundo que escribimos entre todos sin saber si somos protagonistas o actores de reparto, pero tengo la certeza de que todos remamos a favor de obra, aunque no nos conozcamos. 
Ornella no existió fuera de las páginas de mi novela, pero el pintor de esta historia sí, y sentí que estaba tan solo y tan triste que la soñé para él, y a él -el artista adelantado a su tiempo- lo imaginé para ella. Esa es la osadía que cometemos los escritores: dar el soplo de la vida a los personajes y crear un universo que antes no existía para que vivan en él.

P. ¿Qué libro te haría ilusión escribir y sobre qué temática en concreto?
R. Con cobertura de blues fue mi última ilusión, su temática se desarrolla en la crisis del 2008 y el enfoque fueron dos mundos separados por una carretera general, en un lado hay un bellísimo hotel regentado por un afamado chef y frente a él una casa de lujo que desde hace un tiempo parece deshabitada, al otro lado de la carretera se halla el barrio de La Quimera, en una orilla cuando vienen mal dadas te apartan del clan como a un leproso, en la otra añaden un plato en la mesa. De nuevo una historia de amor complicado salvará los escollos. Siempre escribo sobre segundas oportunidades y resurrecciones del Fenix. Creo de verdad que las personas son recuperables incluso en las más horribles y sórdidas circunstancias.
Sin dioses que nos miren, es un canto a las cuatro estaciones de la vida, una catarsis personal y un desgarrado réquiem para mis padres. Es la única novela de tintes autobiográficos, y de construcción más vanguardista, a Fernando Borlán le gustaba mucho. En ella también hice homenaje a mis compañeros de club porque durante más de 25 años han estado en todos los acontecimientos decisivos de mi vida.

P. ¿Te gusta la poesía? ¿Qué opinas de ella?
R. Ante la poesía me arrodillo, simplemente me limito a conmoverme, nunca las he escrito, aunque dicen que mi prosa es poética.

P. ¿Qué aportan a tu vida la lectura y la escritura?
R. Alimento para el hambre, y agua para la sed. Otra patria más universal, vida añadida, intensidad, respuestas, y junto a mi familia y mi hogar, el lugar al que escaparme para volver siendo mejor.

P. ¿Cómo ves el panorama cultural en Guadalajara? ¿Ayudan y colaboran las administraciones y los políticos a la cultura en general y a la literatura en especial?
R. Siento un gran orgullo, la identidad de Guadalajara es precisamente esa: ciudad cultural por antonomasia, tan rica en encuentros brillantísimos que hasta se solapan los actos, no voy a mencionaros para no cometer el error de olvidarme de alguien, pero me emociona toda la entrega que durante años estáis haciendo, ojalá os ayudéis mutuamente. Sabes que siento mucho orgullo por tu labor que me parece asombrosa y una gran admiración por ti.
En mi caso estoy muy agradecida, por el apoyo de las instituciones y por el tuyo en especial. Aunque nunca estorba que entre todos consigamos que nuestra cultura sea una marca, una seña. Bilbao se transformó y ahora tiene un reconocimiento inmenso como urbe cultural. No pretendo que lleguemos a su nivel porque es un precioso museo la ciudad entera, pero basta con querer para que se pongan en marcha iniciativas también aquí, y se nos quiten los complejos y tengamos confianza en nosotros y entre nosotros. Presiento que con la publicación de esta novela comenzará una andadura editorial potente por parte del Ayuntamiento.

P. ¿Por qué te encanta la crítica literaria, de arte y pensamiento?
R. Porque aunque mis espacios en redes sean modestos me siento feliz por poder aportar mi granito de arena a los autores y a sus obras y por dejar por escrito lo que he experimentado al leerlas o verlas y si es posible animar a que otros hagan lo mismo y se divulgue algo que me parece que contrarresta otras actitudes más airadas y menos constructivas. Con esa pequeñez me doy por contenta y me siento un poco más útil.

P. ¿Cuál es tu siguiente proyecto? ¿Lo tienes ya en marcha?
R. De momento metas cortas. Me he propuesto escribir un artículo de opinión cada semana -para ponerlo en el blog y compartirlo en Facebook-, naturalmente seguiré poniendo los comentarios sobre libros o cine que escribo habitualmente, a ver si soy capaz. A su vez quiero hacer relatos cortos para sentir la satisfacción inmediata de trabajo acabado, y tengo en mente desde hace tiempo un proyecto de novela que quiero situar en la época del art nouveau, y que esté relacionado con Alphonse Mucha.

P ¿Podrías compartir alguna anécdota que te haya ocurrido dentro del mundo literario?
R. Sí, una vez me invitaron a un encuentro en una localidad –no diremos el nombre- y en la mesa además de la directora de la biblioteca estaba un concejal desconocido para mí, cuya presentación de entrada fue: “No creas que porque a ti te quiera todo el mundo te vamos a tener que querer los demás”. Y de pronto se levantó la coordinadora del club y dijo: teníamos ganas de enfrentarnos a ti.
De inmediato comprendí que por alguna extraña razón yo era el arma arrojadiza de alguien contra alguien.
Aclaré con una sonrisa que creía que había ido a un encuentro, no a un enfrentamiento y comencé a hablar sobre Hija de…, mi novela más controvertida ya que trata de adicciones. 
Mi intención al escribirla fue la de darle la vuelta al foco mediático para que la luz la recibieran los ángeles sin alas de alcohólicos anónimos que se dedican a recuperar a otras personas que, al igual que ellos en su día, han caído en el pozo. 
Escogí a propósito a una familia conocida, en declive profesional y personal y muy denostada en los programas mal llamados de corazón, necesitaba alguien por quien nadie diera un duro, que no tuviera aureola de leyenda porque habría sido tramposo, (¿quién no adora a Ray Charles o a Marilyn Monroe aunque se pusieran hasta arriba de drogas?), el mérito estaba en recuperar a quienes aparentemente no lo merecían, como ves, de nuevo aparece mi leitmotiv: segundas oportunidades y resurrección del ave Fenix. Es mi novela más querida porque necesita más explicaciones que las otras que una vez acabadas ya vuelan solas. Cuando oigo exclamar con desprecio ¿y por qué escogiste a estos? De inmediato respondo ¿y por qué no? Como dice una compañera del club “Todos somos sociedad”.
Al terminar el encuentro, la persona que me había invitado me susurró al oído “Ya sabía yo que te los ibas a merendar”. Seguí sonriendo estoica y cuando llegué a casa me derrumbé. Esa fue la única mota, todos los demás encuentros resultaron cálidos y respetuosos.

 P. ¿Hay en Guadalajara afición a la lectura?
R. Sí, la población lectora de los clubes de literatura es enorme en la capital y en toda la provincia, pero desconozco los datos de los demás, esos los sabrán calcular las bibliotecas públicas si contabilizan el número de préstamos.

P. Una película.
R. ¿Solo una? Te doy dos: Confidencias, de Luchino Visconti y Mejor imposible, de James L Brooks.

P. Una canción.
R. Tres: Georgia, de Ray Charles, At last!, de Etta James y Todo a pulmón, de Miguel Ríos.

P. Un género literario.
R. Todos si son de calidad.

P. Una estación del tiempo.
R. Primavera.

P. Una frase que se te haya quedado grabada.
R. “El primer defecto que descubres en los demás es el que tú tienes, y lo distingues porque es el que mejor conoces”, es de mi hermano, Miguel Zori, y me la dijo cuando era cría.

P. Un olor evocador.
R. Las patatas guisadas de mi madre. El de Soria en agosto. El perfume Charlie. Y el de mis hijas cuando eran bebés.

Muchas gracias Juan.

Pilar Zori


"Huecos de vida", de SERGIO APARICIO ERROZ

Un hermoso libro estructurado dentro del orden anímico que es diferente al cronológico. Con un brillante hilo conductor que se mueve entre los espacios de dolor y de alegría con equilibrio y reparto sutilmente simétrico. Podríamos denominar la mezcla como poesía y “prosemas” pero deseo alejarme de las etiquetas porque creo estar ante las páginas de algo nuevo y sin bautizar, genuino y lleno de pureza.

La obra fluye como un mar que contiene en sí mismo ondulaciones, olas encrespadas, picos y espumas remansadas.

Las personas acarreamos nuestra vida en mezcla, sin edades, ni compartimentos estanco cuando se trata del interior, de los recuerdos, de la memoria, nuestro máximo derecho personal.

“El diario” me ha parecido la declaración de intenciones del autor, el latido de la obra, subrayable por todas partes, por ello llamarla poemario sería acotarla, y tratar de diseccionarla entre prosa y poesía desgajarla como una cruel y torpe amputación.

Mi área de expresión no es el poema, ante ellos me arrodillo y me limito a conmoverme, pero el arte por suerte siempre abre camino para la conexión o traza nuevos senderos para que podamos encontrarnos.

***


A continuación compartiré cuál ha sido mi experiencia al tener entre mis manos Huecos de vida:

He transitado por las páginas de esta asombrosa obra como quien se adentra en el espacio sin tiempo que alberga a la introspección. 

En ese lugar no hay cronología y los vertiginosos saltos hacia atrás o hacia adelante los propicia la evocación. 

Nuestras vidas interiores son así y la memoria tiene su propio orden que no escribimos ni dirigimos nosotros por mucho deseo de control que tengamos. 

Tampoco sabemos quién es el guionista de los avatares en la estancia vital que nos toca, ni si somos protagonistas o personajes secundarios que forman parte de un total, junto a los demás.

“Cuando todos los árboles se entrelazan, la selva del hombre transcurre en zigzag, a grandes saltos, de atrás hacia delante y de delante hacia atrás; el pasado, el presente y el futuro son hermanos de un agua en remolino, inclasificable, siempre audaz”Nos dice Sergio Aparicio Erroz en “Los trenes de los días". 

Dicha pugna paradójica de humildad y orgullo entre lo individual y lo colectivo produce un doloroso desgaste que a menudo conduce hacia abismos y avernos. Pero la buena noticia es que hay cuerda para subir, para ascender y aferrarse a la luz de nuevo, con profundos y crueles rasguños pero ya sin vértigo, sin caída libre, porque ahora sabemos lo que pasa y el logro es evitarlos. Así siento el contenido de las páginas de huecos de vida. Escribir nos defiende de las adversidades y llena los huecos.

A veces tan sólo hay que extender los brazos y alguien a cada lado te toma de las manos para reparar el descosido y entonces el sentimiento de ser comprendido se restablece en la colmena de los diversos, de los plurales, de los distintos… incluyendo los molestos zumbidos del enjambre social que antes creíamos dañinos e innecesarios, las abejas también pasan ratos solitarios entre flores, hay tiempo y lugares para ser uno y también para ser todos. 

Los lectores, con mayor o menor pericia alargan dichas manos hacia los escritores, y entonces la corriente de afectividad y el agradecimiento se reanudan, se establecen y la armonía se conjuga entre todos. A pesar de que: 

“…El lenguaje nos da todas las posibilidades de la agresión, con él podemos hasta disparar la infamia”. Nos dice el autor. 

Sergio Aparicio Erroz tiene un nivel de empatía tan gigantesco que prácticamente se vuelca en la sensibilidad del otro sin ninguna protección y quemando todas sus naves en favor de familia, amigos, pacientes, amor… aunque después prefiera lamerse las heridas solo, y por ello la reciprocidad es obligada ante tanta entrega.


Con el pudor de quien ha sido invitado a la intimidad más recóndita he asistido al inmenso honor de poder contemplar  “Huecos de vida” desde una butaca en penumbra como quien presencia las evoluciones verticales de la belleza etérea que atraviesan en el aire los artistas del Circo del sol y aunque el símil podría parecer inadecuado por las connotaciones peyorativas que a menudo reflejamos en la palabra “circo” no es así en éste caso tan digno, porque lo que he visto en dicho escenario aéreo como en el del libro de S. Aparicio Erroz ha sido la delicadeza aparentemente vulnerable de quienes oscilan y vuelan en el alambre o suben y bajan por las fuertes cuerdas -que sin embargo parecen frágiles- con sus gaseosas y livianas vestimentas en aleteo de ángeles. 

 Esa ha sido para mí la atmósfera vertical y acantilada que el autor de este desnudo anímico -tan generoso y valiente- ha creado con una clase de sensibilidad en susurro que nada tiene que ver con los quejidos y estridencias gritones de otros, y lo ha hecho llevando un dolor inmenso en brazos -no a cuestas- cuidadosamente abrigado como sólo quienes tienen elegancia de corazón pueden acarrearlo. 

“Eso soy, un grito que de continuo resbala, un eco condenado a no contactar”.

Pero no quiero llevar a engaño, como ya he comentado en renglones anteriores en esta pieza lírica de mirada autobiográfica tan singular tristezas y alegrías conviven y se conjugan en perfecto contrapeso y en balanza fiel. En ella aparece con frecuencia el cristal, transparente y duro, pero tan frágil al caer, al romperse.

Para finalizar reitero porque lo considero relevante que no he notado cambio de registro entre prosa y poesía, sólo el fluir del mismo mar con sus remansos y ondas, sólo el vaivén en el oleaje sosegado de recuerdos, sentimientos y reflexiones que su marea le posa en la orilla, en la arena, con un sentido perfectamente ordenado pero sin cronología en el que cabe la vida entera de Sergio hasta hoy. La existencia de un alma noble que ha alcanzado la belleza y la bondad hasta en las zonas oscuras.

“La poesía es un microscopio a través del cual nos reconocemos, un transbordo hacia la nobleza”. Sergio Aparicio Erroz.

Una hermosa y delicada edición de AH (aache) le ha proporcionado alas y pies para que vuele. Deseo que los ejemplares de tu libro se multipliquen como el milagro de los panes y los peces querido Sergio digno hijo de Paulino Aparicio Ortega, gran poeta y escritor, de quien también hablaré, hoy el espacio estaba reservado para ti.

Pili Zori