Sólo
con escuchar “Calling you”, la hermosa canción compuesta por Bob Telson e interpretada por Jevetta
Steele ya te transportas hasta el
desierto de Mohave siguiendo el mandato cósmico de las dos luces que Rudi Cox (Jack Palance) plasmó en el cuadro que
está en la habitación que acogerá a Jasmín (Marianne Sagebrecht) en el café restaurante Bagdad que además es
motel de carretera. Rudi Cox es un
veterano pintor y decorador de los grandes estudios de Hollywood que
actualmente se hospeda en él.
El
destino es caprichoso y a veces te lleva a encontrar tu lugar en el mundo en el
espacio más insospechado y tras la peor circunstancia que pudieras imaginar: Un
matrimonio bávaro va camino de Las Vegas en viaje de placer. Protagonizan una
pelea y Jasmín, la esposa, se ve abandonada en medio de la nada y rodeada de la
inmensidad del desierto. Sus agotados y calurosos pasos de zapatos y ropa
inapropiada la conducen arrastrando una maleta hasta el café restaurante que
dirige Brenda (CCH Pounder), ella también acaba de
despedir a su marido, así que ambas mujeres sin saberlo se encuentran en
situación parecida. Al principio desconfían la una de la otra, (es interesante
ver los pensamientos e imaginaciones prejuiciosos de ambas porque nos hacen
reírnos de nosotros mismos), ellas no saben todavía que tienen mucho más en
común de lo que les separa.
Jasmin
ha tomado por equivocación el equipaje del marido, pronto descubrirá que no
contiene su ropa de mujer y que sólo dispone de cheques de viaje. Desde ese
punto de partida, completamente hostil al comienzo, surgirá una de las
historias de amistad y amor más bella, transgresora y original que ha dado el
cine. Es enternecedor el pasaje en el que la bávara le limpia y distribuye los
enseres de la oficina a Brenda para que se sienta más feliz, y ella le pide que
vuelva a dejarlo todo como estaba, naturalmente a medio camino de reproducir el
basurero anterior frena. A continuación vemos el efecto y cómo Brenda se siente
más ubicada, Jasmín le ha otorgado ese valor. Con el mero gesto de organizarle
un poco el espacio también le ha colocado la vida, su nueva vida sin marido. Y
así, de confrontación en confrontación, más o menos dolorosas, las dos mujeres
se irán aproximando entre el café alemán concentrado y el americano aguado. Tal
vez en la dosificación de un mismo líquido esté el sabor de las culturas, y
algo tan simple como añadir o quitar agua a la infusión produzca el
entendimiento y la comprensión, porque al final la vida y la convivencia puede
que sólo sean una cuestión de paladar.
El
hijo de la malhumorada Brenda es un pianista de talento insólito, Salomón (Darron Flagg), amante de la música
clásica austriaca y alemana a quien su madre hace callar por si molesta a los
clientes. La llegada de Jasmín al Bagdad también para él será providencial. El
espectador ve que el talento emerge en cualquier parte y sin necesidad de
estímulos que lo cultiven. Pronto sabremos que el bebé que cuida Brenda es su
nieto e hijo de Salomón, la madre no
aparece por ningún lado, dato inusual con respecto a la custodia, porque el
director ha jugado con nosotros que invariablemente le estábamos atribuyendo la
maternidad a Phillis (Mónica Calhoum) la
otra hija de Brenda, una chiquilla a quien hemos visto subirse a los camiones
que van a repostar a la gasolinera del Bagdad. Está bien que Percy Adlon, el director, nos rompa los
esquemas, porque los camioneros que acogen a Phillis son gente amiga y fiable,
clientes habituales, y sus vehículos el único medio de transporte de ida y
vuelta hasta ese lugar perdido en medio de la tierra yerma, ya os decía que la
película es bondadosamente transgresora: la rolliza Jasmín, por ejemplo,
enamora perdidamente a Rudi Cox que sin duda a lo largo de su vida se habrá
saturado de mujeres esbeltas. Poco a poco ella se va desnudando ante sus
pinceles, y esa ruptura de los cánones de belleza convencionales, al menos para
mí, merece una ovación larga y cerrada.
Percy Adlon |
El
Bagdad se llena de magia, magia real y también de la de truco y efectos porque
Jasmín a ratos y en la soledad de su cuarto se entretiene en aprender con uno
de los juegos que traía la maleta y termina aplicándola entre los clientes, la
novedad se extiende por las emisoras de los camioneros y los llenazos en el
café restaurante son diarios.
Un
boomerang nos vaticina al mismo tiempo el buen y mal augurio: Jasmín, aunque
nadie quiera pensar en ello, tarde o temprano tendrá que marchar, pero
¿volverá?
La
película es del color del sol y de la tierra con los matices cálidos y borrosos
que desprende la carretera para subrayar el aura mágica, pero también es nítida
en los contornos que bordean las siluetas en la gama de color de las bruñidas
pieles que va desde el cremoso rostro de Jasmín hasta los distintos y suntuosos
chocolates del de Brenda o los de sus hijos pasando por el más ruboroso de los
indios representados por el camarero y el sheriff que no ha renunciado a sus
trenzas, y es que Américas y americanos hay muchos.
La
imagen de la bávara de piel translúcida y marfileña con el nieto de Brenda en
brazos, un delicioso bombón, no puede ser más bonita, tanto como la del
encuentro final entre ambas enlazadas por la cintura, ¿final o principio?
La
vuelta de Jasmín con ropa blanca, ligera y fresca contrasta y cierra el
precioso círculo como una paloma en vuelo. Cuando apareció por vez primera
vestía con un agobiante traje oscuro y grueso, el único que tenía, y que con
extraordinario ingenio fue combinando con la ropa del marido a la fuga, para
crear conjuntos llenos de encanto.
Necesitamos
fábulas como ésta que coloquen en su lugar la verdadera belleza. Deseos
perseguibles y posibles porque no hay nada más bonito que pronunciar la frase
¿Y por qué no? Es la única que convierte en realidad los sueños.
***
Y
siguiendo con la magia os contaré que en nuestro club de cine me ocurrió algo
curioso: una de las compañeras más calladas y discretas puso en mis manos un
dvd del que se sentía muy orgullosa “el guión es de mi hija” –me explicó-
mientras a la vez añadía “salen muchas de las películas que nos has ido
poniendo, y hablan algunos de los directores que nos has explicado”.
Cuando
vi el contenido en casa se me puso el vello de punta: el dvd se titula “Edward Hopper,
el pintor del silencio” Realización
de Carlos Rodriguez, Guión de Raquel
Santos y producción de Isabel Lapuerta.
Hopper retrató como nadie la vida cotidiana estadounidense
además de la soledad, sobre todo la de la mujer. Nació el 22 de julio de 1882 y
murió el 15 de mayo de 1967. Entre su poética pintura y el cine se produjo una
simbiosis en la que es difícil distinguir la frontera porque se ha diluido. El
cine se inspiró en sus cuadros y él también se inspiró en el cine. Sus obras son
como extraordinarios fotogramas de óleo o de acuarela, lujosos story books de luces frías y cortantes
sobre lienzos, forzadas para expresar mejor las emociones.
El
magnífico documental en efecto contiene escenas de “Lejos del cielo” -como me
anticipó la madre de Raquel Santos-, la música de “American Beauty”, también
hace referencia a “La joven de la perla”, a “Bagdag café”… y me alegré mucho
por la coincidencia, al fin y al cabo no he seguido un canon a la hora de
elegir las películas, han sido ellas las que me han ido buscando, pero está
claro que lo bueno se abre paso por sí mismo y se coloca por su propio orden y
a nosotros sólo nos queda saber apreciarlo.
El
documental es impresionante por toda la búsqueda de paralelismos y similitudes
entre pintura y cine, lo forman escenas con exactitud de calco entre el cuadro
y la pantalla. Un trabajo ímprobo y eficiente que intuyo de enorme dificultad y
gran cinefilia, pero sobre todo lleno de inspiración porque tal como está
ensamblado es un canto que demuestra al espectador que el buen cine es pintura
en movimiento. La composición está llena de lirismo, el bellísimo homenaje a Edward Hopper al que se
puede ver en una de las pocas entrevistas televisivas que concedió, es impagable
y surge en blanco y negro, justo en el centro, como meollo, tras haber sido
arropado y envuelto con toda la explosión de su color.
Aparecen
compartiendo impresiones y experiencias grandes directores de fotografía de
quienes a lo largo de este blog he ido hablando y críticos de arte de la altura
enorme de Francisco Calvo Serraller…
En fin es una joya indispensable para cualquier amante del cine que se precie y
prefiero que lo constatéis por vosotros mismos.
"Automat" (Edward Hopper) |
Dentro
de la carcasa había un recorte de periódico con una reseña de Carlos Boyero perteneciente a su columna “El voyeur” que databa del 20 de
abril del 2006 y que curiosamente aludía a la elección de Papa. Por un instante
me hizo dudar de la fecha que el papel envejecido me aclaró de inmediato, qué
casualidad que el día en el que leí dicho artículo estuvieran eligiendo nuevo
Pontífice, pero esta vez en 2013.
“Habemus
Edward Hopper”, lo tituló Boyero en un magnífico artículo que finalizaba
diciendo: “Programas como éste, realizados al margen de fenicios y de
audiencias, hechos con cerebro y corazón, a mí me compensan de pagar por ver la
tele”.
La
sorpresa me la llevé cuando al comentárselo a mis hijas pensando que el documental le interesaría
especialmente a Raquel, la menor, porque sé que le emociona Hopper en toda su
trayectoria, -no sólo como pintor, también en su etapa publicitaria- fuera sin
embargo Sara, la mayor, la que cuando dije: “el guión es de Raquel Santos, no
sé si la conoceréis, es de aquí” rápidamente exclamó: “¡Ah, sí!, estudió
conmigo en la Complutense aunque iba a otro curso, es algún año mayor que yo”
-ambas se licenciaron en comunicación audiovisual- “Es muy maja” -prosiguió-
(por aquí, las expresiones como “majo o maja” son sinónimos de buena
gente), “además de guapa”-añadió- esto
último no he podido confirmarlo porque no aparece su rostro en ningún rincón de
internet, o no he sabido buscarlo. Por lo visto Sara y ella habían coincidido
en más de una ocasión con amigos comunes.
Me
alegro de que el mundo sea un pañuelo y nosotros un receptor que va captando
emisoras. El arte, como siempre he dicho, busca caminos y estos terminan
confluyendo en el mismo canal que los sintoniza. Cuando en sesiones anteriores
debatíamos sobre el cine de Kieslowski
hablábamos de cuántas cosas ocurren a nuestro alrededor, sin que lo sepamos,
que sin embargo nos atraen y nos vinculan. Y por ello es un honor que aquí, en
Guadalajara, haya una buena cantera de creativos y es de justicia decirlo.
Un
abrazo y hasta el próximo encuentro.
Pili
Zori
Hola! Me siento abrumada. Me alegro mucho de que este reportaje, hecho con tanta ilusión y tanto cariño, te haya gustado tanto. La verdad es que nosotros, Isabel, Carlos, los cámaras, las documentalistas y yo, disfrutamos mucho haciéndolo. Fueron semanas y semanas de investigación y de ver muchas películas, de leer mucho sobre Edward Hopper y, sobre todo, de admirar y “pensar” sus cuadros y de trazar lazos entre estos y las imágenes vistas en películas. Hicimos un viaje precioso a Nueva York donde no sólo entrevistamos a la biógrafa de Hopper, Gail Levin, sino que lo hicimos en el mismo estudio de Edward Hopper en Whasington Square. Fue uno de los momentos más emocionantes. Recorrimos Manhattan y Brooklyn y encontramos algunas de las vistas que él pintó (llevábamos pistas, claro). Isabel Lapuerta logró contactar con uno de los grandes amigos de Edward Hopper, Brian O´Dohery, quien muy gustosamente le cedió la entrevista a la que haces referencia. Carlos Rodríguez, el realizador, logró ensamblar las imágenes "hopperianas" con los fotogramas de películas de manera que parecían una.
ResponderEliminarBueno, lo dicho, muchas gracias por tus comentarios y halagos. Déjame lanzarte uno yo a ti, aunque no te conozca. Sé de buena tinta que tus alumnos del club de cine disfrutan y aprenden mucho contigo.
Raquel Santos
¡Cuánto honor me haces princesa, asomándote por este rinconcillo, gracias por enriquecerlo con tu humildad y magnífico hacer, extiende las gracias a tus compañeros, creo sinceramente que es un documental de culto y siento orgullo prestado o adoptivo al saber que eres de aquí. Un abrazo enorme. Pili Zori
EliminarBuenas tardes,
ResponderEliminar¿Cómo podría ver el documental?
Mil gracias
Hola Mónica, cuánto siento no poder ayudarte, no tengo ni el teléfono ni la dirección de la autora, como digo en el texto fue su madre quien me llevó el Dvd para que lo viera, después se lo devolví; aquel centro donde nos reuníamos para hablar de cine desapareció. Creo recordar que se emitió en el canal plus, tal vez tengas suerte y puedas encontrarlo con esa pista, o en youtube. Un abrazo muy grande, gracias por asomarte a este rincón.
EliminarHe visto por dos veces este film, aqui descripto maravillosamente. Es un verdadero y aleccionador poema que es la vida si le pines tu toque de MAGIA!!!
ResponderEliminarGracias por dejar tu valioso comentario Mariros, cuando ves Bagdad Café ya no puedes olvidarla se cuela para siempre en el corazón y te acompaña. Un beso grande.
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