EL PORTAZO


Relato
Pili Zori

Luz empujaba los puños contra el interior de sus bolsillos, la barbilla distaba apenas unos centímetros de su pecho, desde la frente iban cayendo los pensamientos oscuros y aturdidos, y las interrogaciones creaban el espejismo sonoro de estrellarse contra la acera como herraduras cojas:
¿Por qué todo el mundo confunde ser servicial con servilismo?, –se preguntó con impotencia- ¿ser colérico con tener fuerza de carácter?, ¿la ira con el arrojo y la valentía?, ¿la prudencia con la cobardía?
La nariz exhaló vientos de dragón hervido.
Se detuvo de súbito con el ceño fruncido y el amplio bolso le golpeó la espalda ante el brusco giro, las costuras de los bolsillos interiores del abrigo estaban a punto de estallar. Tenía el rostro encendido. Separó la aldaba de bronce durante unos segundos de indecisión y llamó a la puerta, tres golpes secos por la costumbre de santiguar que la doña impuso. Cuando chirrió la hoja al abrirse se reprochó de forma inconsciente que hacía tiempo que no le echaba el tres en uno a los goznes.
Los oscuros ojos de la mujer encubrieron el instante de sorpresa anhelada para rasgarse y estrecharse de inmediato empequeñecidos, el miedo se vistió de orgullo tirando del pelo hacia arriba y la mujer embistió con la frente interrogante contra la glauca mirada de Luz. Antes de que la dueña de la casa abriera la boca al otro lado del umbral ella tomó la palabra de forma atropellada.
-Sabe lo que le digo: que me he dado la vuelta porque no quiero irme como un perrillo asustado y sumiso que no ha hecho nada malo, así que limpie usted su porquería, vacíe su inodoro con la esponja y el trapito y no con la escobilla, no olvide fregar los charcos de su precioso vástago sin puntería, compre un puntero laser para señalarle a otra las telarañas, pásese el dedo por donde más le guste que se le va a estropear la laca indeleble de las uñas de tanto sobar los marcos de los cuadros buscando el polvo inexistente, y no lo digo con segundas, y dígale a su nene que meta su pulido pito en un enchufe porque ésta –clavó los dedos en garra en el canal de sus senos- está harta de hacerle regates, la lástima es no haberle apuntalado la aspiradora a ver si se le quita el estreñimiento heredado, y sabe lo que le digo: pues que le pele los garbanzos Rita la Cantaora, y guarra e inútil será usted doña frustrada.
Gloria miró en shock la espalda erguida y voluntariosa de Luz y la coleta morena que como un látigo sacudía los improperios que aún se habían quedado mordidos y sin pronunciar dentro de la estilizada nuca. Permaneció sin reaccionar durante unos instantes interminables, pero como si un destino corpulento la empujase se colocó el abrigo cual capa enfurecida y dejó detrás del portazo el eco de ¿Están ya las tostadas? proferido por el NiNi.
Corrió en pos de ella y al alcanzarla caminó ladeada para verle el perfil. El mechón rubio y cardado cayó sobre la sien izquierda.
-¡Yo no te he echado! ¡Te has ido tú porque eres una soberbia y no reconoces ninguno de tus errores!
-No señora, me voy porque es usted muy tóxica y desagradable.
-¿Acaso tienes quejas del sueldo? Porque si querías un aumento no tenías más que decirlo.
-No se entera usted de nada. No sabe separar las cosas.
Gloria tragó saliva. Por primera vez en su vida estaba aprendiendo a concretar sin las frases patrón tipo, por primera vez en su vida estaba dejándose llevar, por primera vez en su vida supo lo que le pasaba, pero para lo que le ocurría no tenía palabras manidas. Guardó unos momentos de embarazoso silencio. Tiritó antes de estrenar la desnudez del nuevo lenguaje y balbuceó como corresponde en el inicio del aprendizaje.
-Sí sé separar.
Luz se detuvo en seco, con la fuerza de un tropiezo, para mirarla desafiante y a la espera.
-No quiero que te vayas porque… al menos para mí eres mi mejor amiga. –El sonrojo se elevó desde el cuello-. Quién si no va a comprenderme más, si conoces mi ropa sucia en todos los sentidos, y esa confianza si no es correspondida también hiere. Yo no veo tu cama revuelta, ni huelo tu cocina, ni sé si está limpio o sucio tu retrete, y para tus asuntos eres muy reservada.
Luz esquivó los ojos oscuros que en ese momento se clavaban en los suyos como dardos.
-Entonces ¿por qué no se le cae la cara a pedazos de vergüenza cuando me humilla?, sólo sabe sacarme defectos, jamás un elogio, nunca se disculpa porque piensa “ya se le pasará” –elevó los brazos y se golpeó los muslos al dejarlos caer- como es tonta y todo lo aguanta porque no tiene donde caerse muerta según usted…
Los ojos de Gloria, llenos ahora de rojos relámpagos en derrame se anegaron.
-¡Porque tú también eres una chula! –vociferó- ¡que me arranca el sueldo de las manos como si fuera una barrera espinosa entre nosotras!
La saliva subió y bajó por la garganta de la auto-desempleada.
-Pues ¡hale! –Luz cruzó los brazos con fuerza- ya no hay sueldo y ahora qué.
Gloria tomó aire para serenarse tras el respingo.
-Ahora me gustaría que entrásemos en esa pastelería y nos tomáramos un café.
La señora cruzó más el abrigo contra el pecho pinzando las solapas con la mano cerca del corazón. También era la primera vez que mostraba su vulnerabilidad voluntariamente. No sólo la daba a entender o la transparentaba como en otras ocasiones.
-Y… que todas las semanas fuésemos al cine porque a Arturo no le gusta, ya lo sabes, el día que te viniera bien en… el otro trabajo que encuentres. Y no creas que la casa va a ser un desastre sin ti, porque me he fijado en como lo haces, aunque hayas creído que no y en el fondo te he pagado por enseñarme, un master en limpieza y orden ya ves. Y digo yo que algo bueno habrás aprendido tú también de mí durante este lustro.
Luz boqueó unos momentos hinchada como un pez globo, pero se desinfló en segundos recogiendo el quid pro quo, al fin admitía que ella también se defendía atacando y que no era plan. Carraspeó trazando pequeñas curvas con la punta del pie.
-Sí, Gloria -admitió- he aprendido de ti que ser bueno o ser malo no es un rasgo fijo del carácter sino una decisión y lo que estás haciendo con tu declaración nadie hasta hoy lo había hecho por mí. Tienes una forma de enfadarte fea y altanera, pero yo no me quedo atrás, así que si me lo pides te perdono, pero me lo tienes que pedir, y también te pido perdón a ti.
Se produjo un silencio torpe, esencial, infantil. Luz volvió a rellenarlo.
-Todavía ponen en el cine Criadas y señoras.
Se miraron, inflaron al unísono las mejillas y explotaron a reír.
-O madres e hijas… bueno ya encontraremos una de amigas que no sea Thelma y Louise.
Los ojos de ambas se besaron
Luz pensó que le irritaba no advertir el comienzo de los hechos, porque tenía muy claro que su amistad no era de hoy, pero tampoco recordaba de cuándo.

Pili Zori.

3 comentarios:

  1. Qué maravilla de relato. ¡Cómo se puede contar tanto sin contarlo! Me ha encantado.

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    1. Muchas gracias Sara, ni te imaginas lo importante que es para mí que te guste. Me emociona. Un beso enorme.

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