MARCO, película de Aitor Arregi y Jon Garaño

 La historia ya la conocemos, pero la potencia, la fuerza del largometraje reside en la interpretación de Eduard Fernández, superlativa, magistral..., y la de todo el elenco que gira en torno al personaje de Marco.

La atmósfera, el tono, el color de la luz y de la sombra..., que no hace concesiones a la emotividad facilona, es sobria y respetuosa.

¿Cómo sales indemne después de dar vida a ese protagonista?

Si el espectador lo pasa mal imaginad al actor que ha de vivir su patetismo dentro de ese cuerpo y esa mente, de la vergüenza insalvable. A todos nos gusta rescatar al perdedor por algún requicio incluso por un detalle mínimo, por alguna razón digna, y no nos importa identificarnos con el antihéroe si éste tiene tintes nobles por pequeños que sean, pero por nada del mundo queremos reflejarnos en Marco, porque como expresó Terencio "Nada de lo humano nos es ajeno" y nos entra pánico por si podríamos caer en alguna circunstancia que no fuera una simple mentira venial sino una bola cada vez más gorda y abocada sin remedio al abismo. No, no querríamos ser recordados por una bajeza, por una impostura tan indigna y vernos desde fuera como le estamos viendo a él desde el otro lado de la pantalla sabiendo que fue un hecho real. 

Como soy de tendencia redentora y no de jauría linchante, tal vez gracias a una frase que le escuchaba a menudo a mi madre y que se me incrustó en la piel intenté absolverle: "Del árbol caído todo el mundo hace leña" (más tarde supe que dichas palabras eran atribuidas al comediógrafo Menandro y que también aparecían en la Biblia, mi madre era sorprendente -ya que apenas fue a la escuela-, pero se hizo esponja de mar para absorber la cultura del oleaje con oído de caracola, porque el conocimiento va y viene, y no sólo está guardado en la universidad). De modo que por fin y gracias a esas palabras pude encontrarle al protgonista una salida digna: La enfermedad. 

Se trastornó, me dije, él habría querido con toda su alma ser el personaje que inventó para sí, tal vez porque se sentía cobarde, traidor, y colaboracionista. 

La película es muy importante en estos tiempos de no dar la cara, y deja cada acto en su lugar, tal vez haya que desmitificar, no idealizar para que no perdamos el norte ni la brújula en busca de la admiración, ya que hay que dar por sentado que no siempre vamos a estar a la altura en mayor o menor medida, por eso las leyes han de porotegernos hasta de nosotros mismos. 

Una vez más repito que la bondad no es fácil porque requiere valentía y no sé si ese rasgo es nuestra inclinación natural, o tendemos más a ser cobardes, a no saber afrontar. 

Lo que hizo Marco no tiene nombre, sobre todo porque le movió la vanidad, pero todos los delitos prescriben, hasta los asesinatos y él no mató a nadie.

Un abrazo, cuidaos mucho.

Pili Zori

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