CUADERNO DE NOTAS: La depresión

 Nunca me atrevo a dar luz y homenaje de amor y empatía a las personas que sufren depresión, por temor a no encontrar la delicadeza apropiada en este mundo torpe que a menudo confunde la locura con la sensibilidad aguda y se aparta.

Por ello y aún a riesgo de impericia hoy deseo hacer visibles a las personas abandonadas con este mal porque no tienen dinero para pagar a un psicólogo particular, así está el panorama del culto al becerro de oro y del olvido del juramento hipocrático, del de conciencia y también del vocacional.

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BON JOUR TRISTESSE

Cuando el dolor del miedo es crónico y constante y se traspasa hasta lo físico, el alma se contagia y los pensamientos se hacen pus.

A veces las palabras de los otros rasgan y acuchillan sin querer por impaciencia, y la indiferencia ante las tuyas -sumidas en el silencio- hunde. 

Sólo la ternura es el antídoto que sin embargo no recibes porque tampoco tú la reflejas aunque tus ojos pregunten ¿por qué me asustas?, ¿por qué te atemorizas si tengo escondido el llanto que nunca muestro ante ti?

La comprensión es la extraordinaria excavadora que en ese instante nadie tiene ganas de conducir.

Alguien te devuelve una imagen distorsionada de ti mismo.

¿Por qué te ve así? y no admite que se confunde puesto que es su tormenta y no la tuya la que habla y piensa contra ti desde algún dolor antiguo que tal vez le infligiste sin pretenderlo.

¿Qué hacer?

¿Dejar que pase, quizá, con el deseo de que un viento justo renueve la paz natural tan ansiada y casi olvidada a causa de las fulminantes adormideras de los aleatorios fármacos?

Aunque en tu interior te den ganas de gritar ¡No estoy loco! ¡No me mires con esa faz, ni con esa mueca que no sabes morderte! ¡No son imaginaciones mías! ¡Lo que ocurre es que tú no sabes contemplar lo que yo sí veo dentro de ese mar de fondo en el que tú flotas y yo me ahogo! 

Pero amigo mío nunca olvides que bajo la superficie hay mucho más caudal y ya he estado en ambas partes y al fin he aprendido a bucear.

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P.D. Envío todo mi cariño a las personas aquejadas de melancolía y a sus familias, con el deseo de que sean felices dentro de las nubes grises y también bajo el sol que siempre sale para todos, y TODOS -no lo olviden- somos sociedad.

P. Z.

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