Perfecta, bonita, necesaria...
Cuando el cine además de arte en sí mismo, es un arte aplicado.
Un maestro cae temporalmente en un ámbito rural para sustituir a otra colega en un pequeño pueblo de Aragón, él también carga con su trastienda, y aunque es tangencial el guiño, y sólo resulta relevante para el personaje, si estamos atentos a la sutileza de ver el título del libro que lee dentro de su coche y sabemos de qué trata, hallaremos algunas claves del conflicto familiar que arrastra el protagonista, y por ello muchos fotogramas después comprenderemos que todos somos maestros y alumnos a la par: una conversación con una alumna dará como resultado la llamada de teléfono que cerrará y resolverá el bucle.
La integración del nuevo maestro no es fácil, sabe que su paso por la pequeña localidad será temporal y sin arraigo, o eso cree, tendemos a pensar que echar raices proviene de la permanencia en un lugar, pero en realidad anidan en ti, tu interior es la tierra de cultivo y te acompaña a lo largo de la vida donde quiera que vas, el fruto es la experiencia y cuando Alex, el profesor, es consciente de que los compañeros han mirado para otro lado caminando sobre la superficie sin ver, o sin querer ver, nosotros también calibramos el tamaño del marrón que le cae a un docente cuando se produce el acoso, y sin justificarlo entendemos que algunos se pongan de perfil y minimicen con la expresión "cosas de críos", pero el abuso de unos niños contra otros destruye infancias desprotegidas bajo una apariencia de normalidad, casi siempre en la sombra, a hurtadillas, escondido...
El espectador se adentrará como adulto en ese lugar perteneciente a sus hijos en el que él no está: la escuela, y en el interior del aula asimilará el problema tan difícil y extendido que quema y al que no parece fácil hincarle el diente: el bullyng, oculto hasta para la familia que tampoco lo ve ni sabe achacarlo a determinados comportamientos que son clave para descubrirlo.
A su vez los niños que vean la película se reflejarán en ella, pero también completarán la vida que sus enseñantes tienen fuera de la clase.
El director David Ilundain nos cuenta la historia sin atenuantes, ni colorantes o edulcorantes, ni siquiera la enfermedad de uno de los críos exime o amortigua el daño que ha causado ni sus consecuencias, pero en este largometraje se trata a fondo dicho acoso y precisamente por eso tiene arreglo y es de agradecer que podamos contemplar el proceso.
La película es preciosa, realista y creíble como un nítido espejo.
El educador (David Verdaguer en el papel de Aleix) es carismático, tiene conexión con los niños y verdadero respeto por ellos, y en mi opinión nos regala pautas a seguir en ese camino tan pedregoso que aún no está bien trazado, una lacra que no estamos abordando como es debido.
Con pinceladas firmes y seguras Ilundain lo cuenta absolutamente todo y a muchos metros de profundidad aparentando sencillez, como se suele decir cuando leemos una buena obra: "Es difícil de escribir pero fácil de leer".
Trata el compromiso o la ausencia de él con un amor incipiente que podría darse -entre la profesora de refuerzo y Aleix- a mi juicio queda abierta la posibilidad si se acomodan las circunstancias de ambos, y no hay nada más hermoso, tanto en cine como en literatura, que lo sugerido, lo que se lee entre las líneas, o entre los fotogramas, palabras que no se pronuncian con la boca pero sí con los gestos, con la fuerza de los ojos.
Todos los puntos de vista están servidos, con las versiones de cada alumno dibujamos el poliedro, la película no es maniquea, y en la vida cualquiera puede ser el acosador o el acosado, no lo olvidemos, y la mirada del autor además de comprensiva es compasiva.
Hay una chica en la clase de familia musulmana que tiene una picardía que también da la medida de hasta qué punto los niños son el puente entre dos culturas y nos llevan ventaja.
Hasta ahora parecía que en temas de educación llevados al cine ganaba la palma Francia, pero esta pieza es una joya.
El casting, un gran acierto, y el elenco con adultos profesionales y niños que no son actores es para descubrirse, y todo el equipo, fotografía, música, composición, montaje... le otorga al filme un toque de veracidad que sin rayar en el documental te hace creer que te has colado de rondona en una realidad hasta ahora velada para ti, porque a lo largo de la historia del cine se han realizado multitud de películas sobre escuelas, pero todas ellas, aún siendo magníficas, tienen un polvillo de ensoñación irreal, de deseo idealizado, esta no, ésta termina bien porque así tiene que ser.
Me habría gustado compartir el vídeo de la entrevista completa que le hicieron a su director David Ilundain en Días de Cine, pero no he hallado el modo. De manera que os invito a que lo busquéis, es fácil.
Podéis ver la película en Rtve play. Yo la uno a la novela de Toni Hill que tanto me impresionó Tigres de cristal.
Que la disfrutéis, un abrazo.
Pili Zori
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