¡Qué
belleza!
Esta
vez no sólo es identificación, sino un autorretrato -sin duda inconsciente- de
la propia cineasta: el coraje, la determinación, la elegancia de las formas, la
dignidad, la aparente vulnerabilidad y sobre todo la potente manera de amar de
los tímidos, la pasión silenciosa, la honradez y la valentía son los rasgos de
la protagonista aplicables por completo a Isabel
Coixet. Así
es como yo la veo desde su primer filme, y me alegro de que éste
lleve más que ninguno su firma, porque será su legado, su declaración de
intenciones, su mirada al mundo, la entrega que engloba a todas las demás
películas que ha realizado, el balance vital inseparable del artístico, su
centro, el eje en el que pasado, presente y futuro girarán. Por suerte es
joven, Luchino Visconti ya no lo era
cuando hizo “Confidencias” y también en esa pieza de su filmografía se hallaba
su latido, el resumen, la herencia que nos dejaba.
Al
igual que a su protagonista Florence Green (Emily Mortimer) a Isabel Coixet le apasionan los libros y también
las librerías, dirigió en teatro “84 Charing Cross Road”, seguramente porque
fue llevada al cine por el director David
Hugh Jones en 1987. De no haberle cogido la delantera apuesto a que el
largometraje sería suyo.
Su
inteligente timidez no es un secreto, sus buenas maneras similares a las de
Florence no le impiden el coraje para alcanzar sus sueños que son también sus
objetivos, en su vulnerabilidad reside su fortaleza y no es una contradicción
porque la bondad es un chaleco antibalas; es mujer de empresa que se mueve bien
entre los lobos del mundo de la publicidad y lo consigue sin coraza saliendo
ilesa, y es que la timidez es muy variada y no está reñida con la capacidad de
decisión, ni con el atrevimiento.
No es la primera vez
que digo que bajo su dirección los actores masculinos se vuelven más atrayentes
y bellos que nunca, ella sabe escarbar para extraer el atractivo que ni ellos mismos
saben que tienen para dar a una mujer; estoy convencida de que después de
trabajar con ella crecen, se descubren.
Para muestra el
Señor Brundish, (Bill Nighy) -qué guapo le vuelve el deseo- y su
beso indeciso posado en la mano femenina, más poderoso que si se hubiera
depositado en la boca, esa alternancia de intensas miradas cuando aprovechas
que el otro no tiene en los tuyos sus ojos, volar juntos con las alas de las
hojas de los libros puestas, salir del encierro, de la clausura voluntaria sólo
para defender a la amada con la vida, la poética muerte anunciada por el cielo
ennegrecido, por la alfombra otoñal de hojarasca y el sombrero que yace en el
suelo, y ni un verso más ni un fotograma más para evidenciar a la parca.
Isabel
Coixet crea belleza y aún a riesgo de repetirme hablo de una belleza que nada
tiene que ver con el adorno o la estética, aunque cada detalle del vestuario,
de los interiores sea exquisito y proyecte y explique lo que la cineasta desea
transmitir: los dorados destellos del vestido de Violet Gamart (Patricia Clarkson), los oropeles de sus
artificiales y artificiosas fiestas...
Además
hay otras pasiones: el incondicional e incendiario amor infantil que distingue
los nítidos trazos de la maldad bajo el envoltorio, el dañino miedo del poder -representado
en Violet- a que le hagan sombra, a que le resten protagonismo en su pequeño,
estrecho y mentecato reino, en definitiva el pánico ante la pérdida de control
sobre el otro, porque los libros siempre son la conquista de la libertad, la
independencia y la autonomía interiores que influyen en el exterior, el refugio
seguro, y ese territorio es inexpugnable, por ello las librerías han sido
atacadas tantas veces, en la película no aparecen por casualidad obras como "Fahrenheit 451, bajo el precioso
ritual de desenvolver los paquetes recogiendo la caricia de quien los envolvió.
A menudo los libros me
devuelven partes de mi propia vida ya olvidada, y en el camino de vuelta lo
hacen sin los fragmentos del indispensable dolor.
La
única conexión nítida, limpia y sincera con la humanidad me la dan los libros y
los niños, más allá de ellos los perfiles son borrosos.
Un abrazo. Hasta el próximo encuentro.
Pili Zori
Pili Zori
Me gusta mucho lo que dices de "la potente forma de amar de los tímidos"... Comparto tu simpatía hacia Isabel Coixet y tu gusto por su obra. Desde luego, esta película tiene todos los componentes para gustarme. Ya te comentaré cuando la vea. De momento, gracias por tu hermosa reseña.
ResponderEliminarNo lo vas a creer Beatriz, pensé en ti viendo a la niña -ayudante de la protagonista en la película- intuyo que tiene un gran parecido contigo, no sólo físico. Gracias por tus palabras preciosa chica de Dante.
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