"La ciudad", de LARA MORENO

 En nuestro club de literatura estamos leyendo esta maravilla. La ciudad, novela extraordinaria, explicaré por qué lo es. 

La novela es un hallazgo de hondura y empatía psicológica y social. 

Así nos ven, así las vemos en este sistema de vida enfermizo que hemos creado lleno de agresividad burda, bruta y sonora y también con violencia sutil y silenciosa ejercida sobre personas valiosísimas a las que el deseo de poder de otros asfixia.

Lara Moreno no cae en morbosidades, con las pinceladas necesarias hace visible entre líneas todo el iceberg, su elegancia de corazón elimina describir lo escabroso, pero el lector ve por debajo y es suficiente

¿Por qué?, ¿de donde procede dicha embriaguez de dominio?

Estamos en un mundo para muchos inhabitable, repleto de dificultades económicas, de falta de conciliación familiar, de barrotes de moderna esclavitud de los que no es fácil liberarse, lleno de ladrones de tiempo necesario para que no nos olvidemos de vivir, de relacionarnos, de solidarizarnos, de no tenernos miedo, de ofrecer ayuda y de saberla recibir ya que la comprensión nunca supone un riesgo.

La novela es conmovedora hasta el extremo, de hecho las lágrimas de quien lee brotan sin remedio, y la autora usa el escáner de pies a cabeza desde lo privado hasta llegar a lo público con dedo acusador, tiene maestría para perfilar -ambos unidos- estado físico y anímico con lenguaje rápido y sucinto de muchísimo impacto, calado y contenido en cada renglón. Prosa poética y plena de lírica en su dureza, en su denuncia, en su amor, en su compasión.

Lara Moreno posee un magnífico oído social y sabe usar las diferentes voces de las tres protagonistas -Oliva es española, Damaris Colombiana y Horía marroquí- con los ecos y acentos de la cultura, paisajes y penurias de los que provienen, y nos inserta en brochetas como a pinchos morunos, disculpad el guiño tosco, pero la imagen sirve.

La violencia no distingue estatus ni ideologías y atraviesa la sociedad entera como un síntoma de hipocresía institucionalizada. 

En esta comunidad insolidaria que grita: "con tu pan te lo comas, búscate la vida, y ahí te las entiendas porque no va a venir a salvarte ni la caridad", estamos escupiendo al cielo y nos termina cayendo encima.

De momento sólo me queda dar las gracias por una entrega tan absoluta de una escritora sincera y muy bien documentada, te encariñas con las tres protagonistas para siempre y desde fuera de las páginas las abrazas y acunas durante toda la lectura y el recorrido de sus caminos para que nunca más vuelvan a verse en situaciones tan extremas siendo tan valientes.

La composición de La ciudad es perfecta, en el ritmo trepidante -que también se da en los libros intimistas- en su tono -los tres gritos en sordina- y en la estructura: trío de pilares bien cimentados y sujetos a la tierra, a pesar del terremoto de Armenia, la ciudad colombiana, si leéis la novela sabréis por qué lo menciono.

Los cortes para pasar de una a otra de las tres protagonistas como en la literatura por entregas se producen en escenas cruciales y bien rematadas que dejan al lector con la intriga y el deseo de saber más, y cada compartimento tiene el mismo peso y dicho deseo no decae con ninguna de ellas, envueltas por Madrid, la urbe en la que desembocan juntas sin saberlo.  

La autora matiza con enorme acierto para que veamos cómo Max rompe el estereotipo de machirulo sin aristas ya que cocina, compra, colabora, más o menos, en el hogar, es de ideología progre cultivado y sin embargo... Oliva a su vez es feminista, pertenece al mundo de la cultura y no obstante...

Y es que las jaulas requieren estudios más profundos sobre el por qué de los comportmientos vejatorios, y no limitar a quienes los padecen, a que se mueran de vergüenza y a que procuren no molestar con sus ruidos, con el pecado de escándalo. 

Los libros dan la cara, aunque para muchos sea la cara b, la trastienda, como ese portal de la novela decorado para el exterior con mármoles suntuosos, limpios y brillantes, y el patio interior abandonado y sucio en contraste. El símbolo está servido. Apariencias e intimidades, dos clases de pisos, dos ciudades dentro de una, el cuento de Dickens se repite con ligeras variaciones de moderno estilismo.

En mi opinión el libro habla más que de la violencia, de la dignidad femenina frente a ella, que por muy maltrecha y silenciada que esté no se destruye, y cuenta situaciones en las que muchos hombres la perderían, pero las tres son madres y esa fuerza mueve montañas. Hay una clase de fortaleza exenta de vanidad y por ella se salva el factor humano.

En la página 58 nos espera un pasaje inolvidable, hermosísimo de Horía hablando a su hijo que termina con estas palabras: 

"No te olvides nunca de que soy tu madre, Aziz, y de que te he enseñado a ser bueno".

Creo que sirve como ninguna otra frase para celebrar el día de la madre.  

Hasta el próximo encuentro con el cine las series y los libros.

Un abrazo 

Pili Zori

2 comentarios:

  1. Gracias por la recomedacion y por traducir a palabras todo lo que me ha hecho sentir esta novela. Tus análisis se han convertido en un complemento imprescindible de mis lecturas.

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  2. Muchas gracias Sara, para mí también son imprescindibles e importantes tus opiniones sobre todos los aspectos de la vida, aprendo mucho de ti, de tu valentía para mirarte y mirarnos, de tu amor que es un ejemplo y de tu ecuanimidad y hondura, y sobre todo de tu inteligencia emocional, que nunca pierde la pasión ni la prudencia.
    Recibe todo mi amor.
    Pili Zori

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