Adolescencia
Miniserie británica.
Todos los superlativos se quedan cortos para alabar esta maravilla por: continente, contenido, guion, dirección, interpretación…, artes aplicadas con mayúscula para que entreguen -además de belleza- un servicio público.
Un equipazo a favor de obra y en sincronía. Si tenéis oportunidad de ver el “cómo se hizo” no os lo perdáis, toda la serie está rodada en plano secuencia y contemplar cómo se graba a la carrera y se traslada a otro compañero o compañera la cámara al vuelo -en ese pase de relevos hasta lanzar el dron que nos regala desde el cielo el bellísimo picado-, es una experiencia incomparable.
Las interpretaciones de la familia al completo son para descubrirse, al igual que la de los policías que se cargan el estereotipo de la tendinitis con el revolver en ristre a cada segundo, a pesar de que la serie comienza con el asalto y la patada en la puerta, después vemos como el trato de inspectra e inspector, abogado de oficio, enfermera y psicóloga, con el niño y con la familia es más que adecuado y sensible, ahí ya tenemos una mirada realista y sin idealizar, pero completamente humana, no es plato de gusto para nadie tener que interrogar a un crío para llegar hasta la confesión.
La serie comienza de forma abrupta -como ya he adelantado en renglones anteriores-, tirando la puerta abajo a la orden de ¡Todos al suelo!
En el dormitorio del niño vemos un roto en el papel pintado con forma de hoja de cuchillo, la mano del crío parece sostenerlo en lo alto, naturalmente ésta es una imagen subliminal que el espectador guarda, de forma inconsciente, en su cerebro y ahí queda. La serie cerrará con ese mismo despegado y dicho cuchillo imaginario se irá clavando en la espalda del padre al ritmo de las convulsiones del llanto mientras en la cama de su hijo abraza al osito de peluche como si fuera el propio niño.
El recorrido de los policías por el instituto nos va dando la imagen desoladora de profesores temporales sin demasiada motivación que tiran la toalla pecando de negligencia, de alumnos sumidos en un mundo aparte dentro de las redes con sus propios códigos de iconos en los teléfonos móviles que los adultos no descifran y que aparcen en espacios misóginos que acogen a los mal llamados "Incel", cuyas siglas significan: Célibes involuntarios porque no entran en el canon de belleza y de dinero de ese 20% que -según ellos- las mujeres eligen…, un ambente de masificación, de acoso asumido entre los chicos y chicas que los docentes no consiguen atajar ¿por falta de personal, de comprensión, por desinterés…? El espectador decide.
Vemos ira mal gestionada entre los estudiantes… y el dedo sale de la pantalla para preguntarnos: ¿Qué hacemos con esta impotencia? ¿Qué o quiénes se han destruido la educación en el mundo y por qué?
Me he sentido un poco molesta porque a rebufo de la serie he visto a algunos “psicólogos” analizarla haciendo sólo hincapié en esta familia como si fuera representativa de los compartimentos estanco que tanto les gusta colocar a dichos profesionales en su particular puzzle, en ellos meten a capón las piezas -encajen o no- para juzgar, para sentenciar que es lo fácil en este mundo de etiquetaje facilón y así no rompen esquemas ni molestan. Siempre es más fácil adaptar al individuo para que encaje que sanar a la comunidad.
La familia de la serie no es desestructurada, y está llena del gran amor que se profesan entre ellos. Si nos dedicáramos a señalar los posibles errores aprendidos o heredados haríamos un flaco favor al espíritu de la serie y uno muy gordo a quienes tienen que poner remedio social sin desentenderse, porque el tema va de que es cosa de todos intentar arreglarlo.
El padre fue maltratado y por eso mismo NO MALTRATA aunque sea humana su reacción ante las pintadas injustas con acusaciones arbitrarias que le hacen en su furgoneta de fontanero que es su medio de trabajo, de modo que dejemos de simplificar y de construir arquetipos:
¡Pues no voy y escucho a una terapeuta en un vídeo decir que como la madre llora a solas es sumisa!, ¡tócate los pies!, ahora resulta que está mal no desear que las personas a las que quieres no se derrumben al verte sufrir.
Claro que los miembros de la familia hablan, se comunican y repasan lo que han podido hacer mal al pensar que en la habitación y frente al ordenador para estudiar su hijo estaba a salvo, pero a ver quién es el guapo o la guapa que descifra las redes, quién mejora y humaniza los trabajos esclavos para que concilien con la vida familiar y podamos dedicarnos tiempo, a ver quién ataca de una vez y desde la infancia la falsa idea de que si una chica o una mujer no quiere salir contigo no te rechaza, ni es egoísta ni busca a los hombres sólo por interés, ni ninguna de esas ideas peregrinas y misóginas que pululan por internet y que hacen que los chicos se sientan con derecho a… ¿En nombre de qué superioridad?
La serie trata de forma más profunda y pormenorizada y mete el dedo en las llagas de los estereotipos para denunciar su efecto dañino de falsa hegemonía y dominio.
No me voy a extender más porque cada uno hará la obra suya, hay tantas pequeñas pinceladas que construyen el gran poliedro al que iremos girando entre todos para ver sus muchas facetas, que sin duda atisbaremos las soluciones, estoy convencida, o al menos los distintos modos de mejorarlas sin buscar culpables, tenemos una buena tarea.
Asumir finalmente la responsabilidad sí es un hermoso regalo de cumpleaños que el chico le entrega a su padre, obsequio que va a permitir a esta familia vivir de nuevo aunque uno de ellos esté preso, porque como dijo Aquel palestino “La verdad os hará libres”.
El trabajo de la psicóloga ha dado sus frutos.
Quizá nos encontremos en un tiempo de inmadurez que nos exime de todo, adormeciendo conciencias a troche y mohe con “soma” como en "Un mundo feliz" de Aldous Huxley.
Por mi parte doy las gracias por esta obra maestra contemporánea, en especial al actor que ejerce el papel de padre y que según tengo entendido la coescribió y produjo. Puede estar orgullosísimo de su criatura, y del avispero en el que ha puesto el foco, no me canso de decir que el elenco de actores, empezando por el niño es insuperable.
No basta con ver la serie una sola vez, conviene estudiarla además de disfrutarla para no perderse detalle. Qué bien construida, qué sensibilidad tan eficiente.
Hasta el próximo encuentro con el cine y con los libros.
Un abrazo.
Pili Zori
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