¿Quiénes
o qué entes abstractos imponen las formas de vida que “triunfan”?, ¿se trata de
algo más que el dinero?, ¿hay que fagocitar masivamente el pensamiento para que
las finanzas circulen, engorden y crezcan a sus anchas dentro de un sistema de
compra y venta de almas sustituibles por la cosificación?, ¿por qué una mayoría
de seres se prestan a crear y robustecer los modelos sociales de comunidades
opresivas y dominantes que entierran la esencia de la persona?, ¿acaso lo que
subyace en los infiernos domésticos es la agonía del enfermo que pactó con el
diablo y que finalmente descubre el engaño al que se ha prestado defendiéndolo
con uñas y dientes para no admitir la frustración?, ¿quién o quiénes cambian lo humano por los brillantes pero
falsos oropeles?, ¿hay escapatoria?, ¿capacidad de reacción?, ¿se vislumbra
otra forma de vida?
Al
parecer hay que ostentar, presumir y vender el humo de un orden y bienestar
interiores envueltos en un determinado aspecto lujoso y pulcro para que el cebo cace hasta a los pobres generando en ellos como único deseo artificial alcanzar el parecido y
para que una vez atrapados por el señuelo dejen de volar incluso con la puerta abierta de la
jaula.
Así
he recibido esta serie que se desarrolla en los años 90 del s. XX en la que la
discriminación racial encubierta en la condescendencia y el clasismo sigue
presente en un país en el que hasta para desarrollar el talento has de venderte
para poder pagar tu formación. ¿Había otra salida?, se pregunta el espectador,
porque la proposición indecente a la “negra” se la hace una pareja adinerada
también “negra” (espero que se sobrentienda mi ironía y que no sea necesario
aclarar que para mí no hay razas, en todo caso ricos y pobres y entremedias
atontados de todos los colores con deseo de escalar hacia el becerro de oro). El espectador decidirá si hay o no otra salida.
Ambas
protagonistas guardan secretos y renuncias, y entienden la existencia y las
prioridades de forma distinta, pero aunque el tratamiento podría parecer
maniqueo e inclinado desde el principio a favor de Mía (Kerry Wagsington) otorgándole el papel de malvada a Elena (Reese Witherspoon), las dos van a ser
juzgadas por sus propios hijos adolescentes, tampoco estos se irán de rositas
ya que sólo conseguirán la catarsis cuando ellos mismos asuman sus propios
errores, no obstante les corresponde como generación de relevo poner patas
arriba un sistema familiar -que es extensivo a la comunidad de clase dirigente en la que habitan- para salvarse y
también para rescatar a sus familias de su propio averno auto alimentado porque finalmente son más víctimas que culpables, y dentro del inmenso totum revolutum
que se desata y desborda tan sólo queda el amor inmenso de los hijos hacia sus padres y de los padres
hacia sus hijos que siempre prevalece, al menos en la mayoría de los casos ya que también hay quien repudia. De modo que, a lo hecho pecho, más tarde o más
temprano hay que dar la cara porque los secretos pesan y aíslan.
La
serie además del drama familiar plantea otros debates éticos muy importantes y establece las
diferencias haciendo balanza por ejemplo entre ser periodista o entrometida sin
escrúpulos y rebuscadora de trapos sucios y el espectador agradece los matices para poder discernir, entre prevaricar
para salirte con la tuya aparentando un buen fin que justifique los medios, entre ayudar a tus amigos o
valerte de ellos, entre utilizar el sexo para obtener y no para amar al otro por sí
mismo sino por la vida que te ofrece... y entre tanto entre el autoengaño: Elena cree que es una gran persona porque cumple las normas que impone el grupo
social al que “pertenece”.
En mi opinión la diferencia radica en los motivos porque se puede tener una casa hermosa sin que ésta sea el fin en sí misma sino el cobijo para tu libertad y la de tus hijos.
Es
difícil no tener en estos tiempos mezcla de ambas protagonistas, el mundo se ha
vuelto complejo precisamente por la abundancia de trajes de camuflaje que te despistan, y es
bueno hacer limpieza para ver en qué condiciones de confusión y deterioro se
encuentra nuestra honestidad.
Añadiré solamente que me molesta cuando algún crítico dice como algo peyorativo: “Esto está muy visto” fijándose en el continente y no en el contenido. Claro que no hay nada nuevo bajo el sol, el arte consiste en contar lo cotidiano de modo que abra otro enfoque, un camino distinto, pero me pregunto ¿para quién está muy visto?, ¿para los talludos que llevamos a la espalda mucha vida y mucho cine? siempre nos creemos la medida del mundo, el ombligo -tengamos la edad que tengamos- sin darnos cuenta de que la gente joven lo está estrenando.
P. D. Las
interpretaciones se salen, son magníficas, no hay ninguna menor y toda la
composición, la dirección, fotografía, ambientación, música… me han tenido
clavada en la butaca y sin aliento. No sé por qué tienen que compararla con Big Little lies, es cierto que también
se desarrolla en una comunidad acomodada, estamos en los EE UU y el formato
social dependiendo de qué estrato toques va a ser parecido como veíamos en American Beauty y en tantas otras, pero la
similitud se reduce a la palabra Little
y a que también trabajaba y producía junto a otras actrices Reese Witherspoon, asombra su generosidad ya que pudiendo elegir escoge interpretar el papel de la villana.
Un abrazo y hasta el próximo encuentro.
Pili Zori
Pili Zori
Hola Pili!!! Cuánto tiempo sin visitar tu blog!!!...ya me vale...con lo estupendo que es y las maravillosas recomendaciones que hacer por aquí.
ResponderEliminarHe visto hace poco esta serie. Me ha gustado mucho, como también me gustó Little Big Lies, a la que también haces referencia. Reese Witherspoon me ha encantado en ambas. Borda el papel de norteamericana estirada con un rol de madre que además de por su familia se preocupa por "la comunidad", pero que aunque aparentemente juega en poder de la perfección tiene secretos inconfesables, íntimos y vergonzosos al igual que todos.
El tema de cómo ejercen la maternidad diferentes tipos de mujeres está muy bien tratado en ambas series. Pero me quedo como reflexión final para ambas que "las apariencias engañan" en todas partes.
Un saludo enorme....tengo mucho que leer de otras entradas y he aprovechado a apuntar en mi lista muchas películas para ver...Mil gracias!!!
Marta T.
Mil gracias a ti. Qué gran honor le haces a mi blog con tu presencia y tu brillantez. Un beso muy grande.
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