"Si la verdad no conviene,
sencillamente no la creen" nos dice Marie (Kaitlyn Dever) esta apabullante y jovencísima actriz. "Aunque
te quieran", añade.
La extraordinaria serie pone en
cuestión a todo el Sistema: los dos policías del comienzo de la narración que
presionan y aturden a la víctima hasta que la criatura para escabullirse opta
por darles lo que cree que quieren con el anhelo de que la dejen en paz, pero
no basta, hay que ensañarse y colocar a la muchacha bajo sospecha para que
pague el supuesto tiempo que les ha hecho perder "mintiendo"...
Creedme (así
se tradujo el título aquí) no deja títere con cabeza, en evidencia quedan los
servicios sociales, las familias de acogida, ese padre no consanguíneo refugio
cariñoso en apariencia que se coloca a salvo de ella y encima le pide a Marie
que lo comprenda, los supuestos amigos... hasta yo misma descomponiéndome a
ratos porque la cría se limitaba a acobardarse y no se expresaba, no sabía
explicarse, ya ves tú... como si el problema fuera ese, arreglarlo por lo
fácil. Mira cómo la terapeuta sí tuvo empatía para reconfortar y enseñarle a
defenderse.
No deseo hacer spoiler aunque la
serie está basada en un caso real y se conoce paso por paso todo lo acontecido.
Aun así habría múltiples formas de tratarlo, sus creadores Susannah Grant, Michael
Chabon y Ayelet Waldman no han
podido escoger una mejor, delicada y respetuosa sin incurrir en morbosidad de
ningún tipo, y sin caer en sentimentalismos ficticios y lacrimógenos que tanto
dañan y estereotipan la realidad, a cambio la entrega emocional que contiene la
serie rezuma verdad y ternura.
La interpretación de las dos
inspectoras me entusiasmó, Karen Duvall (Merrit
Weber) y Grace Rasmussen (Toni
Collette), con sus métodos de investigación y la forma de interrogar -en
contraste con los agentes que amedrentaron a Marie-, ambas muestran el camino
correcto, pero no por ello menos arduo, queda mucho por allanar en ese ambiente
de condescendencia que las mujeres todavía soportan dentro del Cuerpo de
Policía, y karen y Grace lo saben, incluso han de romper las propias barreras que ellas
mismas levantan al principio de la colaboración: el choque de egos que no deja
de ser temor a la injerencia y a que te hagan sombra, pero enseguida consiguen
unificar el valioso trabajo de ambas, entre ellas nace una relación de afecto y
compañerismo profundos dentro de unas fronteras en las que resulta difícil
separar y sustraer la amistad del territorio laboral.
Unbeliebable
está llena de belleza dentro de esa luz neblinosa, se podría decir que la
mayoría del tiempo es un hermoso nocturno a tres voces femeninas, sincronizadas
y perfectas.
El resplandor y agradecido final de
Marie hablando por teléfono con la inspectora Karen Duvall desde la orilla del
mar y la diáfana y clara luz de la mañana que a su vez entra por el ventanal
del despacho de la mujer policía es un maravilloso y refulgente broche que deja al
espectador lleno de esperanza.
Pili Zori
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