"Huecos de vida", de SERGIO APARICIO ERROZ

Un hermoso libro estructurado dentro del orden anímico que es diferente al cronológico. Con un brillante hilo conductor que se mueve entre los espacios de dolor y de alegría con equilibrio y reparto sutilmente simétrico. Podríamos denominar la mezcla como poesía y “prosemas” pero deseo alejarme de las etiquetas porque creo estar ante las páginas de algo nuevo y sin bautizar, genuino y lleno de pureza.

La obra fluye como un mar que contiene en sí mismo ondulaciones, olas encrespadas, picos y espumas remansadas.

Las personas acarreamos nuestra vida en mezcla, sin edades, ni compartimentos estanco cuando se trata del interior, de los recuerdos, de la memoria, nuestro máximo derecho personal.

“El diario” me ha parecido la declaración de intenciones del autor, el latido de la obra, subrayable por todas partes, por ello llamarla poemario sería acotarla, y tratar de diseccionarla entre prosa y poesía desgajarla como una cruel y torpe amputación.

Mi área de expresión no es el poema, ante ellos me arrodillo y me limito a conmoverme, pero el arte por suerte siempre abre camino para la conexión o traza nuevos senderos para que podamos encontrarnos.

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A continuación compartiré cuál ha sido mi experiencia al tener entre mis manos Huecos de vida:

He transitado por las páginas de esta asombrosa obra como quien se adentra en el espacio sin tiempo que alberga a la introspección. 

En ese lugar no hay cronología y los vertiginosos saltos hacia atrás o hacia adelante los propicia la evocación. 

Nuestras vidas interiores son así y la memoria tiene su propio orden que no escribimos ni dirigimos nosotros por mucho deseo de control que tengamos. 

Tampoco sabemos quién es el guionista de los avatares en la estancia vital que nos toca, ni si somos protagonistas o personajes secundarios que forman parte de un total, junto a los demás.

“Cuando todos los árboles se entrelazan, la selva del hombre transcurre en zigzag, a grandes saltos, de atrás hacia delante y de delante hacia atrás; el pasado, el presente y el futuro son hermanos de un agua en remolino, inclasificable, siempre audaz”Nos dice Sergio Aparicio Erroz en “Los trenes de los días". 

Dicha pugna paradójica de humildad y orgullo entre lo individual y lo colectivo produce un doloroso desgaste que a menudo conduce hacia abismos y avernos. Pero la buena noticia es que hay cuerda para subir, para ascender y aferrarse a la luz de nuevo, con profundos y crueles rasguños pero ya sin vértigo, sin caída libre, porque ahora sabemos lo que pasa y el logro es evitarlos. Así siento el contenido de las páginas de huecos de vida. Escribir nos defiende de las adversidades y llena los huecos.

A veces tan sólo hay que extender los brazos y alguien a cada lado te toma de las manos para reparar el descosido y entonces el sentimiento de ser comprendido se restablece en la colmena de los diversos, de los plurales, de los distintos… incluyendo los molestos zumbidos del enjambre social que antes creíamos dañinos e innecesarios, las abejas también pasan ratos solitarios entre flores, hay tiempo y lugares para ser uno y también para ser todos. 

Los lectores, con mayor o menor pericia alargan dichas manos hacia los escritores, y entonces la corriente de afectividad y el agradecimiento se reanudan, se establecen y la armonía se conjuga entre todos. A pesar de que: 

“…El lenguaje nos da todas las posibilidades de la agresión, con él podemos hasta disparar la infamia”. Nos dice el autor. 

Sergio Aparicio Erroz tiene un nivel de empatía tan gigantesco que prácticamente se vuelca en la sensibilidad del otro sin ninguna protección y quemando todas sus naves en favor de familia, amigos, pacientes, amor… aunque después prefiera lamerse las heridas solo, y por ello la reciprocidad es obligada ante tanta entrega.


Con el pudor de quien ha sido invitado a la intimidad más recóndita he asistido al inmenso honor de poder contemplar  “Huecos de vida” desde una butaca en penumbra como quien presencia las evoluciones verticales de la belleza etérea que atraviesan en el aire los artistas del Circo del sol y aunque el símil podría parecer inadecuado por las connotaciones peyorativas que a menudo reflejamos en la palabra “circo” no es así en éste caso tan digno, porque lo que he visto en dicho escenario aéreo como en el del libro de S. Aparicio Erroz ha sido la delicadeza aparentemente vulnerable de quienes oscilan y vuelan en el alambre o suben y bajan por las fuertes cuerdas -que sin embargo parecen frágiles- con sus gaseosas y livianas vestimentas en aleteo de ángeles. 

 Esa ha sido para mí la atmósfera vertical y acantilada que el autor de este desnudo anímico -tan generoso y valiente- ha creado con una clase de sensibilidad en susurro que nada tiene que ver con los quejidos y estridencias gritones de otros, y lo ha hecho llevando un dolor inmenso en brazos -no a cuestas- cuidadosamente abrigado como sólo quienes tienen elegancia de corazón pueden acarrearlo. 

“Eso soy, un grito que de continuo resbala, un eco condenado a no contactar”.

Pero no quiero llevar a engaño, como ya he comentado en renglones anteriores en esta pieza lírica de mirada autobiográfica tan singular tristezas y alegrías conviven y se conjugan en perfecto contrapeso y en balanza fiel. En ella aparece con frecuencia el cristal, transparente y duro, pero tan frágil al caer, al romperse.

Para finalizar reitero porque lo considero relevante que no he notado cambio de registro entre prosa y poesía, sólo el fluir del mismo mar con sus remansos y ondas, sólo el vaivén en el oleaje sosegado de recuerdos, sentimientos y reflexiones que su marea le posa en la orilla, en la arena, con un sentido perfectamente ordenado pero sin cronología en el que cabe la vida entera de Sergio hasta hoy. La existencia de un alma noble que ha alcanzado la belleza y la bondad hasta en las zonas oscuras.

“La poesía es un microscopio a través del cual nos reconocemos, un transbordo hacia la nobleza”. Sergio Aparicio Erroz.

Una hermosa y delicada edición de AH (aache) le ha proporcionado alas y pies para que vuele. Deseo que los ejemplares de tu libro se multipliquen como el milagro de los panes y los peces querido Sergio digno hijo de Paulino Aparicio Ortega, gran poeta y escritor, de quien también hablaré, hoy el espacio estaba reservado para ti.

Pili Zori

2 comentarios:

  1. Amiga Pilar:
    Quisiera que tu reseña quedase conversando con estos textos...
    "Si la poesía contiene siempre en su esencia un sentido de rebelión, es porque ella es protesta contra los límites impuestos al hombre por el hombre mismo y por la naturaleza" (Vicente Huidobro).
    "La vida sin Rebelión es como las estaciones sin la Primavera. Y la Rebelión sin el Derecho es como la Primavera en un desierto árido... La Vida, la Rebelión y el Derecho son una trinidad que no puede ser cambiada ni separada" (Gibran Jalil Gibran).
    "La poesía es una insurrección. La vida sobrepasa las estructuras y hay nuevos códigos para el alma. De todas partes salta la semilla, todas las ideas son exóticas, esperamos cada día cambios inmensos, vivimos con entusiasmo la mutación del orden humano: la primavera es insurreccional" (Pablo Neruda).

    Querida Pilar: puede que el lenguaje común esté alejado del lenguaje poético. El lenguaje común es un ser sedentario, un agricultor diligente de asuntos conocidos. El lenguaje poético es un ser nómada, un cazador infatigable de combinaciones sin nombre. Ambos lenguajes conviven en cada uno de nosotros y nos permiten conocer la vida y sus múltiples fronteras.

    "Cuando se dice gracias, se dicen muchas cosas mas, que vienen de muy lejos y de muy cerca, de tan lejos como el origen del individuo humano, de tan cerca como el secreto latido del corazón" (Pablo Neuroda).

    Querida Pilar: gracias por el relieve de tu lectura. Y un abrazo con letras de continuidad.

    Sergio Aparicio Erroz

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  2. Querido Sergio. Eres asombroso, y lo que entiendo por verdadero prestigio.
    Gracias por honrar este pequeño espacio. Deja que tus obras vuelen y se posen en las "redes", porque no sufrirán daños, se necesita el polen, para que germinen y florezcan los desiertos y el alma no se agriete, la prosa y la poesía son las aguas que consuelan la sed y arrastran la maleza.
    Muchas gracias.

    Pili Zori

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