A menudo tengo la impresión de que nuestra existencia es un puzzle infinito lleno de multitud de pequeñas piezas en cuya composición entran paisajes, personas, desiertos, montañas, bosques, vergeles, cielos y mares.
Es importante que cada trocito encaje, encontrar tu lugar en el mundo, que no es fácil, pero ¿quién troquela?, puedes pasar toda una vida errante buscando el hueco a ratos cortos o largos para tratar de acoplarte en alguno similar a tu silueta, hasta que te echan la dueña o el dueño de ese asiento numerado cuya cifra no habías visto, y te vas rumiando equívocos, y te pones a circunvalar de nuevo rotondas y más rotondas, dando vueltas y más vueltas por plazas y por glorietas hasta marearte sin entender las enigmáticas señales de los caminos borrados por tanto desgaste.
¿Engordas o enflaqueces para adaptarte mientras te prestan el sitio? ¿Te colocan o eres tú quien finalmente se asienta en el espacio legítimo, propio y genuino? ¿Son las manos o las pinzas de un gigante las que te remueven?
Tantas y tantas piezas rodando por las ciudades sin saber que su lugar es el campo, tantos pisando terrones cuando sus pies son de asfalto, tantas amistades de choque mientras la solitaria y verdadera aguarda en la otra punta cansada de dar rodeos por la peligrosa y reluciente pista de patinaje, tantos rivales apiñados y empeñados en tareas advenedizas que no les corresponden, que no son suyas, tantas piezas despeñadas desde el tablero que sostiene el rompecabezas, perdidas o dañadas, ya inservibles, tanto borde inacabado cuando prematuramente llega la parca caminando por el alambre que sobrevuela el abismo.
No hace mucho que siento la certeza de que ya estoy en el mío. Mi lugar es de libros y de cine, de teclados, lapiceros y bolígrafos, de pantallas y papeles sin mecenas, pero sin colarme de rondona en ningún cercado ajeno, mi rincón es de familia y puñadito de afectos, que hasta para eso soy prudente, no vaya a ser que el de enfrente no desee sentirse amigo para no comprometerse. No adulo ni sostengo levita alguna, no conozco el mecanismo de la sociabilidad a lo grande. Me llena mi noventera decoración rodeada de gotelé, acero, laca y cristales. Y sueño contigo lector, aunque no te vea, aunque no me pagues. Ten, por si lo quieres, aquí te dejo algo mío.
Cuaderno de notas.
Pili Zori.
Qué bonito Pili!! La idea del puzzle y cómo la plasmas con palabras. Además de ser la pieza central de tu propio puzzle ten por seguro que serás una pieza de las importantes, de las fundamentales para seguir y no perderte mientras lo formas, en el puzzle de otras personas.
ResponderEliminarYo desde luego como lectora te doy una matrícula de honor.
Querida Marta, mil gracias, sabes que tú también eres para mí una pieza central, un hermoso asidero para seguir creyendo en la bondad unida a la inteligencia, tú representas esa fuerza que es la que debe ganar, la que traza el buen camino. No pierdas nunca tu capacidad de asombro ni tu entusiasmo vital.
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