Siempre
es un riesgo intentar llevar a cabo la biografía de una estrella, que además es
una leyenda cuya vida le arrebató una enfermedad fulminante y estigmatizada en
aquellos años.
En
este caso la película no sólo rinde homenaje a Freddie Mercury, la dedicatoria va dirigida a la banda al completo -¡estamos
hablando nada menos que de Queen!- pero suele ocurrir que al recibir un retrato,
el retratado desee verse idealizado y no quede satisfecho, en cambio otras
veces sucede lo contrario, que a la persona plasmada en el lienzo o en el papel
le satisfaga el resultado y se vea en él como si estuviera mirándose en un espejo y sin embargo a
sus seres queridos no les guste, pues bien, en este caso multiplicad por millones a
dichos seres queridos; los admiradores nunca vamos a estar contentos del todo
con la semblanza, nos va a parecer que el actor es de menor estatura y
corpulencia, que la prótesis dental caricaturiza un gesto tan personal atractivo y
sugerente como el de los labios en pico de Freddie, que a las pelucas les vendría
bien movimiento natural, que faltan datos, o que sobran, que algunos son
innecesarios y que los guionistas podrían haber añadido otros como el
incomparable broche de su despedida con Montserrat
Caballé… pero sucede que esas sensaciones de contrariedad se deben a que lo
que en el fondo deseamos es imposible, y es que Mercury esté eternamente vivo y
que su corazón y su mente nos los abra él y no un intérprete, y al mismo tiempo
en algún rincón recóndito y en sombra de nuestro interior preferimos que
Freddie permanezca con ese halo de gloria porque pensamos que tal vez si siguiera
vivo se habría desmitificado; es evidente que se necesitan algunos ídolos y tal
vez dicha necesidad sea imposible de complacer porque aunque parezcan dioses son
mortales y por tanto vulnerables y el precio que pagan excesivo.
Una
vez expulsado el desahogo de mis peros e inconvenientes comenzaré a valorar los
logros que son muchos y lo cierto es que la película es un In memoriam para Freddie delicado y precioso y un reconocimiento
para sus compañeros vivos igual de elegante; en el largometraje queda todo
dicho con el buen pulso y la medida adecuados para mostrar las luces y sugerir
algunas sombras sin el regodeo de acercarlas a las miserias; lamento que las
adicciones y los excesos vayan tan unidos a los músicos, esa mala compañía tan
vampírica y devastadora es una tristeza que me gustaría poder analizar,
comprender para erradicarla sin juzgar,
porque la obra queda pero ellos se destrozan.
Es
admirable el elenco de actores: Rami Malek,
Joseph Mazzello, Lucy Boynton, Aidan Guillen, Tom Hollander,
Gwilym Lee, Ben Hardy… porque consiguen ser ellos, exactos a los miembros de la
banda, incluso la actriz que encarna a la primera novia y gran amiga de Freddie -durante
toda la vida- tiene un enorme parecido con la real, la caracterización
es extraordinaria y cuando no hay primeros planos les ves como si hubieses
viajado en el tiempo e impacta, y conseguir a actores capaces de mimetizarse
tanto física como anímicamente que usen y calquen el lenguaje de los gestos,
que se acoplen a la música que están tocando y que no sólo parezca que saben
hacerlo sino que sea creíble que suenen como ellos, que sean Queen pues es para
descubrirse.
Así
que aquí dejo mi felicitación para el director Bryan Singer, para los guionistas Anthony McCarten y Peter
Morgan, para Brian May y Roger Taylor por ocuparse de la música,
su música, y para todo el engranaje que ha sido capaz de construir el filme
porque ha funcionado como un mecanismo de relojería suiza.
La
película no pretende ser un documental sino un abrazo que revive la llama de
recuerdos que nunca morirán.
***
P.D. Cuando se publicó
Bohemian Rhapsody de inmediato me remitió a la Opera Tommy de los Who, detalle
que no le resta originalidad, la década de los setenta a menudo pasa
inadvertida pero fue gloriosa y valiente y aportó al Rock -con la suma de todos
los grandes grupos de la época- nuevas y valiosísimas sinfonías contemporáneas;
y aunque no soy entendida comprendo que al igual que lo que llamamos literatura
comparada, (que nada tiene que ver con la comparación sino con la literatura
que se escribe al mismo tiempo en las distintas ciudades, regiones, comunidades
o localidades de un país o en las del mundo), lo mismo ocurre con la música:
hay un fondo compartido, una misma línea de pensamiento, acontecimientos
comunes que como es lógico nutren las creaciones, por dicha razón “Innuendo”,
mi álbum favorito de Queen, siempre me conducirá hacia atrás hasta “El muro” de
Pink Floyd y es que al igual que los libros hablan entre sí, también la música
lo hace sin que por ello cada pieza deje de ser única y genuina cuando las
firma el arte. No hay nada más bello que el mestizaje porque siempre da a luz
algo nuevo.
Freddy
Mercury fue un artista completo, que vivíó a mitad de camino entre la tierra y el cielo por eso el escenario era su sitio y su suelo, fuera de él no sabía volar.
Un
abrazo y hasta el próximo encuentro.
Pili
Zori
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