SUEGRAS


Días antes de que nos invadiesen con el desencuentro familiar entre reinas, desde todas las cadenas de televisión, me habían llamado la atención dos anuncios publicitarios que asaltaron –casi seguidos- la pantalla del televisor de mi cocina. Uno de agua que viene a decir que la sed es como la suegra que aunque no la notes está, y el segundo en el que aparece otra odiosa madre política que obliga a su nuera a tomar una copiosa comida picante; a la acorralada nuera no le quedará más remedio que tomarse el antiácido después.
Me arriesgaré a que me tilden de que carezco de sentido del humor y diré que igual que poco a poco vamos consiguiendo que desaparezca la gordofobia y demás manías discriminantes pues también terminaremos con esta suegrafobia tan chistosa y recurrente (al parecer, los suegros –varones- gozan de mayor privilegio, y los mismos hechos risibles, si son protagonizados por ellos despiertan mayor ternura y comprensión).
Aclararé -como decían las antiguas- que “madre te haces tú, pero que suegra y abuela te hacen”, y que no sé dónde está escrita la bula de “Hala, vamos a darle un bofetón sin mano a la suegra que parece que lo aguanta”. Sobra aclarar que tengo dos yernos que son dos soles y ninguna queja y sí mucho orgullo por ellos.
No tengo problema en reírme de mí misma y de algunas ingeniosas ocurrencias, pero se trata de reírme contigo no de ti, y es que hay un tufillo generalizado de malicia popular despectiva, consentida y de lugar común que empieza a cansarme.
Ante todo y por encima de todo somos personas intentando aprender a relacionarnos desde la igualdad y los afectos, lo demás son apellidos o subtítulos de las tareas o roles que hemos de desempeñar en privado y en público. Estoy hastiada de otros poderes y de sus abusos, laborales, políticos, sociales… al menos intentaremos que no entren en el entorno familiar y que no se convierta en rol lo que debe ser un vínculo, por eso me ha gustado la igualada, que Leticia se baje de los tacones y que Sofía se coloque a su lado; que hay mar de fondo, ya imagino que sí, como en todas las familias, pero todos los familiares han de tener lima para pulir asperezas, quienes la componen y quienes la amplían, de eso va el asunto. Sin embargo, enseñar hipocresías a los nietos, sean Reales o reales, es más feo, para eso es preferible discutir y expresar lo verdadero.
No soy monárquica, habrían de ser los Borbones los seres más ejemplares, bondadosos y brillantes del mundo, como lo fueron y lo son en muchas ocasiones de enorme valor público, diplomático y representativo -nadie lo niega, como tampoco negamos las vergüenzas que han protagonizado- y seguiría diciendo que no han sido elegidos sino impuestos y que en este tiempo de democracia –aunque el contenido de la nuestra sea tan flojo- hay más opciones, de modo que si se quieren presentar a las elecciones tampoco tengo inconveniente. Pero me salgo del inciso y retomo. Como he dicho en renglones anteriores primero somos personas, y la familia Borbón tampoco está excluida del concepto. Y como soy realista, que no Realista, pues asumo que seguirán en el trono por mucho tiempo, y como hay tanto que hacer pues que echen una mano que todas nos vienen bien en vez de perder el tiempo con colocaciones fotográficas y protocolos obsoletos. Pero sobre todo lo que quiero destacar es que tengamos en cuenta que casi todos llegaremos a ser suegros y eso significará que estamos vivos y que es motivo de contento, así que a ver cuándo contemplo por la tele a una suegra y a una nuera compartiendo la botella de agua mientras juntas, dan un paseo, y a una suegra y a una nuera preparando la comida con picantes o sin ellos, y para rizar el rizo invierto: a ver cuándo salen en pantalla las suegras con los yernos y  las nueras con los suegros haciendo lo mismo y subrayo que digo en la tele porque en la vida ya lo veo.

Pili Zori.

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