CATALUNYA

Somos intensos y efervescentes los españoles, reaccionamos y después reflexionamos, y muy capaces de condensar en una semana lo que requeriría un proceso de varios meses.
He estado silenciosa oyendo a todos, bajo los gritos, y también a través de los susurros, y por qué no decirlo, a pesar de los ladridos. No soy de las personas que preguntan “¿quién lo dice?”, primero escucho, después si quien habla coincide con mi criterio, con mi ideología –si es que este último término sigue significando lo que entiendo por él- me alegro, y si no, pues busco el modo de comprender -con aproximación o sin ella- sus razones. Ojalá los demás hicieran lo mismo conmigo, pero mirar bajo la etiqueta para ver el contenido da trabajo en este tiempo de prisas, y todo el mundo prefiere ser fan antes que analítico. Naturalmente comprender no es justificar, pero el esfuerzo contra la cerrazón y la condena a priori de quienes piensan de forma distinta a una es bastante más fructífero. De modo que en este tiempo de silencio mío, he ido desmenuzando y aquí os dejo el proceso, sin duda inacabado.
No soy partidaria de independentismos ni de nacionalismos, creo que las personas debemos aportar algo más que haber nacido en una tierra determinada para mostrar nuestra identidad, es muy pobre y triste no poder ofrecer más que eso: “quien no es nadie al menos presume de ser de algún sitio y de pertenecer a su terruño.” Recuerdo aquella canción que en una de sus estrofas decía: "Entre tu pueblo y mi pueblo hay un punto y una raya, con tantas rayas y puntos el mapa es un telegrama" Como he dicho otras veces, somos género humano y hemos nacido y caído en este planeta que dentro del universo es un grano de arroz. Así que sólo respeto la bandera blanca de la paz, la única que no es excluyente y lamento mucho que a alguna tertuliana televisiva esta frase le parezca un lugar común y simplón del estilo de las que dicen las miss universo de turno, a mí me nace de verdad ese sentimiento, no es una expresión manida; mi padre pasó cuatro años en el campo de concentración de Larache por defender la bandera republicana, que también era la constitucional, la legal, pero no quiero aprovecharme de él, para refrendarme. Lo cierto es que me ondeaba el estandarte blanco en la cabeza cuando hace unos días leí un artículo de la cineasta Isabel Coixet en el que ella hacía mención a dicha bandera blanca tras haber sido insultada; de ¡fascista! se atrevieron a calificarla, ya ves lo gritona que es la ignorancia, a buen sitio fueron a poner la era; a continuación se sumó Rosa Montero a su tristeza y fue bonito sentirme en conexión con las dos mientras la estrofa de Miguel Ríos envolvía nuestro cuarteto: “No estás sola, alguien clama en la ciudad…”
Como he dicho otras veces, para comprender las cuestiones políticas suelo preguntarme ¿a quién beneficia? Y me respondí que a ambos gobiernos les convenía la cortina de humo para tapar sus vergüenzas corruptas, apelar al sentimiento patriótico siempre funciona y arropar lo heterogéneo y cobijarlo con la caricia suave de la bandera produce un sentimiento de unidad incomparable. 
Mientras todo este movimiento y clamor sucedía en Catalunya escuchaba aquí y allá voces queridas de familia y de amigos que exclamaban: "Ya se podían haber producido esta unión y estas manifestaciones con la misma fuerza frente a los recortes, los sueldos precarios, el paro…” o “El malestar social ha terminado explotando como un globo allí, en alguna parte tenía que producirse el reventón”. 
Más tarde me tranquilicé pensando que la gente no es tonta ni tan manipulable como algunos poderosos creen y que tras la exaltación emotiva sabría colocar sus deseos, pensamientos, ideologías e intereses legítimos en su lugar.
Me pregunté por el origen, siempre he creído que los sentimientos de las personas de a pie nos conducen a las urnas, y a tomar nuestras decisiones vitales, por ello me consta que el menosprecio genera un resquemor duradero; los catalanes habían reformado y construido de nuevo su Estatut y el Tribunal Constitucional les desbarató un montón de artículos. Aclaro que no estoy entrando en legalidades ni ateniéndome a la letra sino a su espíritu. Tampoco voy a establecer la diferencia entre nación cultural y nación política. Pienso que debido a aquel hecho -que tomaron como una falta de sensibilidad- el catalanismo de todos se confundió con el independentismo de unos pocos que supieron canalizarlo, y de aquellos barros surgieron estos lodos.
Durante todo este proceso intensivo se me pasaron muchas conjeturas por la mente -algunas de ellas maldades dada la atmósfera-: tales como que este lío era una excusa para encubrir que lo que en realidad buscaban era reclamar privilegios y dinero, que quizá escondía el sentimiento insolidario de “primero yo, luego yo y después yo", y el tópico de "La pela es la pela", pero que no lo iban a declarar abiertamente. Catalunya siempre ha sido la llave para completar votos y por llamar a su puerta ha recibido compensaciones a cambio, y me decía que lo honesto cuando tienes más, es contribuir de forma proporcional con las comunidades que tienen menos a través de los impuestos, ya que nadie es superior a nadie ni la prosperidad es mérito exclusivo, porque tanto el norte como el este de nuestro país tuvieron enorme apoyo industrial, que por supuesto supieron desarrollar, esa eficacia nadie la discute, pero nosotros sin ir más lejos, trabajadores honrados y eficientes como cualquier catalán, por no tener no tenemos ni agua debido a que la poca que nos queda la trasvasan, y resulta paradójico que muchos de nuestros pueblos la tengan que comprar envasada para apaciguar la sed. Por tener, eso sí, poseemos centrales nucleares que a su alrededor no generan puestos de trabajo y por tanto desertizan, pero sí muchos cánceres raros.
En cuanto a que los catalanes votasen en su ilegal referéndum la verdad es que tampoco puse el grito en el cielo por ello, no es la primera vez que el pueblo se salta leyes que considera injustas para poder transformarlas, no se trata de que nos parezca bien o mal a conveniencia, aunque a mí los referéndum tampoco es que me hagan mucha gracia porque reducir todo a los antagónicos "Sí" o "No" cuando la vida y la convivencia están llenas de matices me parece que es reducir parcelas importantes a los test psicotécnicos que también odio. De manera que creí ver en esta "improvisada" consulta un alarde testimonial, aunque luego no resultase vinculante y que lo que deseaban era expresarse, y en ningún momento me lo tomé como una afrenta personal. Y aunque nada tiene que ver el ejemplo porque el resto de España no es ni padre ni madre de Catalunya, me dije que los hijos también se independizan, y que llegado el caso como un mal menor pues que hay países pequeños que funcionan bien, ya sé que es un disparate que no tienen el apoyo internacional y que hoy por hoy sus habitantes caerían en el aislamiento y la ruina, pero se sobreentiende que me movía la buena intención, siempre lo intento. Hasta ahí perfecto.
 Lo malo fue contemplar entre lágrimas las cargas policiales, no entendía a qué venía esa exhibición de poder, y que conste que mi llanto también englobaba a los agentes de las fuerzas del orden que recibieron lanzamientos de sillas y de barreras metálicas; en esta manía mía de no generalizar, debajo de cualquier uniforme veo personas, con niños y carritos de la compra, con casas pequeñas, sueldos bajos y legítimo deseo de reconocimiento a su trabajo… y sé que algunos descerebrados se sobrepasan en sus funciones sacudiendo yesca a diestro y siniestro y olvidando que arremeten contra gente desarmada y que ellos van protegidos y armados hasta los ojos, al igual que soy consciente de que entre los manifestantes también se encuentran algunos de sus homónimos cerriles. Pero peor todavía es ver cómo ciertos políticos, sin problemas para cambiar su domicilio y su peculio a otra ciudad se esconden tras unos u otros, y ahí se las entiendan los demás -que no pueden ni quieren trasladarse- con los demonios que han dejado sueltos estos “próceres” insensatos que le han levantado la tapa a la caja de los truenos.
Es triste mandar a gente cualificada a dar palos a los ciudadanos cuando su preparación resuelve atentados y casos de enorme complejidad y riesgo, aunque todo hay que decirlo: también entre sus mandos queda todavía mucho casposo nostálgico sin reciclar.
Pero fue viendo la entrevista que Jordi Évole le hizo a Puigdemont cuando me caí del guindo y me asusté: mirando al político a los ojos -gracias al generoso primer plano- vi claramente que ese hombre en su interior jamás iba a dar su brazo a torcer, ni a conceder ningún arreglo a no ser que las circunstancias le obligasen, y en ese caso seguiría posponiendo su objetivo pero lo mantendría intacto. No vi en su mirada, deseo de privilegios o de dinero, tan sólo contemplé la determinación de su anhelo de independencia con el apoyo del pueblo o sin él y a cualquier precio, y no pude sentir empatía porque para ese sentimiento no tengo neuronas espejo ya que jamás lo he experimentado, me resulta completamente desconocido, y me dio vértigo.
De vez en cuando mi imaginación se me "cortocircuita" y en una de esas ocasiones en las que me entra la “neura” de la teoría de la conspiración, se me ocurrió que todo podía estar orquestado, apalabrado de antemano con meticulosos y bien medidos golpes de efecto; lo sentí cuando vi a Soraya Sáenz de Santamaría hablar con un aplomo que no era impostado y que no se tiene si no estás advertido, y al escuchar sus palabras con olor a consigna acordada, puesto que si ahora mismo hubiese elecciones ambos “bandos” crecerían obteniendo más votos y por tanto ganarían, llegué a pensar que habían intuido de antemano cómo iban a reaccionar intelectuales y artistas, cuyas opiniones los dirigentes políticos se las suelen pasar por el arco del triunfo con la prepotencia que desgraciadamente caracteriza a los gobernantes embriagados de poder, no estaría mal que colocasen un alcoholímetro en el parlamento y en sus sedes, al  igual que un medidor para controlar los picos de soberbia, potente, eso sí para que no estalle, porque sobrados hay muchos; pero volví a soldar mis cables dando votos de confianza por doquier a toda la humanidad. Lo necesito, soy así, qué se le va a hacer.
Aunque ahora comienza a hablar el dinero, y ése, como dicen, no tiene compañero.
Para finalizar, aunque el lío sigue, me pregunto qué parte considero que es la buena, qué elemento positivo se puede extraer de todo este ciclón, si es que algo es salvable, y me respondo que nos hemos mirado sin máscaras, y nos hemos escuchado incluso entre bramidos, y que hemos tenido que desechar las apariencias de “A ver con quienes te alineas, no vayas a parecer un rojo infame, o un facha recalcitrante”, porque esto tan gordo no trataba ni trata de "seguidismos". 
Ahora, como decía al principio, toca reflexionar, al igual que los críos cuando después de una pelea hacen las paces. Es triste pero a veces los españoles necesitamos la bronca para poder exteriorizar lo que anda enconado por debajo de nuestra piel, y ya que hemos hecho la catarsis confío en que empiece a despejarse el aire que tantos años lleva enrarecido. Y que el sentimiento de decepción entre nosotros mismos, los de la calle, se diluya, se nos pase.
Perdonad la extensión, pero podéis leer el artículo por entregas, como hacíamos los que ya somos del jurásico con las cartas de papel: las íbamos leyendo a trozos y a ratitos.
Un abrazo

Pili Zori.

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