CUADERNO DE NOTAS: ¿Preguntas sin respuestas?

 El pasado miércoles al hilo de la lectura de las primeras cien páginas de la novela que estamos compartiendo en el club, “Un destino propio”, de la escritora María Montesinos, una compañera exclamó indignada:

-¿Quién empezó a discriminar a las mujeres, y por qué? y ¿cuándo y cómo se estableció que se acatara esa injusticia?

Las páginas nos hablaban de la creencia –entre las familias campesinas- que dictaminaba que no hacía falta que las niñas estudiasen, y entre las de “clase alta” que su destino era un buen casamiento por conveniencia que aumentara prestigio y peculio a la familia.

Otra compañera -no cito literalmente pero, sí en esencia-, añadió que no estaba justificado decir que eran otros tiempos porque también en dichas épocas existieron personas que lucharon por cambiarlas. En otros tiempos –agregó- la plebe iba a contemplar cómo ardían en la hoguera los disidentes o las mal llamadas brujas y también hubo quienes se opusieron a dicha aberración, por tanto no vale la excusa de ampararse en el bulto.

Así mismo comentó -remitiendo a la serie “La edad dorada” que tanto nos ha gustado a las dos-, la paradoja de que los primeros ricos no aceptasen a los nuevos considerándolos advenedizos para darse importancia, destacar, sobresalir…, cuando de todos es sabido que Estados Unidos se creó con la llegada de inmigrantes europeos, y que en el fondo lo que subyace y sostiene a esas élites es el dinero, “poderoso caballero”, por mucho que alardearan de títulos nobiliarios ya que también esos barnices fueron concedidos, en origen, por dinero, y 

¿Cómo fueron adquiridas dichas fortunas? 

Un compañero del club explicó que tal vez dicha conformidad -con el orden establecido que se imponga en cualquier momento histórico- se deba a que la mayoría de las personas no quiere meterse en conflictos y los grupos sociales se adaptan y acomodan ante la clase dirigente para estar tranquilos. 

Hablamos, además, de ese concepto linajudo y endogámico de sentir que provienes de una “buena familia” y nos reímos con una compañera que comentó como anécdota que cuando era joven un engolado le preguntó que a qué familia pertenecía y ella contestó con su apellido: A los …. de toda la vida. 

¿Qué se entiende por buena familia? 

Desde ahí derivamos hacia la actualidad y a por qué se está votando a personas como Trump, Milei…, y alguien comentó: porque no les gustaba lo anterior. 

En ese momento me quedé pensativa y no dije nada, mientras otra compañera añadía, sí, pero ya se están arrepintiendo. 

Lo curioso es que algunos inmigrantes asentados en los Estados unidos también se consideran los buenos y rechazan a los que llegan ahora alegando que vienen a robar y a violar, en fin, te quedas estupefacta, también en la serie “La edad dorada” algunos personajes de las élites afroamericanas eran despectivos y clasistas. Recalco la palabra algunos, porque la lucha por la igualdad ha seguido hasta nuestros días. 

Tal vez dichos inmigrantes creían que votando a Trump obtendrían empleo y casa y serían considerados norteamericanos de primera división, así debería de ser, puesto que trabajan y viven allí, pero se ve que no escuchan con atención a Mister Donald y la opinión supremacista que tiene sobre ellos. 

En fin, no creo que la solución, por muy defraudado que estés, sea votar al de enfrente sin conocer a fondo su programa, tenga los planes que tenga para ti.

Otra compañera, finalmente, enfocó el coloquio atribuyendo a problemas neurológicos lo que llamamos maldad.

*** 

En este punto me aparto de las páginas del libro y de nuestra conversación en el club de literatura y comienzo a pensar en voz alta a título personal.

Es muy difícil para mí comprender la política y los entresijos que hay entre sus capas de cebolla, tampoco entiendo las matemáticas -por falta de buena base en la infancia-, e imagino que a muchas más personas les ocurre algo similar, en cuyo caso, 

¿Cuál es la opción?, ¿regirte por filias o fobias?, ¿comportarte como un cliente a ver dónde te dan más?

No entiendo nada, a veces el panorama me recuerda al cuento del emperador que iba desnudo y nadie se atrevía a decírselo hasta que la ingenuidad de un niño dejó clara la situación. 

Veo a los representantes europeos rindiendo pleitesía a Trump y a sus caprichos, salvo China, y me pregunto por qué. 

Hasta el vasallaje tiene un límite de dignidad, por muy poderoso que se crea quien tienes enfrente y por muy en deuda que te sientas con él. 

Si para ser humano todo se reduce a que te enseñen a pensar y a la educación que recibas, entonces:

¿Dónde queda la parte innata?, ¿la voz interior de la conciencia que nos hace distinguir el bien del mal?

¿La persona es buena por naturaleza?, ¿o no?

¿La empatía va en el A.D.N. o hay que aprenderla?

¿El sentido de la justicia es consustancial o lo confundimos con la venganza? 

¿La lealtad es una trampa que te pone orejeras?

Sabemos que tenemos claroscuros y que somos capaces de lo mejor y de lo peor, pero dando por hecho que lo distinguimos y que cuando caes, o eliges el mal sentimiento, la reacción impulsiva y equivocada –perdón por simplificar tanto el argumento- en el fondo eres consciente y lo sabes, aunque no hayas sido capaz de evitarlo, porque se te han apoderado los instintos bajos y ha estallado la ira, o la soberbia, la chulería, la vanidad, el egoísmo, “ande yo caliente…” la envidia, el placer de ganar…

Si esa clase de sentimientos se superponen por encima de la bondad y la razón sin que intervenga la voluntad, entonces va a ser que lo malo es lo innato.

Que alguien me explique el cinismo de algunos políticos que se ocultan en los disfraces de las palabras para encubrir lo que de verdad les importa: caerte bien para obtener su beneficio

¿O es que se creen sus propias mentiras?

Cómo es natural dejo a salvo las honrosas excepciones que por suerte son muchas y esperanzadoras, pero el problema es este capitalismo voraz que sólo encumbra y enriquece a unos pocos a costa de todos los demás en la moderna esclavitud.

A veces miro a la sociedad mundial como si fuera un sólo cuerpo, un único organismo y alucino: le duelen tantos miembros de pies a cabeza que es imposible no sentir lástima, está enferma de tristeza, de placebos mortíferos, de explotación, de malas formas, de agresividad… Se mueve a la deriva y aunque todavía hay parcelas de paz y belleza la rabia y la injusticia se extienden y lo salpican todo. Y no entiendo lo que pasa, ni sé cómo ofrecer resistencia, ni consigo vislumbrar el cambio ni la vida de otra manera.

Pienso que sólo comprendemos cuando algo que nos hacen nos afecta personalmente, bien a lo emocional, bien al bolsillo, cuando hacen daño a alguien de tu familia, a un ser querido…, y creo que explicando con ejemplos claros y sencillos lo que les ocurre a otros como si te sucediera a ti, tales como:

¿Qué te parecería que no te dejaran vestirte como quisieras, que no pudieras estudiar o elegir por amor a tu marido, que se burlaran de tus opiniones y las menospreciasen?

 Tal vez así comprenderíamos en carne propia lo que se siente como si lo experimentáramos, y sería extensivo a multitud de ejemplos a seguir, pero está visto que siempre me voy por la didáctica como una ilusa. No sé si daría resultado.

Hace poco un compañero de mi hija le espetó algo así como que si no hubiera que pagar impuestos y ese dinero lo tuviera él, se lo distribuiría mucho mejor y con mayor rendimiento.

Mi hija le preguntó:

 -¿Y cómo vendrías al trabajo con tu coche, dado  que no habría carreteras? 

¿Dónde te harían una intervención quirúrgica de gran importancia si tienes un accidente?

¿O una operación a corazón abierto?, ¿acaso sabes lo que vale? 

¿Podrías llevar a tus hijos al colegio pagando cada mes con tu sueldo?, querrás que vayan a la universidad, o que puedan estudiar lo que deseen, ¿no es así? ir de viaje por avión o por tren para ver a tu familia, y continuó enumerando. -Al parecer, el chico se quedó con cara de póker. 

Si no pagamos lo grande entre todos no podemos sobrevivir. Por eso duele tanto cuando algún político o allegado mete mano a las arcas, porque es nuestra hucha, y la hemos encomendado con confianza y con el sudor y el sacrificio de nuestro trabajo.

Como es lógico también enorgullecen los logros en medicina, en educación, en ciencia…, porque sentimos que hemos contribuido a que alguien ha salvado la vida gracias a nosotros. Nos alegra que nuestras ciudades sean más hermosas y habitables, que nos protejan en la vejez, y sobre todo que nos rindan cuentas de lo que hacen con lo que les damos. 

Nunca notamos cuando está cambiando una era ni hacia dónde vamos, ni por qué se originan los nuevos ciclos.

Somos pobre gente de a pie, puede que errática y confundida y que quizá se da importancia y se cree más de lo que es, pero estoy convencida de que si se mira por el bien común todos salimos ganando, y por mucho que nos hagan la envolvente dos más dos siempre serán cuatro.

Aunque peque de simplona no se me ocurre nada mejor que aquello de no matarás, no robarás, no mentirás, no codiciarás los bienes ajenos, y da lo mismo la medida, si es mucho como si es poco, no se mata, no se roba, y no se miente, así de sencillo porque el daño es irreparable y la credibilidad y confianza se rompen para siempre y la herida social no cicatriza.

En fin, la vida es lo que es y no lo que queremos que sea, por mucho celofán idealista que le pongamos.

Si tenéis más y mejores respuestas para que entendamos lo que ocurre, estaré profundamente agradecida.

Seguiremos defendiendo la alegría a pesar de los pesares.

Un abrazo, cuidaos mucho.

Pili Zori

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