Serie magnífica, os adelanto que tiene final feliz.
El tema es duro, pero está tratado con mirada generosa, compasiva y llena de comprensión para cada uno de los personajes, ya que todos son salvables y consiguen que aflore su dignidad sin dejar por ello de marcar en qué lugar y en qué situaciones hay que poner los límites.
En la serie no hay caballeros andantes, ni príncipes que salven a la protagonista del aprieto, incluso el que lo parece al final saca la pata y muestra el precio.
Se podría decir que quizá sin pretender ser didáctica la serie da pautas y enseña los pasos a seguir.
Los capítulos no sólo cuentan la autobiografía de Alaska, la protagonista -a la que nombran con el diminutivo de Alex-. Al mismo tiempo -como para subsistir ella ha de limpiar casas- vemos el minucioso retrato de las diferencias sociales y económicas, de la explotación laboral, de los prejuicios, de los horarios inhumanos... y también de las partes emotivas en las que la situación de las mujeres se iguala y la ayuda es mutua, aunque tengan distintos status. No hay nada mejor que los interiores domésticos para analizar la vida con verdadero sentido de la realidad.
En la serie se suceden las renuncias duras que Alex tiene que hacer para alcanzar el respeto hacia sí misma, en soledad dentro de la pareja, en el conjunto de la familia -rota y más carga que ayuda durante mucho tiempo- y también individualmente, pero sobre todo subrayo que los personajes alcanzan los logros admitiendo con humildad que necesitan la ayuda apropiada.
En cada episodio salen ejemplos fáciles de comprender para que los espectadores y las espectadoras vean con claridad las consecuencias que tienen las decisiones que los personajes toman.
Los matices son importantísimos porque una vez más en los detalles de cada caso particular se encuentran las claves para poder estudiar cómo salir adelante.
Deberíamos comenzar siempre por escuchar y comprender los pormenores individuales, sólo con la suma de todos ellos se podrán establecer las ayudas generales y no a la inversa, ya que cada persona, cada pareja y cada familia son un mundo, aunque los problemas sean comunes.
Es un lujo ver a Andie MacDowell y a Margaret Qualley -madre e hija en la vida real- hacer de madre e hija también en la ficción, personajes bellos dentro y fuera de la pantalla.
Todo el elenco compuso una maravillosa coral. Pero deseo destacar sobre todo a esa pequeña de dos años que siempre sonríe, y que les echa los brazos a los actores como si de verdad fueran familia, una dulzura asombrosa, y la razón por la que esta joven madre lucha, felicito a los responsables del casting por elegirla.
Os gustará, merece muchísimo la pena.
Pili Zori.
Esta serie me ha conmovido enormemente. Cuánta dureza y cuánta delicadeza juntas a la vez. Yo pensaba continuamente mientras veía los primeros episodios que si yo me encontrara en el lugar de Alex no podría dejar de llorar todo el rato pero es increíble la fortaleza de esta chica, tan joven y tan decidida que termina transmitiendo su fuerza y sus ganas de seguir adelante. Se añade además el problema de la enfermedad de su madre. La tesitura de si continuar con su vida y sus deseos viajando hacia la universidad y su futuro o quedarse a cuidarla. Demuestra continuamente una enorme generosidad y da gusto ver como siempre sabe mantener la calma con la niña. Muchas veces antes problemas externos lo pagamos con quien tenemos más cerca y menos lo merecen pero Alex en todo momento sabe comportarse de manera ejemplar y siempre transmitiendo un enorme cariño a su hija.
ResponderEliminarSon series de las que opino se aprende mucho.
Y leyendo tu maravillo análisis, Pili, como complemento a la serie, todavía más.
Gracias por compartirlo.
Un beso.
Gracias Querida Marta por llenar este espacio con tus reflexiones que también iluminan las mías. Eres maravillosamente especial.
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