
En la primera sesión en la que ponemos en común cien páginas leídas en casa y en solitario muchas de mis compañeras de club se quejaron considerando la novela plana y farragosa por la profusión de nombres, son lectoras avezadas, no en vano llevamos juntas doce años desmenuzando y escudriñando libros de literatura y si alguien entiende de cata es un miembro de club de lectura, así que sus opiniones para mí son muy dignas de tener en cuenta. Una compañera dijo: <<¿Y si se desarrollara aquí, en Guadalajara, os gustaría más?>> Lo discutimos, y pensamos que tal vez nos quedaba lejos no sólo el tiempo histórico también la geografía y las costumbres, nosotras somos del interior, y quizá eso marque diferencias y distancias, las mismas que podría marcar cualquier otra comunidad y sin embargo el sentimiento con esas otras comunidades no es de rechazo ni de unos hacia otros ni de otros hacia unos, esas reflexiones nos llevaron al tiempo actual y a los resquemores y rivalidades que se han producido hacia Catalunya en los últimos tiempos, y estuvimos dilucidando si en realidad son sentimientos creados artificialmente, campañas orquestadas, o cortinas de humo que encubren otras cosas que si las viéramos nos rebelarían. Una compañera nada sospechosa porque es enormemente avanzada y progresista compartió que hacía unos días que había estado con una amiga en Barcelona, recorriendo entre otras la calle Montcada que nos describió como bellísima, y nos dijo que en un museo tuvieron un percance porque ningún rótulo estaba escrito en castellano, la persona responsable a la que se dirigieron alegó que en Francia tampoco hay carteles en castellano, (en fin sin comentarios).
Concluimos que la política verdadera no se dirime en los platós de televisión ni es cosa sólo de periodistas, en muchos casos voceros del amo que les alimenta y no intelectuales independientes que cumplen la sagrada misión de informar y hacer pensar, y añadimos que no hay que olvidar nunca que la persona que tienes enfrente primero es persona, después además puede ser un adversario nunca un enemigo, un adversario que ante un mismo problema ve una solución diferente a la que ves tú. Seguimos analizando que este era un tiempo enconado de filias y fobias y que no debemos dejarnos arrastrar por los bajos instintos y las malas emociones y nos reímos del rifi rafe que tuvo que experimentar en el museo nuestra amiga esperando que Albert García Espuche, que además de escritor e historiador es un afamado arquitecto especialista en historia moderna y contemporánea de Cataluña y Barcelona y Director del Centro de Exposiciones de cultura contemporánea de Barcelona y comisario de muchas muestras no tuviese nada que ver con esa exclusión puesto que esta novela la hemos podido leer en castellano. No podemos juzgar a toda la embajada por un solo embajador y como demócratas que somos nos alegramos de las idiosincrasias y las defendemos porque nos enriquecen no porque nos separen. Terminamos el coloquio poniendo un hermoso broche: el poema de Miguel Hernández Vientos del pueblo que se explica por sí solo.
A mí me gustó especialmente la novela tal vez porque soy de temperamento nervioso y la caricia de la mirada parsimoniosa me recordaba a uno de mis directores de cine favoritos Luccino Visconti que se recrea del mismo modo con la cámara. Pero sopesando el criterio de mis compañeras también es cierto que ser historiador no siempre te convierte en escritor de literatura y que ser lectora empedernida no exime de discernir, y la literatura es un arte en el que hay que conjugar muchas cosas, por muy vanguardista que se sea y por mucha profundidad que se ponga en las frases, hacer literatura es crear un mundo con su rotación y su traslación no sólo describirlo, es elegir una atmósfera, un ambiente, la composición que va a tener, el ritmo y el tono que va a llevar, y la trama con sus elementos sorpresa, su nudo su desenlace, y todo ello engarzado con buena prosa y un lenguaje preciso siempre al servicio de la historia que se está contando, esos son los elementos de su albañilería, elementos que tenga el estilo que tenga la novela son imprescindibles, si no están el edificio se derrumba . No es la primera vez que se hace esta crítica en el club, ya nos pasó con Los Demonios de Teresa de Beatriz Monçó, la novela era un alarde de erudición histórica mal rematado que se estancaba en el desarrollo y que no ataba sus nudos, al menos esa opinión quizá subjetiva pero sí colectiva sacó el club. Y recuerdo que con Memorias de Adriano de M. Yourcenar sucedió un poco lo mismo, en los tres casos fueron considerados documentos históricos de grandísimo valor pero no novelas con toda la grandeza que encierra esa palabra. Intentamos disfrutar y escudriñar novelas sin maldad y como a los seres que amamos aceptamos que tengan cualidades y defectos.
Hasta el próximo encuentro,
Pili Zori