FURIA, serie de TV

 Para no desvelar no os la comento con los detalles de cada capítulo, ni del entrelazado, así que lo haré sobre el trasfondo y no con el argumento ni con las tramas, dado que es una serie coral y en cada compartimento brilla con luz propia la protagonista que lo desarrolla, pero ya os adelanto que  merece muchísimo la pena, y que suscita buenas conversaciones, porque además estéticamente es una belleza: un elenco de actrices ante las que descubrirse, cada una con sus claroscuros, impresionantes todas en sus matices, en especial con los que disimulan, pero los espectadores ven, esas ambivalencias, siempre dan talla a los buenos intérpretes capaces de mostrar varios sentimientos encontrados a la vez con los micro gestos, el tono de la voz, la tristeza bajo la risa, la envidia... 

La serie también tiene buenos contrafuertes interpretados por los magníficos y generosos actores que acompañan y no han tenido inconveniente en representar la mezquindad en una sociedad que apoya y aprueba sus actitudes rindiéndoles pleitesía.

El director desenmascara, da vuelta a la tortilla de los poderes que algunos hombres creían inamovibles por su posicion preponderante y coloca en su lugar los motivos del legítimo resentimiento de cada una de ellas.

Habla de las engañifas que les han vendido en un mundo "ideal" que es irreal y vulnerable.

Explica una clase de injusticias muy silenciadas que apenas nadie pone en cuestión, y expresa dónde y cómo deberían estar bien colocadas y a la vista para dejarlas en evidencia, porque ya va siendo hora de escucharlas y entenderlas.

En definitiva, Furia muestra lo que se encuentra por debajo de la superficie y todas las mentiras e imposturas de quienes se creen sus propios embustes, "vanidad de vanidades, todo es vanidad."

La serie es un regalo, un traje hecho a la medida para cada una de las actrices "maduras" a las que a menudo han querido marginar como decadentes, en contraste con las jovenes que también  tienen luces y sombras, porque las de menor edad, a su vez, tienen mucho que decir -en este nuevo tiempo de redes- con sus grandezas y sus miserias, que aquí no se salva nadie, puesto que todas ellas son productos de un sistema inhumano -que es el que en realidad está  puesto en cuestión- a pesar del hermoso colorido con el que lo envuelven, son juezas y parte, frágiles y fuertes al mismo tiempo en su resistencia, productos de nuestra sociedad absurda y aislante en la que estamos imbuidos todos sin excepción, mujeres con motivos de sobra para reventar, para desatar la furia. 

En cada episodio puedes reconocer la mentalidad de muchas "famosas o conocidas" en las que seguramente el creador se ha inspirado, y la esclavitud que también impone el dinero. La libertad es complicada.

Furia es un homenaje realista y comprensivo aunque no compasivo, porque en él subyace mucha porquería -bajo la glamourosa manta de la que tira- acumulada en el corazón de esas mujeres y sobrellevada con dolor y resentimiento.


La serie refleja nuestro mundo actual, por arriba y por abajo, y en él no queda títere con cabeza, como debe ser en un buen análisis:

Apariencias, desconexión entre "clases" -porque aunque nos estemos rozando y conviviendo muy de cerca los unos con los otros- las clases sociales siguen existiendo, y dichas máscaras, dichas simulaciones son las verdaderas protagonistas de lo que explota, porque el malestar acumulado estuvo silenciado mucho tiempo, heroicas unas y advenedizas y aprovechadas otras, estén en el entorno que estén, bien sea desfavorecido o de privilegio.

El guión nos habla de los conceptos esnobistas -arte sin fondo- sobre la cultura irreal, es decir: el postureo. Nos cuenta el vacío, que no se cura con yoga, pero se amortigua con placebos, de nuevo la serie expone todos los consuelos y alegrías artificiales, enseña el nivel de inmadurez que se da en algunos ámbitos, habla del culto al dinero como único objetivo, y de la sufrida y dura supervivencia.

Tal vez el espectador desearía un final más catártico que dé paso a un cambio, pero es precisamente esa frustración y el mal sabor que le queda, los que quizá sirvan para que desde la pantalla nos traspasen el relevo, porque si alguna solución hay está aquí afuera. Si la serie terminara a nuestro gusto pensaríamos que todo está arreglado, pero en un desenlace así los poderes se mezclan entre ellas, o cambian de manos y todo sigue igual. El sarcasmo está servido.

Los diálogos son para subrayarlos, a ver si me entretengo en apuntar algunas frases. Hay personajes de aparición breve, pero no secundaria, como por ejemplo las dos camareras. Debería salir en el cartel el elenco completo, Ana Torrent, no está, sin ir más lejos, y borda su papel.

La serie me ha remitido en cierto momento a la película "Parásitos", y también a alguna que otra de Buñuel como "El discreto encanto de la burguesía" o "El ángel exterminador", y ahí reside el aviso, porque cuando se genera un sistema monstruoso y despectivo por quienes se sitúan por encima de los demás, es lo que puede ocurrir: ¿Quién parásita a quién?

Me ha gustado mucho, y el problema es que te ves reflejada no sólo en lo bueno. Así que todas y todos salimos a la palestra. Esa, entre otras, ha sido mi impresión. 

Furia además tiene un humor corrosivo y agridulce extraordinario, es una perfección en todos los sentidos, no te cansas de verla, y en ella está escrito lo que se dice y lo que no y el iceberg es profundo y transparente aunque las aguas sean turbulentas.

Felicito a Félix Sabroso y a todo el equipo técnico y artístico. 

Podéis encontrar los ocho episodios en HBO.


Cuidaos mucho, un abrazo enorme, gracias por las visitas, las atesoro con gran ilusión. Os q m

Pili Zori

LA EDAD DORADA, serie de TV

 LA EDAD DORADA

He terminado las tres temporadas. Es una superproducción espectacular del mismo creador de Downton Abbey, en esta ocasión sitúa la historia en Nueva York a finales del siglo XIX. 

El elenco de actores y actrices es superlativo, podéis buscarlo en internet y así no llenamos renglones y más renglones con fichas técnicas y artísticas, y de paso veis las fotografías de los interpretes con su aspecto natural y actual. Y sí, Louisa Jacobson (Marian), es hija de Meryl Streep.

La serie, además del despliegue de documentación rigurosa, milimétrica y fidedigna en decorados, vestuario, arquitectura, carruajes.., para crear la atmosfera consigue que los espectadores nos encontremos inmersos en aquella sociedad de rancio abolengo encorsetada y enjaulada en su mareante baile, real y metafórico, de vueltas y más vueltas que giran siempre sobre los mismos anclajes, una "alta" sociedad pretenciosamente aristocrática que no quería saber ni admitir que comenzaba su decadencia.

El mundo nuevo y el viejo estaban en pugna con sus opresivas normas victorianas importadas desde Gran Bretaña, rebuscadas y retorcidas para construir seres exclusivos que a su vez  excluían, aquella atmosfera represora y reprimida no se sostenía y fue inevitable la explosión bajo tanta falsedad.

La serie consigue plasmar con maestría en cada episodio la tensión latente de la amenaza de la caída.

 A aquellos cuatrocientos escogiditos hoy casi nadie los recuerda, ni uno más  ni uno menos, la cifra se debe tan sólo a que ese era el número de asistentes que cabían en los grandes salones de baile, pensados para que en ellos se vieran y se dejasen ver los negociadores de la vieja y nueva era que avanzaba imparable y arrolladora como un tren, nunca mejor dicho: ferrocarriles, minas, industrias..., y todas las empresas de servicios que se creaban alrededor, y por supuesto la Banca, crecida y engordada.

No bastaba el lenguaje del dinero que siempre se expresa por debajo de los mármoles y escalinatas de las grandes mansiones construidas con él, había además que exhibirlo y blanquearlo en alardes que otorgaran prestigio. 

Las reuniones sociales a cargo de las mujeres, -siempre por delegación masculina, me temo-, propiciaban las relaciones y el tráfico de influencias dentro de las reglas no escritas que al parecer perpetuaban ellas. Pero los roles entre hombres y mujeres estaban acordados y repartidos. 

Aunque la serie dibuje maquiavélicas y con voz propia a las esposas de los magnates no creo que la tuvieran, la generación siguiente fue la que rompió con tanta asfixia, como suele suceder. 

No en vano la fragilidad de las tres décadas, en las que duraron las vacas gordas, queda en evidencia, de hecho la etapa no fue denominada como la edad de oro, sino dorada, por la fina pátina que cubría el oropel. 

En este caso está más que justificada la trama decimonónica y el modo de narrar por entregas dejando en cada capítulo el detalle sin resolver que propicia la intriga que engancha para que quieras seguir viendo el siguiente episodio.

Hablo de folletín sin considerar el término de forma peyorativa, sino fiel al modo de escribir propio de la época al que el creador de la serie, guionistas y directores se han ceñido.

No puedo evitar que me moleste que la parte pérfida, manipuladora, fría y ambiciosa se la lleven sólo las mujeres de "poder" a las que siempre tiene que poner en su sitio el marido, cuando es obvio que ambos forman tandem y se necesitan para  lograr la consolidación de la hegemonía que buscan. 

Ellas se ocupan de las relaciones como eficientes anfitrionas, y ellos de los negocios, aunque en la serie las veamos como arribistas ambiciosas y manipuladoras sin escrúpulos. Son  capaces de poner en el tablero a sus propios hijos para subir en el escalafón y asentar la preponderancia. Alegan que lo hacen así porque quieren lo mejor para sus vástagos. 

La verdad es que resultan odiosas con sus cuellos estirados y el peso de sus collares estranguladores como argollas.


Aunque como veréis hay instantes en los que la señora Russell nos conmueve. Sus sentimientos nobles están muy escondidos, es cierto, pero los tiene, ella ama a su marido, considera que son equipo y desconoce que ha traspasado los límites.

Muchas personas conciben a los ricos como si nacieran así, forrados de dinero desde el origen linajudo de su estirpe, y dan por hecho que gracias a su magnanimidad hay trabajo, y que de ellos depende nuestro bienestar, pero las grandes casas las construyen también los arquitectos, albañiles y todos los gremios humanos necesarios, al igual que quienes fabrican los raíles y quienes los colocan en la vía.., no hay que olvidarlo porque partiríamos de una premisa falsa y el bienestar lo generamos todos y todos somos necesarios.

Como es natural esa época -de pelotazo enorme- también tuvo sus partes buenas ya que en un mundo nuevo queda todo por hacer.

De modo que las grandes fortunas dieron de sobra para mecenazgos, apoyo y fe en los inventos y sus patentes y sueldos mayores para los inmigrantes europeos.

Llegó la luz eléctrica que también transformaría la vida por completo, y alrededor de estas grandes ingenierías las ciudades se conectaron, las distancias se acortaron y los puentes eliminaron las discriminaciones ya que todos los cruzaban rompiendo así los guetos y apartheid al mezclarse entre sí, y el imparable nuevo mundo generó una prosperidad nunca antes conocida. 

En mi opinión, y aunque me ha impactado mucho, vuelvo a repetir, el guión, por ponerle alguna pega, sin embargo me parece de trazo grueso y superficial, no profundiza, y a pesar de que el argumento está muy bien contado, lo hace de forma demasiado esquemática -dado que aparecen todos y cada uno de los acontecimientos de ese periodo-: los movimientos sindicales, las bancarrotas, el capitalismo a ultranza -por mucho que lo barnizasen con glamouroso humanismo-, incluye también a las élites negras afincadas en el norte con las mismas tontunas clasistas que las de los blancos, habla de los incipientes deseos femeninos de trabajar en algo que no fuera tan sólo peinarse, vestirse, decorar, chismorrear y dar órdenes a los miembros del servicio, muestra los divorcios, inevitables por mucho que doliesen las habladurías, evidencia la hipocresía de los convencionalismos insostenibles... En fin, deja todo dicho, pero no lo desarrolla, parecen titulares para trailer, la serie es de mirada exterior. 

Admito que tal vez lo que ocurre es que echo de menos la introspección, y como aclaro y reitero a menudo mis impresiones son subjetivas, y quizá sobren estos matices que hago porque la serie es bellísima e impecable en todos los sentidos, pero, aunque las comparaciones son odiosas, no puedo evitar quedarme con "La edad de la inocencia", la película de Martin Scorsese tiene mucha más hondura, tanto en lo privado como en lo público, y la intimidad emocional está muy bien plasmada.

María Montesinos en su novela "Un destino propio" también refleja de modo magistral, en nuestro país, el mismo tiempo con iguales turbulencias y convencionalismos, además de adelantos y acontecimientos nuevos. 

Es curiosa la conexión mundial. También en Comillas -como nos cuenta la autora-, se iluminó con luz eléctrica y por primera vez un hotel en el que se daría cobijo al rey, y allí se reunía la crème de la crème española con sus casamientos por conveniencia, el negocio del matrimonio era similar en todas partes, al igual que las férreas y fiscalizadoras costumbres. Al fin y al cabo: cadenas de hierro, cadenas de oro, cadenas de plata.

Mira que somos torpes y nos empecinamos en complicarnos la vida con ataduras, soberbias y vanidades. ¿Acaso alguien sabe definir qué es un buen partido y quién garantiza que de ello dependa la felicidad de una unión, de una familia?

No sé si actualmente seguirá habiendo equivalencias tan endogámicas, imagino que sí, pero al menos para nuestra generación, fue una suerte poder elegir pareja sin imposiciones y que aquel tiempo por fortuna se hiciera añicos. 

Si tenéis curiosidad, hay documentales en youtube sobre las familias en las que se inspira la serie, existieron en la vida real, los Astor, los Vandervilt, los Rockefeller... Algunas de sus mansiones permanecen hoy convertidas en museos, hoteles o instituciones, como la Biblioteca Pública de Nueva York..., otras se arruinaron o destruyeron por abandono o porque su mantenimiento era imposible. Así, si viajáis hasta la Gran manzana -tras ver La edad dorada- podéis incluir como itinerario alguna visita a dichas edificaciones.

Es una obra preciosa, os la recomiendo. A ver qué os parece, y qué reflexiones, pensamientos y sensaciones os suscita.

Un abrazo, deseo que os encontréis muy bien en este caluroso agosto lleno de preocupantes incendios. Cada día tengo más claro que la naturaleza está harta de nosotros, la plaga humana, y nos quema, nos inunda o nos devuelve como un escupitajo las porquerías con las que le perforamos el cielo.

Cuidaos mucho.

Hasta el próximo encuentro.

Pili Zori

CUADERNO DE NOTAS: Señalando errores

 SEÑALANDO ERRORES

Dicen que la ignorancia es atrevida y sé que soy osada al hacer mi rudimentario análisis para señalar errores que no debieron cometerse nunca y que no se deben repetir si aún conservamos la esperanza en la Unidad de la izquierda.

Escribo este desahogo hoy porque aunque no conozco las trastiendas, ni lo que se habla en privado en las reuniones de los ministerios ni en las generales, intentaré dar cuerpo y estructura a lo que a mi juicio subyace en el interior de muchos votantes.

Hace tiempo que deseo compartir una tristeza grande, probablemente subjetiva, pero es la que siento, eclosionó con la ley de Sí es sí, pero comenzó mucho antes.

No es la primera vez que expreso que una de mis ilusiones sociales es la unión de la izquierda, y cuando al fin se produjo el gobierno de coalición con Unidas Podemos sí me hice ilusiones, tal vez con el deseo egoísta por la comodidad de no tener que sentirme mirada en contraposición.

¡Unidad!, ¡unidad! Clamábamos al unísono cuando éramos jóvenes.

Pero poco a poco comencé a ver pequeños rasgos fugaces, o comentarios puntuales que aunque no quería pensar que así fuera me daban la impresión de que dicha unidad al fin alcanzada, respondía a una actitud de superioridad numérica, a un sentimiento como: “Venid con nosotros porque os necesitamos, aunque maldita la gracia que nos hace, pero no olvidéis que somos más, por tanto os toca replegaros a la fagocitación, sois satélites del astro que para eso es más grande”.

De inmediato me remordía el mal pensamiento y recordaba lo solo que estuvo y se sintió el actual Presidente del Gobierno de nuestro país cuando fue candidato, y que no le importó renacer de sus cenizas con la humildad del puerta a puerta, incluso dentro de sus propias lindes en las que tuvo adversarios de mucho peso, y contemplé contenta la alegría posterior, los abrazos que me parecieron tan sinceros, tan sentidos y recíprocos de los nuevos integrantes con voz potente y propia y sobradísimamente preparados y arropados por el movimiento del 15M, y me dije: Sí, ahora sí están todos representados, y decidí quitarle importancia a la frase anterior a dichos acontecimientos recientes en la que Pedro Sánchez afirmó: “Tengo pesadillas por las noches” refiriéndose a dicha unión, imagino que a la espera de recopilar más votos que volviesen a reconquistar los dos espacios del tranquilo y viejo conocido bipartidismo, sin huéspedes molestos y sin verse obligados a dar explicaciones a cada paso a sus nuevos “socios”. 

Pero es que el asunto no va de acciones que fluctúen en Bolsa ni de que gane el que más tiene, sino de votantes y ciudadanos a los que hay que atender sin pedir que lleven el carnet en la boca.

Y en ese sube y baja de sentimientos encontrados fui navegando.

Me alegraba mucho de la buena imagen que el gobierno daba fuera del país…, y de vez en cuando algún que otro jarro de agua fría volvía a robarme la confianza: el consabido chuletón, por ejemplo, contrapuesto a una reivindicación sobre ganadería y salud más que fácil de entender y apoyar, llevada por Alberto Garzón, siempre educado, dialogante y correcto, y me hizo daño asistir a la tergiversación.

Se sucedían perlas parecidas que vas perdonando en aras de los logros generales, aunque me sentía un poco más herida y defraudada cada vez, porque, bueno, todos tenemos ambivalencias disculpables, legítimos giros según se van produciendo los hechos, pero las trampas conscientes preparadas por personas inteligentísimas no me gustan, ni los desprestigios causados por fobias irracionales.

Y mientras tanto, que aquí hay collejas para todo el mundo, en el lado de los nuevos observaba a su vez las escisiones recordándome: “Ya estamos como siempre con los egos que no te absolvo”. Pero el tren seguía adelante y en la misma dirección aunque dentro de los vagones hubiese jaleillo, que unos juzgarían como elementos de debate y otros como luchas intestinas de poder.

Charles Chaplin dijo en cierta ocasión que “Hasta los planetas chocan y de ese caos nacen las estrellas”.  

Creo que lo mío es inteligencia emocional –tampoco demasiada- pero al menos tengo más de esa que de las otras y el radar me permite que aunque a menudo no entienda el enredo de palabras ni de los malabares que se hacen con ellas, sí capto sin embargo el trasfondo hasta en los gestos de quienes están en la clase “dirigente”.

Diferencio bien a quienes viven para conseguir avances y logros con su trabajo en política de los que lo ejercen para engordar su vanidad de púlpito en púlpito –es adictivo- o para asegurarse el sueldo fijo. 

Distingo con nitidez a quienes se encastillan de quienes miran más allá del foso para otear ciudades, campos y pueblos, pensando en cómo aliviar necesidades y crear prosperidad con justicia distributiva, eso se nota hasta de lejos. También percibo a quienes están en el lugar equivocado, es decir: personas de izquierdas que en el fondo son de derechas y viceversa, fueron muchos años de educación franquista y no terminan de apagarse los rescoldos, qué le vamos a hacer.

Y llegamos ya al Ministerio de Igualdad y me pregunto, con los ojos anegados: ¿acaso le tiraron un hueso a Irene Montero y a su equipo para que se entretuvieran y no dieran guerra?, ¿no iba la cosa de todos a una? 

Como se suele decir en una paella es tan importante el arroz como los tropezones y el caldo unifica, (ya sé que repito el ejemplo como un mantra os pìdo disculpas, pero es que me parece atinado). Así que si tienes un socio lo admites en plano de igualdad, os escucháis y debatís los posibles caminos a seguir porque ante un mismo problema se pueden plantear soluciones distintas, ya nunca va a haber aplastantes mayorías y en la sociedad convivimos todos juntos, en familia hay distintos pareceres, en los trabajos, en las reuniones de amigos…, porque no somos castras romanas, ni ejércitos enemigos.

En dicho ministerio se pusieron a trabajar con denuedo, diseccionando y escaneando el hueso roto no para roerlo sino para entablillarlo, enderezarlo y curarlo ¿Qué otra cosa se esperaba de mujeres con conciencia?

“Dejad que se estampe ella sola” leí por detrás de la frente de una mujer a la que yo admiraba, pensamiento que casi se le escapó en la tertulia de la Cadena Ser. Hasta ella utilizó a Irene como arma arrojadiza contra él, su pareja.

“Sí había problemas técnicos” –espetó-, pero si una ministra se empeña…” 

¿En qué cabeza cabe? ¿A alguien se le ocurre pensar que iban a elaborar una ley SUPERVISADA –recalco- que pusiera en peligro a las mujeres?

Pero ¡Oh, qué bien! Parece que tiene un resquicio, una grieta que no habíamos visto. No, no os apuréis, no hay que derogarla o enmendarla a media noche y con rapidez, como se ha hecho en ocasiones con otras. ¡Bombo y platillo!, sólo faltaría que las “Marinuevas” éstas se llevaran todos los méritos, si no saben ni ponerse un sujetador apropiado o una chaqueta para no marcar...

Ya ves tú, como si a Irene Montero, ministra de igualdad le importara lo de apuntarse el tanto, a siete leguas se ve quien es quien, y ella estaba muy lejos de ser un animal político que fuese dejando cadáveres por el camino con tal de perdurar.

“Muy bien, ya tenemos chivo expiatorio” se dirían en el pensamiento con un respiro, en este pueril e inmaduro mundo de filias y fobias como si para ser gubernamental tuvieras que gustar y caer bien necesariamente, como si fueras un “influencer” con seguidores del flautista de Hamelin. 

La constructiva autocrítica científica brilla por su ausencia –no olvidemos que la política es una ciencia que se estudia.

Continúo sin señalar, quien quiera darse por aludido que se dé. 

“Menos mal que no me ha tocado a mí”, respiraron algunas. Qué solidarias, oye. 

A menudo y en todos los órdenes de la vida para que los grupos se unan necesitan hacerlo contra alguien a quien no consideran compañero o compañera, para descargar la inquina, para humillar, el enemigo común une mucho.

Dicen que los defectos españoles son la ira y la soberbia, yo añadiría también la envidia. 

Me incluyo en la demolición con arrepentimiento, porque hasta hoy he callado impunemente ante el horrible espectáculo -nunca antes visto- que se dio entonces al abrir la veda contra ella, la oposición a degüello y los demás mirando para otro lado. 

 Eso sí, para robar ideas de “La inútil”, de la “Torpe”, de la “chapucera” se apuntó un aluvión de listos, de la “diestra y la siniestra”. Lo de indicar autorías  se ve que tampoco se lleva. Persecución, derribo, atribuirle los defectos propios a ella “¡Cajera!”, ¡toma ya elitismo! “Mujer de…” todavía andamos con esas, ella es ella y él es él. Que “tiene llagas en la boca de tanto…”, sin nadie que saliera a defenderla. Pero si pensaban que se iba a arrodillar lo llevó claro el hemiciclo entero. Bulos, difamaciones, calumnia que algo queda, acoso a sus hijos, tan pequeños…, para qué voy a seguir enumerando. ¡Qué bonito!, todo un ejemplo maravilloso para niños y jóvenes que se miran en nuestro espejo, cuánta vergüenza ajena, y después a poner cara de santos contra el bullyng en colegios e institutos, qué cinismo.

Pero espera, que aún hubo más, faltan los aliados, los rutilantes: La tele y sus dueños, todos en la orquesta, “villarejeros”, plagiadoras… 5 golpes de pecho porque “¡Cómo se atreven a mentirles en su cara!” se escandalizó airada la presentadora veterana de Tele Cinco, qué desfachatez “Con sabor a hiel” me escandalizo yo, con el título de su libro.

Derrocadores ¿en favor de quién? 

“Tranquilo que a mí me creen, ¿No ves que representamos su voz” -escupe la grabadora mercenaria- seis golpes de pecho esta vez, en la Sexta, "...no te preocupes que yo me encargo” –remata la "cloaquera" conversación que creían salvaguardada en las sombras.

Se han reído de mí -me dije- crédula, ilusa… ¡Viva el cuarto poder!

Menos mal que contra esos Goliats están los canales modestos que se encargaron de recopilar con paciencia y eficacia y mostraron las pruebas contrastadas en internet, canales a los que acude gente más joven en busca de esclarecimiento y futuro, quizá aún se escuche en ellos el eco del 15M. 

Y mientras, mi nudo en la garganta al contemplar que hay quien prefiere rebajar penas para que se hunda el barco antes que defender a las mujeres, no fueron muchos los jueces, pero sí suficientes para abrir el boquete que derrumbase el edificio recién construido. 

¿Acaso no aprobasteis la carrera por saber interpretar la ley con ecuanimidad y justicia? Qué triste.

Para rematar mi pena, en días posteriores escuché decir en la tv de mi comunidad a otra mujer -a la que también apreciaba-: “Le hemos torcido el brazo a Podemos”, me habría gustado preguntarle ¿a quién exactamente?, ¿a sus cinco millones de votantes? ¡Hombre!, un respeto.

No milito en ningún partido, por eso hablo desde fuera, aunque no es necesario explicarlo soy un perro verde. 

Me muevo un poco en ambientes culturales y los responsables de dichas áreas por suerte se dedican a proyectos cuyos efectos tienen plazos más largos y por tanto más transformadores, curiosamente hacen menos ruido porque escuchan y ponen sobre la mesa los logros conseguidos explicando las dificultades, si no fuera por esos redentores hace tiempo que habría parado el mundo para bajarme de él.

A otros representantes quizá más endogámicos y egocéntricos hay que perdonarlos dado que no saben lo que hacen como dijo el de la Cruz.

Si no fuera porque también me equivoco, porque tengo que pincharme mis propios globos inflados para que salgan y se me bajen los humos, porque hablo más de la cuenta y a destiempo y yerro mucho… 

Si no fuera por el amor y el aprendizaje no valdría la pena estar en este valle tan encharcado de lágrimas. Menos mal que hay cosas buenas como el amor en todas sus expresiones, como los libros y el cine.

Para mí fue garrafal lo que acabo de contar y un comienzo del declive en el que se perdieron personas de enorme valía que hacían mucha falta, tanto si caían bien como si caían mal, su labor nada tiene que ver con su carisma. 

Mi crítica es interna aunque yo no pertenezca a ningún partido, no soy sectaria y os garantizo que escucho a todo el mundo, progresistas y conservadores, y lo hago sin animadversión.

No podemos caer en los mismos errores cometidos entonces, hay que hablar hasta llegar a acuerdos internos y exteriores, y sobre todo dar ejemplos de madurez como los de la gente de a pie que convive con los demás y sabe hablar y también callar a tiempo. 

Lamento decir que nuestra clase política hoy por hoy deja mucho que desear a pesar de los logros, que han sido grandes en el tiempo de paz más largo de la historia.

Me gustaría saber por qué tantos votantes se sienten más seguros con la derecha, por qué muchas personas se abruman y acomplejan ante el modo de expresarse de la izquierda... en definitiva, creo que son ese tipo de preguntas las que hay que hacer, las que apelan a los motivos, a los sentimientos –acertados o equivocados- que te llevan a las urnas.

     Sí, soy de izquierdas y en ellas no excluyo a nadie del amplio abanico.

Si a alguno de los que me conocen, voten lo que voten, les molesta lo que acabo de escribir les pregunto: ¿Acaso he sido, o soy mala contigo?, ¿te quiero menos por ser roja?, ¿he intentado convencerte alguna vez?, ¿no he sabido respetarte? 

Recuerda siempre que por encima de todo está mi amor por ti y con las mismas reclamo el tuyo.

Un abrazo enorme, cuidaos mucho y sobre todo pensad y expresaros como os dé la gana, pero sin caer en la descalificación.

Pili Zori