PILI ZORI
Me
temo que hemos perdido la brújula. El asunto es NO hacer trampas, es No
beneficiarse de una posición de poder… no los másters, las tesis doctorales o
las carreras universitarias en sí. Creo que lo he dicho en ocasiones
anteriores, pero lo repetiré una vez más: una carrera universitaria ocupa cinco
años en la vida de una persona joven –casi siempre- si ha tenido el privilegio
y el mérito de poder acceder a la facultad en el espacio cronológico natural de
sus días, un pequeño lustro que no le otorga el lustre para toda su existencia
ni la buena fama para echarse a dormir; terminarla no es un final sino un
comienzo, el inicio de la vida laboral compuesta de muchos más quinquenios, y
si hay suerte podrá ejercer lo aprendido en el Oficio para el que se preparó, y
si no, pues como decía mi padre “El saber no ocupa lugar” (Pedro Zori era
ordenanza y ayudaba a sus compañeras y compañeros para que aprobasen exámenes
de mayor rango que el suyo, se supone). Y subrayo que digo Oficio a propósito y
con mayúscula, no porque quiera referirme sólo a los trabajos que requieren
habilidad manual, sino a la acepción que significa dominio de la actividad que
se ejerce o ejecuta. Para tener dominio o conocimiento de una labor se necesita experiencia que es el “Conjunto de conocimientos que se adquieren en la vida o
en un periodo determinado de ésta”, según define el diccionario. Nadie elige a
una abogada o abogado por el título que rutila prendido a la pared de su
despacho, sino por la cantidad de casos ganados; por la misma razón un
politólogo no tiene por qué ser un buen político aunque la erudición ayude, por
ello no es paradójico que en una entidad, empresa o centro de trabajo, entre un
licenciado y le tenga que preparar alguien que no lo es; el mundo está lleno de
gente que no avala sus conocimientos con títulos académicos pero sí con toda
una vida de estudio e investigación especializados, nadie se pregunta si Eric
Clapton es músico de oído o de solfeo, grandes de la literatura o de la pintura
no ingresaron en Bellas Artes o en Filología y sin embargo son estudiados en
dichas facultades. Que se lo digan a Juan Marsé, maestro de maestros, o a
Maruja Torres, que por no tener ni siquiera poseía estudios primarios, detalle
que no impidió que fuera corresponsal de guerra en el Líbano, en Panamá,
Israel... ¿Alguien se atreve a poner en duda su currículo?, sólo podría hacerlo
algún ignorante que no haya leído su poderosa literatura respaldada por su
inigualable veteranía, eso para mí señoras y señores define el prestigio.

Por
contraste valoro a Manuela Carmena que se dedica a trabajar y no a hacer
bolos y las cuentas le salen bien y hablan por sí solas, o miro hacia el oeste
con alegría respirando los aires y fados del hermoso país contiguo que se está
arreglando a su tran-tran, aunque el éxito no salga en los telediarios.
Eso
es ganarse el pan honradamente como político, con título o sin él: trabajando
“en la gestión, administración y buen reparto de los bienes y recursos
públicos”.
Un
abrazo y hasta el próximo encuentro, os recuerdo en todo momento que la
discrepancia no me molesta, en cualquier caso me enriquece, así que no os privéis.
Pili
Zori