SEÑALANDO ERRORES
Dicen que la ignorancia es atrevida y sé que soy osada al hacer mi rudimentario análisis para señalar errores que no debieron cometerse nunca y que no se deben repetir si aún conservamos la esperanza en la Unidad de la izquierda.
Escribo este desahogo hoy porque aunque no conozco las trastiendas, ni lo que se habla en privado en las reuniones de los ministerios ni en las generales, intentaré dar cuerpo y estructura a lo que a mi juicio subyace en el interior de muchos votantes.
Hace tiempo que deseo compartir una tristeza grande, probablemente subjetiva, pero es la que siento, eclosionó con la ley de Sí es sí, pero comenzó mucho antes.
No es la primera vez que expreso que una de mis ilusiones sociales es la unión de la izquierda, y cuando al fin se produjo el gobierno de coalición con Unidas Podemos sí me hice ilusiones, tal vez con el deseo egoísta por la comodidad de no tener que sentirme mirada en contraposición.
¡Unidad!, ¡unidad! Clamábamos al unísono cuando éramos jóvenes.
Pero poco a poco comencé a ver pequeños rasgos fugaces, o comentarios puntuales que aunque no quería pensar que así fuera me daban la impresión de que dicha unidad al fin alcanzada, respondía a una actitud de superioridad numérica, a un sentimiento como: “Venid con nosotros porque os necesitamos, aunque maldita la gracia que nos hace, pero no olvidéis que somos más, por tanto os toca replegaros a la fagocitación, sois satélites del astro que para eso es más grande”.
De inmediato me remordía el mal pensamiento y recordaba lo solo que estuvo y se sintió el actual Presidente del Gobierno de nuestro país cuando fue candidato, y que no le importó renacer de sus cenizas con la humildad del puerta a puerta, incluso dentro de sus propias lindes en las que tuvo adversarios de mucho peso, y contemplé contenta la alegría posterior, los abrazos que me parecieron tan sinceros, tan sentidos y recíprocos de los nuevos integrantes con voz potente y propia y sobradísimamente preparados y arropados por el movimiento del 15M, y me dije: Sí, ahora sí están todos representados, y decidí quitarle importancia a la frase anterior a dichos acontecimientos recientes en la que Pedro Sánchez afirmó: “Tengo pesadillas por las noches” refiriéndose a dicha unión, imagino que a la espera de recopilar más votos que volviesen a reconquistar los dos espacios del tranquilo y viejo conocido bipartidismo, sin huéspedes molestos y sin verse obligados a dar explicaciones a cada paso a sus nuevos “socios”.
Pero es que el asunto no va de acciones que fluctúen en Bolsa ni de que gane el que más tiene, sino de votantes y ciudadanos a los que hay que atender sin pedir que lleven el carnet en la boca.
Y en ese sube y baja de sentimientos encontrados fui navegando.
Me alegraba mucho de la buena imagen que el gobierno daba fuera del país…, y de vez en cuando algún que otro jarro de agua fría volvía a robarme la confianza: el consabido chuletón, por ejemplo, contrapuesto a una reivindicación sobre ganadería y salud más que fácil de entender y apoyar, llevada por Alberto Garzón, siempre educado, dialogante y correcto, y me hizo daño asistir a la tergiversación.
Se sucedían perlas parecidas que vas perdonando en aras de los logros generales, aunque me sentía un poco más herida y defraudada cada vez, porque, bueno, todos tenemos ambivalencias disculpables, legítimos giros según se van produciendo los hechos, pero las trampas conscientes preparadas por personas inteligentísimas no me gustan, ni los desprestigios causados por fobias irracionales.
Y mientras tanto, que aquí hay collejas para todo el mundo, en el lado de los nuevos observaba a su vez las escisiones recordándome: “Ya estamos como siempre con los egos que no te absolvo”. Pero el tren seguía adelante y en la misma dirección aunque dentro de los vagones hubiese jaleillo, que unos juzgarían como elementos de debate y otros como luchas intestinas de poder.
Charles Chaplin dijo en cierta ocasión que “Hasta los planetas chocan y de ese caos nacen las estrellas”.
Creo que lo mío es inteligencia emocional –tampoco demasiada- pero al menos tengo más de esa que de las otras y el radar me permite que aunque a menudo no entienda el enredo de palabras ni de los malabares que se hacen con ellas, sí capto sin embargo el trasfondo hasta en los gestos de quienes están en la clase “dirigente”.
Diferencio bien a quienes viven para conseguir avances y logros con su trabajo en política de los que lo ejercen para engordar su vanidad de púlpito en púlpito –es adictivo- o para asegurarse el sueldo fijo.
Distingo con nitidez a quienes se encastillan de quienes miran más allá del foso para otear ciudades, campos y pueblos, pensando en cómo aliviar necesidades y crear prosperidad con justicia distributiva, eso se nota hasta de lejos. También percibo a quienes están en el lugar equivocado, es decir: personas de izquierdas que en el fondo son de derechas y viceversa, fueron muchos años de educación franquista y no terminan de apagarse los rescoldos, qué le vamos a hacer.
Y llegamos ya al Ministerio de Igualdad y me pregunto, con los ojos anegados: ¿acaso le tiraron un hueso a Irene Montero y a su equipo para que se entretuvieran y no dieran guerra?, ¿no iba la cosa de todos a una?
Como se suele decir en una paella es tan importante el arroz como los tropezones y el caldo unifica, (ya sé que repito el ejemplo como un mantra os pìdo disculpas, pero es que me parece atinado). Así que si tienes un socio lo admites en plano de igualdad, os escucháis y debatís los posibles caminos a seguir porque ante un mismo problema se pueden plantear soluciones distintas, ya nunca va a haber aplastantes mayorías y en la sociedad convivimos todos juntos, en familia hay distintos pareceres, en los trabajos, en las reuniones de amigos…, porque no somos castras romanas, ni ejércitos enemigos.
En dicho ministerio se pusieron a trabajar con denuedo, diseccionando y escaneando el hueso roto no para roerlo sino para entablillarlo, enderezarlo y curarlo ¿Qué otra cosa se esperaba de mujeres con conciencia?
“Dejad que se estampe ella sola” leí por detrás de la frente de una mujer a la que yo admiraba, pensamiento que casi se le escapó en la tertulia de la Cadena Ser. Hasta ella utilizó a Irene como arma arrojadiza contra él, su pareja.
“Sí había problemas técnicos” –espetó-, pero si una ministra se empeña…”
¿En qué cabeza cabe? ¿A alguien se le ocurre pensar que iban a elaborar una ley SUPERVISADA –recalco- que pusiera en peligro a las mujeres?
Pero ¡Oh, qué bien! Parece que tiene un resquicio, una grieta que no habíamos visto. No, no os apuréis, no hay que derogarla o enmendarla a media noche y con rapidez, como se ha hecho en ocasiones con otras. ¡Bombo y platillo!, sólo faltaría que las “Marinuevas” éstas se llevaran todos los méritos, si no saben ni ponerse un sujetador apropiado o una chaqueta para no marcar...
Ya ves tú, como si a Irene Montero, ministra de igualdad le importara lo de apuntarse el tanto, a siete leguas se ve quien es quien, y ella estaba muy lejos de ser un animal político que fuese dejando cadáveres por el camino con tal de perdurar.
“Muy bien, ya tenemos chivo expiatorio” se dirían en el pensamiento con un respiro, en este pueril e inmaduro mundo de filias y fobias como si para ser gubernamental tuvieras que gustar y caer bien necesariamente, como si fueras un “influencer” con seguidores del flautista de Hamelin.
La constructiva autocrítica científica brilla por su ausencia –no olvidemos que la política es una ciencia que se estudia.
Continúo sin señalar, quien quiera darse por aludido que se dé.
“Menos mal que no me ha tocado a mí”, respiraron algunas. Qué solidarias, oye.
A menudo y en todos los órdenes de la vida para que los grupos se unan necesitan hacerlo contra alguien a quien no consideran compañero o compañera, para descargar la inquina, para humillar, el enemigo común une mucho.
Dicen que los defectos españoles son la ira y la soberbia, yo añadiría también la envidia.
Me incluyo en la demolición con arrepentimiento, porque hasta hoy he callado impunemente ante el horrible espectáculo -nunca antes visto- que se dio entonces al abrir la veda contra ella, la oposición a degüello y los demás mirando para otro lado.
Eso sí, para robar ideas de “La inútil”, de la “Torpe”, de la “chapucera” se apuntó un aluvión de listos, de la “diestra y la siniestra”. Lo de indicar autorías se ve que tampoco se lleva. Persecución, derribo, atribuirle los defectos propios a ella “¡Cajera!”, ¡toma ya elitismo! “Mujer de…” todavía andamos con esas, ella es ella y él es él. Que “tiene llagas en la boca de tanto…”, sin nadie que saliera a defenderla. Pero si pensaban que se iba a arrodillar lo llevó claro el hemiciclo entero. Bulos, difamaciones, calumnia que algo queda, acoso a sus hijos, tan pequeños…, para qué voy a seguir enumerando. ¡Qué bonito!, todo un ejemplo maravilloso para niños y jóvenes que se miran en nuestro espejo, cuánta vergüenza ajena, y después a poner cara de santos contra el bullyng en colegios e institutos, qué cinismo.
Pero espera, que aún hubo más, faltan los aliados, los rutilantes: La tele y sus dueños, todos en la orquesta, “villarejeros”, plagiadoras… 5 golpes de pecho porque “¡Cómo se atreven a mentirles en su cara!” se escandalizó airada la presentadora veterana de Tele Cinco, qué desfachatez “Con sabor a hiel” me escandalizo yo, con el título de su libro.
Derrocadores ¿en favor de quién?
“Tranquilo que a mí me creen, ¿No ves que representamos su voz” -escupe la grabadora mercenaria- seis golpes de pecho esta vez, en la Sexta, "...no te preocupes que yo me encargo” –remata la "cloaquera" conversación que creían salvaguardada en las sombras.
Se han reído de mí -me dije- crédula, ilusa… ¡Viva el cuarto poder!
Menos mal que contra esos Goliats están los canales modestos que se encargaron de recopilar con paciencia y eficacia y mostraron las pruebas contrastadas en internet, canales a los que acude gente más joven en busca de esclarecimiento y futuro, quizá aún se escuche en ellos el eco del 15M.
Y mientras, mi nudo en la garganta al contemplar que hay quien prefiere rebajar penas para que se hunda el barco antes que defender a las mujeres, no fueron muchos los jueces, pero sí suficientes para abrir el boquete que derrumbase el edificio recién construido.
¿Acaso no aprobasteis la carrera por saber interpretar la ley con ecuanimidad y justicia? Qué triste.
Para rematar mi pena, en días posteriores escuché decir en la tv de mi comunidad a otra mujer -a la que también apreciaba-: “Le hemos torcido el brazo a Podemos”, me habría gustado preguntarle ¿a quién exactamente?, ¿a sus cinco millones de votantes? ¡Hombre!, un respeto.
No milito en ningún partido, por eso hablo desde fuera, aunque no es necesario explicarlo soy un perro verde.
Me muevo un poco en ambientes culturales y los responsables de dichas áreas por suerte se dedican a proyectos cuyos efectos tienen plazos más largos y por tanto más transformadores, curiosamente hacen menos ruido porque escuchan y ponen sobre la mesa los logros conseguidos explicando las dificultades, si no fuera por esos redentores hace tiempo que habría parado el mundo para bajarme de él.
A otros representantes quizá más endogámicos y egocéntricos hay que perdonarlos dado que no saben lo que hacen como dijo el de la Cruz.
Si no fuera porque también me equivoco, porque tengo que pincharme mis propios globos inflados para que salgan y se me bajen los humos, porque hablo más de la cuenta y a destiempo y yerro mucho…
Si no fuera por el amor y el aprendizaje no valdría la pena estar en este valle tan encharcado de lágrimas. Menos mal que hay cosas buenas como el amor en todas sus expresiones, como los libros y el cine.
Para mí fue garrafal lo que acabo de contar y un comienzo del declive en el que se perdieron personas de enorme valía que hacían mucha falta, tanto si caían bien como si caían mal, su labor nada tiene que ver con su carisma.
Mi crítica es interna aunque yo no pertenezca a ningún partido, no soy sectaria y os garantizo que escucho a todo el mundo, progresistas y conservadores, y lo hago sin animadversión.
No podemos caer en los mismos errores cometidos entonces, hay que hablar hasta llegar a acuerdos internos y exteriores, y sobre todo dar ejemplos de madurez como los de la gente de a pie que convive con los demás y sabe hablar y también callar a tiempo.
Lamento decir que nuestra clase política hoy por hoy deja mucho que desear a pesar de los logros, que han sido grandes en el tiempo de paz más largo de la historia.
Me gustaría saber por qué tantos votantes se sienten más seguros con la derecha, por qué muchas personas se abruman y acomplejan ante el modo de expresarse de la izquierda... en definitiva, creo que son ese tipo de preguntas las que hay que hacer, las que apelan a los motivos, a los sentimientos –acertados o equivocados- que te llevan a las urnas.
Sí, soy de izquierdas y en ellas no excluyo a nadie del amplio abanico.
Si a alguno de los que me conocen, voten lo que voten, les molesta lo que acabo de escribir les pregunto: ¿Acaso he sido, o soy mala contigo?, ¿te quiero menos por ser roja?, ¿he intentado convencerte alguna vez?, ¿no he sabido respetarte?
Recuerda siempre que por encima de todo está mi amor por ti y con las mismas reclamo el tuyo.
Un abrazo enorme, cuidaos mucho y sobre todo pensad y expresaros como os dé la gana, pero sin caer en la descalificación.
Pili Zori