"CARTA A D. HISTORIA DE UN AMOR", de André Gorz

Mis queridos amigos Carmen y Uge me dejaron este mensaje en el correo:
Acabas de cumplir ochenta y dos años. Has encogido seis centímetros, sólo pesas cuarenta y cinco kilos y sigues siendo bella, elegante y deseable. Hace cincuenta y ocho años que vivimos juntos y te amo más que nunca. Te escribo para comprender lo que he vivido, lo que hemos vivido juntos.”
El impactante pasaje que de inmediato me puso un nudo en la garganta pertenece a “Carta a D. Historia de un amor.” Es una extensa carta de amor que el filósofo André Gorz le escribió a su esposa poco después de descubrir que estaba enferma. La comenzó el 21 de marzo, concluía el 6 de junio de 2006 conmoviendo a Francia entera.

En 2007 André Gorz se suicidó junto a Dorine, su esposa, en su casa de Vosnon. La conmoción saltó fronteras.
A la mañana siguiente de recibir el e-mail de mis amigos marqué el teléfono de la Biblioteca Pública y con la amabilidad que caracteriza a todos los empleados sin excepción fueron a buscármelo y me lo dejaron en el mostrador, saben que en la actualidad dispongo de menos tiempo y me conceden esas atenciones, todas ellas regalos impagables para mí.
Esta pequeña joya de la editorial Paidós pertenece a la colección El arco de Ulises. Abulta justo el tamaño de la palma de mi mano y enseguida te hace segregar el fluido posesivo que provocan los objetos de deseo. Hermosos cofres, los libros, que puedes abrir o cerrar por cualquiera de sus dos tapas, en la de debajo de este hipnótico ejemplar que tengo entre los dedos ilustrado con las ramas negras de la copa de un árbol sin hojas, un árbol de invierno, en la solapa, tras leer la última página con los ojos empañados, te encuentras, como broche de cierre, esta hermosa inscripción: “Hay libros cortos que, para entenderlos como se merecen, se necesita una vida muy larga.” Francisco de Quevedo

Sé que me va a acompañar durante mucho tiempo.

En el generoso Internet podréis encontrar infinitas páginas que os hablarán sobre este gran pensador y filósofo, icono intelectual de la nueva izquierda francesa que ha dejado huella profunda en toda la mitad del siglo XX, me limitaré a hacer una breve reseña que os invite a buscar su obra para conocerle mejor.

André Gorz, (su verdadero nombre era Gérard Horst). Nació en Viena en 1923. Hijo de un judío vendedor de sellos y de una secretaria católica. Fue internado en Lausana para evitar el reclutamiento, y allí cursó estudios de ingeniería química, que después completó con las carreras de filosofía y psicología. De formación marxista, a partir de los años 70 Gorz se convirtió en uno de los principales teóricos de la ecología política.
La gran preocupación de su vida se concentró en el trabajo y en los efectos enajenantes que éste producía, todos sus libros fueron considerados obras de referencia para el movimiento obrero y sindical: “Historia y enajenación”, “Estrategia obrera y neocapitalismo”, “El Socialismo difícil”, “Reforma y revolución”, “Metamorfosis del proletariado” su libro más polémico y peor entendido en Francia, bien acogido sin embargo en Alemania actitud que le reconcilió con ese país al que había vuelto la espalda tras las aberraciones del nazismo, “Capitalismo, socialismo y ecología”, “Miseria del presente, riqueza de lo posible”…

Mi querido amigo Uge anda siempre buscando las respuestas en los libros de ensayo, de filosofía y de historia, queda muy poca gente que atesore libros con tanta devoción como lo hace él, de hecho su carácter pasional le lleva a comprarse toda la obra de un autor a veces tan sólo por la simple referencia que de él hace otro escritor. Después tras tamizarlos anímica y racionalmente, con la misma compulsión necesita compartirlos. Él no se imagina cuánto lamento no poder seguirle aunque de algún modo nuestra necesidad detectivesca acabe llevándonos a las mismas conclusiones pero por caminos distintos. Si he de escoger siempre elijo la literatura, en ella lo encuentro absolutamente todo con la ventaja añadida de experimentarlo. Por eso, y a pesar de que esta hermosa epístola no es literatura, estoy tan contenta de poder corresponderle hoy con una lectura común, que a ambos nos ha conmovido.

Es cierto que no tiene la música, ni el ritmo ni el aliento poético y creativo de las obras literarias, pero a cambio “Carta a D.” nos entrega la potencia del testimonio, del balance de un tiempo real de utopías e ideales que por fortuna sigue con vida en los libros. Es un homenaje a Dorine, su esposa, que también saca de la injusta sombra a tantas y tantas mujeres intelectuales de su generación condenadas a ser satélites. Es un desgarrado acto de contrición y una de las confesiones más honradas que yo he visto. En el recorrido de las páginas, a veces se me venía a la cabeza aquella frase tan manida de “Paren el mundo que yo me bajo” y recordaba con ellas a mi padre y a tantos como él, como ellas, que dejaron de entender su mundo, que se sintieron expulsados de él después de haberle entregado tantos jirones de alma y vida. Es una lástima que las nuevas generaciones no comprenderán ni conocerán ya esa clase de dolor social. Ahora es fácil apuntar los fallos, acusar de dogmatismos, sucedáneos religiosos… Pero para mí hay una casta de hombres y mujeres invencibles que por fortuna sobrevive en los libros.

Entre todas las emociones que la carta me ha producido voy a escoger una de las que más me han removido por dentro, dicen que las palabras vuelan y que lo escrito queda, y yo añado que para bien y para mal lo escrito queda.
Lo que más me ha afectado es el dolor de André por corregir lo que en su día escribió en “El traidor” refiriéndose a Dorine con otro nombre, tal vez debido a esa estúpida concesión que en aquel tiempo hacía que el amor se ocultase para que no fuera tildado de sentimiento pequeño burgués. En esos párrafos, casi puedes escuchar el quiebro de su voz, el llanto arrepentido y culpable de haberla negado que es el más fuerte, y compruebas como André Gorz se asoma a ese tiempo que la mayoría de las parejas habría olvidado y desmenuza una por una cada vivencia para examinar cada palabra, cada comportamiento y resarcir así frente al mundo, porque frente al mundo lo escribió y frente al mundo quiere gritarlo para hacerlo público, para que todos lean, todos escuchen su demanda de perdón como quien pone la luna a los pies de la amada o el amado.
Pero por si acaso pudiera parecer que utiliza a su esposa como excusa o se vale de ella para escribir de nuevo deja muy claro que es a ella a quien se dirige aun a riesgo de que pueda resultar forzado que le recuerde lo que sin duda ella jamás habrá olvidado.
Pero el inmenso valor de ese perdón se lo da la edad en la que lo pide, no es lo mismo mirar hacia atrás que hacerlo hacia delante, para mirar hacia atrás sin permitir que lo que ves te convierta en estatua de sal hay que tener arrestos.
Hacía tiempo que no me descubría ante nadie, hacía tiempo que no honraba a mis mayores. Hacía tiempo que no presentaba mis respetos.
Bon soir André, Bon soir Dorine. ¡Ojalá exista un umbral! Y ojalá que vosotros lo hayáis traspasado.
Un abrazo

Pili Zori