"Cartas a deshora", de FRANCISCO GARCÍA MARQUINA


Sé que a este blog le falta la poesía, pero hay una explicación para la carencia: mi enorme respeto por ella. Jamás he osado escribirla.
Es y será siempre el arma cargada de futuro. Sólo la poesía permanece, el paso del tiempo no puede transformarla ni erosionarla porque jamás perece: Es vigente en su afán de eternidad. Pero sí revoluciona y modifica a quienes la leen. En este comienzo de una nueva era, sólo los poetas pueden dar, con la precisión de su lenguaje, la medida exacta al gran dolor que se agrupa en sus costados para que hasta el aliento les sangre de tanto gritarlo.
Si yo supiera gritar poesía, bramarla, o vociferarla con tosquedad, hablaría de la sed de Somalia hasta conseguir que ni la saliva pudiese descender por las gargantas resecas. Si supiera decirla, recogería en brazos las almas rotas de los muchachos y muchachas con la alegría herida de enfermedad laboral, de moderna esclavitud, de tiranía… y arrojaría a los ojos de los voraces patrones sus pastillas. Si yo pudiera escribirla la enviaría en misiva a los gobernantes para que de una vez entendieran que nos mueve la emoción aunque intenten enterrarla en economías y pondría sobre aviso a sus ilustrísimas egolatrías para que tuvieran mucho cuidado con lo que entierran porque la emoción es explosiva.
Pero no puedo. Así que me limitaré a brindar este pequeño altavoz para que los que tienen esa valentía nos transporten subidos en el haz de su voz.
No os hablaré del currículo de Francisco García Marquina porque cosecha tanto reconocimiento y premios por su poesía y por su prosa que ocuparíamos renglones y renglones. Como siempre el generoso internet os dará buena cuenta de él, prefiero obsequiaros en este espacio con un poema suyo extraordinario. Cuando lo declamó públicamente se le quebró la voz y yo tuve la suerte de escucharlo.
Se titula “Testamento ológrafo” y pertenece a su libro de poemas “Cartas a Deshora” publicado por Aguaclara editorial.

 Llegados a este punto comienzo a desbarrar
y a insultarte con gracia, a hacerte algunas
proposiciones indecentes.

Este poema es una saludable
invitación al mal
que sólo entenderás si tú me amas
con toda crueldad y sin respiro
y al margen de la ley.

A lo peor de ti se dirigen mis versos:
a tu ternura airada y a tus lágrimas
que matan a distancia, a tu mentira
hecha de oro mojado,
a tu hacienda perdida de antemano
y a esta muerte gloriosa y compartida
que quiero negociar.

Nos queda por delante algo de vida
caducable y dudosa, pero luego
sin duda gozaremos
de una extensa y perdurable muerte.
Al hacer nuestros planes de futuro
hay que contar con esa
terrible dimensión de despropósito.

 Yo amo la vida que cargo a mis espaldas
pero, si miro al frente,
debo reconocer que el futuro está en esa
solidez de desastre.

Tuvimos ciertas buenas experiencias
ensayando tan negro porvenir
en esas muertes dulces
con las que agonizaron nuestros cuerpos
en esos urgentísimos delitos
de los que fuimos cómplices,
y en esos golpes cálidos de mano
con que la carne toca el más allá.

El crimen fue perfecto
llenándonos de dicha la sentencia.
En consecuencia, ahora
y muy serenamente, he decidido
participar en esta ceremonia
capital, de la muerte.

Voy a darle la cara
para que no se fragüe a mis espaldas.
Yo he cometido errores y también cobardías
que empañan el pasado
pero, mirando al frente, me propongo
que el morir sea un acierto.
Y si mi vida fue involuntaria y necia,
saber morir adrede
podría ser la enmienda de aquel caos.

A quien amo le digo:
el regalo exquisito que te ofrezco,
con la honradez que da el amor penúltimo,
es la muerte entre dos.

Vamos del brazo al cabo de la vida,
Lo que hayamos de hacer
Lo haremos juntos.


“Testamento Ológrafo”, puede abrir un debate sobre lo que se puede pedir o lo que se está dispuesto a dar, (como veis ni en verano me olvido de mi actividad de club de lectura planteando pautas de debate hasta con lo que se debería respetar como si se hubiese leído o escuchado clandestinamente, no tengo remedio espero que el autor y vosotros me sepáis perdonar) en cualquier caso la trágica belleza del poema y el valor de compartirlo merecen mi preocupación y el riesgo del daño colateral. Así que Señor García Marquina y aún corriendo el peligro de parecer tonta y morbosa por no haber comprendido en profundidad las razones de las voluntades últimas, inmediatas o en hipótesis del personaje ficticio o real me tomo el atrevimiento de re-dedicar su poema a los que ama y le aman, que según tengo entendido son legión. Y le digo hasta siempre deseando que “su siempre” y el de los suyos sea largo y lúcido y con total ausencia de dolor, después si alguien le quiere acompañar es cosa suya, pero yo no se lo pediría, a ese viaje uno va solo, la barca de Caronte recoge a pasajeros de uno en uno.
Y a vosotros un abrazo y hasta el próximo encuentro.
Pili Zori