BENDITA PACIENCIA (BREEDERS), serie de TV

 He terminado de ver esta serie extraordinaria con pena porque se me acababa. 

Nos la presentan así: "Amas a tus hijos hasta el infinito, pero también los mandarías alllí, a ese mismo infinito", añado que el sentimiento es de ida y vuelta: amas a tus padres hasta el infinito pero también los enviarías allí en numerosas ocasiones. 

Martin Freeman -el creador e interprete de la serie-, agrega además a los abuelos y nos ofrece una hermosísima crónica coral de las cuatro estaciones de la vida. 

Frente a todos los estereotipos que se supone que hemos de alcanzar -objetivo impagable a precio desorbitado de sentimiento de culpa y de vergüenza-, M. Freeman nos libera y absuelve al contraponer la realidad: vida entrando como un maremoto que arrastra hasta la arena de la playa todos los miedos, incertidumbres, meteduras de pata, errores, decepciones, renuncias..., y bajo la irritabilidad ¡inevitable! digan lo que digan, siempre está el AMOR, sí, el de las mayúsculas, ese por el que darías la vida por tus hijos, el que sostiene, protege, borra, subraya...

Las voces se oyen, los besos no. Esta frase mía va para aquellos fisgones fiscalizadores que tal vez no den gritos ni se alteren, pero puede que hagan cosas peores o como mínimo equivalentes, eso sí con más glamour calculado y gélido, es lo que tiene "guardar" las formas, me pregunto de qué ingredientes se compone lo que guardan.  

El espectador amará a todos y a cada uno de los personajes a ratos y también los detestará a ratos, se contagiará del nerviosismo y abrirá la boca tres palmos al verse reflejado en el espejo en numerosas escenas. En mi caso hasta la espondilitis de Paul coincide con la mía y su tratamiento.


La magia de el cine y de la literatura es que puede mostrarnos lo que siente y piensa cada personaje mientras se relaciona con los demás, y los espectadores tenemos el privilegio de verlos por dentro y por fuera al mismo tiempo, y no por compartimentos estanco, sin embargo al otro lado de la pantalla el interior de los interlocutores suele ser un enigma. 

Es asombrosa la perfecta maquinaria que consiguieron para que toda la interactuación de la familia al completo influyese en cada uno de ellos y a su vez en el conjunto, os aseguro que no es fácil de escribir, incorpora además la conciliación laboral que brilla por su ausencia, y la ansiedad está servida, la menopausia precoz, el deseo de recuperar juventud, en este mundo "juvenilista" que tan idealizada mantiene esa época tan corta de nuestras existencias, la necesidad y tentación de volver a sentir el estado de gracia del enamoramiento... Los celos fundados e infundados, lo que sienten ambas partes.    

No voy a olvidar escenas magistrales como la de Paul en el coche con sus padres -no quiero destripar- "¡No todo gira en torno a ti!" le grita el progenitor tras ver derrumbarse su vida de pareja en segundos, ni la nota con las instrucciones para dar la calefacción, ya veréis el enorme sentido que cobra, el deseo de aprender -nunca es tarde- a cocinar, poner lavadoras... para hacer feliz a su esposa, la madre de Paul, y compensar así como penitencia aunque ella pueda entrar en el drama del alzheimer, la despedida que la abuela le hace a la "amiga" en el cementerio, la exclamación de la mujer de Paul, a las compañeras de la universidad cuando les vocea "¡Es mi gilipollas y le quiero!", el vecino que me habría encantado que tuviera más papel... En fin, ahí lo dejo, pero no pararía de enumerar pasajes de los hijos, y de la imprevisible vida que es quien reparte los papeles, nos creíamos -pobres ingenuos-, que éramos los protagonistas, que poseíamos el control, pero la aparición estelar se la reserva y adjudica ella que es quien de verdad lleva las riendas, la vida nos conduce, a veces tan sólo hay que dejarse llevar sin miedo.

Sé que cada cual tiene sus gustos, a mí me ha llenado la profunda ternura de esta obra pequeña y cotidiana en apariencia, que sin embargo es muy grande por la honradez y sinceridad con la que rompe con los convencionalismos hipócritas, y ya era hora de no meter en el saco de la desestructura los escollos con los que ha de tropezar y de luchar el amor. Somos adultos y sabemos distinguir perfectamente el fondo de la forma. 

Mis preferencias son la introspección y el existencialismo y esta obra que no quiero definir como comedia dramática por mi aversión a etiquetar, ya que es mucho más que un género, responde con creces a mí predilección.

Hasta el próximo encuentro, con el cine, las series, los libros, y las opiniones, que son lo mejor que tenemos.

Un abrazo cuidaos mucho, os q. 

Pili Zori

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