LA BRIGADA DE LA COCINA, película de Louis-Julien Petit

 Esta aparente comedia ligera profundiza, sin embargo, en uno de los temas más candentes de la actualidad, y me ha dado mucho en que pensar. No os preocupéis no hago spoiler. Tan sólo compartiré mi experiencia tras verla, los sentimientos que me ha despertado, las reflexiones que me ha suscitado, el estado de ánimo que me ha producido.

Frente a esta bola del mundo tan pequeña y tan metida en conflictos de enorme inmadurez egocéntrica y cruel, tal vez, sólo "el tal vez" esperanzado de los escritores de cine y de sus artistas nos acerque con el objetivo de la cámara a la verdad en primer plano para que comprendamos, y nos tome de la barbilla obligándonos a mirar de frente y no hacia otro lado. 

Nos están inculcando, inoculando que la culpa de nuestro deterioro y declive la tienen los pobres que vienen a Occidente, huyendo de guerras, hambre y miserias, y el bajo instinto despectivo de quienes deberíamos acoger con los brazos abiertos y sin prejuicios a los necesitados -tal y como nos gustaría que lo hicieran con nosotros si estuviéramos en su mismo lugar-, se canaliza sin embargo contra ellos: 

"¡Anda y que se mueran de hambre, pero lejos de nuestra vista!", ¿verdad? (espero que se sobreentienda el sarcasmo, la tristísima ironía, nadie dice eso a las claras, pero el pensamiento a menudo se suele transparentar).


Os pido perdón por mi tono y por la bronca de la que no me excluyo, por suerte sé que hay honrosas excepciones admirables, grandes personas y colectivos menos ruidosos, menos nombrados en los informativos que sin embargo se dejan la piel desde la otra perspectiva para ayudar, para mejorar el mundo y para que el día de mañana no tengan que avergonzarse de su paso por la historia.

El liberalismo feroz tan de moda en esta nueva oleada cíclica, nos dice barbaridades tales  como que quienes quieran y necesiten que sus dolencias y enfermedades sean atendidas en un tiempo de espera humanamente adecuado ¡que se lo paguen!, además de lo que ya entre todos hemos sufragado con creces durante toda la vida y que da de sobra para atender al país entero y a quien venga, puesto que no estamos todos los santos días en consulta, con organización y buen reparto de tareas y dinero en cada área está solucionado, pero el liberalismo también nos vocifera ya sin sutileza que quienes aspiren a estudios académicos ¡que apoquinen!, y que quienes vengan detrás ¡que arreen!

Que ¿cómo lo consiguen?, pues muy fácil, con labor de zapa, y así, a la chita callando se rompen los pilares de los edificios de bienestar social tan trabajosamente erigidos durante décadas, lo hacen de forma suave y subterránea: no contratar, no sustituir jubilaciones, pagar menos, arrinconar, crear mal ambiente con protocolos burocráticos que no prioricen al enfermo, y aburrir haciendo la vida imposible hasta que los profesionales se busquen el sustento en otra parte y los enfermos aguanten, o cronifiquen o la palmen.

Y el juramento hipocrático a tomar viento, y el código deontológico antigualla olvidable. ¡Vivan las vocaciones! 

No tengo nada que objetar contra lo privado, cada cual que haga lo que mejor le venga, con su sueldo, sus ahorros o sus préstamos, pero sí recalco que sin que sustituya o destruya a lo público, hay que garantizar porque sanidad, educación, trabajo, techo, comida..., son derechos humanos -aunque algunos osen decir con toda la desfachatez que si no puedes comer dos veces al día comas una, mientras ellos riegan con buen vino una exquisitez de restaurante de firma, y añaden jactanciosos que siempre habrá ricos y pobres, y gente superior a otras personas -diferencio a propósito gente y personas, los significados son distintos y el título de persona no lo alcanza cualquiera-, y que no te quepa la menor duda de "el porque yo lo valgo" que tan a gala llevan los que se creen privilegiados por derecho propio, se debe a que consideran que se lo han ganado con creces, ¡Ja! Qué  bien vendría ahora recordar a Buñuel y su largometraje "El discreto encanto de la burguesía", o mejor todavía su otra película  "El ángel exterminador", piensan que los trabajadores están a su servicio porque para eso les pagan, no creen ni respetan el intercambio que consiste en entregar tu fuerza de trabajo a cambio de un salario. 

Louis-Julien Petit

En fin...

Y para colmo en ese punto van y se arriman algunos de los de a pie porque también se sienten crème de la crème, y sacan pecho henchido y ufano pensando que pertenecen al bando de los que manejan el cotarro porque sarna con gusto no pica y para eso tienen bienes que cubren los males, y por el momento pueden costeárselo. Vivan las apariencias.

Poderoso caballero es don dinero, parece que la vida se reduce a conceptos económicos, y a sacrificios entregados al becerro de oro no vaya a ser que se enfade.

Pero ¡Ay amigo!, lo que al parecer no sabes es que caer en desgracia, o en pobreza es más fácil de lo que crees: un préstamo solicitado en los buenos tiempos que hay que saldar cuando llegan los malos, un aval, una hipoteca, un mal divorcio, un mal socio, un negocio fallido, un cambio de moda en los gustos del cliente, el paro..., y la ruina sí que está asegurada, pero es que aunque así no fuera y por fortuna nos mantuviéramos en el bienestar toda la vida, pienso que no venimos a la existencia para situarnos en el primer lugar de la escalera -de este mundo falsamente vertical- caiga quien caiga, alcanzando el peldaño más  alto a patadas y a codazos.

Pero este pregón de "yo soy más que tú porque te pago y para eso pongo los medios de producción o de reparto y tú vales menos que la mercancía que organizas, colocas y trasladas" pues hala, quédate ahí solico y con tu pan te lo comas " lo hacen sin que se les caiga la cara de vergüenza y se quedan tan anchos y tan convencidos sin poner en cuestión ninguna de sus palabras.

Llegarán otros tiempos y las consecuencias de la deshumanización las pagaremos unos y otros por igual y de arriba a abajo, porque los de la patada hacia cielo en el ascenso también caen vertiginosamente en el descenso -hay ejemplos calcados de épocas no tan lejanas-, y entonces surgirán el rechinar de dientes y las lamentaciones ya sin remedio.

Somos seres sociales, todos necesarios, incluso los que convertimos en mal llamados "parasitos" porque nadie lo es si no se le abandona.

 Y la prosperidad que enorgullece nuestro sentido de pertenencia sólo se consigue si estamos juntos, uniendo nuestras fuerzas, nuestras individualidades genuinas, cada uno y cada una en su afán. Hablando con valentía  y honestidad y buscando acuerdos. 

A ver cuándo se enteran los políticos de primera fila de que no son protagonistas sino servidores, y que los demás no estamos para entretenernos delante de la pantalla con sus luchas intestinas ni con su mala baba, sino para ver cada día en qué se ha invertido el trabajo encomendado y cuáles son los resultados. Que esto no va de tener seguidores como los influencers, o partidarios.

Se supone que nacemos con sentido de la justicia, de la equidad, otra cosa es que el globo inflado de nuestros egos nos nuble la vista como si fuéramos los microbios más importantes del universo. Una pena.

No vamos a nombrar de forma eufemística a lo que es puro y duro egoísmo, y darle el nombre de liberalismo a una ideología que favorece a los avasallantes abusones con su jaculatoria: "si tú no puedes, ¡pues te jodes!, o ¡haberte espabilado!", lo que hay que aguantar,  ya me parece en sí mismo un atropello que esa línea de pensamiento conlleve el concepto de libertad en su titulo siendo en realidad tiranía encubierta.

Somos seres sociales y estamos enlazados, nos guste o no, y de un modo u otro pagamos las consecuencias, si uno de nosotros se suelta de las manos de los compañeros que tiene a cada lado y cae, el círculo mágico se rompe y se tambalea. 

La película es muy bonita, al igual que su ligereza en clave de comedia, pero como digo a menudo: se sabe que una comedia es buena si su contenido puede transformarse en drama una vez quitados la miel y el celofán. El cine social francés aprovecha muy bien este formato y obtiene magníficos resultados. El final es conmovedor.

Sé que soy muy sesuda y demasiado seria, os pido perdón por el mitin, no soy quién para atreverme a pontificar de esta manera, puesto que no debería mirar la paja en el ojo ajeno teniendo la viga en el propio, pero tiene que haber de todo en este mundo, qué le vamos a hacer, y de vez en cuando me dan estas pataletas y me permito el desahogo aunque yo no sea el mejor ejemplo. Lo único que intento es comprender como buenamente puedo.

Cuidaos mucho. Un abrazo, os q m. 

Pili Zori.

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