La novela transcurre bajo el mismo telón de fondo: Afganistán, desde finales de los años sesenta hasta nuestra década, el autor subraya las fechas para que no caigamos en el error de creer que lo que ocurre dentro de Kabul corresponde a un tiempo pasado y remoto desvinculado del nuestro.
Si en “Cometas en el cielo” escogía la mirada de la infancia y su vulnerabilidad para dirigirlas hacia nuestro interior como dardos, en “Mil soles espléndidos”, Khaled Hosseini. lo hace desde la mujer y su mundo clausurado, para denunciar la mutilación, por la fuerza, de capacidades y talentos femeninos, para denunciar a gritos la injusticia, la crueldad institucionalizada, la maldad cerril, la involución, el atraso. Khaled Hosseini es un afgano que llora desde otro continente por su país.
Ha sido impresionante para mí estar atenta a lo que mis compañeras decían no sólo con la palabra, las manos iban constantemente hacia el centro de su pecho y de sus gargantas al expresar el dolor y la rabia que sentían por cómo se les robaba impunemente la infancia, la felicidad y el porvenir a estas dos mujeres, los dedos se les crispaban mientras le ponían alas a ese ¿POR QUÉ? Indignado, intentando dirigirlo hacia las instituciones europeas y mundiales que se supone que nos hermanan, hacia esos hombres y mujeres que pagamos entre todos para que den respuestas a vergüenzas innombrables como las que refleja el libro.
Donde no llegan a veces los medios de comunicación llega la literatura, constantemente nos hemos salido de las páginas para visitar las tierras de ese país en otro tiempo próspero y hoy devastado, buscando en libros o en internet las razones de su destrozo y dando un respingo para atender con todos los sentidos desde que lo hemos leído las noticias que nos vienen de allí; hemos indagado de corazón y exprimiéndonos como limones para hallar las posibles soluciones a esta terrible inquisición que se ceba sobre sus habitantes con especial saña hacia sus mujeres, para tratar de comprender lo incomprensible.
Os transcribo una de sus páginas. No tiene desperdicio. Vamos a escuchar la voz de la Sharia gracias al potente altavoz que nos pone Khaled Hosseini, para que oigamos con nitidez el bramido de los talibanes:
“Nuestro watan se conocerá a partir de ahora como Emirato Islámico de Afganistán. Estas son las leyes que nosotros aplicaremos y vosotros obedeceréis:
Todos los ciudadanos deben rezar cinco veces al día. Si os encuentran haciendo otra cosa a la hora de rezar, seréis azotados.
Todos los hombres se dejarán crecer la barba. La longitud correcta es de al menos un puño por debajo del mentón. Quien no lo acate será azotado. Todos los niños llevarán turbante. Los niños de uno a seis años llevarán turbantes negros, los mayores lo llevarán blanco. Todos los niños deberán vestir ropa islámica. El cuello de la camisa se llevará abotonado.
Se prohíbe cantar.
Se prohíbe bailar.
Se prohíben los juegos de naipes, el ajedrez, los juegos de azar y las cometas.
Se prohíbe escribir libros, ver películas y pintar cuadros.
Si tenéis periquitos seréis azotados, a los pájaros se les dará muerte.
Si robáis se os cortará la mano por la muñeca. Si volvéis a robar se os cortará un pie.
Si no sois musulmanes no podéis practicar vuestra religión donde puedan veros los musulmanes. Si lo hacéis seréis azotados y encarcelados. Si os descubren tratando de convertir a un musulmán a vuestra fe, seréis ejecutados.
Atención, mujeres:
Permaneceréis en vuestras casas. No es decente que las mujeres vaguen por las calles. Si salís deberéis ir acompañadas de un mahram, un pariente masculino. Si os descubren solas en la calle, seréis azotadas y enviadas a casa.
No mostraréis el rostro bajo ninguna circunstancia. Iréis cubiertas con el burka cuando salgáis a la calle. Si no lo hacéis seréis azotadas.
Se prohíben los cosméticos.
Se prohíben las joyas.
No llevaréis ropa seductora.
No hablaréis a menos que os dirijan la palabra.
No miraréis a los hombres a los ojos.
No reiréis en público. Si lo hacéis seréis azotadas
No os pintaréis la uñas, si lo hacéis se os cortará un dedo.
Se prohíbe a las niñas asistir a la escuela. Todas las escuelas para niñas quedan clausuradas.
Se prohíbe trabajar a las mujeres.
Si os hallan culpables de adulterio seréis lapidadas.
Escuchad. Escuchad atentamente. Obedeced.
Alá-u-akbar."
No necesito añadir nada, esta aberración se explica por sí misma. Sólo voy a contraponer la imagen de la doctora cirujana que tiene que mirar a la puerta para levantarse el burka con miedo de ser descubierta mientras intenta suturar. Tampoco os voy a hablar de las protagonistas Marian y Laila que en su propia cárcel doméstica sufren los abusos de un psicópata consentido por cualquiera de los regímenes que han pasado por Afganitán, porque minimizaría su gran valor y quiero que las conozcáis para que se os entrañen como se nos han entrañado a nosotras.
Sobra decir que en las sesiones del club, nos esforzábamos por no caer en la tentación de generalizar, flaco favor hacen estos “iluminados con su cruzada” a los hombres de bien practicantes de su fe musulmana que viven entre nosotros sin tergiversar sus sagradas escrituras, o practicantes de cualquier otra fe o de ninguna, buena losa les ha caído encima para que paguen justos por pecadores. También insistimos en que no estableciéramos una frontera entre ellas y nosotras porque no la hay, y sobre todo era muy importante alcanzar la empatía y no la comparación que nos hiciera sentir que nuestra situación es mejor que la suya, se trataba de pensar y creer que lo que les pasa nos pasa, y por una vez experimentar la globalidad en su verdadero significado porque nos vertebra como seres sociales cuya individualidad no se queda sin representación. Sólo hay un mundo, no dos ni tres, ni primero ni segundo ni tercero, ni uno libre y otro que no lo es y todo, absolutamente todo nos repercute.
El libro se ocupa muy bien de diferenciar tanto las etapas de progreso en las que las calles de Kabul rebosaban de pluralidad y las mujeres de rostro descubierto poblaban las universidades como las de retroceso. También insiste en que quede claro que no todos los hombres afganos son iguales. La novela la protagonizan hombres abyectos como Rashid, cobardes como Yalil, y nobles y valerosos como el ulema Faizulá, como Babi el padre de Laila, como el director del orfanato y como Tariq el gran amor de la joven, así que el contraste está servido. Tampoco las mujeres de la novela son iguales, las madres de las dos protagonistas principales por ejemplo transmiten mensajes bastante discutibles, la madre de Tariq sin embargo ofrece el contrario. Pero sobre todo, "Mil soles espléndidos", se ocupa de denunciar la cobardía de un Estado que no defiende a su población femenina haciéndose cómplice de maltratadores y asesinos de mujeres sitiadas y secuestradas en sus propios domicilios con los derechos y el respeto pisoteados.
En nuestro club de literatura hablamos de tantas y tantas cosas que la novela suscitaba que al llegar al final teníamos la sensación de que habían transcurrido en tiempo real todos los años desde que Yalil, el padre de Mariam iba a visitarla al kolba de adobe y paja -en el que las recluyó, a ella y a su madre, como un desliz vergonzoso y sin cabida en su clase social- hasta que Mariam sube al cadalso.
Hablamos de la orfandad sin que los progenitores hayan muerto, por desgracias ajenas a ellas Mariam y Laila tienen como factor común el haber sufrido el descuido de sus madres, (tal vez es una constante en el autor que también se traslucía en “Cometas en el cielo” con la ausencia de la madre y la lejanía del padre). Hosseini no se conforma con mostrar los hechos, busca el germen porque si no se encuentra no servirá de nada que los conflictos bélicos se aborten, volverá a brotar la semilla que los produce, por ello el escritor nos detalla la forma que tiene de crecer y parasitar la enredadera asfixiante de la violencia machista que comienza por la manipulación interesada, primero los regalos, ahí juega un poco con el lector que por un instante llega a creer que Rashid es un buen hombre paciente con una esposa joven e inexperta, hasta que lo desenmascara: ‘después del regalo va el burka, más adelante te voy moldeando a mi gusto, te doy las indicaciones para ser complacido en las comidas, te alabo sólo lo suficiente para que busques mi aprobación, y para cuando acabe la doma ya habrá quedado claro a quien sirves y quien es tu amo y señor, hasta que llegan las quejas volubles y termino haciéndote comer piedras para que entiendas que el arroz está duro… y que mío es el poder dentro de esta casa sin testigos, aunque afuera sea un patán para ti soy un dios’. Para entonces –el día en el que Rashid le hizo perder las muelas por masticar piedras- Mariam había abortado siete veces el ansiado hijo varón, así que la mula de carga estéril ya no tenía gracia, no servía, no cumplía su función. En “Cometas en el cielo” vimos por contraste una extraordinaria adopción que casi le cuesta la vida al protagonista, (creo que es interesante que vayamos anotando los enlaces de la obra de un autor, las inquietudes que se repiten en sus temas y como los libros albergan complicidades para sentirse unidos y hablar entre sí: uno de los talibanes de “Mil soles espléndidos” es tuerto, en “Cometas en el cielo”, el pequeño hazara como un David le salta un ojo con su tirachinas a su Goliat violador, supongo que el fundamentalista es el mismo en ambos libros) como os decía, al autor le preocupa que se conozca cómo emerge la violencia de género para que sepamos identificarla y así tal vez poder pararla: en la página 100 leemos: “Mariam sabía perfectamente lo mucho que podía soportar una mujer cuando tenía miedo y ella lo tenía. Vivía con el temor a los cambiantes estados de ánimo de su marido, su temperamento imprevisible su insistencia en llevar las conversaciones más triviales al terreno de la confrontación (…) Ahora temía el momento en el que Rashid volvía a casa por la tarde. Temía el ruido de la llave en la cerradura, el chirrido de la puerta; eran sonidos que aceleraban su corazón…”
Como ya dije en la entrada de su libro anterior, Khaled Hosseini en la vida real además de escritor es médico, muchas compañeras señalaron que se notaba y es cierto, enaltece la profesión.
T. expresó que por su modo de escribir y por sus dedicatorias debía de querer mucho a su esposa y que resultaría extraordinario ser amada así, nos sonreímos porque en otras ocasiones nos han enamorado los personajes, J. aún recuerda con deseo platónico a Juvenal Rodriguez uno de los protagonistas que creó Gabriel García Márquez en “El amor en los tiempos del cólera”, pero paradójicamente es menos habitual que nos enamoremos de los autores.
En fin, distensiones aparte lo cierto es que esta novela de gran público ha conseguido con creces las intenciones del autor: la toma de conciencia, y más de una vamos a regalarla esta navidad porque la consideramos de obligada lectura.
En cuanto a la parte artística gustó muchísimo en general aunque alguna de las voces se quejó del último tramo que en su opinión está más desnudo, ella consideró que el autor había precipitado el desenlace y le daba lástima porque representa la esperanza si no para el país al menos sí para Laila que al final será docente como su padre, y gracias al sacrificio de Mariam podrá vivir con dignidad. A mi amiga le habría gustado que dicha parte tuviese el mismo peso, desarrollo y equilibrio que las precedentes. E. observó que tal vez el autor para ganarnos había utilizado recursos fáciles, sentimentales, en una palabra: formato de culebrón con telón de fondo afgano, esta compañera, amante de la historia y su rigor tiene un hijo militar que anda siempre por aquellos territorios, y sufre en la carne de su carne lo concreto de los conflictos y de vez en cuando nos da un toque de atención, para que no hablemos a la ligera sin conocer los pormenores.
En cualquier caso añado que la literatura también puede ser un arte aplicado que persiga un fin, y no creo que haya un fin más lícito que el del señor Hosseini que ayuda a todos los refugiados afganos desde su propia fundación y desde Acnur como ya os dije en la entrada de su libro anterior. Si ha sabido tocarnos la fibra por el hecho corporativo de ser mujeres y hacernos llorar desde lo privado abriendo plano para conducirnos hasta lo público sin que hayamos querido abandonar en ningún momento la dureza de sus páginas bienvenido sea y lo damos por buenísimo, hay que tener arte con mayúsculas para lograrlo sin cargar las tintas en las truculencias contándonos la atrocidad desde la nobleza del corazón de dos heroínas de lo cotidiano, mujeres de una vez a las que apenas saca del escenario de las cuatro paredes de su casa, para decirnos que desde cualquier parte se puede contar el mundo y hacerlo comprender. El arte no es ni más alto ni más bajo, simplemente busca sus vehículos para expresarse, a veces lo hace como Velázquez y otras como Van Gogh, como Picasso o como Tapies. Y aunque el libro da para miles de debates he de despedirme no sin antes remitiros a otra organización muy importante que se llama “Vuelve a sonreír” y acoge y ayuda a mujeres desfiguradas por el ácido de los despechados que no saben admitir una negativa. Os dejo con las palabras de Babi, el padre de Laila:
“Porque una sociedad no tiene la menor posibilidad de éxito si sus mujeres no reciben educación, Laila. Ninguna posibilidad”.
Un fuerte abrazo y hasta el próximo encuentro en el que habremos leído “El secreto del orfebre” de Elia Barceló.
Pili Zori
Hace tiempo me lei Cometas en el Cielo y acabo de saber de este título. Voy a comprarlo por la casa del libro con un cupon descuento de memimo: http://bit.ly/casadellibroene que ademas me lo traen a casa.
ResponderEliminarCarla
Gracias por tu visita Carla y por la interesante información que nos dejas para adquirir libros de forma cómoda y económica. Te gustará Mil soles espléndidos, el autor cambia el enfoque para tratar el mismo problema bajo otro punto de vista, el de las mujeres afganas. Es un escritor de gran talento y maravillosas intenciones. Un abrazo, me alegrará mucho verte por aquí. Pili Zori
EliminarMe podrian decir cual seria una posible solicion a esta historia?
ResponderEliminarGracias Anahis Burgos por asomarte a este rincón, ¿qué solución ves tú? de entrada tu preocupación por encontrarla ya es parte de dicha solución. Un abrazo
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