Almas grises, de Philippe Claudel
Es cierto que Almas grises funciona perfectamente con los mecanismos de la novela negra: crimen, búsqueda de culpables para resolver el caso, varios personajes bajo sospecha, tirón de la manta social para comprobar qué se sumerge debajo…, pero la excusa del formato sirve para mucho más.
A mi juicio la novela es existencialista, profundamente ética y pacifista y nos habla de la condición humana, y de la ambivalencia y ambigüedad que hace que seamos capaces de lo mejor y de lo peor. Trata sobre la vida y la muerte, el remordimiento, la culpa, la cobardía, la negligencia, el silencio...
La maestría consiste en que P. Claudel alcanza la belleza más sublime dentro de lo más sórdido y sabe perfilar la mezquindad -al mismo tiempo que lo heroico- en el interior de cada ser, y nos señala y apela, y nos muestra tal y como somos por dentro, a la vez que nos mira desde fuera, en lo público y en lo privado, y la imagen que nos devuelve el espejo es atroz como lo fue el retrato de Dorian Gray.
La novela es de corte pesimista, con todo el honor y gloria de las tragedias griegas o Shakesperianas, pero siempre pienso que en literatura el pesimismo no es derrotista sino un grito de advertencia que alberga la esperanza, el aviso de hacia dónde nos pueden conducir el desprecio, la amargura, la ira, las sociedades estratificadas, dispuestas en vertical por orden de escalafón, y el invento de la creencia de que deben existir las clases superiores, educadas para ello, y Claudel nos aproxima de tal manera al meollo que da vértigo, de hecho no creo que sea baladí que el narrador no tenga nombre porque el detalle hace que te sientas identificado, que seas él.
El tono de las páginas a menudo es sarcástico y sienta un poco mal la colleja que te asesta desde ellas y que parece expresar “Anda, mal pensada, juzgadora, criticona, para que veas que de quien menos te lo esperas… No te muevas sólo por filias o fobias".
Creo que es muy bueno que nos conozcamos a fondo, individual y colectivamente, y que nos muestren los ejemplos, sólo así podremos elegir el bien o el mal sin dejarnos llevar por los bajos instintos que los “listos” saben azuzar como un resorte.
Cada día es más difícil desbrozar la maleza para que la verdad esté limpia.
Me viene a la cabeza el poema de mi querido León Felipe
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
Que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre
los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos, y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
Pero me han dormido con todos los cuentos…
y sé todos los cuentos.
Almas grises es un retrato fidedigno y en él queda plasmado un pueblo entero, extrapolable a cualquier localidad del mundo, los únicos toques de color, en toda la obra, son los vestidos de la maestra y su cuaderno rojo, todo lo demás es grisura, en este caso ese color representa la mediocridad.
El autor escoge una estructura magnífica: una localidad separada de otra por una colina, en un lado se están exterminando a mansalva personas sin rostro, esa es la deshumanización asesina que justifica el "yo cumplo órdenes y en este contexto tengo licencia para matar". Ha estallado la primera guerra mundial, en el otro se han librado de participar en la contienda por la llegada de una fábrica, allí se produce el asesinato por ahorcamiento de una niña de apenas ocho años, Belle de Jour, que aparece en el canal, y a esa muerte impune de la inocencia sí le ponemos cara.
Las distintas reacciones ante el hecho nos permitirán conocer la mezquindad, y cómo se priorizan otros intereses en la investigación.
A veces la cobardía por el deseo de no ser expulsado del grupo de poder, por no ser mal mirado, por miedo..., hace que se guarde silencio ante la injusticia, ante el crimen, finalmente en la novela no importa quién o quienes han sido los asesinos sino el cúmulo de micro maldades, por acción o por omisión, que entre todos cometen, cometemos, y por esa razón encubridora digo que ya que sabemos que podemos pecar y escurrir el bulto no se trata de que seamos héroes como individuos sino de crear sistemas de vida que nos defiendan incluso de nosotros mismos, y que fomenten la igualdad de oportunidades para todos, debería existir una ley que condenase el desprecio en toda la extensión de su significado.
Lo que descubres al final de la novela es escalofriante y horrible, al menos para mí.
El autor antes de dedicarse por completo a la escritura fue profesor de antropología cultural y literatura, y en su tiempo libre enseñaba y daba clases a niños con alguna discapacidad y también a presos, y se deduce que ese magma nutre su comprensión y también su compasión hacia todo ser humano, Claudel no juzga, sólo comprende, y siembra la duda razonable para que no condenemos a la ligera, naturalmente como a menudo reitero: comprender no es justificar, y quien la hace ha de pagar las consecuencias, pero entender que no hay garantía de que siempre vayamos a estar en el lado de los buenos es más que suficiente para prevenir y legislar.
La prosa de P. Claudel es impresionante y apabulla todo lo que cabe en apenas doscientas páginas, nada menos que la vida y la muerte y el modo de afrontarlas. Hay que transitar por los renglones despacio, para que ninguna de las palabras, símbolos, metáforas, alegorías... ni de las imágenes que crea con ellos se nos escapen o pasen inadvertidos. P Claudel además es cineasta, alpinista, igual que Erri de Luca -como dije en su momento, el alpinismo te enseña a colocar cada paso con extrema precaución dado que de frente tienes una pared y debjo el abismo, y ese cuidado el cerebro lo traslada a cómo eliges y colocas cada palabra al escribir-, Claudel también es amante de la gastronomía, disciplinas todas ellas que enriquecen su profunda literatura.
Sé que tal vez sobra lo que a continuación voy a decir, porque el lector es soberano, pero tampoco estorba: una novela no es una historia como la que te pueda contar una vecina o una amiga, no va el asunto de de trama, trama y poca hondura, de "a ver qué pasa", todo se elige: las palabras-como anteriormente he dicho, la forma de intrigar, la intención, el diseño, como quien engarza una joya y le da forma única con los mismos materiales con los que otro orfebre realiza otra distinta. En eso consiste ser creador: en construir un mundo que antes no existía y llenarlo de seres a los que los escritores dan el soplo de la vida.
No hay nada nuevo bajo el sol, pero la forma personal y única de contar, de adentrarse, abre y traza caminos entre la selva para que divises el mar, y lo que tú ves en un libro con la imaginación, es distinto a lo que está viendo otra persona aunque parezca igual y en eso consiste la magia y por ello haces la novela tuya.
Tal vez esta obra sea agridulce y deprimente, pero, por ello mismo, es necesaria. Cuando todo se resuelve dentro de un libro y acaba bien nos quedamos tranquilos y tan a gusto, pero cuando no es así el dilema continúa fuera de las páginas e invita a que queramos buscar soluciónes.
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Recordad siempre que las bibliotecas públicas compran los libros para ti, y que el más hermoso de los refugios es gratis. El universo entero cabe en el cuenco de tus manos mientras las hojas de los libros aletean en ellas.
Cuidaos mucho. Feliz domingo.
Pili Zori







