FURIA, serie de TV

 Para no desvelar no os la comento con los detalles de cada capítulo, ni del entrelazado, así que lo haré sobre el trasfondo y no con el argumento ni con las tramas, dado que es una serie coral y en cada compartimento brilla con luz propia la protagonista que lo desarrolla, pero ya os adelanto que  merece muchísimo la pena, y que suscita buenas conversaciones, porque además estéticamente es una belleza: un elenco de actrices ante las que descubrirse, cada una con sus claroscuros, impresionantes todas en sus matices, en especial con los que disimulan, pero los espectadores ven, esas ambivalencias, siempre dan talla a los buenos intérpretes capaces de mostrar varios sentimientos encontrados a la vez con los micro gestos, el tono de la voz, la tristeza bajo la risa, la envidia... 

La serie también tiene buenos contrafuertes interpretados por los magníficos y generosos actores que acompañan y no han tenido inconveniente en representar la mezquindad en una sociedad que apoya y aprueba sus actitudes rindiéndoles pleitesía.

El director desenmascara, da vuelta a la tortilla de los poderes que algunos hombres creían inamovibles por su posicion preponderante y coloca en su lugar los motivos del legítimo resentimiento de cada una de ellas.

Habla de las engañifas que les han vendido en un mundo "ideal" que es irreal y vulnerable.

Explica una clase de injusticias muy silenciadas que apenas nadie pone en cuestión, y expresa dónde y cómo deberían estar bien colocadas y a la vista para dejarlas en evidencia, porque ya va siendo hora de escucharlas y entenderlas.

En definitiva, Furia muestra lo que se encuentra por debajo de la superficie y todas las mentiras e imposturas de quienes se creen sus propios embustes, "vanidad de vanidades, todo es vanidad."

La serie es un regalo, un traje hecho a la medida para cada una de las actrices "maduras" a las que a menudo han querido marginar como decadentes, en contraste con las jovenes que también  tienen luces y sombras, porque las de menor edad, a su vez, tienen mucho que decir -en este nuevo tiempo de redes- con sus grandezas y sus miserias, que aquí no se salva nadie, puesto que todas ellas son productos de un sistema inhumano -que es el que en realidad está  puesto en cuestión- a pesar del hermoso colorido con el que lo envuelven, son juezas y parte, frágiles y fuertes al mismo tiempo en su resistencia, productos de nuestra sociedad absurda y aislante en la que estamos imbuidos todos sin excepción, mujeres con motivos de sobra para reventar, para desatar la furia. 

En cada episodio puedes reconocer la mentalidad de muchas "famosas o conocidas" en las que seguramente el creador se ha inspirado, y la esclavitud que también impone el dinero. La libertad es complicada.

Furia es un homenaje realista y comprensivo aunque no compasivo, porque en él subyace mucha porquería -bajo la glamourosa manta de la que tira- acumulada en el corazón de esas mujeres y sobrellevada con dolor y resentimiento.


La serie refleja nuestro mundo actual, por arriba y por abajo, y en él no queda títere con cabeza, como debe ser en un buen análisis:

Apariencias, desconexión entre "clases" -porque aunque nos estemos rozando y conviviendo muy de cerca los unos con los otros- las clases sociales siguen existiendo, y dichas máscaras, dichas simulaciones son las verdaderas protagonistas de lo que explota, porque el malestar acumulado estuvo silenciado mucho tiempo, heroicas unas y advenedizas y aprovechadas otras, estén en el entorno que estén, bien sea desfavorecido o de privilegio.

El guión nos habla de los conceptos esnobistas -arte sin fondo- sobre la cultura irreal, es decir: el postureo. Nos cuenta el vacío, que no se cura con yoga, pero se amortigua con placebos, de nuevo la serie expone todos los consuelos y alegrías artificiales, enseña el nivel de inmadurez que se da en algunos ámbitos, habla del culto al dinero como único objetivo, y de la sufrida y dura supervivencia.

Tal vez el espectador desearía un final más catártico que dé paso a un cambio, pero es precisamente esa frustración y el mal sabor que le queda, los que quizá sirvan para que desde la pantalla nos traspasen el relevo, porque si alguna solución hay está aquí afuera. Si la serie terminara a nuestro gusto pensaríamos que todo está arreglado, pero en un desenlace así los poderes se mezclan entre ellas, o cambian de manos y todo sigue igual. El sarcasmo está servido.

Los diálogos son para subrayarlos, a ver si me entretengo en apuntar algunas frases. Hay personajes de aparición breve, pero no secundaria, como por ejemplo las dos camareras. Debería salir en el cartel el elenco completo, Ana Torrent, no está, sin ir más lejos, y borda su papel.

La serie me ha remitido en cierto momento a la película "Parásitos", y también a alguna que otra de Buñuel como "El discreto encanto de la burguesía" o "El ángel exterminador", y ahí reside el aviso, porque cuando se genera un sistema monstruoso y despectivo por quienes se sitúan por encima de los demás, es lo que puede ocurrir: ¿Quién parásita a quién?

Me ha gustado mucho, y el problema es que te ves reflejada no sólo en lo bueno. Así que todas y todos salimos a la palestra. Esa, entre otras, ha sido mi impresión. 

Furia además tiene un humor corrosivo y agridulce extraordinario, es una perfección en todos los sentidos, no te cansas de verla, y en ella está escrito lo que se dice y lo que no y el iceberg es profundo y transparente aunque las aguas sean turbulentas.

Felicito a Félix Sabroso y a todo el equipo técnico y artístico. 

Podéis encontrar los ocho episodios en HBO.


Cuidaos mucho, un abrazo enorme, gracias por las visitas, las atesoro con gran ilusión. Os q m

Pili Zori

LA EDAD DORADA, serie de TV

 LA EDAD DORADA

He terminado las tres temporadas. Es una superproducción espectacular del mismo creador de Downton Abbey, en esta ocasión sitúa la historia en Nueva York a finales del siglo XIX. 

El elenco de actores y actrices es superlativo, podéis buscarlo en internet y así no llenamos renglones y más renglones con fichas técnicas y artísticas, y de paso veis las fotografías de los interpretes con su aspecto natural y actual. Y sí, Louisa Jacobson (Marian), es hija de Meryl Streep.

La serie, además del despliegue de documentación rigurosa, milimétrica y fidedigna en decorados, vestuario, arquitectura, carruajes.., para crear la atmosfera consigue que los espectadores nos encontremos inmersos en aquella sociedad de rancio abolengo encorsetada y enjaulada en su mareante baile, real y metafórico, de vueltas y más vueltas que giran siempre sobre los mismos anclajes, una "alta" sociedad pretenciosamente aristocrática que no quería saber ni admitir que comenzaba su decadencia.

El mundo nuevo y el viejo estaban en pugna con sus opresivas normas victorianas importadas desde Gran Bretaña, rebuscadas y retorcidas para construir seres exclusivos que a su vez  excluían, aquella atmosfera represora y reprimida no se sostenía y fue inevitable la explosión bajo tanta falsedad.

La serie consigue plasmar con maestría en cada episodio la tensión latente de la amenaza de la caída.

 A aquellos cuatrocientos escogiditos hoy casi nadie los recuerda, ni uno más  ni uno menos, la cifra se debe tan sólo a que ese era el número de asistentes que cabían en los grandes salones de baile, pensados para que en ellos se vieran y se dejasen ver los negociadores de la vieja y nueva era que avanzaba imparable y arrolladora como un tren, nunca mejor dicho: ferrocarriles, minas, industrias..., y todas las empresas de servicios que se creaban alrededor, y por supuesto la Banca, crecida y engordada.

No bastaba el lenguaje del dinero que siempre se expresa por debajo de los mármoles y escalinatas de las grandes mansiones construidas con él, había además que exhibirlo y blanquearlo en alardes que otorgaran prestigio. 

Las reuniones sociales a cargo de las mujeres, -siempre por delegación masculina, me temo-, propiciaban las relaciones y el tráfico de influencias dentro de las reglas no escritas que al parecer perpetuaban ellas. Pero los roles entre hombres y mujeres estaban acordados y repartidos. 

Aunque la serie dibuje maquiavélicas y con voz propia a las esposas de los magnates no creo que la tuvieran, la generación siguiente fue la que rompió con tanta asfixia, como suele suceder. 

No en vano la fragilidad de las tres décadas, en las que duraron las vacas gordas, queda en evidencia, de hecho la etapa no fue denominada como la edad de oro, sino dorada, por la fina pátina que cubría el oropel. 

En este caso está más que justificada la trama decimonónica y el modo de narrar por entregas dejando en cada capítulo el detalle sin resolver que propicia la intriga que engancha para que quieras seguir viendo el siguiente episodio.

Hablo de folletín sin considerar el término de forma peyorativa, sino fiel al modo de escribir propio de la época al que el creador de la serie, guionistas y directores se han ceñido.

No puedo evitar que me moleste que la parte pérfida, manipuladora, fría y ambiciosa se la lleven sólo las mujeres de "poder" a las que siempre tiene que poner en su sitio el marido, cuando es obvio que ambos forman tandem y se necesitan para  lograr la consolidación de la hegemonía que buscan. 

Ellas se ocupan de las relaciones como eficientes anfitrionas, y ellos de los negocios, aunque en la serie las veamos como arribistas ambiciosas y manipuladoras sin escrúpulos. Son  capaces de poner en el tablero a sus propios hijos para subir en el escalafón y asentar la preponderancia. Alegan que lo hacen así porque quieren lo mejor para sus vástagos. 

La verdad es que resultan odiosas con sus cuellos estirados y el peso de sus collares estranguladores como argollas.


Aunque como veréis hay instantes en los que la señora Russell nos conmueve. Sus sentimientos nobles están muy escondidos, es cierto, pero los tiene, ella ama a su marido, considera que son equipo y desconoce que ha traspasado los límites.

Muchas personas conciben a los ricos como si nacieran así, forrados de dinero desde el origen linajudo de su estirpe, y dan por hecho que gracias a su magnanimidad hay trabajo, y que de ellos depende nuestro bienestar, pero las grandes casas las construyen también los arquitectos, albañiles y todos los gremios humanos necesarios, al igual que quienes fabrican los raíles y quienes los colocan en la vía.., no hay que olvidarlo porque partiríamos de una premisa falsa y el bienestar lo generamos todos y todos somos necesarios.

Como es natural esa época -de pelotazo enorme- también tuvo sus partes buenas ya que en un mundo nuevo queda todo por hacer.

De modo que las grandes fortunas dieron de sobra para mecenazgos, apoyo y fe en los inventos y sus patentes y sueldos mayores para los inmigrantes europeos.

Llegó la luz eléctrica que también transformaría la vida por completo, y alrededor de estas grandes ingenierías las ciudades se conectaron, las distancias se acortaron y los puentes eliminaron las discriminaciones ya que todos los cruzaban rompiendo así los guetos y apartheid al mezclarse entre sí, y el imparable nuevo mundo generó una prosperidad nunca antes conocida. 

En mi opinión, y aunque me ha impactado mucho, vuelvo a repetir, el guión, por ponerle alguna pega, sin embargo me parece de trazo grueso y superficial, no profundiza, y a pesar de que el argumento está muy bien contado, lo hace de forma demasiado esquemática -dado que aparecen todos y cada uno de los acontecimientos de ese periodo-: los movimientos sindicales, las bancarrotas, el capitalismo a ultranza -por mucho que lo barnizasen con glamouroso humanismo-, incluye también a las élites negras afincadas en el norte con las mismas tontunas clasistas que las de los blancos, habla de los incipientes deseos femeninos de trabajar en algo que no fuera tan sólo peinarse, vestirse, decorar, chismorrear y dar órdenes a los miembros del servicio, muestra los divorcios, inevitables por mucho que doliesen las habladurías, evidencia la hipocresía de los convencionalismos insostenibles... En fin, deja todo dicho, pero no lo desarrolla, parecen titulares para trailer, la serie es de mirada exterior. 

Admito que tal vez lo que ocurre es que echo de menos la introspección, y como aclaro y reitero a menudo mis impresiones son subjetivas, y quizá sobren estos matices que hago porque la serie es bellísima e impecable en todos los sentidos, pero, aunque las comparaciones son odiosas, no puedo evitar quedarme con "La edad de la inocencia", la película de Martin Scorsese tiene mucha más hondura, tanto en lo privado como en lo público, y la intimidad emocional está muy bien plasmada.

María Montesinos en su novela "Un destino propio" también refleja de modo magistral, en nuestro país, el mismo tiempo con iguales turbulencias y convencionalismos, además de adelantos y acontecimientos nuevos. 

Es curiosa la conexión mundial. También en Comillas -como nos cuenta la autora-, se iluminó con luz eléctrica y por primera vez un hotel en el que se daría cobijo al rey, y allí se reunía la crème de la crème española con sus casamientos por conveniencia, el negocio del matrimonio era similar en todas partes, al igual que las férreas y fiscalizadoras costumbres. Al fin y al cabo: cadenas de hierro, cadenas de oro, cadenas de plata.

Mira que somos torpes y nos empecinamos en complicarnos la vida con ataduras, soberbias y vanidades. ¿Acaso alguien sabe definir qué es un buen partido y quién garantiza que de ello dependa la felicidad de una unión, de una familia?

No sé si actualmente seguirá habiendo equivalencias tan endogámicas, imagino que sí, pero al menos para nuestra generación, fue una suerte poder elegir pareja sin imposiciones y que aquel tiempo por fortuna se hiciera añicos. 

Si tenéis curiosidad, hay documentales en youtube sobre las familias en las que se inspira la serie, existieron en la vida real, los Astor, los Vandervilt, los Rockefeller... Algunas de sus mansiones permanecen hoy convertidas en museos, hoteles o instituciones, como la Biblioteca Pública de Nueva York..., otras se arruinaron o destruyeron por abandono o porque su mantenimiento era imposible. Así, si viajáis hasta la Gran manzana -tras ver La edad dorada- podéis incluir como itinerario alguna visita a dichas edificaciones.

Es una obra preciosa, os la recomiendo. A ver qué os parece, y qué reflexiones, pensamientos y sensaciones os suscita.

Un abrazo, deseo que os encontréis muy bien en este caluroso agosto lleno de preocupantes incendios. Cada día tengo más claro que la naturaleza está harta de nosotros, la plaga humana, y nos quema, nos inunda o nos devuelve como un escupitajo las porquerías con las que le perforamos el cielo.

Cuidaos mucho.

Hasta el próximo encuentro.

Pili Zori

CUADERNO DE NOTAS: Señalando errores

 SEÑALANDO ERRORES

Dicen que la ignorancia es atrevida y sé que soy osada al hacer mi rudimentario análisis para señalar errores que no debieron cometerse nunca y que no se deben repetir si aún conservamos la esperanza en la Unidad de la izquierda.

Escribo este desahogo hoy porque aunque no conozco las trastiendas, ni lo que se habla en privado en las reuniones de los ministerios ni en las generales, intentaré dar cuerpo y estructura a lo que a mi juicio subyace en el interior de muchos votantes.

Hace tiempo que deseo compartir una tristeza grande, probablemente subjetiva, pero es la que siento, eclosionó con la ley de Sí es sí, pero comenzó mucho antes.

No es la primera vez que expreso que una de mis ilusiones sociales es la unión de la izquierda, y cuando al fin se produjo el gobierno de coalición con Unidas Podemos sí me hice ilusiones, tal vez con el deseo egoísta por la comodidad de no tener que sentirme mirada en contraposición.

¡Unidad!, ¡unidad! Clamábamos al unísono cuando éramos jóvenes.

Pero poco a poco comencé a ver pequeños rasgos fugaces, o comentarios puntuales que aunque no quería pensar que así fuera me daban la impresión de que dicha unidad al fin alcanzada, respondía a una actitud de superioridad numérica, a un sentimiento como: “Venid con nosotros porque os necesitamos, aunque maldita la gracia que nos hace, pero no olvidéis que somos más, por tanto os toca replegaros a la fagocitación, sois satélites del astro que para eso es más grande”.

De inmediato me remordía el mal pensamiento y recordaba lo solo que estuvo y se sintió el actual Presidente del Gobierno de nuestro país cuando fue candidato, y que no le importó renacer de sus cenizas con la humildad del puerta a puerta, incluso dentro de sus propias lindes en las que tuvo adversarios de mucho peso, y contemplé contenta la alegría posterior, los abrazos que me parecieron tan sinceros, tan sentidos y recíprocos de los nuevos integrantes con voz potente y propia y sobradísimamente preparados y arropados por el movimiento del 15M, y me dije: Sí, ahora sí están todos representados, y decidí quitarle importancia a la frase anterior a dichos acontecimientos recientes en la que Pedro Sánchez afirmó: “Tengo pesadillas por las noches” refiriéndose a dicha unión, imagino que a la espera de recopilar más votos que volviesen a reconquistar los dos espacios del tranquilo y viejo conocido bipartidismo, sin huéspedes molestos y sin verse obligados a dar explicaciones a cada paso a sus nuevos “socios”. 

Pero es que el asunto no va de acciones que fluctúen en Bolsa ni de que gane el que más tiene, sino de votantes y ciudadanos a los que hay que atender sin pedir que lleven el carnet en la boca.

Y en ese sube y baja de sentimientos encontrados fui navegando.

Me alegraba mucho de la buena imagen que el gobierno daba fuera del país…, y de vez en cuando algún que otro jarro de agua fría volvía a robarme la confianza: el consabido chuletón, por ejemplo, contrapuesto a una reivindicación sobre ganadería y salud más que fácil de entender y apoyar, llevada por Alberto Garzón, siempre educado, dialogante y correcto, y me hizo daño asistir a la tergiversación.

Se sucedían perlas parecidas que vas perdonando en aras de los logros generales, aunque me sentía un poco más herida y defraudada cada vez, porque, bueno, todos tenemos ambivalencias disculpables, legítimos giros según se van produciendo los hechos, pero las trampas conscientes preparadas por personas inteligentísimas no me gustan, ni los desprestigios causados por fobias irracionales.

Y mientras tanto, que aquí hay collejas para todo el mundo, en el lado de los nuevos observaba a su vez las escisiones recordándome: “Ya estamos como siempre con los egos que no te absolvo”. Pero el tren seguía adelante y en la misma dirección aunque dentro de los vagones hubiese jaleillo, que unos juzgarían como elementos de debate y otros como luchas intestinas de poder.

Charles Chaplin dijo en cierta ocasión que “Hasta los planetas chocan y de ese caos nacen las estrellas”.  

Creo que lo mío es inteligencia emocional –tampoco demasiada- pero al menos tengo más de esa que de las otras y el radar me permite que aunque a menudo no entienda el enredo de palabras ni de los malabares que se hacen con ellas, sí capto sin embargo el trasfondo hasta en los gestos de quienes están en la clase “dirigente”.

Diferencio bien a quienes viven para conseguir avances y logros con su trabajo en política de los que lo ejercen para engordar su vanidad de púlpito en púlpito –es adictivo- o para asegurarse el sueldo fijo. 

Distingo con nitidez a quienes se encastillan de quienes miran más allá del foso para otear ciudades, campos y pueblos, pensando en cómo aliviar necesidades y crear prosperidad con justicia distributiva, eso se nota hasta de lejos. También percibo a quienes están en el lugar equivocado, es decir: personas de izquierdas que en el fondo son de derechas y viceversa, fueron muchos años de educación franquista y no terminan de apagarse los rescoldos, qué le vamos a hacer.

Y llegamos ya al Ministerio de Igualdad y me pregunto, con los ojos anegados: ¿acaso le tiraron un hueso a Irene Montero y a su equipo para que se entretuvieran y no dieran guerra?, ¿no iba la cosa de todos a una? 

Como se suele decir en una paella es tan importante el arroz como los tropezones y el caldo unifica, (ya sé que repito el ejemplo como un mantra os pìdo disculpas, pero es que me parece atinado). Así que si tienes un socio lo admites en plano de igualdad, os escucháis y debatís los posibles caminos a seguir porque ante un mismo problema se pueden plantear soluciones distintas, ya nunca va a haber aplastantes mayorías y en la sociedad convivimos todos juntos, en familia hay distintos pareceres, en los trabajos, en las reuniones de amigos…, porque no somos castras romanas, ni ejércitos enemigos.

En dicho ministerio se pusieron a trabajar con denuedo, diseccionando y escaneando el hueso roto no para roerlo sino para entablillarlo, enderezarlo y curarlo ¿Qué otra cosa se esperaba de mujeres con conciencia?

“Dejad que se estampe ella sola” leí por detrás de la frente de una mujer a la que yo admiraba, pensamiento que casi se le escapó en la tertulia de la Cadena Ser. Hasta ella utilizó a Irene como arma arrojadiza contra él, su pareja.

“Sí había problemas técnicos” –espetó-, pero si una ministra se empeña…” 

¿En qué cabeza cabe? ¿A alguien se le ocurre pensar que iban a elaborar una ley SUPERVISADA –recalco- que pusiera en peligro a las mujeres?

Pero ¡Oh, qué bien! Parece que tiene un resquicio, una grieta que no habíamos visto. No, no os apuréis, no hay que derogarla o enmendarla a media noche y con rapidez, como se ha hecho en ocasiones con otras. ¡Bombo y platillo!, sólo faltaría que las “Marinuevas” éstas se llevaran todos los méritos, si no saben ni ponerse un sujetador apropiado o una chaqueta para no marcar...

Ya ves tú, como si a Irene Montero, ministra de igualdad le importara lo de apuntarse el tanto, a siete leguas se ve quien es quien, y ella estaba muy lejos de ser un animal político que fuese dejando cadáveres por el camino con tal de perdurar.

“Muy bien, ya tenemos chivo expiatorio” se dirían en el pensamiento con un respiro, en este pueril e inmaduro mundo de filias y fobias como si para ser gubernamental tuvieras que gustar y caer bien necesariamente, como si fueras un “influencer” con seguidores del flautista de Hamelin. 

La constructiva autocrítica científica brilla por su ausencia –no olvidemos que la política es una ciencia que se estudia.

Continúo sin señalar, quien quiera darse por aludido que se dé. 

“Menos mal que no me ha tocado a mí”, respiraron algunas. Qué solidarias, oye. 

A menudo y en todos los órdenes de la vida para que los grupos se unan necesitan hacerlo contra alguien a quien no consideran compañero o compañera, para descargar la inquina, para humillar, el enemigo común une mucho.

Dicen que los defectos españoles son la ira y la soberbia, yo añadiría también la envidia. 

Me incluyo en la demolición con arrepentimiento, porque hasta hoy he callado impunemente ante el horrible espectáculo -nunca antes visto- que se dio entonces al abrir la veda contra ella, la oposición a degüello y los demás mirando para otro lado. 

 Eso sí, para robar ideas de “La inútil”, de la “Torpe”, de la “chapucera” se apuntó un aluvión de listos, de la “diestra y la siniestra”. Lo de indicar autorías  se ve que tampoco se lleva. Persecución, derribo, atribuirle los defectos propios a ella “¡Cajera!”, ¡toma ya elitismo! “Mujer de…” todavía andamos con esas, ella es ella y él es él. Que “tiene llagas en la boca de tanto…”, sin nadie que saliera a defenderla. Pero si pensaban que se iba a arrodillar lo llevó claro el hemiciclo entero. Bulos, difamaciones, calumnia que algo queda, acoso a sus hijos, tan pequeños…, para qué voy a seguir enumerando. ¡Qué bonito!, todo un ejemplo maravilloso para niños y jóvenes que se miran en nuestro espejo, cuánta vergüenza ajena, y después a poner cara de santos contra el bullyng en colegios e institutos, qué cinismo.

Pero espera, que aún hubo más, faltan los aliados, los rutilantes: La tele y sus dueños, todos en la orquesta, “villarejeros”, plagiadoras… 5 golpes de pecho porque “¡Cómo se atreven a mentirles en su cara!” se escandalizó airada la presentadora veterana de Tele Cinco, qué desfachatez “Con sabor a hiel” me escandalizo yo, con el título de su libro.

Derrocadores ¿en favor de quién? 

“Tranquilo que a mí me creen, ¿No ves que representamos su voz” -escupe la grabadora mercenaria- seis golpes de pecho esta vez, en la Sexta, "...no te preocupes que yo me encargo” –remata la "cloaquera" conversación que creían salvaguardada en las sombras.

Se han reído de mí -me dije- crédula, ilusa… ¡Viva el cuarto poder!

Menos mal que contra esos Goliats están los canales modestos que se encargaron de recopilar con paciencia y eficacia y mostraron las pruebas contrastadas en internet, canales a los que acude gente más joven en busca de esclarecimiento y futuro, quizá aún se escuche en ellos el eco del 15M. 

Y mientras, mi nudo en la garganta al contemplar que hay quien prefiere rebajar penas para que se hunda el barco antes que defender a las mujeres, no fueron muchos los jueces, pero sí suficientes para abrir el boquete que derrumbase el edificio recién construido. 

¿Acaso no aprobasteis la carrera por saber interpretar la ley con ecuanimidad y justicia? Qué triste.

Para rematar mi pena, en días posteriores escuché decir en la tv de mi comunidad a otra mujer -a la que también apreciaba-: “Le hemos torcido el brazo a Podemos”, me habría gustado preguntarle ¿a quién exactamente?, ¿a sus cinco millones de votantes? ¡Hombre!, un respeto.

No milito en ningún partido, por eso hablo desde fuera, aunque no es necesario explicarlo soy un perro verde. 

Me muevo un poco en ambientes culturales y los responsables de dichas áreas por suerte se dedican a proyectos cuyos efectos tienen plazos más largos y por tanto más transformadores, curiosamente hacen menos ruido porque escuchan y ponen sobre la mesa los logros conseguidos explicando las dificultades, si no fuera por esos redentores hace tiempo que habría parado el mundo para bajarme de él.

A otros representantes quizá más endogámicos y egocéntricos hay que perdonarlos dado que no saben lo que hacen como dijo el de la Cruz.

Si no fuera porque también me equivoco, porque tengo que pincharme mis propios globos inflados para que salgan y se me bajen los humos, porque hablo más de la cuenta y a destiempo y yerro mucho… 

Si no fuera por el amor y el aprendizaje no valdría la pena estar en este valle tan encharcado de lágrimas. Menos mal que hay cosas buenas como el amor en todas sus expresiones, como los libros y el cine.

Para mí fue garrafal lo que acabo de contar y un comienzo del declive en el que se perdieron personas de enorme valía que hacían mucha falta, tanto si caían bien como si caían mal, su labor nada tiene que ver con su carisma. 

Mi crítica es interna aunque yo no pertenezca a ningún partido, no soy sectaria y os garantizo que escucho a todo el mundo, progresistas y conservadores, y lo hago sin animadversión.

No podemos caer en los mismos errores cometidos entonces, hay que hablar hasta llegar a acuerdos internos y exteriores, y sobre todo dar ejemplos de madurez como los de la gente de a pie que convive con los demás y sabe hablar y también callar a tiempo. 

Lamento decir que nuestra clase política hoy por hoy deja mucho que desear a pesar de los logros, que han sido grandes en el tiempo de paz más largo de la historia.

Me gustaría saber por qué tantos votantes se sienten más seguros con la derecha, por qué muchas personas se abruman y acomplejan ante el modo de expresarse de la izquierda... en definitiva, creo que son ese tipo de preguntas las que hay que hacer, las que apelan a los motivos, a los sentimientos –acertados o equivocados- que te llevan a las urnas.

     Sí, soy de izquierdas y en ellas no excluyo a nadie del amplio abanico.

Si a alguno de los que me conocen, voten lo que voten, les molesta lo que acabo de escribir les pregunto: ¿Acaso he sido, o soy mala contigo?, ¿te quiero menos por ser roja?, ¿he intentado convencerte alguna vez?, ¿no he sabido respetarte? 

Recuerda siempre que por encima de todo está mi amor por ti y con las mismas reclamo el tuyo.

Un abrazo enorme, cuidaos mucho y sobre todo pensad y expresaros como os dé la gana, pero sin caer en la descalificación.

Pili Zori

UN LIKE DE BOB TREVINO, película de Tracie Laymon.

No os perdáis esta preciosidad. 

Muestra cómo de las peores circunstancias emergen seres excepcionales con la dignidad intacta.

Lily (Barbie Ferreira) es una muchacha de 25 años que a pesar de pertenecer a una familia desestructurada y estar y sentirse abandonada tiene tanto amor para dar que todo lo justifica, aunque lo pague en facturas de ansiedad.

Con su actitud contradice la idea generalizada de que toda persona  que ha sufrido maltrato después a su vez maltratará, no siempre es así, ella se mantiene dulce, considerada y bondadosa, aunque por mucho que intente normalizar y comprender incluso el egoísmo voraz de su padre, la desorientación que siente y la falta de afecto de quienes deberían proporcionárselo la está devorando y las fuerzas terminan por flaquear.

Son muy importantes las personas que se cruzan en nuestro camino, y como su padre ha dejado de hablar con ella y no responde a sus llamadas, decide contactar con él a través de su red social, y al escribir su nombre aparece otro Bob Trevino.


A veces un simple gesto como el de pulsar un like marca el comienzo de un cambio de vida, y una familia no consanguínea pero elegida nace para amar, orientar y recuperarse mutuamente.

Bob Treviño -el palito tumbado de la eñe, o virgulilla desaparece en Norteamérica-, (interpretado por John Leguizamo), también acarrea su propia herida, el encuentro con la joven Lily le ayudará a salir del pantano.

Los protagonistas están sublimes, deseo que a ambos se les premie con el Oscar, por esta película hermosa en la que con tanto cariño han sido dibujados ambos, tal vez en los papeles más bellos de sus vidas. Habrá un antes y un después de esta pequeña gran joya.

De nuevo nos encontramos ante un filme que trasgrede los cánones de belleza, los protagonistas desprenden esa luz que tanto enamora y que de paso coloca en su sítio el poderoso atractivo de la diversidad, el de las personas "corrientes" de tamaños y colores distintos... 

Somos únicos y nuestras huellas digitales también, así como las que dejaremos al marcharnos.  Por ello vamos a procurar que al menos las últimas generen buenos recuerdos.

La película está inspirada en hechos reales, algo muy similar le ocurrió a la directora y guionista del filme (Tracie Laymon) y el homenaje y requiem a alguien tan querido que le cambió la vida -tan sólo con prestarle la atención necesaria, con las palabras asertivas y afectuosas-, se nota y llega como un fuerte impacto al alma del espectador, por eso es tan conmovedora, tan verdad, sin el sentimentalismo tramposo y calculado de otras comedias melodramáticas y de patrón tipo. 

Un like de Bob Trevino es un largometraje sobrio que une la dureza y la ternura tal y como ocurre en la vida fuera de la pantalla.

Tracie Laymon

 Este tipo de personas como los protagonistas abunda aunque nos hagan creer que no, y ya es hora de que lo ruidoso del mal no las tape, porque más a menudo de lo que somos conscientes nos convertimos en héroes de la sencillez y como dijo el centurión aquel: "Una palabra tuya bastará para sanarme". 

¿Somos familia?, pregunta desde el ordenador Lily al comprobar el mismo apellido, y en ese interrogante está la clave del filme. 

¿Qué es una familia? o ¿Cómo debería ser?

El largometraje sabe a poco porque, los mal llamados "secundarios" son magníficos y al espectador le gustaría saber más sobre ellos, la esposa de Bob, por ejemplo, (Rachel Bay Jones), tan profunda y comprensiva, la amiga de Lily, Daphne, (Lauren Spencer) tan dispuesta y más móvil que otros para darse a pesar de su silla de ruedas, el padre biológico tan impresentable (French Stewart en su desagradecido papel de manipulador emocional, que son los más difíciles de interpretar porque a veces estigmatizan) y la elocuencia de todos dentro de los respetuosos silencios. 

Los lagrimones haciendo surco en tu cara están garantizados, pero no os preocupéis porque son purificantes.

No os la perdáis, la proyectan ahora mismo en la sala doce de los multicines del Ferial Plaza, y los martes el precio senior es de dos euros, y los miércoles el día del espectador. No hay excusa.

Abrazos.

Pili Zori

THE BEAR, serie de TV

Serie The Bear (El oso)

Es un homenaje impagable a las personas que hacen de la comida un arte.

The Bear es un restaurante familiar formado por un equipo que añade, acoge y fusiona, a miembros no consanguíneos que también son considerados familia, cada uno con su drama personal, con su necesidad de pertenencia y de aprobación, con la búsqueda de su lugar en el mundo, con sus miedos e inseguridades. 

¿La cocina como refugio?, ¿el talento como salvoconducto para ser aceptado fuera de él? La fragilidad está servida, el espectador decide y añade su aportación personal.

Como a menudo repito la verdadera fortaleza siempre proviene de la vulnerabilidad. 

La serie comienza siendo un caos que refleja como en un espejo cómo se sienten los personajes por dentro.

El pùnto de partida es el de una familia un poco disfuncional en el eje alrededor del que giran: la madre (Jamie Lee Curtis, que borda el papel), tiene problemas de alcoholismo y algún trastorno. 

No sé si es que las madres de origen italiano son así de explosivas en Estados Unidos o que los escritores de cine y series las ven de ese modo cayendo en el arquetipo o incluso en la caricatura. Pero doy fe de que conozco a una mujer tan intensa como la que interpreta Jamie y lo cierto es que la clava.

En este punto haré un pequeño inciso, subjetivo sin duda, del que se puede discrepar, cada espectador tendrá su propio modo de verlo: desconozco si nuestras costumbres mediterráneas con respecto al núcleo familiar son tan distintas de las norteamericanas, o en el fondo no, y si salvo determinados matices podemos identificarnos con ellos o distamos completamente. Tal vez el cine y la literatura de allí retraten a las familias estadounidenses cayendo en el tópico de que son desestructuradas o disfuncionales para crear dramatismo y en realidad no es la tónica general, o por el contrario sí lo es y son un fiel reflejo de dicha realidad. No lo sé. 

El caso es que Estados Unidos es una nación enorme y los hijos -para realizar estudios superiores- han de despegarse del nido siendo todavía muy jóvenes, y la distancia geográfica marca y genera frialdades e independencias quizá prematuras, pero lo cierto es que en esta serie, como en tantas otras, el punto de vista elegido es el de los hijos con respecto a su madre que es la que peor parada sale -al menos al comienzo- a ella apenas la escuchamos, sólo la vemos reventar en una celebración familiar en la que llega al paroxismo e incluso estampa un coche contra la casa, pero no sabemos por qué está así, y en mi opinión el juicio es excesivo y sumarísimo, tremendamente duro contra ella. 

No olvidemos que Natalie y Carmi han perdido a un hermano por suicidio, pero ella a un hijo, y por muy virulenta que sea en cuanto a lo que ellos interpretan como toxicidad y afán de protagonismo con sus reacciones, por mucho que dé la nota y monte el número ello no les exime de ser crueles con ella también, perder un hijo de esa manera es una tragedia de las más duras que te puede traer la “vida”, y creo que no comunicarle ni siquiera que va a ser abuela, o que Natalie, su pequeña Sugar, la llame -como último recurso porque nadie más estaba disponible- cuando va a parir, como mínimo es de una gran impiedad, pero Donna Berzatto está ahí para ella, y siempre ha estado, ¿y él, Carmi, “Don si te he visto no me acuerdo y salgo huyendo”? tampoco se queda atrás.

Pienso que alguien les tiene que decir “bienvenidos al club, no resultáis mejores ni más víctimas que verdugos, porque brutos sois los tres, y adultos también, y el duelo hay que hacerlo en familia y no cada uno por su lado” pero bueno, necesitan su tiempo para enfrentarlo y es muy comprensible. 

La madre no se atreve ni a entrar en la inauguración porque teme que su presencia les agüe la fiesta, y no puede con la vergüenza de los malos recuerdos que parecen sentenciarla de por vida, mientras ellos, de nuevo, vuelven a pensar que los deja tirados, y así se justifican, pero ella sí ha acudido y en esa antesala acristalada Donna se entera de que su hija va a ser madre porque al yerno Pette Katinski (Chris Witaske) -el marido de Natalie- se le escapa, dado que no estaba al tanto de que su mujer no había compartido la noticia con la madre. Y así de dolorida se va esa mujer a su destierro personal. Pette llora con impotencia por ambas, todos los personajes son extraordinarios, sencillos y completamente creíbles.

 Y me pregunto ¿a ninguno de los guionistas les parece mal?, ¡hombre!, ¿cuánto ha de durar el castigo? Y ¿quiénes son ellos para tirar la primera piedra? Que su historia no va de bandos ni de ponerse de parte de unos u otra, que están unidos como vasos comunicantes por la misma sangre, ¡que son familia! que parece que los deberes y obligaciones sólo los tienen los progenitores.

Tranquilos que después se arregla.

Pero el debate que suscita es muy interesante. Y eso que Jamie tiene pocas apariciones, pero son estelares.

Si profundizamos en la relación madres e hijos -con otros personajes como el de Richie (Ebon Moss Bacharach, otra interpretación magnífica), la serie tocará lo paterno. 

Pero ahora estamos con la de Donna, Natalie y Carmi.


En la vida real y fuera de la pantalla -que también es otra forma de realidad-, comprendemos que madres e hijos, por encima de todo, quieren proporcionar bienestar, felicidad, alegría y naturalidad mutuos, pero con la experiencia de los años y escuchando mucho a mujeres de nuestro club de literatura, de diferentes edades, he comprendido a lo largo de mi existencia que todas, absolutamente todas las relaciones materno filiales conllevan esos matices ocultos y ambivalentes -más grandes o más pequeños- en los que a veces se ama con sentimiento de culpa o de deber y no espontáneamente, arrastrando roces y teniendo cuidados, y es que es ley de vida, necesitamos algunos enfrentamientos para crecer fuera del nido y aunque el rechazo duela es necesario, todos somos hijos y como es lógico nuestros padres son el punto de partida. El lado extraordinario de este asunto es que el amor siempre sale a flote y triunfa, por ello aunque Natalie durante el parto suelta coces humillantes -a mi juicio- termina abrazada a su madre y ambas reciben el consuelo mutuo y la reparación.

Cuando tuve a mi primera hija, en las clases de “parto sin dolor” nos hacían hincapié en que no teníamos que estar enmadradas, y no habrá cosa de la que más me arrepienta en esta vida, que de aquel menosprecio tan equivocado. Menos mal que lo compensas de inmediato porque la necesitas y mucho, y ella te necesita a ti y se pone a tu servicio aunque seas engreída y te creas más moderna, pero no des ni una en el clavo. Para cuando di a luz a la segunda ya conocía todo lo que tenía que saber. 

Hace unos días vi una de esas frases interrogativas que aparecen en Facebook de vez en cuando sobre llamativos fondos de colores, preguntaba que con quién querrías hablar -si pudieras- durante un rato sentada en un banco, de inmediato expresé: con mi madre, pero sin decir nada, sólo estar a su lado. 

Según mi criterio, no siempre hay que hablarlo todo, con algunas personas se puede, con otras es contraproducente, la sabiduría es aprender a distinguirlas y entregar palabras a unas cuando hace falta y hechos a otras cuando los necesitan, pero no siempre se está receptivo. 

Carmi también cocinará para su madre finalmente y ese es su mejor discurso, su máximo regalo.

La serie plantea además debates diversos como el de hasta qué punto la humillación de los maestros es eficaz para crear a un gran chef, aunque destruya por dentro, al menos a mí me parece nefasta la falta de asertividad, Carmi tuvo uno que fue un sádico, por suerte y como contrapartida, en otros capítulos salen ejemplos distintos de grandes mentores que le transmiten su saber como es debido, con afecto y sin situarse por encima. La cocina requiere humildad para ser grande, puesto que las elaboraciones son caprichosas y no salen siempre óptimas o superlativas, y tanto en ella como en cualquier otro oficio debemos preguntarnos si nos estamos dedicando a dichos trabajos por los motivos adecuados o por los equivocados, hemos de saber quiénes somos, lo que queremos y para qué servimos, y subrayo el verbo servir que es para lo que estamos en el mundo y no para mandar que es muy distinto a dar instrucciones, pautas, normas o consejos. 

No es fácil encontrar tu pequeño lugar en el planeta, y al igual que todos nosotros, los protagonistas de la serie lo están buscando, la decisión que toma Sidney (Ayo Edebiri) la jovencísima mano derecha de Carmi es muy difícil, a un lado de la balanza el nombre propio, al otro el corazón y el sentido de pertenencia en el equipo remando a favor. Pero la toma. El espectador tendrá que descubrir cuál es.

Carmi envía a todos sus compañeros a los lugares en los que él aprendió y Richie, el más reacio, queda deslumbrado y por fin se le derrumba todo el rechazo simplón que tenía al llamar niñato pijo a Carmi, es conmovedor como allí descubre lo que quiere ser y para lo que tiene cualidades, resulta que es un extraordinario Maître en sala. 

Tina es el ejemplo de que en cuanto te dan oportunidades te desarrollas, necesitas la ayuda de los otros y saberla recibir, en cuanto deja de sentirse amenazada emprende el vuelo.

 Lo mismo ocurre con Marcus y su evolución en repostería, que le convierte en un auténtico mago, e igual sucede con el sommelier y con todos los demás. 

En Bear no hay personajes secundarios aunque sean de corta aparición, y son preciosos, bellísimas personas, perfectas en su imperfección.

El perdón todo lo borra, y hay vida de sobra para arreglar averías, carrocería y motor.

Al comienzo la serie es caótica, y los matarías, pero poco a poco y al ritmo lógico vamos conociendo las razones de cada uno y por qué son como son, de donde vienen, el origen de sus temores -todos nos aferramos a nuestros pequeños mundos y rutinas conocidos aunque sean perjudiciales porque la costumbre es un lugar seguro-, son seres individuales en evolución que a su vez han de ensamblarse, crecer y avanzar con el grupo y aprender adaptación y empatía hacia los demás.

Los guionistas han dibujado a personajes conmovedores e inolvidables, a los que quieres incondicionalmente, un grupo de personas buenas, que meten la pata hasta el corvejón, pero también saben sacarla del barro aunque sea con dificultad y torpeza. 

Jeremy Allen White (Carmi) está sublime en el papel principal, es hipnótico con esos ojos de zafiro azul que parecen cristal de murano, aguanta el primer plano como pocos actores consagrados y dice mucho más -con sus elocuentes silencios y en su papel introvertido- que si hablase a borbotones sobre sí mismo y todo lo que le atormenta. Es un actorazo con mayúsculas, y tiene encuadres dignos de Botticelli, de hecho físicamente parece un florentino del quattrocento. 

Si hay algo que me encanta de la serie es que son actores y actrices cuya belleza se sale de los cánones y sin embargo el atractivo y la armonía que desprenden son descomunales. Gente que enamora y mucho, han sido escritos con un amor inmenso, e interpretados dejándose la piel, no voy a nombrar a todo el elenco, pero me descubro ante ellos, incluso ante los aparentemente secundarios -ya he dicho en renglones anteriores que no hay papeles pequeños- algunos están creados para la distensión, pero su comicidad no es irreal, hay mucha gente como Neil Fak (Matty Matheson) o como Tedy Fak (Ricky Stafieri) el amigo, son personas así de ingenuas que también encajan y hacen felices a los demás con sus sencillos códigos éticos de amistad y amor.

Por ponerle alguna pega diría que en mi opinión sobra que se pregunten tantas veces los unos a los otros si están bien, pero es otra de las características del cine americano que nunca he comprendido, pues ¿no estás viendo que llora o vomita?, ¿cómo va a estar bien? Pero tal vez lo que quieran decir con el interrogante es si pueden con ello, si aguantan, si lograrán recomponerse solos o necesitan ayuda de la índole que sea. No lo sé. Personalmente creo que esa reiteración empobrece los diálogos que por suerte salvan los actores y actrices con la lograda interpretación de los gestos y el objetivo de la cámara captándolos como un microscopio en milésimas de segundo. ¡Qué buena dirección!        

En la serie contemplamos la comida como la metáfora más real de la vida: elegir ingredientes -desde su origen- en el huerto, comprender para qué sirven y elaborarlos para nutrir con afecto a los demás añadiéndoles las sorpresas que requieren las celebraciones, diarias o especiales, en ese paréntesis de la azarosa y dura existencia cotidiana. 

Es una conmovedora clase de belleza que no consiste en engullir con rapidez por falta de tiempo, sino en saborear el manjar con la vista, el oído, el olfato, el gusto, el tacto, y la memoria.

El chef cocina para el paladar más sensible o para el menos evolucionado y sabe que su comida –un arte efímero- no es el ingrediente principal, es consciente de que el protagonismo lo tienen las personas que acuden a su local para celebrar entre ellos, para enamorarse, para consolidar relaciones, para no sentirse solas, para cargar las pilas de la alegría, para cerrar negocios… Y en ese delicado equilibrismo el restaurante al completo intenta encontrar la armonía y generar los bonitos recuerdos en los que cada segundo cuenta, para que los platos lleguen a la mesa en el punto de calor o frío exactos, preciosamente presentados, apetecibles, y se entreguen sin errores a cada comensal.

Pocos oficios dependen tanto del prestigio que los clientes le otorgan cuando se les trata como a invitados de la casa, como a familia muy querida. 

Pero con independencia del precio que al final figure en la cuenta, el trabajo es tremendamente sacrificado, y a menudo desagradecido. 

Claro que también hay mucho prepotente advenedizo ahora que está tan de moda innovar a toda costa. Y no se trata de realizar experimentos a riesgo de que no gusten, sino de conseguir variantes a ser posible deliciosas que armonicen entre sí y guarden equilibrio.  

Algunas personas tienen el don de conseguir el prodigio ¡Sí chef! y alrededor de ellas gira toda la maquinaria de la trastienda: La cocina, lo que los comensales no ven desde el relajado y bello salón del restaurante, humilde o prestigioso, pequeño o grande, moderno o rústico, tradicional o innovador…

Pero a su vez también están los equilibrismos que hay que hacer en el alambre, puesto que todos los miembros son fundamentales: desde quien friega los platos, quien coloca los manteles, dobla las servilletas, marida los vinos…, hasta que llega el producto terminado a las manos de los camareros y se deposita con finura en la mesa y finaliza con el broche de oro que es el postre, todo ha de funcionar como un mecanismo de reloj suizo sin que se rompa ni un solo eslabón de la cadena.

El equipamiento es costoso, las cocinas han de brillar con limpieza de quirófano para el visto bueno de Sanidad, y la brigada suele ser numerosa para que los servicios conjuguen, y todo ello se traduce en contratos y sueldos: espacio, decoración, mobiliario, utillaje, maître, sommelier, camareros, cocineros –cada uno en su estación, en su puesto- compra de producto fresco en el mercado… y hay que sortear escollos para cubrir gastos, agua electricidad.... y obtener ganancia a ser posible, pero a costa de ser enterrados en vida por la pasión de estar siempre con la cerviz inclinada sobre el diámetro del plato que ni siquiera sabes si apreciarán los agasajados que no te ven, ni tú a ellos. Y cada segundo cuenta. 

No, no es precisamente un negocio que arroje ganancias -por mucha apariencia que tenga-, de hecho algunos no mencionan la dichosa estrella para no tener que mantenerla y poder atraer así a clientes asiduos de solvencia normal. Otros matan por participar en los realities televisivos que tanto daño hacen a la profesión, pero así se ganan el pan por mucho que presuman después en sus locales. 

Tengo noticia de uno de los grandes que cambió el restaurante de su propiedad por una caravana adaptada para servir sus deliciosas comidas.

La serie está filmada con el lenguaje, la atmósfera y el ritmo trepidante que forma el conjunto, y al mismo tiempo se escucha como fiel reflejo el interior anímico de los protagonistas que a veces entra en ebullición y se arrebata, hierve y hasta se quema, y otras ha de cocinarse despacio y a baja temperatura. 

Lo que más me gusta es que discuten como salvajes, pero se quieren sin importarles "el qué dirán", y saben que su afecto es irrompible aunque tengan que corregirse en las formas, pero no en los fondos, como veis una vez más vida y cocina son lo mismo: buenos o malos fondos sobre los que ofrecer las mejores viandas.

La fotografía resulta bellísima, es evidente que han captado el espíritu en fusión y la atmósfera y le han entregado toda la dignidad que merece la profesión.

The Bear se desarrolla en Chicago y aunque salen tomas de enorme belleza reflejadas sobre el lago en la noche enjoyada de brillos y luces he echado de menos más panorámicas de esa ciudad tan monumental y envuelta en sonidos de blues.

Quedo a la espera de la quinta temporada con el deseo de degustarla poco a poco y comprobar que todos y cada uno de los personajes son felices, especialmente Carmi.

P. D. 

Mi novela inédita “Con cobertura de blues” también va de comida y amores difíciles, amistades complicadas, barrios altos y bajos, pobreza y riqueza, adicciones… policía e incluso narcos, parte de ella se desarrolla en el sur de los E.E. U.U. pero todos comen al menos dos veces al día y como dice el eslogan: "La comida nos une".

Contemplar The Bear ha refrendado mis páginas que al igual que la serie tiene un enorme trabajo de campo en la documentación. Puede que decida que de algún modo vea la luz y la rescate de su siesta como a la bella durmiente. Se lo debo. Porque sí tuve visión de futuro ya que después de escribirla proliferaron los programas gastronómicos como setas por todas partes, y es justo decirlo porque Con cobertura de Blues no va a rebufo sino que en cierto modo se adelantó y fue pionera, al menos en el telón de fondo, la trama y la historia son un entrelazado de vidas cruzadas que finalmente se conjugan, y de segundas oportunidades aparentemente imposibles.

Un abrazo

Pili Zori

CUADERNO DE NOTAS: Tributos

 TRIBUTOS

Quiero compartir con vosotros un pensamiento muy común y obvio, una verdad de barquero o  de perogrullo que todo el mundo conoce, pero que no estorba recordar, porque a veces es bueno no dar por hechos los logros y conquistas puesto que en un pis pas podrían desaparecer si no los cuidamos:

En mi osada y profana opinión, creo que sería bueno y educativo que cada uno de los habitantes de nuestro país conociera los precios de todas las pruebas e intervenciones médicas que ejerce la Seguridad Social, de ese modo comprenderíamos que sería imposible pagar cualquier operación complicada de forma individual, pero sí es factible, si lo hacemos entre todos, nada más, no hacen falta eufemismos, ni ir a la universidad de Harvard a estudiar economía para comprender algo tan sencillo: solos no podemos pero juntos sí, y estoy segura de que conociendo y pormenorizando los datos sentiríamos un inmenso orgullo porque seríamos conscientes  de que cada persona que se cura es un poquito gracias a ti, a mí, a todos... Y esa sensación de que contribuimos para salvar vidas, lo más preciado que tenemos, cobraría en nuestra mente y en nuestro corazón el valor tan enorme que supone.

"Un impuesto es un tributo que se exige en función de la capacidad económica de los obligados a su pago", nos explica el diccionario.

Así que si quieres presumir de riqueza tan sólo has de comentar cuánto pagas de impuestos, porque puedes, porque tú lo vales, porque tienes de sobra, porque eres un estupendo benefactor y no un evasor.

No tengo nada en contra del dinero ni de que cada cual lo utilice en la medicina privada si en un momento dado necesita hacerlo por cualquier razón, pero que la seguridad social no merme, no se deteriore, que nadie haga inhumana, sombría y cobarde labor de zapa para que desaparezca, y quien no pueda pagar que se muera de asco, "no haber nacido pobre" piensan los endogámicos, por el contrario deseo fervientemente que la sanidad publica crezca y progrese en investigación y obtenga los máximos resultados, que sea el mejor campo para que los licenciados en medicina quieran pertenecer y permanecer en él.

Detengámonos un poco en el significado de ambas palabras: seguridad y social. Todos somos sociedad, y merecemos sentirnos seguros y amparados durante nuestra existencia y también en la despedida, que nos traten con humanidad y delicadeza cuando nos encontramos más vulnerables, ya que el oficio es vocacional y no elitista, ese es el don, el regalo, el derecho. Y el deber de los médicos -situados entre el cielo y el suelo- es el de no olvidar jamás el juramento hipocrático.

***

Cuidaos mucho, que tengáis sosiego y nunca miedo a ser abandonados a vuestra suerte, y que encontréis multitud de momentos felices en todas las circunstancias y a cualquier edad.

Salud y amor.

Pili Zori

CUADERNO DE NOTAS: Libertad de expresión

LIBERTAD DE EXPRESIÓN.

Nunca imaginé que tendría que reivindicar un derecho fundamental de nuestra Constitución, de nuestra democracia: La libertad de expresión.

¿Con qué autoridad ética y moral alguien se atreve a decidir lo que sí y lo que no puede ver, leer, escribir, interpretar, opinar, esculpir, pintar... una sociedad adulta?

Si una obra de teatro no te parece respetable, pues no la veas, si una serie televisiva no te agrada, escoge otra, si no te gusta un filme, una conferencia, un museo, no vayas, no asistas, si te ocurre con un libro ciérralo, elige o simplemente intenta contraponer tus razones, objeciones, reflexiones. Pero ¿quién eres tú para prohibirme lo que puedo o no puedo escuchar, escribir, ver, leer? ¿Con qué criterio?, ¿qué potestad te avala?

Me parecía tan disparatado que a estas alturas se pudiera censurar a Virginia Woolf que me ha costado dar crédito a este esperpento inquisitorial.

"Perdónalos Padre porque no saben lo que dicen, porque no saben lo que hacen", dijo Aquel perseguido de hermoso cabello largo a quien estos acosadores invocan tanto, nombran tanto. "¡Fariseos!", "¡sepulcros blanqueados!", así calificó Él a los escribas en aquel entonces. ¿Qué exclamaría ahora sí entrase en el Parlamento y escuchara al sector de los censores, o se adentrara en algún Ayuntamiento? ¡Ay!, "la verdad os hará libres", dijo.

Pobre García Lorca y su verdad aplastada hasta el asesinato. "Por sus obras los conoceréis", la suya permanece, para mayor honra y gloria. ¿Y la vuestra?, ¿en qué consiste?

Sois como niños que en la playa pisotean los castillos construidos por quienes sí saben hacerlos, sin comprender que tan sólo han de volver a levantar otros. 

No se puede querer chocolomo, o aplicar la ley del embudo con lo ancho para mí y lo estrecho para ti: aprovecharse de la democracia para después cerrar la puerta, que les has abierto de par en par, en tus narices.

Hace muchos lustros que la calle está tomada y ya nadie se va a quedar en casa con la pata quebrada, ni se hacen armarios en los que esconderse, porque por suerte y por lucha el mundo es diáfano.

¿Acaso creen quienes les han votado que estarán libres de la represión hacia sus hijos porque son de los suyos?, ¿hacia cualquiera de los componentes de la que creen su linajuda y protegida estirpe? 

Hay una clase de embriaguez muy orgásmica y dañina que tiene mala resaca: Dominar, doblegar, imponer, situarse por encima, someter, asustar, implantar el miedo..., la padecen quienes no saben ser libres, quienes no logran ganarse las alas con los ingredientes que conlleva el vuelo: la comprensión hacia el otro, el respeto a los acuerdos, a las negociaciones, la paciencia, el pinchazo de los egos gordos e hinchados de aire como globos, el trabajo con los orgullos heridos, con las rabietas... y siempre comienza por carcomer y atacar a la cultura, como en tiempos del macartismo, no nombraré el franquismo ya que les dan urticaria las atrocidades que no quieren recordar, ni estudiar, ni ver, las librerías les gustaban poco en aquel tiempo que añoran sin saber como fue el que enviaba a campos de concentración a los jóvenes intelectuales que no se fueron al exilio, aunque los libros ardan mal como decía Rivas, con ese detalle no contaban, las llamaban subversivas llenándose la boca con el único cultismo que tal vez poseían.

En fin, el abuso de poder es una enfermedad que ha de tratarse y que a menudo encubre complejos o sentimientos de inferioridad. En un mundo vertical necesitan que el otro sea más ignorante que ellos, para que puedan impornerse sobre él, subirse a su chepa, para que no les haga sombra, para que no les provoque envidia. En otro horizontal se establece el trabajo en equipo en el que todos los brazos cuentan. 

No saben que la verdadera jerarquía sólo la otorgan el prestigio, el afecto, y la solvencia ganados a pulso. Todo lo demás es opresión.

Reflexionemos, porque la involución y el retroceso no son buenos para nadie, tampoco para ellos ya que de algún modo probarán su propia medicina, la vida es un boomerang y sus hijos e hijas se pueden enamorar de otro u otra de su mismo sexo, o tal vez quieran luchar por quienes pierden su techo y su comida, porque los abogados vástagos de pijolandia también se dedican a eso de defender a la "PLEBE" o te salen literatos o cineastas sociales que invierten los términos, es lo que tiene la cultura que suele clamar equidad, y ahí te quedas tú con tu caspa y con tus rancios abolengos, c'est la vie.

Buenas noches. Os deseo amor, gratitud hacia lo conseguido, y que no pequemos de indiferencia ni seamos estómagos agradecidos mientras otros no comen.

Un abrazo.

Pili Zori