HIT, serie de televisión

 HIT.

Toda una experiencia ver la serie completa y de un tirón en Rtve play. Cuando la estrenaron no pude y agradezco que Tve guarde con mimo y conserve en los anaqueles de esta plataforma las obras que apoya. 

Los temas que trata son: el sistema educativo en la adolescencia que es la etapa más crítica, la que nos hace poner en cuestión el punto de partida vital, el relevo social, y cómo será el futuro en el pase de la antorcha que entregamos. En definitiva el salto decisivo y definitivo hacia el mundo adulto con todo el abismo y desconocimiento que conlleva: las decisiones, los miedos, las pruebas, frustraiones, la autoestima, el amor, el deseo, el consentimiento, los límites ¿dónde ponerlos?, el paro... ¿Qué entendemos por política?, ¿Cómo establecer una lucha constructiva y creadora de empleo?

El director Joaquín Oristrell nos plantea el debate educativo en la primera temporada en un entorno urbano y en la segunda también en el rural, y lo hace conjugando a los hijos con sus familias, abriéndolos en canal, creando equipo y sentido de pertenencia, sin brecha, sin bandos. ¿Quedarse o marcharse del lugar?, ¿amarlo, potenciarlo? y en la tercera temporada se adentra en la salud mental en esa misma franja de edad. No busca culpas sino remedios, con todas las luces y las sombras a la vista.

Me consta que muchas personas tienen pudor ante el arte de intenciones, lo que entendemos por cine social, como si las artes aplicadas fueran manipuladoras y proselitistas, no es mi caso, adoro los planteamientos didácticos, me gusta que me cuenten los conflictos vitales con ejemplos concretos y con la maestría de dotarles de toda la belleza artística que en sí mismos conllevan, si se sabe mirar, contemplar, y no me refiero sólo a la belleza estética, que también, sino a esa belleza profunda que se alcanza al mostrar lo de dentro por fuera, es decir sacar a la luz la introspección, y eso sólo se consigue escribiéndola, soy existencialista lo digo en el sentido más simple y literario de la palabra, no pretendo ponerme pedante, me interesa el ser humano, sobre todo el anónimo, ya lo he dicho otras veces, y su modo de relacionarse con los demás, sus conflictos internos, me importan el amor, la amistad, el deseo, los bajos instintos y también los altos... 


 A menudo creemos que una reflexión personal es propia, y después viene la sorpresa, porque tanto si somos conscientes como si no, pertenecemos a una línea de pensamiento situada en lo que llamamos nuestra generación y da la casualidad de que se produce en la adolescencia, una etapa en la que hay que tomar decisiones fundamentales, por eso es tan importante, y fue muy grato mi asombro al escuchar en una entrevista a Joaquín Oristrell, el autor de esta série, en ella comentó que cuando vio en los años 70 del siglo XX, el filme de François Truffaut Fahrenheit 451 exclamó: "¡Ah!, pero... ¿Se pueden decir estas cosas en el cine?, entonces yo quiero hacerlo, estar ahí, entrar aunque sea para llevar los cafés". Y a partir de ese punto de inflexión y de muchas horas de sesiones dobles se forjó este magnífico cineasta.

Quienes me conocen saben que de forma reiterada acudo a este largometraje Fahrenheit 451 porque también me produjo un impacto imborrable que todavía hoy y a mi edad me sigue explicando la vida, y por ello sentí un escalofrío al escuchar a Joaquín Oristrell, porque tenemos los mismos años, dos arriba o abajo, y es más que posible que este director y yo viéramos la película a la vez, cada uno en su ciudad, sin saberlo, en aquellos tiempos de cineforum, y compartir esa taquicardia común entre dos desconocidos es muy bonito, como lo fue escucharle a continuación decir que conoció a su pareja con quince años o dieciseis y que sigue con ella, la actriz Carmen Balagué y que él era entonces gordito y tetón, así lo expresó, (en la tercera temporada C. Balagué hace un papel precioso como cocinera -con síndrome de Tourette- en el centro de rehabilitación).Luis y yo también compartimos vida desde entonces, así que los cuatro éramos adolescentes como los que protagonizan las tres temporadas. 

Si me gusta mucho una película, o serie, suelo añadirle detalles de mi cosecha, como cuando era niña, que tras salir de la sala de cine, y una vez en casa, me colocaba sentada en la cama, y de cara a la pared arreglaba, añadía o quitaba lo que en mi opinión, porque aún no tenía criterio -¿o sí?- le faltaba o le sobraba a la peli.

En este caso me habría encantado que en la segunda temporada, Francis (Marta Larralde) explicase un poco más por qué no acepta la petición de matrimonio, ya sé que se sobrenetiende que ella no quiere ser un clavo ardiendo ni una tabla de salvación y que el miedo no lo siente por sí misma, sino por él, ya que aún no le ve preparado, queda claro, pero a mi juicio unas pinceladas más no sobraban.

Me encanta que Hugo (Daniel Grao) sea tan "entrometido", y que su nivel de compromiso roce tanto el peligro, tal vez fuera de la pantalla no sea posible una persona así, pero sí deseable. Es juez y parte, y sí se puede, porque cuando ama por encima del ego, funciona, con todos sus patinazos adictivos, sus ataques de pánico, o precisamente por ellos, lo único que funciona como una goma de borrar los errores es el amor, y no hay eufemismo ni sucedáneo que valgan.

En una reunión de profesores los compañeros dicen que los chicos tienen que demostrar... y Hugo responde que los alumnos no tienen que demostrar nada, y en otra escena recalca que no es justo estar diciéndoles que su futuro es una mierda y yo agrego que el futuro es suyo aunque lo compartamos, pero con sus pautas, y que es un crimen destruirles las expectativas.

Como veis el guión es extraordinario a la hora de sembrar verdadero debate que nada tiene que ver con la polémica, me quedé pensativa, porque yo misma aparentemente tengo los principios muy claros: que normal no equivale a normativo, que su porvenir es tecnológicamene distinto..., pero en cuanto me descuido me salen los ancestros incrustados con torniquete como si fuéramos el ejemplo a seguir y la mejor de sus herencias. Recalco de nuevo que su mundo no es ninguna basura, y que no hay que robarles sus esperanzas que para nada son ficticias.

Me gusta la serie porque en ella todos estamos representados, juntos y todos quedamos en entredicho y a la intemperie, pero a pesar de nuestros resentimientos enconados de nuestras limitaciones y defectos, o precisamente por ellos salimos adelante y de verdad, no porque no nos quede más remedio.

El elenco es magnífico, una nueva generación de actrices y actores muy buenos, y el de adultos -más conocidos- extraordinario. 

Un abrazo muy grande, Cuidaos mucho, gracias por las visitas.

Pili Zori

CUADERNO DE NOTAS: Celine Dion

 Cuaderno de notas.

 (A caballo entre artículo y relato inspirado en la "realidad" y plasmado en la ficción para buscar la empatía. "Artirrelat").

***

ÁRBOL PARA REGALO.

Luz se acomodó en el banco del parque alargado que formaba pasillo entre la carretera general y su barrio, el carril de color granate semejaba una alfombra con pespunte. Hacía calor, no circulaban bicis.

Unos cuantos pasos y ¡hale!, ¡a sentarse!, ella que trotaba o iba al galope hasta hace cuatro días como Correcaminos, sólo le faltaba el ¡mic, mic!

El bastón la imitó apoyando la nuca entre asiento y respaldo, terso y brillante como un tobogán para gorriones, todavía poco experimentado y con riesgo de provocar la zancadilla a algún atleta despistado, ¿hacia delante?, ¿por detrás?, ¿tumbado en el trozo de banco libre?, ¿cuál será la posición correcta? 

¿Hasta cuándo? ¿Acaso habrá un hasta cuándo para guardarlo definitivamente en el paragüero? 

Complicaciones novedosas en tiempo de mala adaptación en el que lo nuevo no termina de ser bueno -se dijo con las piernas extendidas para no dibujar el cuatro con el cuerpo-, ¡qué número más tonto!, el de los suspensos, el de sentarse en un coche tras haber trazado la semicircunferencia dolorosa, el giro insufrible, y la nalga en vilo hasta que cae y se desploma contra el asiento bajo, y a tirar del muslo que se queda fuera, alehop, y para salir, buff... 

En fin, eso sí que es montar el número, yo que emergía de los automóviles a taconazo limpio -elevó los hombros- y ahora los palmípedos pies juaneteros cruzados en aspa, con zapatillas muy, pero que muy blandas, sí, ese movimiento sí podía hacerlo, antes no, cuando ya hizo crack la rodilla izquierda por tanto cojear por el lado derecho a causa de la mordiente cadera, a rastras, sin saber cuál era más de palo, si la pierna o el cayado, que no callaba azuzando en su aparatoso protagonismo el interrogatorio.

-¡Uy!, ¿qué te ha pasado?, ¡pero si eres muy joven todavía!, pues a la mujer de fulano la han tenido que llevar a una residencia porque, a ver, sin poder andar. 

Gracias, por los ánimos, oye -musitó el pensamiento tras la sonrisa forzada.

¡Ay, garrote pa mí!

¡No, no! -se apresuró a espantar la imagen- eso no hay que pensarlo porque dicen que el cerebro no entiende las ironías quejumbrosas y ambivalentes y se lo cree todo y entonces va y te agarrota más todavía el muy mamón mientras alega que se lo has pedido. Si ya estoy mucho mejor, no hay que ser aprensiva -se regañó.

Prometo que si salgo de ésta me llenaré de escamas en la piscina hasta que los pies se me queden como pasas. 

¡Anda! Lo mismo en otra vida fui sirena, la vieja sirena, ja, ja, ja, me miraré para ver si me sale cola bífida una de estas noches mientras duermo, si es que duermo.

A lo mejor es eso: que me estoy convirtiendo en un delfín, iba a decir cachalote -amortiguó la carcajada-, porque una cosa es hablar sola y otra muy distinta reírse sola sin el tfno. a la vista como quien se va a comer una tostada, y no quería dar miedo a los transeúntes, aunque no pasaba ninguno.

La nariz absorbió el aire en un agradable suspiro sonoro, relajado y tranquilo y de súbito, Luz contempló el árbol de enfrente -como si fuese una aparición aleccionadora- y se olvidó  de sí misma, ¿cómo había pasado inadvertido hasta ese momento si llevaba ahí... toda la vida de ella?, ¿más vidas? 

Un tronco hermoso, lleno de trencadis monocromático en marrón, de llaga profunda que recorría en filigrana la madera del robusto, inabarcable y majestuoso cilindro. 

-Mira tú, para ser árbol sí está bien visto ser gordo -se burló. 

Después acarició con los ojos, los nudos y las cicatrices y amputaciones de otras podas y recorrió con la mirada las ramas retorcidas, dando sombrilla de hojas ventiladoras, o sombraza -corrigió. 

La interrogación mental telepática casi fue audible por conmovida.

¿Y a ti también te duele tanta artrosis, en esta arboleda perdida? Pobrecico mío.

Volvió a pasar las yemas de los dedos en caricia imaginaria por esas acorchadas venas al aire.

 Seguro que sí, y no te puedes mover ni decirlo -chasqueó la lengua contra los dientes- sí, estás vivo, cómo no te va a doler, o te habrá dolido, y encima te morirás de pie... sin decir ni mu. 

Los iris se anegaron, la sal líquida escocía. 

Perdona, no quería decir eso -bajó los párpados y en un impulso se levantó sin coger el bastón, apretando las palmas contra el asiento, y sin importarle el qué dirán -que tanto le había estropeado la libertad y las alegrías en momentos álgidos- despacito llegó hasta él y lo abrazó con fuerza estremecida.

Elevó las pestañas y volvió a mirar la capota de las hojas que parecían corresponder al soliloquio de la interlocutora con clarísima elocuencia y gratitud en el viraje, curvo y hacia abajo, ofrecido para ella a pesar de que apenas volaba una brizna de aire.

Sonrió con plenitud ante las ramas de hombros inclinados o caídos, y musitó con emoción consoladora:

-No eres viejo, todavía cobijas en ti a los pajarillos de los sueños, los de la imaginación que en mi cabeza ahora son pequeños, seguro que por eso estás aquí, para que yo te escriba y te describa. Estoy pensando..., después comprenderás por qué te voy a bautizar, a dar un nombre, ya verás: vas a convertirte en un bello homenaje para una gran dama de la canción a la que a veces le sucede lo que a ti: que se queda rígida y se le detiene la voz atada como un nudo en medio de la garganta. Serás su regalo -hizo una leve pausa-, aunque ahora que lo pienso no sé si resultará apropiado, porque tú siempre estás quieto y ella tan sólo a ratos -de nuevo quedó ensimismada- como dice una amiga: "todo es interpretable", tal vez a la artista podría parecerle una mala comparación ofrecerte como obsequio, bien intencionada, eso sí, por algo bueno se me habrá ocurrido, digo yo, para mí, precioso árbol, eres un símil de amor. Las montañas tampoco se mueven y todavía son más grandes que tú, muchos elementos naturales viven en quietud eterna e imperecedera. 

Se produjo un agradable lapsus en el que entró otra elucubración:

Acabo de entender que si te encuentras tan cerca de mí será para enseñarme paciencia y reverencia porque aunque te echen el pis en la falda los perros, los críos te den patadas, y se cuelguen de tus brazos como tarzanes sin lianas y te claven serpentinas en las fiestas sin saber si te hacen daño, tú siempre permaneces ahí, majestuoso y estoico, como si no te afectara. Eso mismo tendría que hacer yo, sacudirme el polvo.

Sí -exclamó en un susurro al apoyar la mejilla en la rasposa corteza-, te bautizo: te llamarás Celine. 

De pronto sintió el rumor antiguo de la savia alborotada y sonora como un río, las hojas se inclinaron en rumoroso aplauso y bajo los pies de Luz se escuchó el lenguaje primigenio de las raices entrelazadas de todos los árboles del paseo, y como un milagro una canción de la gran diva se elevó por ese largo cuello de madera nudosa, se entretuvo por las ramas haciendo filigranas con la prodigiosa voz y finalmente escapó de ellas para alcanzar las nubes, por suerte no era la del famoso naufragio, sino The power of love.

Deshizo con pena el prolongado abrazo -alguien podría pensar que se estaba mareando- y se separó, pero con la firme condición ilusionante de que no se los iba a escatimar, prometió que lo rodearía con las manos cada día, y caminó hacia su casa -sin darse cuenta de que lo hacía con más brío y sin apoyarse en la cachava- mientras canturreaba melódica y para sí:

"Si tú eres mi hombreeee y yo tu mujeeer..."

Tampoco pudo ver -por incoloro- el vientecillo suave que le enviaron las hojas para besarle la espalda, no eran de arce, pero la increible voz canadiense de Celine Dion se elevaba sinuosa y sin rigidez hasta las cotas más altas en la ciudad de Luz, espacio completamente desconocido para la cantante cuya consciencia aún no sabía que sus sensibles y profundas baladas también anidaban juntas y en bandada en el árbol rígido que ahora le pertenecía.

***

Te regalo este humilde homenaje, con inmensa gratitud, querida Celine Dion y con el deseo de que todo el amor que has dado te devuelva el grácil movimiento de tu garganta y de tu cuerpo en cualquier escenario, no tengas miedo por perder varias notas más arriba o más abajo, porque tú siempre serás tú, la inigualable y bondadosa Celine. Gracias por el legado, el de antes y el de ahora, puesto que siempre seguirás cantando.

Pili Zori

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P.D. Son muchos los cantantes que sufren la tragedia de perder la voz tras una entrega de años bestial y absoluta. El caso de Celine Dion todavía es más flagrante porque las crisis de rigidez le afectan a todo el cuerpo, pero su lucha y los cuidados que recibe son muy esperanzadores.

Os recomiendo el documental tan generoso que nos regala esta cantante única y tan grande, en Amazon Prime. Merece la pena verlo.

Gracias por las visitas, deseo que estéis muy bien, celebrando está pequeña tregua de frescor que nos concede el verano. Cuidaos, os quiero.

P.Z.