LO QUE QUISIMOS SER, película de Alejandro Agresti

Inolvidable, bellísima, maravilloso trabajo de joyería, si te gusta el diseño vintage e imperecedero.

¿Dónde están los límites, las barreras de la realidad? y ¿qué es la realidad?, ¿podríamos soportarla sin la fantasía? 

Sabemos que vamos a morir, pero mientras tanto: ¿actuamos como seres eternos? 

¿Acaso lo soñado no impacta, no lo vives del mismo modo “real” en tu interior?

 El cuerpo y la mente no distinguen si las razones de tus sentimientos, pensamientos y reflexiones son imaginarias o no.

Los actores y actrices se introducen en otros seres, y una mañana se levantan interpretando el papel de personas heroicas y otra el de malvadas, corruptas u honradas, ruedan como comunistas y en la interpretación siguiente como capitalistas, y esos y otros antagonismos -sin riesgos- sirven para calzar los zapatos de los otros, y al caminar con ellos, ya has experimentado, conocido a fondo otras vidas,, y el hecho, sin duda, te permite elegir de qué lado estás, comprender mejor el mundo, la sociedad y la existencia. De alguna manera todos actuamos, sin que sea hipocresía por cuestiones de actitud.

Al fin y al cabo siempre estamos ensayando para aprender a vivir. Igual que los cachorros de cualquier especie: en realidad no juegan sólo por diversión, ensayan para aprender a defenderse, para sortear escollos, peligros y dificultades, para salvar la vida, para obtener comida, para hacer grupo y familia, para cumplir con la  función que les corresponde en su ciclo vital.

Los humanos queremos, además, desvelar el misterio. 


Cuando era más joven pensaba que lo honrado era caminar por el mundo con lo de dentro por fuera. Pero si fuéramos así, sin cáscara, se nos romperían en mil pedazos las partes blandas, frágiles, que, en verdad, son todas, la fuerza, precisamente es intangible y nace de lugares invisibles. Pero sí, muchas veces nos hacen trizas, nos destrozan. A menudo morimos, pero por suerte nos recomponemos y resucitamos de nuestras propias cenizas como el Ave Fenix. Hay que volar siempre, alto como el águila o bajito como el gorrión pero el vuelo hay que emprenderlo.

Somos un compendio de todo lo creado, por Dios, por el bing bang o por lo que sea,

me da igual, la canalización de energías seguro que es la misma y por su cauce pasan todas y desembocan en el mismo mar, por eso el cielo y el océano se confunden en su permanente unión, el horizonte no existe como línea.

En cualquier caso tal vez sea elegante simular eternidad frente a los que amas -cuando te atenaza el sufrimiento-, mostrar para premio “oscarizante” que aún te sobra vida, aunque cuentes con los dedos las posibles pero escuálidas décadas que quedan, y quizá ese papel de actor o actriz, el más difícil, el mejor interpretado, nos aparte -con un poco de suerte- de la sombra amenazadora de la parca para que ella no sea el centro de la reunión, ni sobresalga, y quede apartada un ratito y noqueada en la esquina del ring.

Ahora, a mi edad, sé que llevar lo de dentro por fuera sí está permitido, pero necesita un recipiente ya que es fluido y se derramaría si no lo introduces en su  frasco, caja, cofre o contenedor, porque todo se puede decir en las páginas de un libro, lo indiscreto, lo sucio, lo limpio…, a la clara luz del sol o a la  sombra, y ahí sí está admitido que se deposite, así, quien va a buscar lo que le falta o no entiende de sí mismo y de los demás, lo que le ocurre en su psique, puede hallarlo de inmediato para completarse, porque todo lo que busque se puede  encontrar en una escultura, en fotogramas, en la arquitectura, en la música, en la poesía, en la literatura, en las canciones…, y ha de estar en esos compartimentos para que nadie te tilde de loco si vas con el alma desnuda por la calle y exclamando tu sentir. La intemperie es muy fría, o demasiado ardiente, por eso se necesita la fantasía.

Hasta a la naturaleza le gusta ser plasmada en la pintura para permanecer inamovible en algún  sitio, o en el artificio de los jardines que le hacen soñar que no es del todo salvaje, poderosa y desbocada. 

No te asustes, no se trata de enjaular, ni de compartimentar, sino de que nuestras huellas por la tierra estén primorosamente colocadas y se cuiden y preserven para desmitificar y reventar la idea del paso del tiempo, tan sólo pasamos nosotros por un mismo espacio, la tierra se queda, no te la llevas.

El mensaje de la película Lo que quisimos ser no es pesimista aunque de mis palabras se deduzca que sí, es una historia de amor delicada y de gran hondura en la que cada jueves un hombre y una mujer juegan a lo que desean ser en una bella cafetería -tras salir del cine-, y en ese universo -creado en exclusiva para ambos- la otra realidad de sus cotidianas vidas se queda fuera y se desvanece. Esas son las normas. Y con ellas consiguieron que esas tardes valieran por toda una vida, y así, los dos juntos, conocieron la plenitud.

La paradoja es que precisamente en dicha invención es donde no hay trampa, porque ese sí es su verdadero mundo::el interior y el proyecto exterior que habrían querido tener. 

Cada jueves se rellena con el amor acunado en las miradas que dejan de ser opacas y refulgen, con las palabras dichas con libertad absoluta, sin temores ni cortapisas, con la conexión del subliminal oleaje que se escucha y se siente por debajo y que el espectador comparte.


La película es un canto del cisne precioso, un elogio al séptimo arte, un rendido homenaje a los actores, al amor entre una madre y un hijo, al hecho de enamorarse en cualquier edad y circunstancia como sucedía antes: poco a poco, tras el flechazo, hablando, besando con los ojos…, es un homenaje a los escritores, a los lectores y a los libros, a las películas antiguas, a las cafeterías de sentarse toda la tarde una frente a otro haciendo lo más importante: escucharse, y recorrer el puente anímico entre dos personas que se quieren, no por unir soledades, no por hacerse compañía, sino por sí mismas. 

En este mundo nuestro, he llegado a la conclusión de que el amor sí es real, tal vez lo único real, el salvavidas, elocuente o torpe, pero amor al fin, y no siempre hace falta que sea tangible.

Pero para mí el homenaje más importante va dirigido a Argentina, esa nación repleta de artistas e intelectuales que no se merecen lo que como sociedad les está pasando. De una forma suave y sutil en las conversaciones de ambos protagonistas se va sucediendo la historia de ese hermoso país. 

Me dejó profundamente conmovida, y al igual que hacían ellos, con los largometrajes en blanco y negro, me gustaría ir a verla muchas veces porque en esos primeros planos tan bien sostenidos está la verdad. 

El final es un magnífico remate, ya veréis  por qué lo digo, el libro tiene destinatario, me gustó que lo importante fuera que se había escrito, no que estuviera publicado. Y el título es clave.

***

P.D.

El filme lo están proyectando –palabra también antigua- en los multicines del Ferial plaza (situado en Guadalajara, España).

Ya está en marcha, de nuevo, cada martes, el precio senior, podéis ver esta joya por dos euros.

Como decía Luis Eduardo Aute -reitero a riesgo de ser pesada-, “Cine, cine, cine, más cine por favor, que toda la vida es cine, que toda la vida es cine y los sueños cine son”.

Hasta el próximo encuentro, con los libros, las películas, las series y las cosas de la vida, actuales o nostálgicas, porque todo forma parte del buen vivir .

Un fuerte abrazo, cuidaos mucho.

Pili Zori

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