"Las correcciones", de JONATHAN FRANZEN


¿Qué os gustaría corregir de vuestras vidas? ¿Qué creéis que no debieron corregiros nunca? Y a la inversa ¿qué pensáis que no os corrigieron debiendo haberlo hecho? ¿Qué cambiaríais de la sociedad en la que vivís? ¿Qué comportamientos detestáis y cuáles valoráis? ¿Qué conductas os oprimen impidiéndoos ser felices? ¿Habéis conseguido llegar a ser vosotras mismas? ¿Os han dejado serlo? ¿Oímos los dictados de nuestro corazón y de nuestra conciencia o los enterramos en la aprobación de los demás, en los convencionalismos o en las presiones sociales? ¿Escuchamos realmente y en profundidad los deseos y necesidades de los otros?
¿Qué corregiríais de cada uno de los personajes?

Así emprendíamos en el club la lectura de esta extraordinaria novela, en la que entramos hace un mes y medio para salir de ella sin ganas considerando a Enid, Alfred, Gary, Chipper, y Denise gente de nuestra familia a la que gracias al autor hemos conocido más y mejor que a nosotros mismos y que a quienes nos rodean.
Jonathan Franzen nos ha metido en un círculo de espejos para que reflejen incluso las partes que nunca podemos vernos, y además ha diseccionado nuestras almas aplicando el escáner y la resonancia magnética. El artífice, el experto a la hora de diagnosticar ha sido un narrador omnisciente que se ha acercado de forma peligrosa a los abismos de los personajes con luz de catéter para no dejar a oscuras ni uno sólo de sus recovecos, ha escuchado detrás de la cortina, bajo la ventana abierta, ha mirado por el ojo de la cerradura, y se ha colado en los pensamientos que nadie muestra.
En tantos años como llevamos juntas, creo que esta novela ha sido una de las que más nos ha extraído las preocupaciones sobre las relaciones humanas y sociales, sobre el vacío de estructuras para la vejez… no sólo hay que conciliar la vida familiar pensando en los hijos cuando son pequeños y en la etapa productiva, hay otra que está sin definir, sin hacer, la vejez. La lectura de este libro nos ha obligado a ser valientes, a aguantar el escozor con el balance vital –como decía una de mis compañeras- a abrir un debate tras otro –como expresaba otra de las más jóvenes- a poner contrapuntos generacionales sobre una misma situación, nos hemos visto como pareja, como madres y como hijas, como hermanas, como nueras y como suegras, -como hermanas durante la etapa nuclear de la familia, y también después cuando se divide la célula y cada uno de los hijos establece su vida fuera del hogar paterno y materno-. El autor nos ha puesto delante las distintas orientaciones sexuales y nos ha hecho reaccionar frente a ellas desde la intimidad, no desde lo que manifestamos en público. Ha colocado en la balanza la belleza y fealdad de nuestro interior y todo ello con el telón de fondo actual haciendo un análisis político del mundo en presente, mientras los acontecimientos están sucediendo, porque con perspectiva histórica es fácil hacer estudios, pero tener radar para comprender tu presente es privilegio de muy pocos y me atrevo a decir con orgullo que la “mayoría” de esos “pocos” que saben hacerlo a conciencia pertenecen al mundo de la literatura en la que se unifican todas las dimensiones del ser humano, porque la literatura muestra el interior y el exterior y les añade los sentimientos individuales y colectivos, los públicos y los secretos y por tanto nos entrega los móviles, los verdaderos motivos de nuestros actos. Gracias a escritores como Franzen cualquier lector, avezado o no, puede comprender el desmantelamiento de los países del Este europeo, del que ya he hablado en otras entradas de este mismo blog. El arte es muy comunicativo y suele enlazar las diversas expresiones creativas sin saberlo de forma consciente… ¿o sí? Dicho desmantelamiento ha traído como resultado sociedades injustas y sin ley, generaciones perdidas que han de venderse como carne al mejor postor; Franzen señala los entresijos invisibles de los países abusivos, como el suyo, que han contribuido a provocar dicha destrucción para repartirse los trozos, y nos lo dice desmontando a su vez la idea preconcebida de que es difícil comprender el entramado internacional, él lo explica para todos los públicos y con meridiana nitidez, y le entendemos, vaya que si le entendemos, la razón no tiene más que un camino y no se puede tapar el sol con un dedo.
De nuevo volvimos a recordar que el triunfo basado en el éxito económico no es tal y le dedicamos tiempo a dilucidar qué es el triunfo en realidad o qué debería ser, llegamos a la conclusión de que resultaría clarificador que cada persona expresase, tras haberse escudriñado y cribado por dentro, qué desea de verdad y qué objetivos vitales se plantea, y creímos que con la suma sincera de todas esas manifestaciones recogidas construiríamos un mundo más habitable desde lo privado a lo público, desde lo local a lo universal, en definitiva dedujimos que no hay otro método mejor que el de ir de asamblea en asamblea y la nuestra sin duda es de gran valor.
En cuanto a la parte artística personalmente he quedado apabullada por los paralelismos entre personajes en las distintas etapas de su vida: en el tiempo de juventud por ejemplo Gary y su madre coinciden en las aspiraciones económicas, en dejarse someter más de lo que él estaría dispuesto a admitir… hasta en las posturas de cama se parecen, me maravillaron los extraordinarios cierres de círculo, la rebeldía de Chip en la forma de vestir, en sus manías alimenticias que provienen de la animadversión contra la disciplina impuesta en la infancia, para terminar sin embargo poniéndose de modo reconciliador la ropa de su padre… Me encantó cómo el autor jugó con nosotros dosificando el goteo de la información para que tuviéramos que cambiar conclusiones que dábamos por sentadas, espacios que habíamos rellenado de juicios y prejuicios a favor o en contra de los personajes sin saber que nos faltaban detalles relevantes, como la del corazón pintado bajo el banco del garaje. Nos hemos sentido privilegiadas porque en todo momento el escritor nos ha mostrado lo que sucedía al mismo tiempo en cada uno de los espacios personales y privados de los personajes, datos que nosotras conocíamos y los protagonistas no. Pero lo que me ha dejado especialmente impresionada es la capacidad del autor para introducirse en la cabeza de un enfermo de demencia senil y ver que Alfred interpreta como agresiones ajenas lo que le ocurre con sus incontinencias involuntarias, creo que es el mayor acto de generosidad y acercamiento que alguien puede hacer -y lo digo con conocimiento de causa y por partida doble-. Normalmente en literatura y en cine aparece el punto de vista del cuidador, pero no el del enfermo, ningún autor se había acercado tanto ni con tanto amor a él, ni con tantos deseos de comprender consiguiendo que una escena escatológica no haga mirar para otro lado, al contrario, Franzen consigue transgredir convirtiendo en súplica de dignidad el patetismo.
Como siempre que nos adentramos en un libro de muchas páginas, hubo compañeras que opinaron que no era necesaria la densidad y que a la novela le sobraban algunas, a otras sin embargo  les parecieron imprescindibles todas, en ambos casos dieron sus valiosas razones, al fin y al cabo se trata de la experiencia personal de cada una con el libro cuando lo hace suyo.
Jonathan Franzen
De nuevo recordamos varias veces durante las sesiones que en una novela no siempre se nos pide la empatía hacia los personajes, que no es necesario amarlos ni estar de acuerdo con ellos, o viceversa: comprenderles no significa que apruebes o compartas todos y cada uno de sus actos ni que tu afecto por ellos les exima de sus responsabilidades ni de pagar las consecuencias de sus errores, pero mis compañeras no son rencorosas y tienen tendencia a la redención, y casi todas ellas interpretaron que al final del camino los cuatro personajes habían corregido de algún modo sus trayectorias y lo bonito fue que tanto ellos como nosotras entendimos nuevamente que no hay una sola forma preponderante de ser "como es debido", que la “normalidad” tiene muchas facetas y que hay que rebelarse contra esa mentalidad soberbia, inquisitoria y llena de hipocresía que no admite variantes ni enmiendas a esa línea de pensamiento convencional e inmovilista a la que a menudo, como si fuera una deidad insatisfecha, se le entregan en sacrificio hasta los hijos como inmolación. Sentir vergüenza no es malo pero hay que saber muy bien de qué o de quien hay que avergonzarse y me temo que de momento y en muchos casos el papel está cambiado.
Cualquier comentario queda insuficiente ante este magnífico retrato de los Estados Unidos, la enorme y apaisada fotografía llena de paisajes y paisanajes diversos está disparada con todo el derecho legítimo de un estadounidense para hablar de los suyos bien y mal. El autor se esfuerza por matizar que no es lo mismo el Este que el Oeste o que el Medio Oeste de su mapa. Gary reniega de su origen considerandolo rural, cerrado, paleto, y esa deserción le hace infeliz.
Creí que la novela quizá nos quedaría lejos por haber nacido nosotras en un país más pequeño, por pertenecer a culturas tan distintas, pero mis compañeras fueron contundentes: es una familia universal –expresaron- en la que el mundo entero se puede sentir representado.
Otros dicen como elogio que “Las correcciones” es un retrato crudo y despiadado de la sociedad americana actual, a mí me parece todo lo contrario y aún a riesgo de repetirme diré como en otras ocasiones que la verdadera piedad es la que mira de frente y muy de cerca a los demás para poder comprenderles, la crudeza pertenece a quienes ante los problemas vuelven la cabeza hacia otro lado, es valeroso quien arriesga y desde el verdadero respeto te saca los colores porque la literatura no es un placebo que  puedas tomar como una droga que te evada de ti mismo, la auténtica te enfrenta con tus demonios y al final por mucho que hayas sufrido siempre sales ganando en el combate y el exorcismo.
En esta novela salen prejuicios raciales, dos modos de entender el trabajo y el consumo, aparecen las armas, la injusticia y el vacío de las leyes, la depredación, los enmascarados señores de la guerra, el deseo voraz, adictivo y enfermizo de dinero como sucedáneo de todos los éxitos… la mirada introspectiva y también retrospectiva que corre el riesgo de volverte estatua de sal por la contemplación de tu pasado y tus “pecados”, por tus errores del presente. Pero el libro tiene un futuro esperanzador porque leerle ha sido un tratamiento de choque y una terapia de limpieza del organismo que no es sólo físico. Y me descubro ante esta nueva voz, ante esta singularísima forma de crear, de manejar el lenguaje, de usar el termómetro, de buscar la llaga -no para poner el dedo y que escueza, sino para que no te desangre.
Os dejo con Jonathan Franzen, un gran artista valeroso y comprometido con su tiempo.
De nuevo hay que felicitar a la dirección de la Biblioteca Pública de Guadalajara y a su equipo por adquirir libros que nos permiten distinguir lo bueno de lo óptimo.
Un abrazo y hasta el próximo encuentro en el que habremos leído “La puerta” de Magda Szabó, entremedias, como siempre, buen cine.
Pili Zori

2 comentarios:

  1. Hola Pili,
    Este libro me ha parecido maravilloso, además de estar estupendamente escrito.
    Ojalá pudiéramos conocer a las personas de carne y hueso de nuestro entorno, o no tan cercanas, tan profundamente como a los personajes de este libro. Ojalá pudiéramos meternos en la mente de otras personas, como el autor logra que nos metamos en la de los personajes, esto mejoraría mucho nuestra capacidad de empatía, que a veces tanta falta hace en la sociedad.
    El autor ha conseguido que como lectora conectara con los personajes principales de una manera muy íntima y que en unos momentos de su vida logre comprenderles y me gusten y en otros no. El único personaje al que no salvo y me parece una malísima persona es Caroline, la mujer de Gary, quizá porque es la única que no nos plantea en primera persona su punto de vista. El resto de ellos despiertan en mí variados sentimientos, dependiendo de la época de su vida.
    La multitud de temas que aborda este libro hace que me mueva por dentro en muchos aspectos.
    La parte en la que trata el desmantelamiento de Lituania me parece espeluznante, pero tan creíble y lejano a la ciudadanía que parece una historia inventada aunque no lo sea.
    El comportamiento humano a veces resulta más comprensible si conocemos a las personas en todos los aspectos y carencias de su vida. Por ejemplo, no disculpo a Gary en el comportamiento con sus padres, pero creo que todo es debido a la situación que tiene en su propia familia con Carol y sus hijos. Este personaje me da pena. Pienso que quiere controlar la vida de sus padres, precisamente porque no puede controlar su propia situación familiar. Se siente hundido y tiene que salir a flote, aunque lo intenta en el lugar equivocado. Los complejos, a veces afloran lejos de donde deben solucionarse.
    Continuamente en el libro, me he puesto en la posición de hija, puesto que no puedo ponerme todavía en la de madre, pero este libro me ha hecho pensar mucho en cuál sería mi forma de actuar ante determinadas situaciones problemáticas que se plantean.
    Este libro da para tanto tema de debate, son tantos los temas que se tocan, que podríamos haber seguido semanas hablando de él en el club y con el mismo entusiasmo con el que creo que la mayoría de compañeras nos lo hemos tomado. Creo que todas las páginas tienen muchísimo sentido y que el escritor todo lo pone con una intención muy clara.
    Totalmente recomendable. Creo que lo tendré en la cabeza por mucho tiempo.
    Un beso.
    Marta

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    1. Muchas gracias queridísima Marta, tu comentario es brillante, inteligente y sentido como todos los que viertes en el club, agradezco que los traigas hasta aquí para que otros lectores también los disfruten. Qué lástima que las demás compañeras no se atrevan a dejar los suyos, es una pena que internet les produzca tanto calambre, porque así podríamos mostrar aquí lo valioso que es el conjunto de todas vuestras opiniones. Un abrazo Pili Zori

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